04/05/2024

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De Francia: PIMPOLLO CULTURAL

16/01/1975
Una niña china de 7 años de edad se contó entre los pequeños invitados del Presidente de Francia y su Señora a una reunión la víspera de Navidad. El Presidente Giscard d'Estaing abre el Palacio Eliseo a niños representantes de las escuelas de París, y celebra con ellos la Navidad obsequiandolos con golosinas, cine y regalos para cada uno. Queda a criterio de las autoridades de las escuelas elegir sus respectivos representantes. Liu Ju-li es la hija menor del matrimonio Liu Wan-kui y Liu Rui, quienes tienen un restaurante chino en la capital francesa. Ju-li estudia segundo grado en la escuela de su barrio, que tiene más de mil alumnos. La aventura comenzó con una nota de sobresalto. Una tarde, estando los esposos Liu fuera de casa, se presentó la Directora de la escuela. Atendida por las tres hermanas expresó que deseaba ver a la Señora de Liu, y al ser informada de su ausencia pidió que la señora fuera a la escuela a la mañana siguiente. Gran consternación en la familia. Al regresar la mamá, Ti-na y Fangsz le informaron que Ju-li tenía un serio problema en la escuela, pues la misma Directora había venido a su casa. Los señores Liu procuraron averiguar la naturaleza del problema, pero la pobre Ju-li no sabía acertar con la explicación y esa noche perdió el apetito y el sueño. A la mañana siguiente la señora fue con "la culpable" en busca de la Directora. Cual no sería su sorpresa cuando, en lugar de la expresión severa que esperaba, se encontró con una amplia sonrisa y oyó las calurosas felicitaciones de la Directora. La siguiente explicación puso todo en claro: Ju-li había sido elegida para representar a su escuela como invitada del Presidente de Francia. Mientras la explicación calmó los temores de la señora Liu, le produjo en cambio un gran asombro. Porqué la escuela había elegido a Ju-li, una chica china cuando entre los más de mil alumnos hay numerosos niños de familias con apellidos ilustres en Francia? La Directora expresó que tanto ella como las Maestras encontraban en Ju-li maneras tan agradables y apacibles, una disposición siempre tan alegre y dispuesta a obedecer y ayudar, que veían en ella un fiel reflejo de la antigua y admirable cultura china. Además de su excelencia en los estudios, en los que se mantenía a la cabeza de su clase, esas dotes que ensalzaban en gran manera su graciosa y atractiva presencia habían convencido a Maestras y Directora que su elección era simplemente un acto de justicia. Además, serviría también para inculcar a los otros niños el valor de ese comportamiento. La colectividad china en París ha compartido con la familia Liu la alegría de esa elección y la honra que implica para su Patria y su cultura.

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