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Literatura: Portón Rojo

16/07/1976
(Viene del Nº anterior) El había estado frente a ella, mirandola fijamente como deslumbrado, con sus ojos obscuros de largas pestañas. No había hablado mucho, y cada vez que lo hizo se había ruborizado. Una amiga de Hsiao-ling, Lin Hsiu-tsu, había cuchicheado, riendose de él por ser tan tímido, pero a ella le había gustado más así. Había sido la primera vez que estaban juntos en un grupo y ella lo había encontrado diferente; no áspero como Fang Chung, ni galante como Hsiao Lee, quien sabía siempre qué decir a una chica. Ella se había sentido atraída a él por ser diferente, por su aire de caballerosidad testaruda, o era timidez? No se habían visto con frecuencia en los dos años últimos, pero ella había pensado en él muchas veces. Ahora lo había ofendido. Porqué lo había hecho? Comprendió qué estúpida había sido - ella sabía cómo era él pero lo había tratado como a Hsiao Lee. Si hubiera sido Hsiao Lee, hubiera usado su labia persuasiva para vencer su resistencia. Pero él no era Hsiao Lee. El no sabía como se jugaba ese juego. El no había esperado la negativa y por un momento no supo qué decir. Un sentimiento de enorme desencanto pasó sobre él. Sabía que ella había salido alegremente con otros y ahora, la primera vez que él la invitaba, se había negado. En verdad el no bailaba bien ni le interesaba el baile. La había invitado sólo porque pensó que a ella le agradaría. Pero ella se había negado. Qué pensaría ahora. Sin duda lo despreciaba. Pensó en lo que Chang le había dicho. Podía tomar todo esto a la ligera? Podía considerarla con reverencia disminuida? No, no le era posible. Sentía que ella era tan perfecta, tan fuera de su alcance, y él estaba tan fuera de tono con la época, un simple tragalibros. Entonces Chang se había equivocado. Antes ella daba la impresión de haberse aficionado a él.. Si él hubiera actuado naturalmente, como era .. Ella se había mostrado extrañada cada vez que él intentó actuar como Chang le había dicho. Se sentía sumergido en sus dudas. La miró mecánicamente y sonrió con amargura, abrumado por la desilusión. Cada uno permaneció sumido en sus pensamientos. El la vió echar una mirada al reloj. "Tienes algo que hacer? " "No, nada". Sonrió como avergonzada. "Me tengo que ir" . Tomó su quépis y se levantó respetuosamente. Ella lo miró cuando se inclinaba a atarse los cordones de los zapatos y vió que le temblaban las manos. Lo acampañó hasta el portón; el gran perro de policía estaba muy quieto junto a ella, pero sus ojos alertas seguían todos sus movimientos. "Ven de nuevo cuando tengas tiempo", murmuró ella suavemente cuando él se volvió para irse. El no respondió, pero torció la cabeza para mirarla. La vió mirandolo con una expresión extraña en los ojos. Era pena? Su sonrisa era también curiosamente trémula, algo triste. Vaciló. Pero maldiciendose como un tonto enamorado, la saludó con la mano y pasó por el portón. Sentía su mirada en la espalda pero se forzó a seguir caminando sin mirar atrás. Sólo al llegar al fin de la callejuela sintió que el gran portón rojo se cerraba .

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