05/05/2024

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Literatura: Huo Hsiao Yu

26/02/1975
Este patético episodio ocurrió en el período Ta Li de la dinastía Tang. Un jóven de grandes esperanzas, Li Yi era de una distinguida familia de Lungshi y había obtenido el título de "chin-shih" (el más alto concedido al aprobar los exámenes literarios), presentandose posteriormente a un exámen especial para la elección de funcionarios del gobierno. Llegando a Changan, la capital, en el sexto mes, se alojó en el pasaje Hsinchang. Tenía entonces veinte años, era de buena presencia y romántico y su conocimiento de los clásicos era tal que hasta los de mayor posición hablaban de él elogiosamente. Sus contemporáneos lo reconocían como sin rival en literatura. Li tenía conciencia de su fama y anhelaba encontrar una muchacha bella e inteligente como esposa. Con ese objeto pidió a varias casamenteras que buscaran entre las más conocidas cortesanas, pero pasó mucho tiempo sin recibir respuesta favorable. Pao "Undécima", había sido criada en la casa del Príncipe Consorte Hsueh y había obtenido su libertad diez años antes de comenzar esta historia, casandose en ese tiempo. Era mujer astuta, vivaz y conversadora. Mantenía sus antiguas relaciones familiares con muchas familias nobles y elevadas y tenía fama de experta casamentera. Li Yi le había obsequiado varios objetos preciosos, por lo que se sentía obligada a él. Pocos meses después de su llegada a la capital, Li Yi descansaba una tarde en el pabellón del sur de su casa cuando oyó que golpeaban rápidamente a su puerta. Viendo que era Pao quien llamaba, se arregló su bata y salió a recibirla. "Qué vientos la traen por aquí?", preguntó. Riendo, Pao dijo: "No tuvo anoche un dulce sueño? Un ángel ha descendido al mundo. No pide dinero ni joyas preciosas, sino un intelectual distinguido, digno de su admiración. Una jóven de tan refinada belleza haría con usted una pareja ideal, señor Li." Emocionado, Li sintió que el corazón le saltaba y que su cuerpo se elevaba como una pluma. Tomando las manos de Pao, le hizo una reverencia expresando profusamente su gratitud. "Si puedo poseer ese ángel, seré su fiel servidor por toda mi vida y moriré contento." Preguntó entonces el nombre de la niña. "Su nombre es Jade Pequeño (Hsiao Yu. Yu significa Jade y Hsiao es el adjetivo "chico" o "pequeño" usado en los nombres como diminutivo. Se podría traducir el nombre por "Jadecito".), contestó Pao y es la hija menor del ya fallecido Señor de Huo, quien la adoraba. Su madre, Ching-chih, era la favorita del Señor de Huo. Desgraciadamente, el Señor murió y sus hijos varones miraron con desprecio a la niña diciendo que era de orígen obscuro, por lo que dieron algún dinero a la madre y le mandaron que dejara la casa con su niña. Ellas se han cambiado el apellido y ahora se llaman Cheng; nadie sabe que Jade Pequeño es la hija del Señor de Huo. Pero basta ver sus modales refinados y graciosos para saber que es de orígen noble. No sólo posee unas maneras exquisitas sino también extraordinarios talentos literarios; puede leer los clásicos y componer poemas. El otro día estuve en su casa y su madre se confió en mí y me pidió que le buscara un jóven honesto e ilustrado. Inmediatamente pensé en usted y cuando mencioné su nombre las dos dijeron que habían oído de Li "el Décimo", el gran poeta, y que tendrían gran placer en conocerlo. Viven en la calle del Templo Viejo, a la vuelta del pasaje Shengyeh. Su casa está junto al portón de carruajes de esa calle. He anunciado su visita para mañana al mediodía. Al llegar pregunte por una criada llamada Cinamomo." Tan pronto como Pao su hubo marchado, Li Yi se dedicó a planear su visita. Primero envió a su paje, Chiu-hung a su primo Shang, que era el principal ayudante militar en la capital, a pedirle en préstamo un caballo negro con riendas doradas. Por la noche se bañó y mudó sus vestidos y luego se afeitó. Sus pensamientos no lo dejaron dormir en toda la noche. Antes del amanecer ya se había levantado. Aunque vestido con sus mejores ropas, se examinó varias veces ante el espejo por temor de no estar presentable, y esperó después hasta el mediodía. Montó entonces su caballo a toda prisa y se dirigió al pasaje Shengyeh. Al llegar encontró una criada vestida de azul esperandolo. "Es este el Señor Li, el Décimo", le preguntó. Li se presentó y desmontando la siguió hasta una elegante casa. La criada ató el caballo a un poste bajo el alero. Li vió