02/05/2024

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Literatura: Chang Lao (II)

16/05/1975
(Viene del Nº anterior)

Tan pronto como se hubo lavado, Yi-fang vió a otras doce bellas jóvenes que entraban. Caminaban de a dos y se apartaron en dos filas, como para dejar paso a una persona de importancia. Chang Lao apareció. Llevaba un sombrero cuadrado, una bata roja y calzaba zapatos de seda negra. Su porte era tan gracioso y elegante que Yi-fang no podía creer que fuera el mismo jardinero que había vivido tantos años en su vecindario. Parecía más jóven que antes. Una de las doncellas anunció la visita de Yi-fang y Chang Lao le dió la bienvenida.

"Cómo estás, hermano? Cómo está tu familia? Tu hermana y yo los recordamos con frecuencia, pensando en cómo les iría en ese mundo humano tan lleno de trabajos y preocupaciones, ese mundo que lo hace sentir a uno como si estuviera enterrado en el fuego sin poder refrescarse. No nos explicamos cómo pueden mantener sus mentes tranquilas y serenas. Como ves, esta tierra es muy diferente. Aquí puedes gozar de una vida diferente por algún tiempo. Siéntate, por favor. Tu hermana se está peinando. Pronto vendrá."

Cuando una de las doncellas anunció que su señora estaba dispuesta, llevaron a Yi­ fang a una cámara interior a ver a su hermana. La señora de Chang vestía tan elegantemente que su hermano apenas la reconoció. Su cabello estaba recogido, sostenido por un jade fénix. Como era primavera llevaba un vestido verde-claro con pimpollos de ciruelo bordados y una pollera de seda blanca. Su cutis parecía transparente. Los años daban más gracia a su porte y parecía alegre y jóven como un hada.

Al acercarse a su hermano le hizo una reverencia y lo invitó a sentarse, preguntándole después sobre la salud de su padre y otros miembros de la familia. Mientras conversaban alegremente, Yi-fang notó que la sala estaba amueblada con un esplendor que él no había visto nunca. Todas las vigas eran de madera de sándalo tallado con incrustaciones de caparazón de tortuga. Había ventanas de jade y biombos de perlas, raros vasos de bronce y platos de coral. Yi-fang no acababa de explicarse dónde estaba.

Se sirvió la comida. Fue un banquete con muchos platos exóticos, incluyendo cabeza de mono, carne de tortuga, etc. Varias clases de nueces acompañaban el vino, dulce y delicioso como jamás lo había probado. Las niñas que servían el vino eran de belleza extraordinaria. Otras tocaban instrumentos músicos, cantaban y danzaban. La fiesta duró por unas dos horas, y después Yi-fang fue invitado a pasar la noche en uno de los cuartos de huéspedes.

Todos se levantaron temprano el día siguiente. Mientras charlaban durante el desayuno, una jóven entró y dijo algo al oído de Chang Lao. "Tenemos un huésped en casa" respondió Chang Lao sonriendo. "Cómo podemos salir por todo el día?". Después dirigiéndose a Yi-fang dijo: "Esto es muy inconveniente, pero mi hermana menor desea que la lleve a la Montaña Penglai y tu hermana, mi esposa, deberá acompañarnos. Regresaremos antes de la noche. Por favor, discúlpanos; esta es tu casa" Con una cortesía, se retiró.

De pronto Yi-fang vió nubes teñidas de rojo levantándose desde el jardín. Aves fenix y cigüeñas volaban en el cielo. Dulces melodías se dejaban oir mientras una suave fragancia flotaba en el ambiente. Chang Lao, su esposa y su hermana, cada uno montado en un ave fenix, pasaron por encima volando cada vez más alto en el cielo. Un séquito de unas doce personas, unos en cigüeñas, otros en faisanes, seguían detrás. Se dirigían hacia el oriente, perdiéndose lentamente en la distancia, dejando detrás solamente los acordes de música celestial.

Todo el día Yi-fang fue atentido por una jóven muy bonita, pequeña y muy alegre. Ella le dijo que Chang Lao era un dios que había tomado forma humana para distinguir el bien y el mal en este mundo. La hermana de Yi-fang había sido también un hada en su vida anterior, pero debido a una falta había sido exiliada por el Señor del Cielo y había tomado forma humana en su vida actual como castigo. Como durante su vida humana había sido virtuosa, se la destinó a casarse con un dios para ser nuevamente un hada.

El sol cayó. Del cielo vino nuevamente el sonido de música. Chang Lao y los suyos regresaron. El se excusó ante Yi-fang por haberlo dejado solo. "Aquí nos sentimos algo solitarios, hermano. Nada me agradaría más que retenerte con nosotros. Pero la ley celestial no permite a los seres humanos vivir aquí. Tu estabas predestinado a tener la oportunidad de visitar este sitio, por eso te permitimos venir por dos días. Pero me temo que tendremos que enviarte de regreso mañana."

Al despedirse, la señora de Chang estaba muy triste. Pidió a su hermano llevar sus afectos a su padre. Chang Lao se disculpó de no poder comunicarse directamente con la familia Wei. Como recuerdo a su suegro, dió a Yi-fang veinte "yi" de oro.

"Lleva también esto", dijo a Yi-fang dándole un sombrero viejo. Si necesitas dinero lleva este sombrero a Wang Lao y pídele cualquier cantidad. Wang Lao es un farmacéutico que vive en el barrio norte de Yangchow. No te será difícil encontrarlo y el sabrá que es mi sombrero."

