09/05/2024

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Literatura: Jade Pequeño III

16/03/1975
(Viene del Nº anterior)

Llegó entonces el tercer mes de la primavera, cuando la gente sale a gozar de la naturaleza.

En compañía de cinco o seis amigos Li fue al templo de Chungching para ver las peonías en flor. Mientras paseaban por los corrededores del este recitaban poemas. Uno de sus amigos más íntimos, Wei Hsia-ching, de Changan, dijo como al acaso:

"Esta primavera es excepcionalmente hermosa, con tantas flores y la fragancia de árboles e hierbas. Qué pena que tu antiguo amor, la pobre Jade Pequeño, esté confinada a su lecho muriendo porque no puede verte. Como caballero no la deberías tratar de ese modo! Te pido que lo pienses nuevamente."

Li suspiró profundamente. Mientras conversaban, un caballero que vestía una chaqueta amarilla y llevaba bajo el brazo un arco y flecha, se aproximó por detrás, oyendo la conversación. El jóven era de aspecto inteligente y sus vestidos elegantes, y le seguía un esclavo bárbaro de pelo corto. El jóven saludó a Li: "No es usted el señor Li, el Décimo? Yo soy de Shantung y nos une un parentesco lejano. Aunque de poca educación, siempre he admirado a los literatos. He oído de su reputación por mucho tiempo y mucho deseaba conocerlo personalmente. Qué afortunado soy de haberlo encontrado hoy y haber visto que su fama es bien merecida. Mi casa no está lejos de aquí; aunque es muy modesta, querría tener el placer de ofrecerle una función con ocho o nueve lindas cantantes. Tengo también una docena de hermosos caballos. Puede tomar el que le guste; venga a divertirnos juntos!

Ante palabras tan halagadoras, los amigos de Li le instaron a aceptar la invitación. Juntos, cabalgaron por alguna distancia y después de doblar algunas esquinas llegaron al pasaje Shengyeh. Viendo que se encontraba cerca de la casa de Jade Pequeño, Li trató de volverse, pero el jóven lo detuvo. "Mi casa está a muy poca distancia. Cómo puede negarse ahora?"

Inclinándose, tomó las riendas del caballo de Li y lo llevó de tiro. En un instante llegaron al portón de los carruajes frente a la casa de Jade Pequeño. Alarmado y sobrecogido, Li fustigó su caballo procurando huir, pero el jóven caballero mandó a su criado que llevara a Li dentro de la puerta; rápidamente cerró la puerta desde fuera y gritó: "Li el Décimo ha llegado!"

Dentro de la casa se produjo una conmoción de sorpresa y alegría.

La noche anterior Jade Pequeño había soñado que un huésped con una chaqueta amarilla había traído a Li y sentándose con ellos, había pedido que ella se quitara sus zapatos. Al despertar, contó el sueño a su madre, añadiendo: "La palabra 'zapatos' tiene el mismo sonido que la palabra 'reunión'. Mi sueño sobre los zapatos significa que me reuniré con Li Yi. Pero el deber quitarme los zapatos debe significar que pronto después de la reunión nos separaremos y moriré."

A la mañana siguiente muy temprano Jade Pequeño pidió a su madre que la peinara porque su esposo pronto vendría. Atribuyendo esas palabras al delirio causado por su larga enfermedad, su madre, sin embargo, le hizo el gusto. Y apenas había concluido cuando oyeron el grito anunciando la llegada de Li.

Jade Pequeño había estado enferma por tanto tiempo que apenas se podía mover sin ayuda. Pero cuando oyó la voz de Li se levantó por sí misma y caminó a su cuarto para mudarse. Parecía como si una fuerza sobrenatural la moviera. Por fin los amantes se encontraron. La jóven miró a Li con enojo pero sin proferir una palabra. Parecía tan débil y frágil como si estuviera a punto de desmayarse. Con frecuencia cubría su rostro con su larga manga mirando a su amado furtivamente. Sus movimientos y expresión reflejaban recuerdos tan patéticos que los amigos de Li se sintieron conmovidos.

De pronto trajeron de fuera un curso completo de platos con sus vinos y carnes. Todos los presentes se sorprendieron. Había sido enviado por el caballero de la chaqueta amarilla.

