Taiwan Today

Si al hombre le fuera posible comentar sobre su muerte después de la misma, Lin Yu­tang lo hubiera hecho con fina ironía, quizás refiriéndose a la holgazanería de su corazón que se negaba a continuar trabajando. El Maestro del Humorismo falleció en Hong Kong el 26 de marzo, extinguiéndose así una larga y fructuosa vida. Tenía 81 años de edad. A la muerte de un personaje prominente se ha hecho ya un lugar común afirmar que su desaparición es una gran pérdida no sólo par asu país sino también para todo el mundo. En el caso de Lin Yu-tang, esa afirmación toma vigencia real, por lo menos en cuanto al mundo occidental. Nadie interpretó mejor que él su país, China, y el Oriente en general al Occidente. Sus escritos en inglés, traducidos a varias otras lenguas, acercaron al público del occidente a los umbrales mismos de las puertas de China, abriéndoles esas puertas para dejarles ver al pueblo de su país en su vida diaria. El suave humor que impregnaba sus escritos les daba un tinte de humanismo universal que los hacía asequibles y agradables a los más diversos lectores. Más de treinta años de vida en el extranjero no hicieron la menor mella en su intenso aunque apacible patriotismo. Hace diez años regresó a la Patria, estableciéndose en una casa vecina al pintoresco parque de Yangmingshan. Como lo había hecho ya por varios años antes, el último período de su vida prefirió escribir diversos artículos y monografías en chino. Alternaba esos escritos con su última obra de gran envergadura, su Diccionario Chino­Inglés Moderno, publicado por la Universidad China de Hong Kong en 1971. Después de establecerse aquí, hacía frecuentes y a veces prolongadas visitas a Hong Kong, donde una de sus hijas, Lin Tai-yi, dirige la edición china del Reader's Digest. Las vicisitudes por las que ha pasado la República de China nunca hicieron vacilar su fe en "su Patria y su Pueblo"; en un momento histórico especialmente difícil, cuando el Presidente Chiang Kai-shek dirigió a sus compatriotas su ahora famosa exhortación: "No perturbarse ante los cambios adversos; hacerse fuertes con dignidad", Lin Yu-tang comentó: "Con el Presidente Chiang al frente de la nación, uno se siente completamente tranquilo". Tan pronto como se conoció la noticia del fallecimiento, de varias partes del mundo se elevó un coro de alabanzas al gran escritor. En la República de China, sus numerosísimos amigos personales e incontables admiradores expresaron su profundo pesar ante la desaparición del amigo y el maestro. Los restos de Lin Yu-tang fueron trasladados a Taipei, acompañados por su Señora e Hijas, realizándose servicios religiosos a los que asistieron el Presidente de la República, Yen Chia-kan, el Primer Ministro Chiang Ching-kuo y otras altas autoridades y sus muchos amigos de todos los círculos. El Presidente y el Secretario del PEN CLUB INTERNATIONAL, del cual Lin Yu-tang fue elegido Vicepresidente el año pasado, se asociaron a los funerales cablegrafiando sus condolencias. Lin Yu-tang reposará en el patio de su casa de Yangmingshan. El pupo de amigos que asiste a la familia en los preparativos necesarios se propone levantar un sencillo mausoleo en un sitio predilecto del gran literato, en el jardín de su casa. Esa propiedad será convertida en un "Museo Lin Yu-tang" guardándose allí sus obras y objetos que perpetuarán su memoria para las generaciones futuras. El entierro tuvo lugar el primer día de este mes.