06/05/2024

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Literatura: Charla Junto a la estufa

26/03/1977
(Viene del Nº anterior)

"No puedes juzgar a una persona por su apariencia", dijo el Tío Chango "Ha estado mezclado con tantas mujeres que ha aprendido a obtener lo que quiere de ellas".

"Tío Chang, le gustaría saber cómo pienso que lo consiguió?"

"Desde luego". Levantó su copa en un brindis a mi conjetura, y su sonrisa me invitó a continuar.

"Cuando el señor Tsuei iba a acompañar a la señorita Wen, comenzó acariciando sus tobillos heridos. No quiero decir que lo haya hecho en la primer visita. Después le dijo que su piel era suave y blanca. Es posible que se haya inclinado y le haya besado las piernas. Ella se había sentido muy solitaria. Según la ley de la naturaleza, los hombres y las mujeres se necesitan recíprocamente; y naturalmente ella no pudo dar una bofetada a un hombre a quien conocía por muchos años. Probablemente le dijo, con tono invitador, que se comportara con más corrección. Como ella no había protestado con vehemencia, él le susurró palabras dulces. Quizás dijo: "Vamos querida, debes de estar cansada de estar en cama. Siéntate. Déjame arreglarte la almohada". Bien, la señorita Wen lo dejó ayudarla a sentarse. El agregó entonces: "Mejor que te apoyes en mí; estarás mucho más cómoda". Y así, ella se apoyó en él y lo oyó decir algunas bromas baratas. El siguió hablando para preparar la atmósfera".

El Tío Chang se río y se admiró de que yo pudiera imaginarme eso.

Victor Hugo dice que la amplitud del cielo es mayor que la del mar, y que la imaginación del hombre puede volar más allá de los bordes del cielo. Me era fácil imaginarme cómo Tsuei pudo tocar a la señorita Wen con su modo pueril, pero no pude imaginarme cómo pudo ella enamorarse de él. No era el tipo de hombre con quien ella se debiera enamorar. Si puedo expresarme en términos de "tal vez, quizás o probablemente", me inclino a pensar que el comienzo en ella se debió simplemente a su soledad.

Aunque era delgada y frágil, la señorita Wen era divorciada y tenía dos hijos que vivían en Hong Kong. Ella se había quedado sola en Taiwan, sin duda en busca de un buen esposo. Su esposo ideal debía ser un hombre respetable, de buena fortuna y posición elevada, y sobre todo, soltero. Y vivió con los Cheng porque quería abrirse camino en la sociedad elegante, donde pudiera encontrar al hombre ideal. Por eso iba con ellos a restaurantes, al cine y a los juegos de mahjong. Y gastaba a lo grande.

"De dónde venía el dinero de la señorita Wen, Tío Chang?"

"De una persona muy distinguida. Unos cinco mil dólares americanos. Suficiente para vivir bien por varios años."

"Una persona distinguida? Debe de ser uno de los pocos que pueden permitirse ese lujo. Por qué le daba tal cantidad de dinero?"

"Siempre has sido muy viva pero ahora pareces algo tonta". El Tío Chang me miró expresivamente. El fuego lo había reconfortado y ya no estaba pálido.

"Oh? Comprendo". "Es un viudo".

"Y por qué no se casaron?"

"No les fue posible. El anciano padre de la persona distinguida se opuso a que se casara con una mujer divorciada".

"Y él le dió esa suma de dinero en compensación por todo lo que ella hubiera podido tener?"

El Tío Chang no respondió.

"Su divorcio tuvo algo que ver con su asunto con la persona distinguida?"

"Lo dudo. Eran viejos amigos. La señorita Wen era aficionada a la fama, desde luego. Pero creo que lo quería a él por su carácter, su posición social, su riqueza -todas esas cosas se acomodaban a su nivel. Y por eso tuvo que buscar otro hombre que se pudiera equipara con esa persona distinguida." El Tío Chang continuó: "Típico de la vanidad femenina, verdad?"

