02/05/2024

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Literatura: Chang-Feng (II)

06/06/1975
(Viene del Nº anterior) Chang Feng escuchó esa conversación, pues aunque se había convertido en tigre su mente permanecía clara y podía entender el discurso humano. Se ocultó bien entre los arbustos. Muy pronto Cheng Chiu, vestido con una túnica de color verde obscuro, apareció en el camino con varios que lo seguían. Su presencia era robusta y digna. Al acercarse, Chang Feng se abalanzó sobre él, huyendo a las montañas con su víctima entre los dientes. Todavía no había amanecido, y aunque eran muchos los que acompañaban al jefe de sección, nadie se atrevió a perseguir al tigre en la obscuridad. Chang Feng gozó tranquilamente de su banquete, devorando a su víctima excepto los intestinos y el pelo. Con el vientre lleno, el nuevo tigre se sintió satisfecho, pero después comenzó a experimentar soledad mientras vagaba por la selva. Recordó el pasado, cuando disfrutaba comiendo en compañía de sus amigos. Ahora debía huir a las montañas y comer solo. "Qué felicidad hay en ser un tigre?" rugió con amargo remordimiento. "Separarme de todos mis amigos y encerrarme en estas espantosas montañas, como un prisionero! Ciertamente, no es bueno para un hombre tener una fuerza tan grande, pues entonces nadie quiere hacerle compañía. Será mejor regresar a la pradera y ver si puedo volver a convertirme en hombre. Sí, será lo mejor! Volviendo sobre sus pasos, llegó a la agradable pradera. Comenzaba a caer la noche. Encontró allí su bata, colgada todavía en la rama y su bastón apoyado contra el tronco del árbol. Se echó en el césped, estirándose comodamente como lo había hecho antes. Cuando se sintió enteramente descansado se incorporó y, !hete aquí que era nuevamente un hombre! Se puso su bata y, bastón en mano, regresó a la hostería. Habían pasado exactamente veinticuatro horas desde su salida. La noche anterior, su sirviente se había alarmado por su ausencia, inquiriendo entre los vecinos. Alguien dijo que lo había visto caminando hacia la montaña, apoyado en su bastón. El sirviente había ido en su busca, pero en vano. Ahora Chang Feng había regresado; el sirviento, muy alegre con su regreso, le preguntó dónde había pasado la noche. Chang Feng mintió: 'Paseando entre las bellas montañas encontré un monasterio; comenzamos a discutir filosofía budista con un viejo monje, y se hizo tan tarde que debí pasar la noche en el monasterio." El sirviente le previno: "Dicen que hay tigres en estos arrededores. Un jefe de sección del gobierno departamental, un señor llamado Cheng Chiu, de Fuchou, fue muerto por un tigre esta madrugada y no se han encontrado sus restos. Señor, recuerde que los tigres viven en las montañas; no es seguro salir sólo. Cuando anoche usted no regresó estuve muy preocupado. Afortunadamente ha vuelto sano y salvo". Chang Feng miró fijamente a su sirviente, y sin decir palabra regresaron a su casa. En el sexto año de la misma era, Chang Feng hizo un viaje a Hueiyang y se alojó en una hostería. El dueño ofreció un banquete y para animar la reunión pidió que cada uno de los presentes contara una historia extraña sobre sí mismo. Si la historia no era interesante, el huésped debía beber una copa de vino. Cuando le tocó el turno a Chang Feng, describió el extraño suceso de su conversión en un tigre y cómo había devorado a un ser humano. Esperaba asombro o risa de los concurrentes, pero en lugar de eso un jóven se levantó súbitamente y mirándolo con furia trató de matarlo con un cuchillo. Era Cheng Hsia, el hijo de Cheng Chiu, quien estaba entre los invitados, sentado al otro lado de la mesa. Cheng Hsia juró que vengaría a su padre, pero los otros lo detuvieron. Viendo la inutilidad de procurar calmar a Cheng Hsia, el dueño de casa pidió al comandante de la ciudad que enviara al jóven a la costa opuesta del río Huei y mandara al botero que no le permitiera regresar. Los amigos insistieron con Chang Feng para que marchara al oeste y se cambiara de nombre para evitarse más problemas. La opinión pública encontró razonable y conforme a la piedad filial que Cheng Hsia procurara vengar a su padre. Pero al mismo tiempo se consideró que Chang Feng había dado muerte a su víctima después de convertirse en tigre, y por lo tanto, no era responsable. Si Cheng Hsia diera muerte a Chang Feng cometería un asesinato. Para evitar más derramamiento de sangre, sería mejor que también Cheng Hsia partiera a otra región y olvidara su venganza.

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