03/05/2024

Taiwan Today

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CELEBRACION DEL AÑO NUEVO

26/02/1975
El Año del Conejo llegó pacíficamente como lo pronosticaba la naturaleza de su signo. La lluvia y el frío destemplado animaron sin duda al pueblo a festejarlo en su casa. Aunque no faltó un considerable desplazamiento de personas, sin embargo las calles y sitios abiertos de recreación no recibieron las multitudes de otros años. En aproximadamente la semana entre el 8 y el 15 del corriente el pueblo gastó más de NT$ 25.000 millones, equivalentes a unos US$ 657.894.740. Calculando la población en 16 millones, cada persona gastó en esos días unos US$ 41, lo que parece indicar que el pueblo no se sentía escaso de recursos. En Taipei las grandes tiendas abrieron cada día con un horario limitado, pero en general el comercio más pequeño cerró hasta el sábado 15 o quinto día del nuevo año lunar. El regreso a sus hogares para los que viven alejados de los mismo se vió facilitado por haber comenzado las vacaciones desde el sábado 8. Al caer el día 10 de febrero, víspera del Año Nuevo, en lunes, quedando como "día sandwich", el gobierno lo hizo vacación oficial, de modo que los medios de transporte pudieron realizar su tarea con alguna mayor holgura. Por otra parte, desde hace ya más de un año, los autos privados vienen aumentando a razón de algo más de 1.000 por mes, lo que alivia también la carga del transporte público. Con todo los ferrocarriles y los autobuses dependientes de la administrarión provincial transportaron un total de 10.775.180 pasajeros en un período de siete días. Las compañías privadas de buses en la provincia transportaron otros 12.141.561 pasajeros en el mismo período, lo que muestra que, lluvia o mal tiempo no obstante, la gente viajó bastante durante las fiestas. Una característica de este Año Nuevo fue el menor uso de cohetes y fuegos artificiales, resultado en parte, sin duda, del mal tiempo, pero también de las exhortaciones del gobierno tanto a nivel nacional como provincial. No es que faltaran por completo; por el contrario, desde antes de amanecer del Año Nuevo y continuando cada día sin interrupción, se pueden oir las explosiones de varias clases de cohetes, incluyendo los "buscapiés" preferidos por muchos niños. Pero su intensidad sin duda ha disminuido, como disminuyeron notablemente los incendios producidos durante los días de vacaciones en la ciudad de Taipei. Mientras en años anteriores se contaban por docenas, muchos de ellos con resultados fatales y pérdidas cuantiosas, este año fueron sólo siete, todos menores, sin víctimas ni grandes daños. Las reuniones familiares fueron como siempre el centro de los festejos. La reverencia a los antepasados, que mantiene a los miebros firmemente anclados en sus orígenes familiares, las visitas a los templos, el regreso a casa de sus padres de las hijas casadas y sus familias en los días siguientes al primero del año, son partes de las tradiciones que se observan fielmente. Los niños esperan especialmente la visita a los abuelos, pues reciben entonces los "hung Pao" o sobres rojos más generosos. Parece que también en ese aspecto se notó cierta tendencia a una mayor economía; un periodista recogiendo impresiones en la calle interrogó a una niña de 9 o 10 años que caminaba en compañía de su familia: "Cómo te ha ido con los "hung pao"? La niña respondió: "Este año se han hecho tacaños; otros años me han dado hasta casi quinientos (NT$) pero hasta ahora apenas si tengo unos ochenta." Su padre, riendo, le dijo: "No es que sean tacaños; pero ahora hay que ahorrar". El tercer día del año el tiempo mejoró y las calles se llenaron inmediatamente; cumplidas en los días anteriores las obligaciones de tradición y cortesía, las familias aprovechan a pasear y divertirse juntas. Ese día ya abrieron las oficinas gubernamentales, bancos y otras instituciones semejantes, pero grandes sectores del comercio y la industria continuaban sus vacaciones. No han faltado voces contra ese hábito, producto de la sociedad agrícola; de hecho, numerosas ocupaciones, como transporte, hoteles, órden público, etc. deben continuar su trabajo aún el mismo día de Año Nuevo, debido a la naturaleza del mismo; y como queda indicado, algunas grandes tiendas a brieron sus puertas esos días, aunque con horarios restringidos. En suma, el pueblo recibió el Año del Conejo gozando de abundancia que no ha sido seriamente afectada por las vicisitudes del año anterior. La tranquilidad y el órden social, la prosperidad, el gozo de las reuniones familiares y de los encuentros con los amigos, hasta la misma estabilidad de los precios tradicionalmente fluctuantes en los días anteriores al comienzo del año, todo contribuyó al gozo íntimo y sereno de la población. Sólo una nota empaña ese gozo; el recuerdo de la falta de libertad y alegría de los hermanos esclavizados en el continente. Y ese penoso recuerdo ha sido exacerbado este año por la inhumana actitud del gobierno británico de Hong Kong que envía por la fuerza al continente a los que han logrado fugarse de aquel infierno y llegar a las costa de la colonia y, creían ellos, a la libertad. Aún el mismo día del Año Nuevo las autoridades de Hong Kong fueron tan despiadadas que entregaron al régimen maoista a los llegados ese día. Pero día llegará en que la maldad de Mao Tse-tung y de sus amigos ingleses será frustrada y el pueblo del continente podrá celebrar el Año Nuevo Chino con la misma paz, alegría y prosperidad con que lo celebró el pueblo de la provincia de Taiwan.

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