03/05/2024

Taiwan Today

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Literatura: Muro

06/03/1977

(Viene de Nº anterior)

Orquídea comenzó a tratar a su cuñado como a un extraño, lo mismo que antes. Pero en sus sentimientos no era un extraño. Se encontraba con él cada día en un lugar secreto. El lugar de su encuentro era la ventana. Exactamente a las cinco y media lo veía levantar la cabeza y sonreirle, desde fuera del bajo muro.

Y la noche anterior? Si, había ocurrido al acaso. Si su hermana hubiera estado en casa no habría ocurrido. Pero su hermana había tenido que ir a una reunión, y la mucama había ido al cine. Orquídea y el cuñado quedaron en la sala. Al principio cada uno parecía ocupado con su diario. Cuando ella se dirigió a la puerta, él la llamó, "Orquídea". Ella se volvió y él puso a un lado su diario.

"Te vas a la cama tan temprano?", dijo él como sin interés, pero con el ceño fruncido.

Antes que ella contestara, él se puso de pie. "Bueno, vamos" dijo con tono dominador.

Orquídea se sintió confundida. Fue a su cuarto y él la siguió de cerca.

La dejó sentarse al borde de la cama y se sentó a su lado. Miró primero a la ventana y después a la cortina, siempre sonriendo. "Me esperaste allí, no es cierto?". El corazón de Orquídea le saltaba en el pecho. Porqué la había seguido a su cuarto? Le dirigió una mirada interrogante, y él pe devolvió una sonriente, con los labios apretados.

"Tienes sueño?", le preguntó. Orquídea sacudió la cabeza.

"Bueno, tengo algo que decirte. Lo he tenido en secreto por tanto tiempo que se me ha hecho una carga". Hablaba con tono solemne.

Orquídea levantó los ojos hacia los de él. "Qué?", apenas pudo preguntar.

"Lo siento... lo siento mucho por tu hermana".

Orquídea se ruborizó. Sabía lo que quería decir. Inclinó la cabeza, preguntándose qué más iría a decir. "Yo. . . - vaciló. Yo me casé con tu hermana por su dinero". Orquídeo se sintió algo desilusionada, pero al mismo tiempo se avergozó de sentir eso. Un pensamiento le cruzó la mente: "Por qué? Por qué me dice eso? Quiere decir que no ama a mi hermana sino a... ? Una ola de ira la invadió por pensar eso.

"Mi hermana es muy buena, buena con usted y buena conmigo" dijo Orquídea mirándolo de frente. "Yo la quiero mucho! " Agregó esto en voz muy alta, como si quisiera convencerse.

"Sí, ya lo sé", dijo el cuñado. "Por eso lo siento más por ella". Su sonrisa característica, suave y misteriosa, volvió a relucir.

Quedaron en silencio. Un insecto voló deteniéndose sobre el hombro de Orquídea. El cuñado lo echó con un golpecito y dejó su ancha mano apoyada sobre el brazo suave de Orquídea. Esta saboreó esa sensación y no se movió. Se sintió más tranquila y menos tensa.

"Desde pasado mañana tendré vacaciones de una semana", dijo el cuñado.

"De veras? "

"Orquídea"; su voz era apenas un murmullo. "Vayamos al Lago del Sol y de la Luna; qué te parece? "

"Vayamos?" Orquídeo lo miró fijamente.

"Sí; nosotros. Nosotros dos". El cuñado se le acercó, mucho. "Y tu hermana", añadió.

Orquídea volvió a caer en el silencio.

"Por qué?", pensó; por qué dijo "nosotros dos" en lugar de decir "nosotros tres" o "nosotros y tú". Pero inmediatamente volvió a enojarse consigo. Deseó olvidar todo eso, dejar de imaginarse cosas. Por el momento, lo que más deseaba era forzarse a no pensar en nada.

La brisa que entraba por la ventana agitó el pelo de su cuñado; Orquídea notó que se estaba poniendo gris.

"Qué edad tiene usted?", le preguntó con mirada pensativa.

"Treinta y nueve". La sonrisa muy leve retornó. "Y tú? "

"Diecinueve".

Nuevamente el silencio. Orquídea sintió la mejilla del cuñado rozando su cabello.

"Te importa?", dijo el cuñado con un susurro y una mirada extrañamente tierna que parecía empañar sus ojos.

"Me importa? Qué? ,su edad? Orquídea responsió con mirada lejana. "Oh, no".

No sabía lo que decía, ni le importaba. Se sentía muy a gusto, cómoda y segura. El cuñado la acariciaba y ella no quería pensar en nada más. Varias veces había experimentado el deseo de ser tocada así, afectuosamente, por la mano de un hombre. Ah, si se acercara más para besarla... Se preguntó si lo haría. Pero hasta ese pensamiento era demasiado excitante y había que reprimirlo por ahora. Estaba embriagada de felicidad. Si, era casi la felicidad suprema.

