29/04/2024

Taiwan Today

Noticias de Taiwán

Literatura: Jade pequeño II

06/03/1975
(Viene del número anterior)

Li Yi se sintió inspirado y tomando el pincel escribió las eternas efusiones del amor. Juró por el sol, por la luna, por las montañas y los ríos, la inquebrantable fidelidad de su amor.

Tal sinceridad resonaba en sus palabras apasionadas que Jade Pequeño y hasta la misma criada se sintieron conmovidas.

Al terminar de escribir, Jade Pequeño entregó la tela a su criada, mandándole guardarla bajo llave.

Por dos años a partir de aquella noche, los amantes compartieron día y noche su felicidad, como aves que se elevan hasta las nubes.

Entrando el tercer año en la primavera, Li Yi fue nombrado primer escritor y secretario en el distrito de Cheng. Durante el cuarto mes marchó a ocupar su nueva posición y más tarde viajó a Loyang a visitar a sus padres.

En despedida, sus parientes y amigos le ofrecieron una comida en su casa de Changan.

La primavera tocaba a su fin. Aquí y allá se veían plantas en flor, pero en general los grandes árboles ya se cubrían de fronda en anticipación del caliente verano. Vaciadas las últimas copas, los huéspedes se marcharon y los amantes, solos, saborearon la pena de su inminente separación.

"Tu fama de literato y tu elevada posición no dejarán de atrae el interés de muchas familias que querrán darte sus hijas en matrimonio" le dijo Jade Pequeño. "Tus padres también querrán tener una nuera que los atienda y asista en los ritos familiares y es posible que al llegar a tu casa ya te hayan escogido una esposa. A donde irá entonces todo lo que escribiste sobre nuestro amor? Me temo que todo se irá contigo. Quiero hacerte un último pedido. Me lo concederás?

Sobrecogido, Li Yi le dijo: "Porqué dices semejante cosa? Pédeme cualquier cosa, que todo lo haré"

"Yo tengo dieciocho años y tú veintidós" dijo Jade Pequeño mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. Por otros ocho años estás en libertad de no casarte. Quisiera que me dieras de ese tiempo para realizar plenamente mi único amor. Aún te será posible elegir una niña de alta posición que te relacione con la nobleza. Yo me cortaré el pelo y me retiraré a un convento para hacer vida de reclusa hasta la muerte. Si me concedes este deseo, moriré feliz repitiendo tu nombre."

Conmovido y también molesto por esa duda de su sinceridad, Li respondió: "Por el sol que nos da luz te juré fidelidad", y con los ojos empañados por la pena prosiguió: "Mi única preocupación ha sido el temor de no hacerte feliz hasta la vejez. No puedo ni pensar que te alejes de mí. Espérame tranquila, sin dar lugar a esos pensamientos. Espero estar en Huachou en ocho meses. Entonces te mandaré buscar, así que no nos separaremos por mucho tiempo."

Poco después Li se despidio y marchó a ocupar su nuevo puesto. En diez días de permanencia dispuso lo necesario y marchó entonces a Loyang, la capital del este, para visitar a sus padres.

Ya antes de su llegada, su madre había acordado el matrimonio de su hijo con la señorita Lu que era su prima.

La señora Li, madre del literato, era muy estricta y voluntariosa. Pese a su desagradado ante tal noticia, Li Yi no se atrevió a contradecirla. Y conforme a las normas de cortesía, debió visitar a la familia Lu.

La familia Lu era prominente y de gran fortuna. En esas circunstancias debían exigir una gran cantidad de dinero y obsequios de la familia del novio, según su alto rango y categoría; de lo contrario se ofendería su posición social.

Pese a su propia posición, la familia de Li no era rica, por lo que le fue necesario pedir dinero prestado. Con ese objeto fue a visitar a varios parientes y amigos en diversas regiones. Esos viajes le ocuparon desde el otoño hasta el verano siguiente, recorriendo las regiones vecinas al río Yangtze y al río Hui. De ese modo, la fecha en que prometiera volver a Jade Pequeño se pasó en mucho.

