07/05/2024

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Literatura: Jen La Zorra Hada (I)

16/08/1975
(Viene del Nº anterior)

"De qué aspecto"?

"Maravillosa. Nunca he visto tanta belleza en todo el mundo".

Como su familia tenía muchas ramas en diversos lugares. Wei había viajado mucho y había conocido a muchas mujeres hermosas. Preguntó al chico si la amante de Cheng era tan bella como varias de ellas. El chico respondió que ninguna de ellas se le podía comparar. Wei insistió con varios otros nombres, pero la respuesta del chico fue siempre la misma.

La sexta hija del Señor Wu era la hermana menor de la esposa de Wei, y todos la tenían por una belleza sin igual. Wei preguntó al chico: "Quién es más bella, esa mujer o la señorita Wu la Sexta?"

"La señorita Wu no se le puede comparar".

Wei golpeó sus manos en gesto de asombro. "Cómo puede haber una criatura tan hermosa?", exclamó.

Decidió por fin descubrir la verdad personalmente. Apresuradamente se lavó la cara y el cuello y aplicó una crema especial a sus labios. Tomando su sombrero nuevo fue a casa de Cheng. Cuando llegó, Cheng había salido. Pasando por el pórtico vió a un muchacho barriendo el patio y a una muchacha de pie junto a la puerta. No había nadie más. Preguntó si la señora estaba en casa; el muchacho sonrió y respondió: "No está".

Pero Wei no se dejó engañar. Mirando hacia dentro vio un vestido rojo en el dormitorio y a Jen que se había escondido detrás de un gran abanico. Arrastrándola afuera, la encontró mucho más bella que lo que el chico le había dicho. Ardiendo de pasión, la estrechó en sus brazos, pretendiendo forzarla. La abrazó con violencia presionándola con fuerza hasta que ella no pudo respirar. "Déjeme primero recobrar el aliento", dijo ella.

Pero tan pronto como él aflojó algo su abrazo, ella se resistió como antes. Eso ocurrió tres o cuatro veces. Jen se sentía agotada y la transpiración corría por su cara como lluvia. Comprendiendo que no podría escapar luchando, dejó de resistirse pero la pena de su espíritu se reflejó en su rostro que palideció por completo.

"Porqué estás tan triste?", le preguntó Wei.

"Me da pena por Cheng," respondió Jen.

"Porqué?"

"Porque aunque es tan alto, no puede proteger a su mujer. Cómo se puede considerar un hombre? Usted es un Señor, rico y popular y puede encontrar todas las chicas lindas que quiera. Pero qué tiene el pobre Cheng? Yo soy la única que él tiene y quiere. Cómo puede usted quitarle su único amor, teniendo usted todo lo que quiere? Me da pena por él; él es tan pobre que debe usar los vestidos que usted le da y comer su comida; por eso no es libre de hacer lo que quiere. Si ganara lo suficiente para mantenerse no se encontraría en esta situación."

Al oir eso. Wei la dejó libre, porque era hombre cortés y con un gran sentido de justicia. Se inclinó ante ella pidiéndole disculpas, y añadió: "No ha sido mi intención insultar a mi pariente".

Cheng regresó pronto. Se saludaron efusivamente. Desde entonces Wei se hizo cargo de todos los gastos de Jen. Se aficionó tanto a ella que la visitaba casi cada día, pero su trato era solamente el de amigos. Jen lo trataba con toda intimidad y afecto pero claramente no como amante. Esa expresión de fidelidad hizo que Wei la respetara tanto como la quería. Le hacía muchos regalos y pensaba en ella día y noche. Jen lo sabía y un día expresó su gratitud con estas palabras: "Eres muy amable en tratarme con tanto afecto. Siento no poder satisfacer tus deseos, pero no puedo traicionar a Cheng. Sin embargo, quisiera encontrar forma de hacerte feliz. Yo soy de la provincia de Shansi y me crié en la capital provincial. Mi familia eran actores y muchas de mis primas son concubinas de hombres ricos. Changan es una ciudad pequeña y las conozco a todas. Si ves alguna chica que te guste, me alegraré en presentártela; quiero devolver en algún modo tu amabilidad."

Wei le respondió: "Eres muy amable en pensar en eso".

En el mercado había una vendedora de vestidos llamada Chang la Decimaquinta. Tenía un cutis muy agradable, que gustaba mucho a Wei. Este preguntó a Jen si la conocía. "Desde luego", respondió ella. "Es mi prima. No será problema conseguirla". Dos días después trajo esa mujer a Wei; pero él se cansó de ella después de algunos meses.

