08/05/2024

Taiwan Today

Noticias de Taiwán

Dichos Populares: WAN PI KUEI CHAO: El Jade Intacto Retorna a Chao

06/10/1977
Huai-wen, rey de Chao, había pasado cinco días y noches perturbado y desvelado y había perdido el apetito. La causa de ese malestar era una carta del ambicioso rey de Ch'in, Tsao Wang. De su puño y letra, la carta decía a Huai-wen que el rey de Ch'in cedería quince ciudades a cambio del Jade de Ho. El tono de la carta y todo lo que se sabía de Tsao Wang, eran indicaciones claras que exigía la entrega del jade, y lo de las quince ciudades no era más que una falsa promesa que no cumpliría. Las profecías decían que el Jade de Jo sería el sello imperial del nuevo Hijo del Cielo. La dinastía Chou se desmoronaba y Tsao Wang aspiraba a fundar una nueva dinastía con él mismo como primer emperador. Para eso necesitaba entrar en posesión del jade. Huai-wen consultaba día y noche con sus ministros y generales. Aquellos se inclinaban a someterse a las exigencias de Tsao Wang, no viendo otra alternativa. Pero el bravo general Lien P'o se oponía absolutamente. Con su voz de trueno y su mirada de fuego acusaba a los ministros de cobardes y reclamaba permiso del rey para conducir sus fuerzas a enfrentarse con Ch'in. El rey sabía que irían a la muerte, pero Lien P'o contestaba que era mejor morir con honor como valientes que huir como conejos. Por fin, alguien sugirió que se pidiera el consejo de Lin Hsiang-ju, un filósofo ambulante, conocido por la libertad de su pensamiento y expresiones, pero también por su sagacidad. No sin alguna vacilación, el rey consintió. De qué podría servir el consejo de otro más cuando tantos hombres de ciencia profunda y gran experiencia no habían podido ofrecerle una idea que lo sacara de la dificultad? Lin Hsiang-ju fue invitado al palacio, aunque siempre había mostrado disgusto con la corte. Al saber la dificultad en que se hallaba el rey, Lin se presentó ante él, que estaba con todos sus ministros y generales. Era hombre de tamaño mediano, vestido como los estudiosos de su tiempo. Una barba rala no llegaba a cubrir su rostro de piel suave. Sus ojos brillaban con una sonrisa irónica. El rey notó que al entrar, Lin no se intimidó en lo más mínimo ante la mirada aterradora de Lien P'o, que lo observó con desconfianza y hostilidad. Hizo una reverencia al rey y esperó en silencio. El rey le explicó el problema y requirió su opinión. "Debemos entregar el jade a Ch'in o nos debemos negar?" "Majestad -respondió Lin Hsiang-ju- Ch'in es poderoso; frente a él, Chao es muy débil. Es obvio que Ch'in no se propone entregar ninguna ciudad. Pero si Su Majestad se niega a entregar el jade, Ch'in tendrá un pretexto para atacarnos; al contrario, si se le entrega el jade y él rehusa ceder las ciudades, todo el mundo sabrá que Ch'in no cumple sus promesas. "Y así Ch'in tendrá el jade y las ciudades y nosotros seremos el hazmerreir del mundo..." bramó Lien P'o dando un paso amenazador hacia Lin. "Majestad, déjeme combatir y no oiga a este... este... ". En su furia no pudo encontrar el epíteto para calificar a Lin. El rey dio un gran suspiro y dijo: "General, usted es un soldado fiel y valiente, pero ahora no estamos en condiciones de luchar contra Ch'in. Ya que no se sabido conservar el poderío de mis antepasados, por lo menos quiero evitar nuevos desastres al pueblo que ya ha sufrido demasiado. Lo que necesitamos es una forma de salvar el jade sin ofender a Tsao Wang." Lin Hsiang-ju habló nuevamente. Con expresión de respeto hacia el rey, dijo: "Majestad, si me lo permite, yo estoy dispuesto a ir a Ch'in con el jade. Si