El timbre sonó y el cuñado se puso de pie. "Voy a abrir la puerta" dijo, apagando la luz.

Orquídea quedó en la obscuridad. Al oir a su hermana hablando con el cuñado comprendió su situación. El cuñado preguntaba sobre la reunión con todo desparpajo. Como si nada hubiera ocurrido. Después fueron juntos a su cuarto y prendieron la luz. Sentada en la obscuridad, Orquídea podía oir todo lo que decían.

"Saliste hoy?" preguntó su hermana, y Orquídea la imaginó desvistiéndose.

"No" respondió el cuñado. "Dónde está Orquídea?"

El cuñado pareció sorprenderse. "Orquídea? Probablemente se habrá acostado". Hablaba con gran desenvoltura.

Después oyó cuando él apagaba la luz.

Orquídea oyó el ruido de sus zapatillas sobre el piso y que se acostaban en la cama. Después los oyó riendose y charlando en cama. Sintió de pronto como si lo hubiera perdido todo. Pero todavía recordaba las suaves palabras del cuñado. Sólo unos minutos antes. Habían estado muy juntos y su pelo había tocado la mejilla del cuñado.

Ahora, un día después, cara abajo en la cama, pensaba perpleja sobre lo ocurrido, aunque no tenía ánimo para explicárselo. Por el momento sólo quería descansar, porque desgraciadamente había pasado la noche sin dormir. Y peor aún, lo esperaba ansiosamente.

El ómnibus del ministerio de defensa vino traqueteando, y Orquídea supo que eran las cinco y veinte. Se levantó con gran esfuerzo y se encaminó a la ventana. Se sorprendió al encontrarse muy cansada. Después de diez minutos el cuñado pasaría y se detendría para sonreírle. Qué otra cosa podía hacer sino sonreír? Ese día no lo había visto. Por la mañana, cuando él salió para la oficina, ella no se había levantado. "Qué piensa de mí? " se preguntó. Y le sorprendió comprobar que ya no le importaba. Una hora antes había estado ansiosa e inquieta. Pero ahora sólo quería descansar.

Ella había querido a su hermana; se habían querido recíprocamente. Y las dos juntas habían sido felices. Pero cuando el cuñado vino a la casa, las cosas empezaron a empeorar. Recordaba la mirada suplicante de su hermana, cuando ella se había mostrado fría hacia él, y cómo, cuando había hablado al cuñado su hermana se había sonrojado de gratitud. Pero ahora debía evitar la mirada de su hermana porque la estaba traicionando.

Todavía se querían, desde luego. O se trataban con atención solamente para convencerse de que todavía se querían? Quién podía decir con verdad que las cosas no habían cambiado? El cuñado era la causa de todo. Y encima había dicho a Orquídea que se había casado con su hermana sólo por su dinero. E inmediatamente después de susurrar cantidad de cosas lindas a su oído, había ido a dormir con su hermana. Era un egoísta. Sí, era él quien las había apartado. El había construido un muro entre ellas, un muro invisible pero que se había hecho más y más alto y al mismo tiempo más y más grueso. Y después podía desentenderse de todo con una ligera sonrisa. Pude quererlo? Pude... yo... quererlo? Orquídea lo pensó penosamente. Pero ni siquiero eso importaba ahora. Apenas si hay diferencia entre "gusto" y "disgusto". En una ocasión alguno me podrá gustar, pero en otra ocasión el mismo me podrá disgustar. A veces las decisiones se toman en un abrir y cerrar de ojos.

Orquídea se tiró sobre la cama y ocultó su rostro en la almohada blanda. Debía olvidarse de lo ocurrido. Comprendió que ya no volvería a ser feliz. El cuñado estaría ahora ante la ventana, con su portafolios en la mano y la cabeza levantada, mirando a la ventana vacía. Quizás estaba desilusionado; pero qué importaba. El seguiría su camino con los labios fruncidos. Nada le importaba seriamente. Pronto lo olvidaría todo. En un momento el timbre sonaría nerviosamente. Y su hermana lo recibiría a la puerta, alegre y acogedora.

Mirando en dirección opuesta a la ventana y pared, dió un pequeño suspiro y se cubrió los ojos con la mano izquierda. Estaba cansada, muy cansada. La confusión podía cansar? Desde luego, no había dormido en toda la noche. No vendría mal dormir un poco ahora. Se tiró al través sobre la cama, con los pies colgando de un lado y las manos del otro. Si pudiera dormir.. dormir... sin soñar... con un muro... (Fin)

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