Keng ha usado su cámara de tal modo sobre una flor que parece tan simple, que se ha aprovechado de los colores como un pintor de su paleta. En un segundo, en la fracción de tiempo que gasta una toma, la perfecta semejanza del jardín queda para la inmortalidad. Son fotografías dirigidas con alta sensibilidad, propia de quien está mirando dentro y fuera de la realidad como un todo.
En su obra se generalizan, además, los cortes en las figuras y el paisaje, como un recurso compositivo del cual se valen igualmente los pintores -los impresionistas, por ejemplo-, captando el desfile de hojas, estanques, gotas de rocío, que parecen estar proclamando el triunfo de la vida. Y en esto último algo tiene qué ver la otra profesión de Keng: es médico; se ha destacado como profesor y cirujano, pero así como la medicina, su interés por la foto grafía no conoce obstáculos El médico-fotógrafo avanza lenta pero resueltamente, confiado en su trabajo y en la posibilidad evidente de visualizar un amplio panorama de experiencias. Su álbum de lotos contiene más de cien fotografías, con un notable nivel de calidad. Es -en una palabra- un sólido acierto. La técnica en este caso ha sido llevada a la exactitud, para obtener cada vez expresiones diferentes: la propia de cosas naturales que se expanden a todo el papel y que se convierten luego en una gran realidad que el espectador siente. Así, continuar hablando de Keng y sus fotografías, es abundar en algo ya establecido y analizado. Lo mejor, pues, es observar las gráficas y que cada quien palpe por sí mismo la desconcertante belleza de este esfuerzo.