Claro que su afición se tornó después en verdadero profesionalismo y se desvió hacia otras formas de pintura: paisajes, calles, etc. Sin embargo, la ópera china no dejó de ser tema importante en las obras de Wang Lan. Fue una tensión que siguió aumentando en el joven artista.
Algunos años después, sin embargo, tras la invasión japonesa y la ocupación comunista del continente, la fama de Wang Lan fue más allá: escribió una novela tras otra, en una producción que por su calidad debió ser elogiada en todo el mundo y llevada al cine y el teatro. "Azul y Negro", una de sus obras más conocidas, ha sido traducida imnumerables veces en más de cinco idiomas.
Su posición como literato universal quedó testimoniada al ser nombrado miembro del directorio del PEN Club Internacional, la famosa agrupación mundial de escritores.
Pero, Wang Lan volvió a la pintura y con este retorno a la ópera y el paisaje. En esto trabaja ahora, mientras prepara un viaje con sus cuadros a América Latina, y mientras surge otra nueva novela de la vida real. Sus telas muestran unu vez más a los personajes tradicionales del teatro chino, ataviados con sus propios tipos de traje y hasta bailando -a veces- al ritmo de su música y de sus pasos diferentes. Eso es posiblemente lo que Lin Yu-tang, al referirse a Wang Lan, llamó "el arte de la sublimación, que utiliza vigorosamente lo que no está allí donde creemos que se encuentra".
En una palabra, la pintura al alcance de las tradiciones y dentro de todo lo contemporáneo. Por eso nada más ya vale la pena admirar a Wang Lan como pintor ...