03/05/2024

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Literatura: Belleza Sin Paz I

26/03/1975
Wang Hsien-ke era sobrino de Liu Chen, un destacado cortesano en la época de Chien Chung. Después de la muerte de su padre, su madre lo crió en casa de su tío. El tío Liu tenía una hija llamada Wu-shuang, La Sin Par, algunos años menor que Hsien-ke. Los primos jugaban juntos y, a medida que crecían, se iban haciendo inseparables. La señora Liu estaba encantada de tener un sobrino como compañero de juegos de su hija. Solía llamar a Hsien-ke "Pequeño Señor Wang" y por muchos años lo consideraba como miembro de su familia. Liu Chen también trataba muy bien a su hermana viuda y a su hijo. Un día la señora Wang contrajo una grave enfermedad. Sabiendo que el fin estaba cercano, dijo a su hermano Liu Chen: "Tengo sólo un hijo; puedes imaginarte cuanto lo quiero. Es una gran pena morir sin verlo casado. Wu-shuang es tan bella y elegante que deseo mucho que sea mi nuera. Te ruego que no la des en matrimonio a otra familia. Moriré contenta si aceptas mi deseo y recibes a Hsien-ke como yerno." "Descansa tranquila y no te preocupes por otras cosas. Pronto estarás bien", respondió Liu Chen. Pero su hermana murió. Hsien-ke llevó el cadáver de su madre a Hsiangyang para el entierro. Después de tres años de duelo, pensó: "Estoy solo en este mundo. Puesto que soy hijo único, debo casarme y tener un hijo para que lleve el nombre de la familia. Wu-shuang ya tiene edad de casarse. Recordará mi tío Liu las palabras de mi madre o romperá su promesa por que ahora tiene una alta posición en la corte?" Con eso, preparó su equipaje y marchó a la capital. Liu Chen era ahora Ministro de Impuestos y vivía en una magnífica mansión, siempre llena de visitantes. Al llegar Hsien-ke, lo alojaron en las habitaciones para estudiantes, con los otros jóvenes del clan de Liu. Aunque el tío Liu lo trataba bien, no dijo una palabra sobre las esperadas bodas. Un día Hsien-ke espió a través de una ventana y vió a Wu-shuang, encantadora y bella como un inmortal. Hsien-ke comenzó a temer que su tío Liu no le permitiría casarse con Wu-shuang, y vendió algunas de sus cosas para obtener dinero con que sobornar a las criadas. Para que le permitieran entrar a los patios interiores las invitaba a comer. Hacia los primos con quienes vivía mostró tal consideración que todos hablaban bien de él a su tío. Para el cumpleaños de su tía compró un regalo especial que le presentó juntamente con un broche para el cabello tallado en cuerno de rinoceronte y jade. La tía se mostró muy complacida. Diez días despúes Hsien-ke mandó a una vieja casamentera a visitar a su tía y pedir la mano de Wu-shuang. La tía respondió: "Ese sería mi deseo; pero debo consultar a mi esposo." Unas noches después una criada trajo un mensaje a Hsien-ke: "Mi señora habló con el Señor; pero él dice que nunca hizo ninguna promesa solemne. Parece que ha cambiado de idea." Hsien-ke sintió un amargo desengaño y la perturbación no le permitió dormir en toda la noche. Sin embargo, no dejó a su tío descubrir sus sentimientos y continuó sirviendolo con el respeto habitual. Una mañana muy temprano el tío Liu, que había pasado toda la noche en la corte, regresó súbitamente al galope, transpirando y agitado y gritó: "Tranquen el portón, tranquen el portón". La familid se vió envuelta en gran confusión. Cuando Liu Chen logró recobrar el aliento, explicó lo ocurrido. Ha estallado una revuelta en el ejército de Chingyuan y Yao Ling-yen ha conducido a los soldados al palacio Hanyuan. El Emperador huyó por la puerta del norte y los cortesanos huyen con él. Yo he temido por mi mujer e hija y he venido a disponer la huida. Pidan a Hsien-ke que se encargue de mi familia. Yo le daré a Wu-shuang en matrimonio." Sorprendido pero feliz, Hsien-ke se inclinó ante su tío con gratitud. Liu Chen mandó cargar veinte animales con baúles llenos de oro, plata, seda y satines. "Cambia tus vestidos - le dijo - lleva estas cosas por la puerta de Kaiyuan y busca un lugar escondido. Tu tía, Wu-shuang y yo saldremos por la puerta de Chihsia y tomaremos un desvio hasta tu lugar." Hsien-ke siguió las instrucciones y esperó en una posada, pero hasta el anochecer los otros no habían llegado. La puerta de Kaiyuan había sido cerrada desde el mediodía. Exhausto por su larga espera, montó a caballo y con una antorcha en la mano fue hasta la puerta de Chihsia. También estaba cerrada. Algunos guardias estaban allí. Hsien-ke desmontó y preguntó: "Qué ha ocurrido en la ciudad? Ha salido alguien por esta puerta?" Un guardia respondió: "El terror reina en el palacio. El Mariscal Chu se ha declarado Emperador. Esta tarde un hombre con cuatro o cinco mujeres quisieron pasar por esta puerta. Pero algunas personas del pueblo lo reconocieron como el Ministro Liu, el de los impuestos, por lo que los guardias no se atrevieron a dejarlo pasar. Hacia el anochecer un jinete los persiguió y el Ministro Liu y las mujeres huyeron hacia