04/05/2024

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Literatura: Charla Junto a la Estufa

16/03/1977
(Por Hou Jung-sheng. Nació en Fukien, aunque su familia era de Hopei. Egresó de la Universidad Católica Fujen, cuando esta todavía estaba en Peiping. En Taipei ha actuado con aplauso en papeles masculinos de ópera china. Ha publicado varias colecciones de cuentos y una de sus escritos en general.)

En el primer mes del año lunar, hice una visita de Año Nuevo al Tío Chang. De jóven Chang había sido famoso por sus romances. Ahora, ya entrado en años, conservaba su fama de donjuan aunque no era ni apasionado ni sentimental. Una hora de charla con él era como beberse una copa de "lung ching cha" té de fuente de dragón, que le da a uno materia para pensar por el resto del día. Es fácil de imaginar su popularidad con las mujeres. Era el caballero ya medio calvo y algo inclinado que se veía conversando con ellas en las reuniones. Era también fácil recordar su sonrisa amable y algo caprichosa.

Era un solterón confirmado, pero no era un solitario.

Le hice la visita de Año Nuevo no sólo porque no podía desprenderme de las costumbres tradicionales de mi mundo, sino también porque lo echaba de menos. Cuando me encontraba turbada -quiero decir, cuando me había envuelto con alguien y no podía deshacer el nudo- visitaba al Tío Chang. Nos sentabamos juntos por horas sin decir una palabra. Mientras él escribía yo fumaba mis cigarrillos. En el silencio, yo me calmaba y olvidaba mi disgusto, y todo se arreglaba. Qué clase de relación era esa? Nadie podía darle un nombre. Las relaciones entre hombres y mujeres -de cualquier edad que sean- son las únicas relaciones en el mundo que no pueden ser clasificadas.

Yo conocía al Tío Chang ya por muchos años. Nos gustabamos recíprocamente, pero pocas veces nos encontrabamos. El se divertía con sus amigos y yo con los míos. Cuando lo visitaba después de una larga ausencia, él no se molestaba en preguntarme cómo me iba. Y yo tampoco le preguntaba. Pero la sonrisa que me recibía me decía que era recibida con verdadero gusto. A mi me gustaban los caramelos de café; en su heladera siempre había una caja de esos caramelos. Los que yo no comía quedaban allí esperando mi próxima visita. El Tío Chang sabía que a mi no me agradaba que otras señoras invadieran mi predio. La caja de caramelos de café era mi propiedad privada, y me llevaba algún tiempo en consumirlos.

El Tío Chang salía muy poco -durante el día, desde luego. Pero cuando llegué a su casa, en esta visita, no estaba.

"Oh, señorita Hou, cómo le va?", me saludó Ah-fu, su mucamo. "Hace tiempo que no venía. El señor Chang fue al cementerio. Esperelo y acompañelo. En el primer mes hay juego en muchas casas, pero a él no le interesa, como usted sabe. Por eso se siente algo solo".

Ah-fu era viejo y feo, pero muy atento con todas las señoras de visita. Me hizo una tasa de té muy fuerte, acercó un sofá a la estufa y puso la caja de caramelos de café sobre la mesa. El cuarto estaba muy templado, como en primavera. Las llamas movedizas en la estufa me hicieron sentir más caliente. La planta de "mei" o ciruelo, en su maceta sobre el antepecho de la ventana, estaba todavía en flor, y su fragancia fresca se esparcía por todo el cuarto. La casa se hallaba en completo silencio. Yo me sentía como "robando medio día de holgura en la vida transitoria". (Cita de un poema de la dinastía Tang).

"Por qué fue el señor Chang al cementerio?", pregunté.

"A rendir homenaje a la señorita Wen. Ella no mereció esa muerte. Se debió enamorar de cualquiera menos de ese hombre casado", dijo Ah-fu confidencialmente.