Ch'in cumple su palabra, preservaremos la honra de Chao; si no, yo comprometo mi vida por el retorno del Jade de Ho en su integridad." El rey quiso saber cómo sería posible, pero Lín explicó no era posible formular entonces un plan completo porque mucho dependería de lo que ocurriera allá. El rey ordenó entonces cinco días de ayuno para toda la corte y al sexto día entregó el Jade de Ho a Lin, a quien dió una escolta de cien caballeros. En su vida errante Lin se había ganado muchos amigos, y en esta ocasión le sirvieron para diseminar varios rumores que engañaron a los espías de Ch'in, permitiéndole llegar a la corte sano y salvo y con el jade en su poder. Al tercer día de su llegada, fue invitado al palacio; el rey Tsao Wang se dignaría aceptar el presente del jade. El rey y la reina de Ch'in estaban sentados en tronos ubicados sobre una gran plataforma elevada. Guardias de aspecto feroz los rodeaban y alineaban la entrada hasta la proximidad del trono. Un ministro anunció: "Su Majestad, el rey de Ch'in, da la bienvenida al enviado de Chao." Sosteniendo con ambas manos la caja de satín amarillo en que estaba el Jade de Ho, Lin Hsiang-ju se adelantó, hizo una reverencia y entonó: "Su Majestad, el rey de Chao ha enviado a este, su humilde siervo, a presentar el Jade de Ho a Su Majestad, el rey de Ch'in". Un ministro tomó la caja del jade y recibió otros obsequios traídos para la ocasión. La caja del jade pasó a manos de un eunuco quien ascendió a la plataforma y la sostuvo ante el rey. Este vaciló un momento, pero enseguida abrió apresuradamente la caja. Una expresión de gozo incontenible cubrió su cruel rostro. Con sumo cuidado levantó el Jade de Ho y lo mostró a la reina y a todos los presentes. Entre los gritos de "Viva el Rey! " se dejaron oir muchos "Viva el Emperabor!". En medio de la satisfacción reinante, Lin Hsiang-ju se había acercado a la plataforma con los cortesanos de Ch'in y con un rápido movimiento recobró posesión del jade. Apoyando su espalda contra una gruesa columna, Lin dijo en voz alta: "Mi señor el Rey de Chao envió el jade, pero Su Majestad me debe entregar las quince ciudades..." Los guerreros de Ch'in lo habían rodeado y se acercaban con sus espadas desenvainadas, cuando la voz de su rey los detuvo. Tsao Wang comprendió por el gesto de Lin que este se disponía de estrellar el diamante contra la columna. Más bien que arriesgar la destrucción de su futuro sello imperial, Tsao Wang decidió contemporizar; resolvió retener a Lin y su comitiva por algunos días, esperando convencerlo de transferir sus servicios a Ch'in. Con eso ganaría el jade y además, un hombre capaz y valeroso. Lin, por su parte, había previsto ese giro de los acontecimientos y antes de llegar a la capital de Ch'in había mandado a algunos de su comitiva disfrazarse de mendigos y merodear en la vecindad del palacio. Ahora se valió de ellos para enviar secretamente el jade de regreso a Chao. Al conferenciar nuevamente con Tsao Wang le mostró que la caja de satín amarillo contenía una piedra ordinaria. El rey de Ch'in comprendió que nada ganaría con dar la muerte a Lin. Dispuso un banquete en honor de los enviados de Chao y encomendó a Lin una carta muy cortés y obsequios para el rey de Chao. WAN PI KUEI CHAO: EL JADE INTACTO RETORNA A CHAO se usa para elogiar a uno, generalmente a un diplomático, que es capaz de llevar a feliz término una misión difícil. Comentando, por ejemplo, sobre la designación de tal persona como delegado a una conferencia internacional, se dice: es una eleción muy apropiada; ciertamente podrá WAN PI KUEI CHAO.

Popular

Más reciente