el norte." Hsien-ke lloró de desesperación. Triste y desanimado, regresó a la posada. Al final de la tercer vigilia las puertas de la ciudad fueron abiertas de par en par y la noche fue iluminada por el brillo de antorchas. Soldados corrían enarbolando sus armas y gritando "mata, mata". Buscaban a dignatarios en fuga. Aterrorizado, Hsien-ke abandonó su equipaje y huyó a Hsiangyang, ocultandose en una pequeña villa por espacio de tres años. Finalmente oyó que el reino había sido restaurado y que el país estaba nuevamente en paz y órden. Con eso, se atrevió a viajar a la capital esperando informarse sobre su tío. Mientras detenía su caballo en la calle Hsinchang del Sur, otro jinete se le aproximó y lo saludó. Mirandolo de cerca vió que era su antiguo servidor, Sai-hung, que había servido a su padre y después había pasado a casa de su tío. Con lágrimas de felicidad por el encuentro, inquirió: "Cómo están mis tíos? " "Viven en la casa de Hsinghua," respondió el antiguo sirviente. "Vamos allá", dijo el jóven. "Yo ya no trabajo, pero vivo con un comerciante de sedas. Tiene una pequeña casa aquí cerca. Ya es muy trade. Será mejor que pase la noche conmigo y mañana iremos a casa del Señor Liu." Sai-hung llevó a Hsien-ke a su casa y lo invitó con carnes y vino. Más tarde oyeron que Liu Chen y su esposa habían sido ejecutados porque habían ayudado a los rebeldes y que Wu-shuang había sido llevada al palacio para servir como doncella. Hsien-ke sintió profundamente esa noticia y sollozó con tanta pena que todos los vecinos se conmovieron hasta las lágrimas. "En este gran mundo he quedado solo, sin un solo pariente" se lamentó. A donde iré? " Preguntó entonces a Sai-hung: "Ha quedado alguien de la familia de mi tío, a quien pueda visitar? " "Sólo Tsai-ping, la doncella de Wu-shuang, que vive en casa del General Wang Sui-chung, Capitán de la Guardia Imperial", respondió Sai-hung. "Puesto que no me es posible ver a Wu-shuang, me contentaré con hablar con Tsaiping", dijo Hsien-ke. Poco después hizo una visita al General Wang, presentandose como pariente lejano, pues los dos tenían al mismo apellido Wang. Respetuosamente relató toda su historia y ofreció redimir a Tsai-ping con una gran suma de dinero. El General se mostró complacido de conocer a su pariente y conmovido con su historia, consintió. Hsien-ke alquiló una casa, viviendo allí con Tsai-ping y Sai-hung. Más de una vez Sai-hung aconsejó a Hsien-ke: "Usted está alcanzando el mejor tiempo de la vida; debería elegir una carrera. Es fastidioso e inconveniente estar aquí ocioso todo el día." Apreciando el consejo del viejo servidor, Hsien-ke fue a ver al General Wang. Este lo recomendó al alcalde de la capital, Li Chi-yuen, quien lo nombró magistrado de Fuping dandole también cargo de la estación Changlo. Unos meses después corrió la voz que un oficial del palacio llevaría unas treinta doncellas al mausoleo imperial para limpiar el lugar; las jóvenes viajarían en carruajes cerrados y pasarían la noche en Changlo. "He oído que las doncellas son de buenas familias", dijo Hsien-ke a Sai-hung, "Wu-shuang podría estar entre ellas. Me harías el favor de informarte". El viejo servidor respondió: "Hay miles de doncellas en el palacio imperial. Quién sabe si Wu-shuang estará entre ellas?" "De cualquier modo, procura enterarte. Las cosas humanas no se pueden pronosticar con certeza". Con eso, dió a Sai-hung tres mil dineros y lo hizo pasar como mozo de la estación, preparando el té junto a la puerta de la casa donde se alojarían las jóvenes. "No dejes ese lugar por ninguna razón. Si ves a Wu-shuang ven a avisarme inmediatamente". Sai-hung oyó la órden y partió. Las jóvenes del palacio estaban detrás de una cortina y nadie podía verlas. A la hora de recogerse, Sai-hung las oyó conversar hasta después de media noche, cuando se hizo silencio. Sai-hung continuó vigilando el fuego y lavando las tazas sin atreverse a dormir. De pronto, una voz lo llamó por su nombre, detrás de la cortina. "Sai-hung, Sai-hung, cómo supiste que yo estaba aquí? Cómo está mi primo? , preguntó la niña sollozando. El Señor Wang está al frente de esta estación. Pensando que usted podría estar en el grupo, me mandó a averiguar". "Ahora no puede hablar más", dijo Wu-shuang. "Mañana, cuando nos vayamos, encontrarás una carta bajo la manta de púrpura en el cuarto al noreste. Dásela a mi prometido." Diciendo eso, la jóven se alejó. De pronto, Sai-hung oyó un grito detrás de la cortina: "Se ha desmayado". El oficial del palacio pidio medicinas. La jóven desmayada no era otra que Wu-shuang. Sai-hung corrió a Hsien-ke con la noticia. Muy excitado, Hsien-ke exclamó: "Cómo la puedo ver? ". Sai-hung sugirió: "Están reconstruyendo el puente Wei. Porqué no se disfraza de encargado de las obras? Al pasar el carruaje puede acercarse a ver. Si Wushuang lo reconoce, ciertamente abrirá la cortina y tendrá oportunidad de verla." (Continuará en el No. próximo)

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