Los platos se dispusieron sobre la mesa. Todos se sentaron. Jade Pequeño movió su silla apartándose algo de Li, echándole miradas de reojo. Después de un buen rato tomó una copa de vino derramándola en el suelo. Con voz de lamento le reprochó: "Qué infortunada soy por haber nacido mujer! Y qué caballero tan ingrato te has hecho! 'Tú eres la causa de que yo muera jóven y con el corazón destrozado, que deje sola a mi madre, que deba separarme de mis hermosos vestidos, de mis instrumentos músicos y de escritura que me causaban tanto placer! Mi amor, comprendes que eres la causa de que yo me vaya a las Fuentes Amarillas (Huang Chuan o Hades, el reino de la muerte) agobiada por una pena eterna? Adios, Li. Después de mi muerte me convertiré en un espíritu que buscará venganza hostigando a tu esposa y concubinas. Cuídate!

Concluido su lamento, cogió con fuerza el brazo de Li y tiró al suelo la copa. Después gritó varias veces y cayó muerta. Su madre puso su cuerpo sobre las rodillas de Li para que él la llamara, pero ella no revivió. Horrorizado y afligido, Li se vistió de blanco en señal de luto y lloró por ella varios días y noches.

La víspera del funeral, por la noche, el espíritu de Jade Pequeño se apareció a Li, quien la vió sentada junto a la cortina de luto, tan bella como en vida. Vestía una falda granate, un vestido violeta y una suntuosa capa. Se inclinaba hacia la cortina mientras sostenía en su mano un cinturón bordado. "Te agradezco que hayas venido a mi funeral" - le dijo. "Parecería que aún me conservas algo de tu amor. Pero cómo puedo dominar mi dolor y mi pena en este mundo tenebroso cuando recuerdo los días felices que pasamos juntos?"

Diciendo eso, desapareció.

El día siguiente la enterraron en la llanura de Yushu, en los suburbios de Changan. Li acompañó el féretro hasta el cementerio, sollozando y gimiendo como corresponde a un verdadero amante. Regresó después a su casa con el corazón oprimido.

Más de un mes después se casó con la muchacha de la familia Lu. Pero no fue feliz; su conciencia le reconvenía cada vez que recordaba sus bodas con Jade Pequeño. En el quinto mes llevó su esposa a su residencia oficial en el departamento Cheng. Durmiendo con su esposa una noche, diez días después, oyó un suave sonido junto a la cortina del lecho. Movido por la curiosidad y la sorpresa se incorporó y vió a un jóven de unos veinte años, de muy buena presencia, escondido detrás de la puerta y haciendo repetidas señas a su esposa. Sumamente airado, Li saltó del lecho y buscó por todas partes sin encontrar a nadie. A partir de entonces comenzó a sospechar a su esposa y ya no hubo paz en la casa. Sólo después de muchas exhortaciones de sus parientes logró calmarse algo.

Diez días más tarde, Lu, su esposa, estaba en cama tocando el laúd cuando LI volvió a su casa. De pronto alguien arrojó desde el exterior una cajita de joyas de aproximadamente una pulgada de lado, la que fue a golpear el pecho de Lu. Estaba hecha de cuerno de rinoceronte de varios colores y atada con una cuerda de seda que formaba el nudo de los enamorados. Abriéndola, Li encontró dos semillas de amor, un bichito "kou-tou" (una especie de escara­ bajo que simboliza a un enamorado) y un afrodisíaco y medicinas mágicas. Enfurecido, Li bramó como un animal salvaje. Golpeó a su esposa con el laúd, exigiéndole que confesara la verdad; pero ella no sabía qué decir. Incapaz de alejar las sospechas, comenzó a maltratar a su esposa y al fin, cansado de ella, solicitó el divorcio.

Después de eso, su carácter fue de mal en peor. Cuando tenía relaciones con alguna muchacha, inmediatamente sentía celos. Llegó hasta a matar a sus amantes por puras sospechas.

Una vez, en un viaje a Kwangling, tomó a una cortesana renombrada llamada Ying la Undécima, tierna y encantadora, que tenía un cutis muy bello, como a él le gustaba. Cuando estaban juntos le repetía: "Una vez compré una concubina pero después la maté porque no me era fiel" Repetía eso día y noche para atemorizarla y que no se atreviera a amar a otro. Cuando salía mandaba a Ying quedarse en cama y la cubría con una gran canasto que sellaba por todas partes. Al regresar, examinaba cuidadosamente los sellos antes de quitarlos. Tenía también un espadín muy afilado y con frecuencia decía a sus criadas "Está hecho de acero de Kehsi o Hsinchou, muy bueno para cortar la cabeza de las mujeres infieles."

Sospechaba a todas sus esposas. Se casó tres veces pero siempre acabó en los mismos problemas causados por sus celos. Así fue infeliz y desgraciado hasta el fin de sus días.

Jade Pequeño había logrado su venganza.

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