Utilizando colores blancos, grises, morados y negros ha logrado cuadros considerados como excelentes por los críticos de turno, quienes resaltan al mismo tiempo la austeridad de líneas y contornos y la expresión en sí de cada una de las telas. Pero, si hay algo importante en la pintura de Hu es el tratamiento del espacio. Existe un punto de partida -por así decirlo- en cada tema, que hace que ellas sean siempre diferentes, aunque parecidas en su contexto.
Pintando en óleo, lápiz o carbón, sus versiones sobre objetos solitarios, árboles y demás, hay formado una especie de escuela mediante la cual la obra es más accesible al simple espectador. Es un arte participatorio el suyo, una idea que hace pensar -y muy seriamente, a veces- en la vida cotidiana. Su concepto sobre la razón tradicional del arte, parece ser la búsqueda de una respuesta a la existencia. La naturaleza, por ejemplo, como parte de la obra pero no su esencia.
Su pintura, en general, es la vida en todas sus manifestaciones, como algo que sirve para definir el arte dentro de todas aquellas cosas simples y hermosas que tenemos a nuestro alrededor sin darnos cuenta.
Quizá por ello sus cuadros son solicitados desde Singapore hasta Nueva York, Buenos Aires o Tokio, despertando -y con razón- las controversias intelectuales del momento.