Taiwan Today

La suya ha sido una producción generosa, que capta con agudeza la sensibilidad del ambiente: una mañana húmeda en Tamkiang, el ambiente pluvioso de Yakrta, el abrasador sol de Singapur, el grato tiempo de la costa balinesa... Con unos sencillos toques, sin estallar ostentosamente en colores, nos hace evocar el lugar representado, añorar un rincón lejano que nos ha quedado en la retina... Estamos hablando de Leh-Chin Hsu, nacido en 1934 en la provincia de Shangton, una de las más brillantes figuras de la pintura china actual. Ha participado, desde 1959, en numerosas exposiciones, de Taiwan a Japón y de Corea a Europa y los Estados Unidos. El próximo mes viajará con sus telas a América Latina a invitación de diversas galerías de ese continente. La pintura para este hombre es algo mental y físico simultáneamente. Por eso no titubea en declarar que no se detuvo a apreciar o a considerar tal o cual virtud plástica, cuando se encontró por primera vez con la gracia de sus representaciones, a través de una exposición. Es un artista contemporáneo que impone en cada uno de sus cuadros la armonía, la luminosidad, el equilibrio, la composición, el trazado y -por qué no?- hasta el misterio. En su larga trayectoria profesional, Leh-Chin Hsu ha ido escalonando todas las categorías y obteniendo, poco a poco, los diferentes galardones a que pueden aspirar los artistas de su medio. Lo ha hecho con esfuerzo y ha valido la pena. De ahí que cada uno de sus trabajos tenga ahora la alegría del color rimando con el equilibrio de la composición. Tal templo, tal casa, tal parque y tal puente están allí, en sus cuadros. representados con nombres conocidos y referencias históricas, por más señas. Es el pintor de las cosas patinadas por el tiempo. De ahí que su éxito, quizá, como lo expresara uno de sus críticos, radique en ese embrujo que sabe transmitir cuando tiene algo que expresar.