Con eso, Yi-fang partió. Chang Lao mandó nuevamente al esclavo de Kunlun a acompañarlo hasta el sur de la montaña Tientan. Allí el esclavo hizo una reverencia y se marchó. Yi-fang llevó el oro a su casa. Todos los parientes de Wei Shu se asombraron en extremo. Su curiosidad los movió a hacer toda clase de preguntas. Algunos creyeron que Chang Lao era un ser sobrenatural: otros sospecharon que era un espíritu maligno. Pero fuera lo que fuera, el oro estaba allí; y era verdadero.

En cinco o seis años, la familia Wei había gastado todo el oro mandado por Chang Lao. Wei Shu se preguntaba si debería llevar el sombrero viejo de Chang Lao a Wang Lao para recibir más. Muchos de sus parientes pusieron en duda la existencia de Wang Lao. "Aún si lo encontraras" -dijo uno- cómo le harías creer que el sombrero es de Chang Lao? Sería otra cosa con una carta personal; pero un sombrero viejo? No veo qué puedas hacer. Será una pérdida de tiempo y de dinero en el viaje".

Wei Shu se inclinaba a pensar como él. No creía que pudiera depender de una persona desconocida, llevando una identificación inadecuada. Pero, qué otra cosa podía hacer? La familia estaba ya al borde del hambre. "Vale la pena probar", arguyó otro pariente. "Yangchow no queda tan lejos. No deberás gastar mucho en el viaje. Aún si Wang Lao no te creyera no perderías mucho". Wei Shu se decidió a tentar la suerte.

Al llegar a Yangchow, en una calle al norte de la ciudad, Wei Shu vió a un viejo sentado en su pequeña farmacia, vendiendo yerbas medicinales.

"Señor, me permite preguntarle su nombre?", le dijo Wei Shu.

"Me llamo Wang. Me suelen decir Wang Lao", respondió el viejo.

"A usted lo buscaba", dijo Wei Shu, sacando de su bolsillo el viejo sombrero de Chang Lao. "Chang Lao me dijo que le mostrara este sombrero y usted me daría diez millones de dineros."

"No hay problema con el dinero" dijo el otro. "Pero cómo puede probar que este sombrero es de Chang Lao"

"Puede examinarlo. Yo no vendría desde Luho para decirle una mentira'"

Antes que Wang Lao - pudiera tomar una decisión, su hija pequeña levantó la cortina de una puerta y entró. "Yo lo puedo reconocer. Cuando Chang Lao estaba aquí, solía venir a mí para que le remendara su sombrero viejo. La última vez que vino yo no tenía hilo negro del color del sombrero; por eso- usé hilo rojo. Así puedo reconocerlo por el color del hilo y por mis puntadas."

Wang Lao pasó el sombrero a su hija para que lo viera. Era el mismo que ella había remendado. El pedido de Wei Shu no ofrecíó dificultad: recibió sus diez millones de dineros. Desde entonces todos los parientes de Wei creyeron que Chang Lao era un ser sobrenatural.

Algún tiempo después Wei Shu volvió a echar de menos a su hija y mandó a Yi-fang a visitarla. Pero cuando Yi-fang llegó al sur de Tientan encontró todo el lugar cambiado. En lugar de praderas y granjas encontró sólo ríos y arroyos rodeados por altas montañas. sin señales de caminos. Aquí y allá encontró algunas personas recogiendo leña; pero nadie le supo decir donde vivía Chang Lao. Con el corazón acongojado volvió a su casa desilusionado. Toda la familia comprendió que no era posible cruzar la distancia entre el mundo de los hombres y el de las hadas y que Wei Shu no podría ver nuevamente a su hija. Wei Shu hizo otro viaje a Yangchow a visitar a Wang Lao, pero el vendedor de medicinas ya no estaba allí. Nadie sabía a dónde había ido ni cuando había partido.

Un pequeño incidente ocurrió algunos años más tarde. Una primavera Yi-fang paseaba en los suburbios de Yangchow y pasando una vinería vió al esclavo,de Kunlun que se le aproximaba. "Cómo está el jóven señor" inquirió el esclavo, con una profunda reverencia. "Muy bien, gracias. Cómo están tu señor y tu señora?"

"Felices como siempre. Aunque es imposible para mi señor ir a casa de su padre y visitarlos, está informada de todo lo que ocurre en la familia. El jóven señor comprende que un espíritu nunca está tan alejado como para no saber lo que ocurre en el mundo". El esclavo sacó entonces una bolsa y la entregó a Yi-fang. "Mi señora me encargó darle esto; son diez libras de oro. Mi señor y Wang Lao están bebiendo en ese almacén. Iré a decirles que usted está aquí. Por favor, espereme". Con una reverencia, el esclavo entró al almacén.

Yi-fang se sentó a esperar junto al almacén. Anochecía pero el esclavo no se dejaba ver. Extrañado, Yi-fang entró al almacén, que estaba lleno de clientes bebiendo, charlando y jugando a la morra. Miró por todos lados sin poder encontrar a Chang Lao ni a Wang Lao. Tampoco estaba allí el esclavo. Examinando el oro en la bolsa, vió que era genuino.

Sorprendido y apesadumbrado al no encontrar a Chang Lao, a quien hubiera deseado agradecer su generosidad, Yi-fang regresó a su casa. El oro fue suficiente para mantener a Wei Shu y su familia hasta la muerte.

Nadie volvió a oir nada de Chang Lao.

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