Avergonzado de su conducta escribió a sus relaciones pidiendo que no informaran a la jóven de sus viajes y el objeto de los mismos; por su parte no se comunicó con ella, esperando que el silencio la llevara al olvido. No sabía que Jade Pequeño no lo podía olvidar.

Al pasar el tiempo fijado sin recibir noticias de su amante, inquirió entre parientes y amigos sin obtener respuesta satisfactoria. Las noticias que le daban eran contradictorias. En su desazón comenzó a consultar a los adivinos sin lograr calmar su ansiedad y después de un año cayó seriamente enferma. Sin poder apartar en ningún momento el pensamiento de su amado, lloraba desolada en su lecho solitario.

En medio de su aflicción no dejaba de pensar en su amado. Con regalos y dádivas procuraba inducir a varias personas a que le trajeran noticias de él. Pronto acabó con su dinero y comenzó a vender sus alhajas, su criada solía llevar esos objetos a un hombre llamado Hou Chin-hsien, quien los remataba en el mercado del oeste.

Un día mandó a Gasa de Seda con unas horquillas de amatista. En camino al mercado, la criada encontró a un viejo orfebre que había trabajado en la corte. Viendo las horquillas, el viejo quiso examinarlas detenidamente.

"Estas las hice yo!" exclamó. "Me las encargó la hija menor del Señor de Huo al llegar a la edad de recorger el cabello, y me dió diez mil dineros por ellas. Para mí fue un gran honor. Cómo han venido a tus manos?"

"Mi señora es esa hija del Señor de Huo" respondió la criada. "A la muerte del Señor, la familia cayó en desgracia. Mi jóven señora se casó con un literato que se trasladó después a la capital del este y nunca volvimos a oir de él. Mi señora se ha enfermado de pesar y en dos años ha gastado toda su fortuna. Ahora vende las alhajas que le quedan procurando obtener alguna información sobre su esposo."

"Cómo pudo la niña de una familia tan noble llegar a tal situación" exclamó el viejo conmovido hasta las lágrimas. "Mi vida ya llega a su fin. pero la desgracia de la niña de Huo me abruma de tristeza".

El viejo dijo entonces a Gasa de Seda que fuera con él, y la llevó a casa de la Princesa Yenhsien, a quien informó de lo ocurrido. La Princesa se conmovió y entregó ciento veinte mil dineros a la criada para su Señora.

En ese tiempo, la familia Lu se encontraba en Changan. Li Yi ya había reunido el dinero necesario y regresado a su distrito de Cheng, y hacia fines del año se encaminó a la capital para realizar las bodas. Pero por temor de que Jade Pequeño llegara a saber de su presencia allí, se alojó secretamente en un barrio apartado.

Pero había allí un literato llamado Tsui Ming-ching, hombre recto y sincero, pariente lejano de Li Yi.

En el pasado, este pariente solía visitar a la jóven pareja, bebiendo con ellos y participando de su conversación y felicidad. Después de marcharse Li Yi, Tsui continuó visitando a Jade Pequeño, llevándole cuantas noticias obtenía de Li. Ella a su vez le hacía muchos obsequios, por lo que él se sentía más obligado. Cuando supo que Li Yi estaba en la ciudad se apresuró a decírselo a Jade Pequeño.

"Es posible?", exclamó ella oprimida por la tristeza. "No puedo creer que haga eso conmigo"

Rogó entonces a parientes y amigos de Li que lo indujeran a venir a visitarla, aunque fuera por un momento. Pero Li, avergonzado de haber quebrado todas sus promesas y de haberle causado tantos males, no se atrevió a ir. Desde ese día salía muy temprano de su alojamiento y no volvía hasta muy tarde para evitar ser encontrado por los visitantes.

Jade Pequeño no hacía más que llorar y no quería ni comer. Eso quebrantó su salud completamente; pero ni aún entonces Li Yi fue a verla.

El pesar dió lugar al odio y la postración de Jade Pequeño fue completa; ya no le era posible levantarse.

Entre tanto, la historia de la tragedia se fue conociendo. Los literatos rindieron homenaje de admiración a la integridad de la jóven y los caballeros no ocultaron su repudio por la inconstancia del poeta. (Continuará en el próximo número)

Popular

Más reciente