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Dichos Populares: CHIA CHIH LIEN CH'ENG - Valioso Como Muchas Ciudades

16/06/1977
Pieh Ho, del reino de Ch'u, era experto en piedras preciosas. Un día paseaba por la montaña Ching y encontró allí una gran piedra en la que percibió que se ocultaba un jade muy precioso. Su gozo no conoció límites. Su hallazgo era el sueño de todos los conocedores de gemas. Pero sus instrumentos no eran adecuados para extraer el jade de la roca y pulirlo debidamente. Decidió entonces ofrecerlo como obsequio al rey, para que el bello jade pudiera exhibir muy pronto su brillo exquisito. El rey se sintió muy complacido con el obsequio. Pero el joyero real examinó la piedra y declaró que era una roca vulgar que no contenía ningún jade. Pieh Ho fue declarado culpable de engañar al rey. En lugar de recibir recompensa, fue condenado a sufrir la amputación de su pie izquierdo. Pasaron los años y el viejo rey murió. Pieh Ho se dejó llevar nuevamente por su antiguo deseo y presentó la piedra al nuevo rey. Una vez más el joyero real dijo que se trataba de una roca vulgar. Pieh Ho insistió que esa roca ocultaba un jade invaluable y pidió que se cortara más profundamente. El joyero mantuvo su veredicto, afirmando que había hecho varios cortes sin que apareciera ninguna señal del jade. El nuevo rey se enfureció ante lo que consideró una nueva tentativa de Pieh Ho de engañar al soberano. El pobre hombre perdió esta vez su pie derecho. Pieh Ho era un cojo débil y viejo cuando el segundo rey falleció. Su hijo, Wen Huang, ascendió al trono de Ch'u. El viejo Pieh no se atrevió a repetir su ofrecimiento. Y sin embargo no se resignaba a condenar al precioso jade a la obscuridad. Resolvió llevar nuevamente la piedra a la Montaña Ching y dejarla en su sitio original. Quizás alguno más afortunado la volvería a encontrar y podría extraer el tesoro de su prisión rocosa. Se hizo transportar a la montaña. Allí se sentó y lloró con tonos lastimeros. Tres días y tres noches fueron necesarias para secar sus lágrimas. El rey Wen Huang se enteró y sintió compasión. Envió un funcionario de la corte a consolar a Pieh Ho. "Su Majestad me ha enviado a verlo", dijo el funcionario. "Por qué se lamenta tan amargamente? Usted engañó al rey y fue castigado. No es el único en sufrir esa suerte. Vamos, no se lamente más! " "Señor", respondió el viejo con voz débil; "Agradezco a Su Majestad que se preocupe de mí. No lloro por la pérdida de mis pies. Lo que me aflige es el pensamiento de que un jade precioso sea considerado una piedra vulgar, y un súbdito leal sea castigado como traidor. Si se pudiera extraer el jade de su cubierta de roca, me sentiría feliz y moriría contento". El funcionario se conmovió y prometió a Pieh Ho relatar al rey esa conversación. De despedida lo exhortó a no lamentarse más. El rey mandó que la piedra fuera examinada nuevamente. El nuevo joyero real lo hizo con gran atención y cuidado. Provisto de los mejores instrumentos y apelando a todos sus conocimientos y experiencia de su oficio, el joyero fue desbastando la piedra capa a capa. De pronto, la piedra preciosa se dejó ver. Nunca habían descansado ojos humanos sobre un jade tan perfecto, tan brillante, como una crema rosada. El anciano Pieh Ho murió poco después. Parecía que una fuerza misteriosa le hubiera sostenido la vida hasta contemplar el tesoro por el cual había sufrido tanto y por tanto tiempo. El rey Wen Huang mandó que fuera llamado "El Jade Ho" en conmemoración de Pieh Ho. La fama de esa piedra exquisita se extendió a todos los confines. Por muchos años fue el tesoro más preciado de Wen Huang y del Reino de Ch'u. Pero con el correr del tiempo, el Jade Ho cayó en diversas manos. Durante el período de los Estados Guerreros estaba en posesión del rey de Chao. En ese tiempo el Reino de Ch'in era el más poderoso de los siete reinos que aún existían. Tsao Wang, el rey de Ch'in miraba con ojos codiciosos a la dinastía Chow, ya en plena decadencia. Un nuevo imperio, con él como emperador, se convirtió en la obsesión de su vida. Para eso debía apoderarse del Jade Ho, pues se decía que el sello de un nuevo emperador debía ser precisamente esa piedra preciosa. Tsao Wang intentó varias tretas, pero sin conseguir su propósito. El Reino de Chao tenía aún fuerzas suficientes para defender sus tesoros. Varias consultas tuvieron lugar en el Reino de Ch'in; por fin, alguien sugirió la fórmula que finalmente daría a Tsao Wang lo que tanto ambicionaba. El rey de Chao se estaba empobreciendo y sus territorios no le proporcionaban rentas suficientes. Quizás aceptaría un trueque. Se le ofrecieron quince ciudades a cambio del preciado jade. El aceptó y así se hizo. De ese modo, el Jade Ho vino a ser conocido por el nombre del "jade valioso como muchas ciudades". CHIA CHIH LIEN CHENG se usa para indicar que algún objeto es de valor inusitado. Podría equipararse a la expresión "vale lo que pesa en oro", o a otras que tienden a acentuar grandemente el valor de una cosa. Así, si se quiere encarecer la importancia o excelencia de algo, o el cuidado que se le debe dar, se dice: "Guárdalo bien, porque CHIA CHIH LIEN CHENG: ES VALIOSO COMO MUCHAS CIUDADES.

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