"Tío Chang, yo había oído rumores de que usted se casaría con ella".

"Bueno, creo que la señora con quien vivía, la señora Cheng, pensaba en algo de eso cuando nos presentó", contestó el con alguna complacencia." Pero yo dejé muy en claro que para mí ella era como una sobrina. Ella me llamaba "Tío Chang", lo mismo que tú.

"Pero la persona que me presentó a usted ciertamente no tenía esa idea".

"No, no la tenía. Ni tú tampoco".

El Tío Chang me dirigió la sonrisa más atrayente, pero creo que su cara se ruborizó ligerísimamente.

"Y qué pasó entonces?"

"Entonces tuvo su asunto con el viejo Tsuei. Usando tus términos literarios podríamos decir: Tsuei Cheng-pin se robó su corazón solitario".

"Qué extraño".

"No, no es extraño. Soledad. Ese era el problema".

Así que el Tío Chang compartía mi opinión. La señorita Wen se había sentido solitaria. Al volver de las reuniones sociales y ver a los Cheng con sus hijos, el sentido de su soledad la abrumaba. Era tan refinada y llena de gracia que nadie se hubiera atrevido a tocarla con manos mundanas. Pero ella se atormentaba con el deseo de ser acariciada por un hombre.

"Cómo se descubrió su asunto?"

"Un día fueron a Yangmingshan a ver las flores y se encontraron con alguien que los conocía. Y naturalmente, él pasó el chisme".

"Y qué importaba? Era sólo un picnic". "Algo más. Lo encontraron en el hotel, el mismo en que ella después se mató.

Habían elegido un buen lugar, un lugar tranquilo y solitario. Pero en este pobre mundo nadie puede escapar. Debieron saberlo, porque procuraron excusarse diciendo que habían ido a Yangmingshan a admirar los pimpollos de cerezos. Pero en realidad, a la señorita Wen no le gustaba caminar, y el viejo Tsuei no era hombre de gusto y no le interesaban las flores. Sin duda la invitó a ir al hotel "a descansar". Me puedo imaginar la hermosa vista desde el hotel, de las miles de luces rompiendo las sombras de la ciudad, y las azaleas en flor bajo la ventana de su cuarto.

Y entonces el señor Tsuei debe de haber dicho cantidad de palabras lindas. Habrá usado lugares comunes como "te quiero". Es muy difícil para una mujer resistir la tentación de la palabra "amor". Por naturaleza, a las mujeres les gusta ser engañadas. Toman en serio la palabra "amor", por lo menos en el momento en que un hombre la pronuncia. También me imaginé la conversación entre ellos. "Estando aquí, conmigo, de este modo, estás ofendiendo a tu esposa. Y ella es mi buena amiga".

"No digas eso. Ni la nombres. En realidad, nunca la he querido. Me enamoré de tí en cuanto te vi. Ella no puede compararse contigo. Tú eres elegante y bonita y ella es una mujer muy vulgar. Oh, querida, me amas?"

"Si, te quiero".

"Para complicar las cosas", prosiguió el Tío Chang después de una pausa, "ella confió su secreto a la señora Cheng. Por qué se le habrá ocurrido hacer tal cosa? "

"Tío Chang, usted ha estado envuelto con tantas mujeres y todavía no las entiende! Nunca pueden guardar un secreto, aunque sea propio. Puesto que la señora Cheng era su amiga, sintió que la debía consultar sobre lo que debía hacer".

"Si, tienes razón. Y qué ocurrió enseguida? El secreto corrió de boca en boca y todas sus amigas le volvieran la espalda. Hablaban de ella como de un mujer malvada y la acusaron de arruinar el matrimonio de su buena amiga. Hasta la señora Cheng la hizo sentir incómoda en su casa y finalmente le pidió que se fuera

(Continuará)

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