"Es muy fácil conseguir a alguien del mercado; por eso no aprecias mis esfuerzos", dijo Jen a Wei. "Procura recordar a alguna que te guste, de posición más elevada, más difícil de conseguir. Haré lo posible por conseguírtela. "

Wei pensó por un momentó y dijo: Ayer fue el "Día de la Comida Fría" (un festival antes del Ching Ming, Día de los Difuntos) y fui con algunos amigos a visitar el Templo de las Mil Bendiciones, donde el General Tiao Mien realizaba una reunión musical. Había una chica de unos dieciséis años, que tocaba un órgano de bambú. Tenía dos rizos de pelo que le llegaban a las orejas y parecía sumamente tierna y hermosa. La conoces?

"Es la favorita del General Tiao", dijo Jen; su madre es mi prima. Procuraré con­ seguirla".

Wei le hizo una reverencia muy profunda y ella le prometió sus mejores esfuerzos.

Durante un mes Jen fue repetidas veces a casa del General Tiao. Cuando Wei la urgió a apresurarse, ella le dijo que preparara dos bultos de seda para un regalo, lo que él hizo. Dos días después, mientras Jen y Wei comían juntos, el General Tiao mandó un viejo servidor a Jen. Sonriendo, ella dijo a Wei: "Ya está".

Lo ocurrido era que Jen, por medio de sus poderes mágicos, había hecho enfermar a la joven sin remedio de medicinas. El General y la madre de la joven se preocuparon tanto que consultaron a un brujo pidiéndole remedio. Jen había sobornado al brujo con la seda de Wei, haciéndole decir que la casa de Jen era el lugar donde la joven podría reponerse. Cuando el brujo vió a la joven dijo: "Es mala suerte para ella permanecer aquí; para mejorarse debe trasladarse a una casa al sureste".

Inquiriendo sobre una casa en esa dirección, el General Tiao y la madre de la joven encontraron que la única era la casa de Jen, con lo que el General envío su criado para pedir ese favor. Al principio Jen fingió negarse, diciendo que su casa era muy pequeña y simple; sólo ante la insistencia del General consintió en acceder. Entonces el General mandó a la joven con su madre en un carruaje cargado de vestidos y otras cosas de la joven. Tan pronto como llegaron a casa de Jen la enfermedad dcsapareció. Después de unos días Jen llevó a Wei secretamente al cuarto de la joven y un mes después esta se encontró encinta. La madre se aterrorizó e inmediatamente llevó a su hija de regreso a casa del General, dando así fin al asunto.

Unos días más tarde Jen preguntó a Cheng: "Puedes conseguir cinco o seis mil en dinero contante? Puedo hacerte una buena ganancia." "Creo que sí" respondió Cheng.

Fue a ver a su amigo y le pidió prestada la cantidad de seis mil dineros.

"Anda al mercado" le mandó Jen, "y encuentra un hombre que vende un caballo con una mancha azul en las ancas. Compra ese caballo".

Cheng fue como le había dicho y encontró un hombre llevando de tiro un caballo para vender. Viendo una mancha azul en el anca izquierda del animal. Cheng lo compró. Sus cuñados se le rieron diciendo "Nadie quiere ese animal. Para qué lo compras?"

Poco después Jen le dijo: "Anda a vender el caballo. Pide treinta mil dineros."

Cheng llevó el caballo al mercado y lo ofreció en venta. Un comprador le ofreció veinte mil pero él se negó a venderlo. Todos en el mercado se maravillaban y decían:

"Porqué ofrecerá nadie un precio tan alto, y porqué querrá tanto el dueño a ese caballo, negándose a venderlo?".

Cheng montó su caballo disponiéndose a regresar a su casa. El comprador lo siguió elevando su oferta a veinticinco mil, pero Cheng insistió en los treinta mil. "Sin treinta mil no hay negocio", repetía.

Sus cuñados lo rodearon criticándolo, de modo que se vió obligado a vender por algo menos que treinta mil.

Posteriormente Cheng hizo una investigación secreta para averiguar porqué el comprador había pagado tanto por ese caballo. Resultó que el comprador había sido el caballerizo mayor en el departamento Chaoying. Un caballo con una mancha en el anca había muerto tres años antes, pero él no había hecho su informe. Ahora debía retirarse y había recibido sesenta mil dineros para forraje de los animales.

(Continuará en el Nº próximo)

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