06/05/2024

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Llamando a los Espíritus

16/02/1976
Por Chen Hsiu-mei (Ver Nº 1 de este afto) Los vecinos se fueron y en un instante el cuarto quedó vacío y en silencio. La hija salió lentamente y estaba para cerrar la puerta de atrás cuando oyó el carraspeo breve de su padre. Se volvió a mirarlo; él agitó su mano y evitó la mirada de su hija tironeando de su cuello con movimiento nervioso. Ella no entendió lo que su padre quería decir y se detuvo apoyándose contra la puerta y mirándolo. La madre lo miró con sorpresa, mientras las lágrimas brillaban bajo la luz a los lados de sus ojos. Había estado sollozando junto a la mesa con sus manos cerradas en puños, pero ahora comenzó a mirar fijamente a su esposo, observando todos sus movimientos. Sin hablar con ellas, él caminó hacia el cuarto interior, volvió con un par de zapatos en sus manos y se sentó con la cabeza inclinada. Sin decir palabra empezó a calzarse el zapato izquierdo. Madre e hija lo miraban; pero él no les devolvió la mirada. El tío Ah-sen, sentado en un rincón, se movió en su banquito de bambú haciéndolo crujir, pero nadie lo notó. El tío Ah-sen tosió varias veces, sin decir nada. El padre se puso el zapato derecho y su hija notó que las manos le temblaban al atar los cordones. "Tío Sen". El padre levantó la cabeza, pero evitando cuidadosamente los ojos de la madre. "Sí, sí", respondió el tío Ah-sen. Se levantó de un salto, alisándose automáticamente el pelo y salió al jardín. "Papá..." El padre la miró con una mirada fija, después bajó la cabeza y salió. La hija cerró la puerta suavemente y se apoyó en ella, con sus ojos cerrados. Lentamente, un suspiro profundo alivió la presión que se había juntado en su pecho. "Se ha sometido por fin; ha ido. Pobre Papá; y Mamá todavía llorando. No, no llores más; si sigues llorando yo también empezaré a llorar... Deberías alegrarte, no es así? Papá ya fue, fue a preguntar...." Abrió sus ojos, viendo a su madre que se secaba las lígrimas. "Ah-lien, apurate; tenemos mucho que hacer". La hija murmuró una respuesta y se acercó a la mesa, esperando instrucciones. La madre recorrió el cuarto con su mirada y tomando la cubierta de las comidas que estaba sobre la mesa la colgó en la pared. Adivinando sus pensamientos, la chica recogió los platos. palillos y fuentes de la mesa, poniendo todo en el aparador. La mujer tomó el banquillo de bambú en que se había sentado el tío Ah-sen y lo metió bajo el aparador. Al terminar se pasó los dedos por la frente, pensando con los ojos hacia arriba, murmurando: "...incensario... un vaso..." Sacó un vaso del aparador y después de cerrarlo fue al recipiente de arroz, retiró la pesada tapa de madera y, llenó el vaso con arroz. "Qué otra cosa?" Pensó con esfuerzo. "Ah, sí, las tres ofrendas". Fue rápidamente al cuarto interior y volvió con la misma prisa trayendo su cartera mientras repetía: "cuajada seca de soja - qué más dijo la esposa de Ah-sen? ah... ya recuerdo, carne cruda de cerdo", Pasó por el comedor saliendo por la puerta de atrás. Después de unos pocos pasós volvió de prisa. "Ay, qué cabeza... casi me olvido de la camiseta! "Yo te la traigo, Mamá", dijo la hija. Pero la madre pareció no oirla y entró apresuradamente en el cuarto de su hijo. (Continuará en el Nº próximo)

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