03/05/2024

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Li Chang-wu (I)

06/06/1975
Era el tercer año del período Cheng Yuan, durante la dinastía Tang. Li Chang-wu, también llamado Li Fei, visitaba a su amigo Tsui Hsin, quien era entonces Vice Inspector de Huachou. Aunque era un funcionario, Tsui Hsin se las arreglaba para tener tiempo para sus aficiones intelectuales y su hábito de coleccionar antigüedades. Antes de asumir su posición actual, siempre había gustado de la compañía de Li Chang-wu; los dos amigos solían conversar sobre cuestiones filosóficas, llegando a veces a envolverse en argumentos. Li Chang-wu era de Cantón, y había nacido un genio. Aprendía con tanta rapidez que muy pronto se había distinguido en literatura y filosofía. Aunque se interesaba especialmente en aumentar sus conocimientos, sin preocuparse mayormente por sus apariencias, los demás lo consideraban tan elegante como sabio, igual a Chang Hua en la finura de sus modales. Era amable y agradable y su personalidad magnética atraía a los intelectuales a procurar su amistad. Entre ellos, él prefería a Tsui Hsin; por eso había venido hasta Changan, la Capital Occidental, para visitarlo. Tsui Hsin recibió a su huésped con gran regocijo de su corazón y con frecuencia lo acompañaba en paseos por la vecindad. Un día caminaban por una calle en la parte norte de la ciudad, cuando Chang-wu vió una mujer hermosa recostada contra una puerta carmesí. Se enamoró de ella a primera vista, sin poder apartar sus ojos de ella. La mujer le devolvió la mirada con una sonriza encantadora, lo que él consideró una invitación. Chang-wu ideó una excusa y volviéndose a Tsui Hsin le dijo: "Tengo un pariente que vive por aquí cerca; debo ir a visitarlo. Por favor no me esperes esta noche." Y despidiéndose de su amigo, dobló en la esquina próxima. Cuando vió que Tsui Hsin ya se había ido, volvió al lugar donde había visto a la mujer, pero ella ya no estaba allí. Inquiriendo en el vecindario se enteró que la mujer era una viuda que vivía con su suegro, un señor Wang. Chang-wu llamó a la puerta y fue invitado a pasar por un viejo criado. Era una casa pequeña, con un dormitorio a cada extremo del patio central. A un costado del patio había un cuarto pequeño para los criados y al otro uno más grande para huéspedes. El señor Wang salió a recibir al visitante. Chang-wu se presentó como un comerciante que viajaba con frecuencia. Pasando ahora por este lugar, pedía tomar alojamiento en esta casa. El anciano señor Wang le dió la bienvenida, diciéndole que tendría placer en recibir a un huésped de tan buenos modales Chang-wu estaba muy contento. Regresó a lo de Tsui Hsin, diciéndole que su pariente lo había invitado a quedarse con él por algunos días. Recogió sus cosas y con su criado Yang Kuo fue a casa de Wang. Es fácil imaginar lo que ocurrió después. Chang-wu no tuvo dificultad en ganarse el corazón de la jóven viuda, pues ella estaba tan enamorada de él como él estaba de ella. Pronto se dieron maña para encontrarse cada noche, pasando felizmente como marido y mujer. En poco más un mes Chang-wu había gastado más de treinta mil dineros por su alojamiento y más del doble de esa suma en obsequios para su amante. En ese tiempo fue nombrado para una posición en la capital y debió regresar a Changan. Al despedirse, obsequió a su amante una pieza de satin en la cual había bordados un casal de patos pequineses durmiendo juntos. También compuso un poema para ella: Un par de patos mandarines, aves vivas, bordadas con mil hilos de seda. Al pensar en los días de nuestra felicidad Oué penosos son los días antes de la partida! La jóven viuda, a su vez, dió a Chang-wu un anillo de jade blanco con un poema: En memoria de nuestro amor este anillo te hará recordarme. Llévalo siempre en tu dedo Su círculo es símbolo de nuestro amor eterno. Así se despidieron. La jóven dió al criado Yang Kuo mil dineros en recompensa por sus servicios. (Continuará en el Nº próximo)

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