29/04/2024

Taiwan Today

Noticias de Taiwán

Literatura: Li Chang-wu (II)

16/06/1975
(Viene del N° anterior) El tiempo pasó rapidamente. Ya hacía ocho o nueve años que Chang-wu había vuelto a Changan. Vivía con su familia, y como la distancia entre Changan y Huachou era muy grande, no le era posible comunicarse con su amada. Sólo al undécimo año se le presentó una oportunidad de salir de Changan, cuando un amigo llamado Chang Yuan-chung, que vivía en Hsiakwei, le mandó una invitación para que lo visitara. Se tomó una vacación y fue allá. Hsiakwei no estaba lejos de Huachou, y Chang-wu, en su viaje de regreso, cruzó el río y fue a Huachou. Marchó directamente a la calle donde primero había visto a su amada. Al llegar a la casa del viejo Wang ya caía la noche. La puerta esta cerrada pero no trancada. Chang-wu entró pero no encontró a nadie. Sólo la cama en el cuarto de huéspedes estaba todavía allí. Pensando que el señor Wang había muerto o que había llevado a su nuera al campo para cuidar de su granja, o tal vez había sido invitado por algún amigo, Chang-wu se sentó. Después de un buen rato salió con mucho desgano, a buscar algún otro lugar para pasar la noche. Al salir se encontró con una vecina quien le dijo que el viejo señor Wang había salido de viaje y que su nuera había muerto dos años antes. La mujer dijo a Chang-wu que ella era la mujer de Yang el sexto y había vivido en ese vecindario por cinco años. "Puedo saber su nombre, señor? Chang-wu se lo dijo y ella volvió a preguntar: "Tiene usted un sirviente llamado Yang Kuo? ". "Si", respondió Chang Wu. "Desde que vine a vivir aquí, fuimos buenas amigas con la señora Wang", dijo la señora Yang con lágrimos en los ojos. "Un día me dijo: La casa de mi suegro siempre está llena de huéspedes, como si fuera un hotel; por eso he tenido ocasión de conocer a muchas personas. Algunos trataron de ganarme con adulaciones y regalos. Nunca hice caso a nadie hasta que conocí a Li Chang-wu. Tan pronto como se alojó en nuestra casa me enamoré locamente de él Cuando me pidió una cita no supe negarme. Vivimos felizmente por algún tiempo. Pero él tuvo que dejarme por algún asunto en Changan. La separación nos fue muy dolorosa. Lo he echado de menos hasta perder el apetito y el sueño. Temo que no viviré por mucho tiempo. Por eso te pido, my buena vecina, que me permitas confiarte ese mi amor secreto. Si el señor Li viniera por aquí, cuentale mi trágico fin. Es de muy buen aspecto y fácil de conocer por sus excelentes modales. Si encontraras a tal persona, pregúntale si tiene un criado llamado Yang Kuo." "Dos o tres años después cayó enferma de gravedad. Cuando la fui a ver, en su lecho de muerte, me tomo las manos sollozando: He sido una mujer insignificante, pero tuve el gran placer de ser amada por un caballero. Vivir separada de él se me hace imposible. Se que mi enfermedad es incurable y que pronto moriré. Como eres tan buena, quiero repetirte lo que te pedí antes; si el señor Li viniera a preguntar por mí, dile que se quede en este cuarto por una noche; mi espíritu podrá venir aquí a verlo una vez más y revelarle mi dolor." Al concluir la señora Yang su narración sobre su antigua amante, Chang-wu se conmovió hasta las lágrimas. Le pidió que lo acompañara hasta el cuarto, viendo allí que todos los muebles estaban cubiertos de polvo. Chang-wu y la señora Yang fueron entonces al mercado donde compraron frutas y papeles de sacrificio para hacer sus ofrendas. Al regresar vieron a una mujer que entró por la puerta posterior, limpió la mesa y después barrió el piso. La señora Yang no la conocía ni nadie en el vecindario la había visto antes. Cuando Chang-wu la interrogó, ella respondió así: "La señora Wang, aunque falleció, está todavía enamorada de usted y vendrá a verlo esta noche. Pensando que usted pudiera temer, me mandó a prevenirlo." "Por eso me que quedado aquí", respondió Chang-wu. "Ordinariamente uno temería ver un espíritu, pero no puedo dudar del amor de la señora Wang por mí ni temer que me quiera causar daño. Por favor, dígale que la estoy esperando." Al oir esas palabras la mujer, todavía con la escoba en la mano, salió apresuradamente