Taiwan Today

Con una cámara fotográfica, que siempre está lista, Guo Yi ha visto más mundo que cualquiera de nosotros. Y no solo eso: también ha realizado más arte que muchos contemporáneos suyos. Nacido en 1925 en la provincia china de Liao Ning, este hombre se ha permitido captar imágenes del mundo que parecen, a veces, enclaustradas en espacios controlados a propósito, o revestidas de atuendos modernos -en otras ocasiones­ como si buscaran alguna respuesta científica a su modo de ser y vivir en un simple cartón. Las suyas son experiencias visibles y transmisibles. Obras casi metafísicas, que siendo fotográficas semejan en ocasiones algo diferente a la imagen común y corriente que estamos acostumbrados a ver en los retratos. Una simple llovizna, un espejo recostado a la pared, cualquier objeto solitario o un pescador que no recoje peces sino que teje, son las cosas que hacen que el espectador se identifique con el cuadro o la foto, que se sienta dentro del espacio que hay allí. Posiblemente por todo esto es que Guo Yi insiste en explicar que él, como artista, no quiere que nadie mire su obra como algo valedero, sino como una idea que haga pensar en algo, en sí mismo, en la vida cotidiana... Es uno de los pocos fotógrafos para quien la razón tradicional del arte es la búsqueda de una respuesta a la existencia. En eso difiere de sus contemporáneos: en la resolución final de sus ideas. En una palabra, para Guo Yi el arte es algo más que una expresión absolutamente técnica. Llega hasta a ser algo con índole mental y social que tenemos diariamente a nuestro alrededor. Ahí están las fotos para probarlo. Variaciones sobre un mismo tema: la vida que nos rodea. Y eso vale la pena. Alguna vez le preguntaron al fotógrafo-artista cual era su principal preocupación a nivel filosófico. Esta fue su respuesta: "El hombre. El hombre y sus enfrentamientos diarios con todas las consecuencias y contradicciones que ello encierra". Una buena respuesta.