Taiwan Today

Su Ch'in, nativo de Lo Yang, se consideraba muy afortunado. Era discípulo del sabio Kuei Ku-tze, cuya fama se extendía a todos los confines, y era vista como un ser inmortal que residía entre los hombres. Casi todos los discípulos del gran maestro aspiraban a hacerse inmortales como él, y no prestaban atención a los asuntos mundanos. Su Ch'in era uno de los pocos que se dieron al estudio de dos corrientes políticas, entonces en boga, conocida la una como Ho Tsung o la confederación de seis reinos contra el poderoso y ambiciosos reino de Ch'in, y la otra como Lien Heng, también una confederación de los mismos seis reinos, pero bajo el dominio supremo de Ch'in. Los teóricos de ambas corrientes disputaban agriamente sobre las virtudes y ventajas de sus doctrinas. El imperio fundado por la dinastía Chou se tambaleaba y su caída era sólo cosa de tiempo. Siete reinos habían emergido triunfantes de la confusión general, dividiendose entre sí los territorios del imperio. Sin embargo, el reino de Ch'in se hacía cada vez más fuerte y no ocultaba su ambición de reestablecer el imperio imponiendo su dinastía sobre los demás. La confederación de que hablaban aquellas teorías agrupaba a los reinos de Ch'u, Yen, Ch'i, Han, Chao y Wei. Ese período de la historia es conocido como de los Estados Guerreros. Sólo la unión entre los seis reinos podría poner freno a las ambiciones de Ch'in. Su Ch'in comprendió los méritos de Ho Tsung y después de estudiar a fondo esa doctrina se entregó a la tarea de propagarla entre los seis reinos. Contando sólo con sus propios recursos comenzó su peregrinación de reino a reino, exhortando a los reyes a olvidar sus rencillas personales y unir sus fuerzas en oposición a Ch'in. Nadie prestó atención a sus palabras. Convencido de la futilidad de sus esfuerzos y ya sin medios para mantenerse, se vió obligado a regresar a su casa. El espectáculo que ofrecía al llegar era lamentable. Sus vestidos raídos, sus zapatos rotos, había enflaquecido tanto que los huesos parecían querer salirse a través de la piel. Sus padres y hasta su misma esposa lo recibieron con desagrado. Su cuñada dió expresión al pensamiento de todos diciendo en voz alta: "Qué se podía esperar de un holgazán que no hace más que hablar! " Su Ch'in sufrió las burlas e insultos en silencio. Sabía que sus ideas eran correctas pero era necesario elaborarlas más completamente para hacerlas aceptables. Lamentó entonces no haber utilizado mejor el tiempo en que gozó de la guía de su sabio maestro Kwei Ku-tze. Pero nunca es tarde para hacer algo bueno. Se encerró en su cuarto dedicandose al estudio y meditación. Permitiendose brevísimo descanso, trabajó día y noche. Cuando se adormilaba se daba un pinchazo con una lezna que tenía siempre a su lado. Finalmente encontró en el Libro de Han los elementos que le faltaban para dar fuerza irrefutable a sus argumentos en favor de la alianza de los seis reinos propugnada en el Ho Tsung. Se sintió entonces dispuesto a abandonar su retiro y dirigirse nuevamente al mundo. Comenzó su nueva peregrinación dirigiendose a la corte imperial de Chou. Allí nadie quería oír de alianzas entre los reyes. Visitó después el reino de Ch'in, con la vaga esperanza de que el ambicioso rey quisiera considerar aspectos del otro plan -Lien Heng- que mantendría la independencia y prosperidad de los reinos bajo la autoridad suprema de Ch'in. La recepción acordada allí fue aún menos acogedora que en la corte imperial. Siguió con el reino de Yen, y por primera vez fue recibido con cordialidad y pudo exponer plenamente el plan de Ho Tsung. El rey Wen Kung dio su acuerdo total y para facilitar la tarea de convencer a los otros reyes y concretar la alianza, nombró a Su Ch'in su primer ministro. En esa forma, al continuar su misión en los otros reinos, Su Ch'in llevaba la pompa y autoridad de su nuevo oficio. De Yen, Su Ching procedió a Chao. El rey Hsiao-hou aceptó con entusiasmo el plan y en prenda de su aprecio, confirió el título de príncipe Wu-an a Su Ch'in y le hizo un cuantioso obsequio de oro, sedas, coches y caballos, para que continuara su viaje con todo el esplendor propio de un príncipe. La próxima etapa lo llevaría al reino de Ch'u, y le fue necesario pasar por Lo Yang, su ciudad natal. Naturalmente, la fama de su prominencia reciente lo había antecedido. Sus parientes y todo el pueblo de Lo Yang se dispusieron a festejar su paso por la ciudad, aclamandolo como hijo ilustre de la misma. Los frentes de las casas fueron pintados y decorados y su familia se contó entre las más activas, arreglando el interior de la suya con todo esplendor. Se prepararon platos delicados para el banquete. Sus padres, esposa y cuñada, con todos los miembros de la familia y otros personajes distinguidos del pueblo salieron a buena distancia de las puertas de la ciudad para darle la bienvenida y acompañarlo en su entrada al pueblo, como se hacía con los huéspedes de honor. En el banquete, su cuñada no se atrevía a poner los ojos en él cuando le servía los platos más exquisitos y llenaba su copa con el mejor vino. "A qué tantas cortesías, mi estimada cuñada? ", preguntó Su Ch'in a la mujer que algún tiempo antes lo había acusado de holgazán, declarando que nada bueno se podía esperar de él. "Es que mi honorable cuñado es tan importante y tan rico ... ", replicó ella con muestras de temor. "Ay", suspiró Su Ch'in, "cuando yo era pobre y sin posición hasta mis mismos parientes me despreciaban. Ahora que me he hecho rico y poderoso, todos me temen y me respetan." Por muchos años los seis reinos gozaron de paz y prosperidad. El reino de Ch'in no se atrevía a atacar a ninguno de ellos porque, según la doctrina del Ho Tsung, debería enfrentarse con todos. Su Ch'in fue primer ministro de los seis reinos hasta su muerte. CH'IEN CHU HOU KUNG: PRIMERO RUDO, DESPUES AMABLE es una expresión sarcást a aplicada a los lisonjeros y aprovechadores. Por ejemplo, un empleado comenta con sus amigos que presentó un proyecto al gerente y que este fue CH'IEN CHU HOU KUNG, lo que es buena señal de que apreció el valor del proyecto.