04/05/2024

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Dichos Populares: Hu Chia Hu Wei: El Zorro Finge La Majestad del Tigre

06/06/1977
El Reino de Ch'u estaba en el apogeo de su poderío. El pueblo, próspero y satisfecho, se enorgullecía del esplendor del reino y aclamaba con entusiasmo a su Rey, Hsung Wang, cuando este aparecía en público. Pero una duda maligna carcomía las entrañas del monarca. La desconfianza que le quitaba la alegría durante el día, le robaba también el sueño por la noche. El rey era acompañado constantemente por su valiente y distinguido general, Tsao Hsi-hun. Tanto cuando recibía a enviados y a reyes vecinos como cuando salía del palacio, en giras por su reino, el general Tsao estaba a su lado. Gradualmente se había dejado invadir por la duda. Todas esas expresiones de acatamiento y sumisión, todas esas aclamaciones entusiastas, eran dirigidas al rey o a su general? Las proezas bélicas de Tsao Hsi-hun lo habían hecho un héroe popular y habían causado terror a los enemigos del reino. No estaría el general Tsao suplantando el rey en la veneración y temor de la gente? Un día, el rey llamó a su ministro y le confió los pensamientos y dudas que lo atormentaban. Con una profunda reverencia, el ministro Kiang I respondió: "Si Su majestad me permite, quisiera contarle un cuento". "Un tigre poderoso y feroz buscaba un día en las montañas algún animal que le sirviera de alimento. Acertó a ver un zorro escondido en medio de unos arbustos. "Sin más lo atrapó, y se disponía a devorarlo, cuando oyó al zorro gritar "Eh, un momento; detengase!" Sorprendido ante la audacia de su presunta víctima, el tigre quedó a la expectativa. El zorro adoptó una actitud de toda la majestad que su pequeñez ante el tigre le permitía, e increpó a este con tono agraviado: "Cómo se atreve a afrontarme de ese modo? No tiene idea de la reverencia debida a los mejores? Dónde se ha visto que un súbdito acometa a su soberano en esa forma descomedida? Desconcertado el tigre ante esa serie de rápidas preguntas, buscaba una respuesta apropiada, y el zorro sin darle tiempo de meter baza continuó: "No se ha enterado aún? El Emperador del Cielo me ha hecho Rey de los animales. Quien se atreva a hacerme daño o a faltarme el respeto, será castigado por el Cielo". Sin poder recobrar su aplomo, el tigre gruñó: "Qué tonterías está diciendo?" El astuto zorro percibió la vacilación del tigre. Levantando su pata hasta casi rozar las narices de la fiera, añadió: "Lo trataré con compasión, porque veo que el edicto del Cielo no ha llegado hasta sus orejas. Pero lo voy a mostrar que ahora soy yo, y no usted, el rey de los animales. Vamos a dar un paseo por la selva; podrá usted ver con sus propios ojos el temor que inspiro a todos los animales. Ellos ya saben que soy el nuevo rey. Sígame de cerca! " Contoneándose arrogantemente, el zorro comenzó a caminar; el tigre lo seguía a poca distancia. Una tras otras, las bestias de la selva pusieron pies en polvorosa, escapando a la mayor velocidad posible a la vista de los dos. "Bueno, y qué me dice ahora? Está convencido?", preguntó el zorro pavoneándose con mayor altivez. El tigre miraba con incredulidad; pero la prueba parecía convincente. La sola aparición del zorro había provocado la fuga de animales pacíficos y fieras salvajes. Sin decir más agachó las orejas y optó por escapar. No se le pasó por la cabeza que el pequeño pero astuto zorro se había valido del temor que él mismo inspiraba para provocar la fuga de los demás animales. El "nuevo monarca", satisfecho de su treta que le había salvado el pellejo, volvió a sus andanzas habituales. Sabía que la corona no estaba muy segura sobre su cabeza y se guardó de buscar a sus súbditos para exigirles pleitesía. Kiang I concluyó su cuento. Por un momento reinó el silencio entre los dos. No fueron necesarias más explicaciones. Finalmente, el rey no pudo menos que sonreir ante su propia necedad. Sus temores, sus preocupaciones, no tenían más fundamento que las dudas sugeridas por su desconfianza. Ni el fiel general pretendía suplantarlo, ni sus súbditos o vasallos le rendían homenaje por razón del general. HU CHIA HU WEI se traduce literalmente como se hizo en el título. El primer "hu" es el zorro y el segundo el tigre. Son dos caracteres enteramente diversos, con sonido semejante aunque diferenciado por el tono. "Chia" es fingir o simular, y "wei" involucra en el concepto de majestad el temor inspirado por ella. La expresión se usa con tono satírico, indicando a los que usan el poder y autoridad de otros para provecho propio. Así, si uno necesita hacer un trámite, se le aconseja acudir directamente a una persona de posición elevada para evitar quedar sometido a que HU CHIA HU WEI, es decir, a que algún subordinado se de aires de importancia al amparo de la autoridad de su superior.

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