Si, yo recordaba a una señora Wen entre las amigas del Tío Chang. Era una mujer delgada y refinada, de ojos muy grandes. Parecía emitir siempre una fragancia sutil, algo como los pimpollos de "mei" que yo aspiraba ahora. Los pimpollos de "mei" soportan los rigores del invierno y no son mancillados por pasiones mundanas. Los poetas los han elogiado con líneas como esta:

"La delicada nieve en el sombrío invierno; Los pimpollos de "mei" en el viejo árbol".
Pero la señorita Wen era flor de invernadero y no pudo perseverar con valor contra los reveses de la fortuna.

"Cómo sabe eso? ", pregunté.

Ah-fu me contesto: "Se lo oí al señor Chang. Se afligió mucho con la muerte de la señorita Wen. Ella almorzaba con el señor Chang casi todos los días. Y de pronto, muerta. Uno no puede dejar de sentirlo".

"Ah-fu, ya estás hablando tonteras, verdad?"

Una voz bondadosa vino de fuera del cuarto. El Tío Chang había regresado..

Ah-fu se escapó sonriendo.

El Tío Chang estaba pálido y ceñudo. Le pregunté si se había enojado con Ah-fu y me respondió con un breve "no". Dijo que parecía de mal aspecto por el tiempo frío. Me sirvió un vasito de cognac, y otro más grande para él. Después se sumergió en su sillón especial junto a la estufa.

"Se conmovió frente a la tumba?", le pregunté.

"Si, sentí que el mundo es frío. Hoy yo fui el único que fue a su tumba. Ese tipo Tsuei ni siquiera pensó en ella, como si nada hubiera pasado. Ese hombre es un verdadero canalla."

Yo sabía que la señorita Wen se había suicidado debido a su desgraciado asunto con un hombre casado, Tsuei Cheng-pin. Me asombraba que lo hubiera podido querer. Tsuei era gordinflón y fijaba su mirada como un tonto. En realidad, yo apenas lo conocía. Decían que sabía cantar la parte del "hei-tou" en la opera de Peiping. Pero yo nunca lo ví en el escenario. Y no creo que un hombre rechoncho como él pudiera ser un buen actor.

La esposa de Tsuei era una mujer sumamente vulgar, siempre pintarrajeada al extremo y con la cara colorada como el trasero de un mono. Y Tsuei vivía bajo su sombra. Pedí la opinión del Tío Chang sobre eso.

"Oh, es muy viva siguiendolo a todas partes" dijo con sorna. "El viejo Tsuei tiene buena mano para el amor. Es un Don Juan".

Yo no me lo podía imaginar como un Don Juan. No veía en él nada atrayente.

La señorita Wen había vivivo con los Cheng, que eran buenos amigos de los Tsuei, y con frecuencia había salido con ellos o se había unido a sus partidas de mahjong. Mantuvo esas relaciones con las dos familias por tres o cuatro años. Cómo empezaron los amoríos entre ella y Tsuei? -porque debemos suponer que se habían enamorado. Fue algo paulatino o súbito? Quién dió el primer paso?

"Tío Chang, Tsuei tiene algún atractivo oculto? Cómo empezaron a enamorarse?"

Recuerdas que la señorita Wen sufrió una herida en un accidente de tráfico? Durante su larga estadía en su casa se sentía deprimida, y el viejo Tsuei la solía acompañar. Y de ahí surgió el problema."

"Cómo?"

"Como sabes, el viejo Tsuei es muy buen adulador, y muy persuasivo. Sabe cómo darle vueltas a una mujer. Y a cualquier mujer le gusta eso, no es cierto?" El Tío Chang tomó un trago de cognac, mirandome con ojos ligerísimamente sonrientes.

Si. A cualquier mujer le gusta. La forma de atraerse a una mujer es dirigirse a ella como un niño a su madre Ninguna mujer se puede rehusar a eso. Pero el señor Tsuei, regordete y con aspecto de tonto, debería de aparecer ridículo si se comportara como un niño. Y la señorita Wen era una Lin Tai-yu (delicada belleza en la novela "Sueño de la cámara roja"), una cosita linda. No pude evitar un respingo al pensar en Tsuei.

(Continuará)

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