entonces a Pao que venía a encontrarlo, con una gran sonrisa. "Vaya con el jóven atrevido que entra como en su casa! " dijo riendo. Bromeando en esa forma lo guió a un patio en que había cuatro cerezos en flor. En la esquina noroeste colgaba una jaula con un loro muy vistoso que al verlos gritó con sonidos humanos: "Ha venido un huésped; bajen la cortina! Naturalmente tímido y escrupuloso, Li se sobresaltó con las palabras del loro; mientras vacilaba, Pao trajo a Ching-chih a recibirlo. Aunque ya pasaba los cuarenta, Ching-chih era todavía atrayente y agradable y sabía llevar una conversación. "He oído hablar de su excelencia literaria - le dijo - y puedo ver ahora su buena presencia y modales y comprobar que no había exageración. Tengo una hija de poca educación y talentos, pero no muy desagradable. Creo que sería buena compañera para usted. La señora Pao me ha informado sobre sus deseos y me complacería mucho si mi hija pudiera servirlo en sus necesidades toda la vida." Li Yi se sintió arrebatado. Levantandose dijo: "Rudo como soy no esperaba ganar su favor. Moriré en la gloria si me concede el honor de darme su hija en matrimonio." Ching-chih llamó entonces a Jade Pequeño para presentarla a su prometido. Al entrar la niña Li Yi se adelantó y la saludó con una profunda reverencia. Instantáneamente pareció que la sala se iluminaba con plantas y flores como de jade. Con su cutis transparente, sus ojos brillantes, su sonrida tierna y encantadora, Jade Pequeño se hacía querer inmediatamente. Con suma gracia se sentó junto a su madre, quien observó: "Siempre te ha gustado declamar estas estrofas "El viento sopla en los bambúes y abre el cortinado Espero el regreso de mi amigo amado." . "Ese poema fue escrito por el Señor Li. No es mejor una mirada a él que todo un día leyendo sus poemas? " Jade Pequeño tímidamente inclinó la cabeza. "He oído tantas cosas de él que esperaba una presencia conforme a su fama", dijo suavemente con sonrisa encantadora. Li Yi se levantó y repitió sus reverencias. "Mi Señora, dijo, queda en sus manos que mi fama literaria se asemeje a su belleza. Puesto que usted admira el talento como yo admiro la belleza, seremos una pareja feliz combinando las dos cualidades." Madre e hija se miraron riendo. Mandaron entonces a las criadas preparar el banquete y servir el vino. Li Yi se levantó nuevamente rogando a la niña que cantara para él. Al principio ella rehusó pero al fin cedió ante la insistencia de su madre; cantó un canto exquisito, lleno de melodía y sentimiento. Finalmente se sirvió una comida exquisita para celebrar la unión. La noche había caído. Pao, la casamentera, llevó a Li Yi al patio del oeste donde había cuartos tranquilos y bien adornados con lujosos biombos y cortinas bordadas. Pao mandó a las criadas Cinamomo y Gasa de Seda que ayudaran a Li a quitarse las botas y el cinturón. Poco después entró Jade Pequeño. Hablando tiernamente con voz muy suave, se desvistió con gran modestia. Se cerró la cortina del lecho y los amantes gozaron profundamente de su primer noche juntos. Li se derretía de pasión y dulzura, pensando que ni el encuentro con las hadas del Monte Wu y del Río Lo se podrían comparar con este momento. A medianoche Jade Pequeño comenzó de pronto a derramar lágrimas. "Siendo cortesana, se que no soy digna de ser tu compañera. Me quieres y me tomas en matrimonio por mi belleza. Cuando me envejezca y el color desaparezca de mis mejillas, sin duda me abandonarás y seré como una enredadera sin apoyo o como un abanico descartado en el otoño. Por eso me siento triste en medio de la felicidad." Conmovido, Li Yi la abrazó estrechamente mientras la consola con ternura. "Esta noche he obtenido el deseo de mi vida y nunca te olvidaré aunque el amarte me cueste la vida. Qué te hace pensar en eso? Para asegurarte de mi fidelidad te juraré mi amor sobre una pieza de seda blanca." Jade Pequeño dejó de llorar. Llamó a su criada Cerezo que sacara de un bolso bordado una pieza de seda blanca con líneas negras. La criada levantó la cortina del lecho y entregó a Jade Pequeño la seda con un pincel para escribir quedandose allí con una vela encendida en la mano. Como a Jade Pequeño le había gustado desde niña la literatura y con frecuencia escribía poemas después de cantar o escuchar música, su padre le había regalado varios juegos de escritura, piezas preciosas de la casa imperial. (Continuará en el próximo número)

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