05/05/2024

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LITERATURA: Charla Junto a la Estufa

06/04/1977
(Viene del N° anterior) "Pero era muy fácil encontrar otro lugar". "No con poco dinero. Al morir sólo dejó algunos vestidos y 300 pesos de Taiwan." "Se había gastado todo lo que le dió aquella persona distinguida?" "Si, así es. Antes de suicidarse telefoneó al viejo Tsuei. El reafirmó su amor y hasta le dijo que moriría con ella si era necesario. Pero ahora que ella murió, ni se molesta en ir a la tumba a recordarla!" "Un hombre como Tsuei Cheng-pin no es capaz de sacrificio. No toma el amor en serio y no siente responsabilidad por nadie. Usted lo llamó un Don Juan, verdad? Así se comporta un hombre de ese tipo". Yo soy la única persona que la recuerda ahora. Fue un error muy grande envolverse con Tsuei, pero no era necesario morir por eso." "No, no era necesario", asentí. "Si yo fuera ella no hubiera pensado en matarme". "Qué hubieras hecho? interpuso el Tío Chang. "Si me hubiera enamorado de un hombre casado, si era un hombre digno, hubiera afrontado la hostilidad de los demás y me le hubiera entregado enteramente. Simplemente hubiera tratado de ganarme la comprensión y quizás hasta la simpatía de los otros, con la verdad desnuda: "lo quiero". "Pero quién simpatiza con una mujer que se ha enamorado de un hombre casado?" "Oh, no lo sabemos de cierto. Siempre hay quienes simpatizan con el Mono y quienes simpatizan con el Cerdo (personajes de una famosa novela china del siglo 16). Alguien podría apoyarme o sacar la cara por el amor". "Qué harías si yo fuera ese hombre? "; el Tío Chang me provocó con una sonrisa maliciosa. "Yo no me enamoraría de usted! " "Por qué no? " "Por que usted también es un Don Juan". Los dos soltamos la risa. Caminando de vuelta a casa las luces de las calles comenzaba a brillar. Qué haría yo si me enamorara de un hombre casado? Abismada en mis pensamientos no miré a dónde iba hasta que la bocina de un auto me atronó los oídos y uno de esos taxis rosados me pasó rozando el momento en que dí un paso atrás. Cuando me recobré del susto me dí una respuesta. Si yo me enamorara de un hombre casado, no me mataría. Procuraría separarme de él como buenos amigos. Yo había dicho al Tío Chang que yo lucharía por mi amor, pero ahora comprendí que yo no procedería de ese modo. Si por un acaso me ocurriera eso, encontraría en algún rincón de mi ser la fuerza para terminar el asunto con una sonrisa. Esa fue mi decisión. Pero pasaron algunos meses antes de visitar nuevamente al Tío Chang y comer los caramelos de café. (Fin)

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