por la puerta posterior. Después de la partida de la señora Yang, Chang-wu dispuso el vino y la carne que había comprado en el mercado y murmuró el nombre de su amada al ofrecer esos dones en sacrificio. Después lo comió y bebió todo y se fue a dormir. A eso de la segunda vigilia, la lámpara que estaba sobre la mesa en la parte sudeste de la cama avivó y disminuyó su llama varias veces. Chang-wu cambió la lámpara a una esquina de la pared y esperó en silencio. Oyó de pronto como el roce de un vestido desde el rincón del norte y vió una sombra que se acercaba. Después de cinco o seis pasos pudo distinguir la figura; era la extinta señora de Wang. El espíritu de su amante vestía las mismas prendas que ella había vestido once años atrás. Su atractiva apariencia no mostraba otro cambio que un paso algo más suave, y hablaba con un tono algo más alto. Chang-wu se levantó de la cama y la abrazó. Cogidos de la mano, hablaron de su amor mútuo. "Desde que pasé al otro mundo" dijo la señora de Wang, "he olvidado a todos mis parientes y amigos. Sólo a tí no te he podido olvidar". Chang-wu la besó y prodigó sus cariños esa noche. No notó ninguna diferencia en sus ternuras, sinó que se mostraba algo inquieta, vigilando la aparición de la estrella de la mañana, pues entonces debería partir. Una y otra vez repitió su gratitud a la señora de Yang. "Si no hubiera sido por su bondad y compasión, nunca me hubiera podido comunicar contigo y no hubieramos podido tener esta reunión tan feliz". Con eso, imploró a su amante que tratara a la señora de Yang como a una buena amiga. Sonó la quinta vigilia. Cuando la señora de Wang oyó el canto del gallo, besó a Chang-wu y rompió a llorar amargamente. Ambos se levantaron de la cama y caminaron lentamente hacia la puerta donde se detuvieron contemplando la Vía Lactea. Por largo tiempo se abrazaron, sollozando sin interrupción. Por fin la señora de Wang volvió al cuarto y de un bolso que colgaba de su cinturón bordado sacó un objeto que entregó a Chang-wu. Era una piedra verde tallada en forma de una hoja pequeña. Parecía jade pero al tocarlo era mucho más frío. Como Chang-wu no sabía lo que era, su amante le explicó. "Es la piedra preciosa llamada Mochia, una especie de jade del jardín misterioso de la Montaña Kunlun. No ser humano lo ha poseido hasta ahora. Cuando fuí a la Montaña Occidental a jugar con la diosa Yu-ching cerca del jardín, ví accidentalmente esta piedra, que me gustó mucho. La diosa Yu-ching fue tan amable y generosa que me la dió. Me dijo que hasta las hadas se sentirían orgullosas de poseer un jade tan precioso como este. Tu profundo conocimiento de las cosas sobrenaturales te hacen digno de poseerlo. Espero que lo cuides muy bien; no es un obsequio del mundo mortal". La señora de Wang compuso entonces un poema para Chang-wu: La Vía Láctea declina Mi espíritu se dispone a seguirla Abrázame una vez más, mi amor; Es nuestro adios postrero! Chang-wu obsequió a su amante un alfiler para el cabello, hecho de jade blanco, aompañado por un poema: Separados por dos mundos solitarios No esperaba la dicha de esta reunión. Pasado este breve encuentro, separarnos otras vez? Sólo puedo lamentar tu partida; Y no se adonde! Se abrazaron nuevamente y volvieron a llorar. Expresando su pena, la señora de Wang escribió otro poema: La esperanza de verte me consoló al morir Más ahora ya no queda otra esperanza Nuevo dolor acrecienta la pena antigua. Para siempre me iré a las Fuentes Amarillas! Chang-wu le respondió a su vez con otro poema: No cita para encuentros futuros La pena de la partida ya nos envuelve. Mis cartas ya no te llegarán, Cómo podré enviarte mi corazón? Hubo todavía otra despendida. Ella caminó hacia el rincón noroeste del cuarto. Después de algunos pasos volvió la cabeza. Echando otra mirada a Chang-wu sollozó: "No te olvides de mí". Al romper el día estaba allí llorando. Se apresuró entonces hacia el rincón y desapareció. El cuarto quedó vacío y frío. Con la lámpara junto a la cama casi extinguida, Chang-wu ya no lo pudo soportar. Recogió sus cosas y salió para Hsiakwei con el corazón partido. (Continuará en el N° próximo)

Popular

Más reciente