Aquí y allá, en Taipei, Tokio, Amsterdam, París o Seul, se conoce su obra pictórica. Insistimos en esto porque Hsü Ku-an también es escritor y como tal ha sido merecedor del Premio Nacional de Literatura concedido por las Fuerzas Armadas de la República de China. Hoy, sin embargo, hablamos del pintor. Su siempre selectiva muestra es un codearse diario con el encanto de la naturaleza, sin que se trate en ningún momento de ser "otro más" dentro del estilo que caracteriza este tipo de trabajo.
En España y Panamá, por ejemplo, su temática sirvió para usarse como modelo de estudio en varias facultades de arte y en favor del desarrollo cultural de esos países. Su pintura, pues, más que artística en sí ha llegado a ser didáctica. Pero eso no es todo. Este hombre recibe permanentemente decenas de llamadas y consultas de profesores y estudiantes pidiendo datos sobre la historia del arte, su teoría estética y demás cuestiones que atañen e interesan a los intelectuales de todo el planeta. Es, por encima de cualquier otra cosa, un profesor. Un maestro de la cultura que arraigado en las representaciones de su propia tierra ha llegado a acceder al paisaje de otras latitudes, valorizándolas, amándolas y dándolas a conocer universalmente.
De Hsü Ku-an bien pudiera decirse que en sus telas ha logrado lo de pocos: realizar la visión complementaria de los conjuntos vivientes que nos rodean a diario. El mismo lo dice sin ambages: "La gente va cambiando en profundidad y lo mismo algunas cosas; por eso en mis pinturas tengo siempre que dar la impresión de que algo valioso y nuevo se está gestando a diario".