04/05/2024

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Literatura: Llamado a los espiritus

16/03/1976
(viene del N° anterior) La madre estrujó la camiseta contra su pecho, sacó un pañuelo para secarse las lagrimas y tomó las varillas de incienso ya casi quemadas y entró al dormitorio. La hija ya se había secado sus lágrimas y se apoyó en la mesa con la cabeza en las manos. Poco después todos volvieron. El monje comenzó a recoger sus cosas mientras los instruía minuciosamente. "Mañana no traigan el cesto de bambú por esta puerta. Ahora pueden entrar por esta puerta pero nadie puede salir por ella." Cuando la madre volvió a salir del cuarto interior, parecía mucho mejor. Pasó un pequeño paquete rojo al padre quien lo entregó al monje; éste lo recibió despues de muchas negativas corteses y de varias inclinaciones. "Voy a llamar un triciclo" dijo el padre, y aunque el monje rehusó, el padre salió de prisa. El monje terminó de empaquetar sus cosas y se despidió de las dos mujeres, siguiendo después a la hija por la casa hasta el jardín del frente. El portón estaba abierto; el padre llamaba a gritos un triciclo en la calle. El monje se inclinó otra vez ante la jóven y ésta se volvió para entrar en la casa. Después de unos pasos se volvió y vió al monje mirando la placa en la puerta. No supo qué pensaría el monje al ver que su padre era doctor de medicina extranjera. Sintió compasión por su padre: "Papá, pobre Papá". Su madre estaba barriendo las cenizas con la cabeza inclinada y al entrar la chica preguntó: Se fué?" "Si" murmuró la chica, notando que su madre tenía mejor aspecto que en todo el mes anterior. Las dos oyeron el sonido de frenos y después un portazo; el Tío Ah-sen entro empujando su bicicleta. La madre le dirigió una breve sonrisa. Sin razonar, la hija sintió que el corazón le latía aceleradamente, y se adelantó a recibirlo oyendo a su padre que lo llamaba alegremente. "Tío Ah-sen, ya estás de vuelta. Cuándo se hará la operación? Mejor que vayamos enseguida." El Tío Ah-sen dejó su bicicleta lentamente y se volvió como a disgusto. La chica frente a él le escrutaba la cara ansiosamente. El Tío Ah-sen le puso la mano en el hombro y bajando los ojos, le murmuró: "operación de emergencia ... de pronto dejó de respirar ... en la mesa de operaciones ... No se pudo hacer nada". El padre se acercó al Tío Ah-sen con una débil sonrisa: "El monje dijo que una persona útil aparecería del este y que después de medianoche no habría más peligro. Ven, Tío Ah-sen, ya llamamos a su espíritu. "

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