27/04/2024

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Literatura: Pei Hang (I)

26/09/1975
A bordo del enorme y lujoso barco que navegaba de la capital a las ciudades sobre la costa de los ríos Hsiang y Han, un intelectual llamado Pei Hang conoció a una dama llamada la Señora Fan, cuya belleza era insuperable. Pei Hang, que entonces era solamente un "tsiu-tsai" (el título más bajo obtenido en los exámenes públicos) dió el exámen por un título superior al promediar el período de Chang Ching, pero fracasó. Antes de regresar a la capital, hizo una visita a su buen amigo, el Ministro Tsui, en una isla cerca de la provincia de Hupei. Pasó allí una temporada muy agradable. Al despedirse, el Ministro, ya retirado, le obsequió docientos mil dineros. Esa suma hizo posible que Pei Hang pudiera ser pasajero de ese barco espléndido.

La cabina de Pei Hang estaba cerca de la de la Señora Fan. Con frecuencia la podía ver a través de las cortinas. Al pasar por la cabina solía dar los buenos días a Humo Sutil, la doncella de la Señora Fan, como medio de conversar con ella aunque fuera indirectamente. Pero eso era todo lo que podía hacer. Aunque sentía que ya tenía alguna familiaridad con la señora, no encontraba modo de establecer una relación formal. No sabía si se había enamorado de ella, pero el deseo de conocerla se hizo tan fuerte que por fin escribió un poema y pidió a Humo Sutil que lo llevara a su señora. Humo Sutil no se atrevía, pero finalmente accedió dejándose persuadir por algunas joyas que Pei Hang le regaló. El poema decía:

"Aún los de Hu y Yuëh (dos puntos muy distantes)
anhelan encontrarse.
Porqué no este ángel, separado
sólo por una cortina de brocado?
Si tu, oh diosa Yu-ching
volaras al cielo,
Yo te seguiría hasta las nubes
en las alas del fénix y las grullas."

El poema fue entregado a la Señora Fan, pero no hubo respuesta. Cuando Pei Hang preguntó a Humo Sutil, ella respondió: "Qué puedo hacer? Cuando le dí el poema no dió ninguna indicación de que lo leería."

Pei Hang no sabía qué hacer. Pero sin darse por vencido, compró varias clases de frutas que mandó a la Señora Fan por medio de Humo Sutil. Impresionada por su diligencia y perseverancia, la Señora Fan dijo a la doncella que invitara a Pei Hang a su cabina.

Pei Hang estaba nervioso y contento. Vistió lo mejor que pudo y fue a la cita. Al levantar Humo Sutil la cortina de la puerta para darle paso, Pei Hang vió una luz brillante en el cuarto, como si estuviera lleno de jade resplandeciente y pimpollos relucientes. Con sus cejas arqueadas, su piel transparente y su cabello negro y nebuloso, la Señora Fan era bella como un hada. No era de extrañarse que no se dignara cultivar relaciones con los mortales, pensó Pei Hang. Saludó a la Señora Fan, y después de rendirle cortesía permaneció de pie a su lado, cautivado por su belleza. La Señora Fan lo invitó entonces a sentarse y le dijo:

"Hace algunas semanas Humo Sutil me dió su poema. Siento no haber tenido tiempo de recibirlo antes. Fue usted muy amable en querer conocerme y enviarme tantos presentes. Tendré gusto en recibirlo como amigo, si es eso todo lo que usted desea. Yo soy una mujer casada. Mi esposo se encuentra ahora en Hannan y está considerando renunciar a su puesto y retirarse a una vida apartada en alguna montaña. Eso significa que se separará de su familia para siempre y por eso me ha mandado llamar para despedirnos. Comprenderá usted que esto es un gran golpe para mi y que he partido de mi casa con toda prisa para reunirme con él antes que emprenda su viaje. Mi corazón está muy apenado y me resulta imposible prestar atención a nadie, aunque tenga la amabilidad de admirarme. Me alegro de viajar en el mismo barco con usted, pero no querría tener ninguna intimidad que pudiera causar escándalo."

"Oh, si, desde luego", replicó Pei Hang, estupefacto.

Las palabras de la Señora Fan fueron dichas con sinceridad, pero su actitud era reservada. Sin saber qué decir, Pei Hang bebió su té lentamente y después se despidió. Habiendo descubierto que la castidad de la Señora Fan era fría como la escarcha y sólida como un bloque de hielo, Pei Hang no se atrevió a insistir en procurar su amistad.

Pocos días después la Señora Fan compuso un poema, mandando a Humo Sutil que lo entregara a Pei Hang. Era el famoso poema "Puente Azul", que dice:

"Un gran trago de néctar
hará brotar mil pensamientos;
Después de moler hierbas mágicas,
una cita con Yun-ying.
El puente Azul, camino al país de las hadas;
Porqué buscar caminos apartados para entrar al cielo?

Pei Hang pensó que el poema estaba muy bien escrito y admiró a la Señora Fan por su talento literario. Pensando que no tendría oportunidad de volver a verla, pidió a Humo Sutil que le diera sus saludos.

Al llegar el barco a Hsiangyang, sobre el río Han, la Señora Fan y su doncella recogieron sus cosas apresuradamente y de­ sembarcaron. Nadie sabía a dónde habían ido. Pei Hang procuró por todos los medios encontrarla sin poder dar con sus rastros. Parecería que se hubiera evaporado a propósito.

Apenado, Pei Hang inició su viaje de regreso a la capital. Dejó el barco y continuó a caballo. Pasando por la estación del Puente Azul se sintió sediento y mirando alrededor vió solamente tres o cuatro pequeñas cabañas de aspecto pobre cerca del camino. En una de las cabañas una vieja se ocupaba en cortar cáñamo. Pei Hang se inclinó ante la mujer y le pidió agua. La vieja gritó hacia el cuarto interior: "Yun-ying, trae un vaso de jugo para el caballero".

El nombre "Yun-ying" agitó a Pei Hang. De pronto recordó que ese nombre figuraba en el poema de la Señora Fan y que el Puente Azul era también mencionado. Serían meras coincidencias? O el poema era una predicción? Mientras consideraba ese misterio, vió un par de manos como de jade blanco que se extendían desde detrás de la cortina roja sosteniendo una copa de porcelana conteniendo algún jugo. Pei Hang tomó la copa y bebió todo su contenido. El jugo era delicioso como el néctar y su fragancia se esparció por todo el cuarto.

Al devolver la copa, Pei Hang levantó intencionalmente la cortina para poder ver a la jóven. Con gran sorpresa vió que era de una belleza sin par. Su hermosa piel era transparente como el jade y suave como una nube obscura. Como un pimpollo teñido por el rocío matinal y como la nieve que se derrite al calor de la primavera, su rostro semejante a las hadas, era la vista más amable en el mundo de los hombres. Era delicada y tímida. Volviendo a medias su cuerpo mientras se cubría el rostro con una de sus largas mangas, daba la impresión de una orquídea roja que florece en un valle vírgen. Su apariencia y sus gestos eran de belleza exquisita.

Pei Hang se sorprendió tanto al encontrar una chica tan bella en un lugar tan remoto que permaneció como clavado al suelo. Finalmente dijo a la vieja: "Mi sirviente y yo estamos cansados y hambrientos, y también nuestros caballos. Nos haría el favor de permitirnos descansar aquí un momento y prepararnos una comida sencilla? Le pagaré lo que usted diga."

La mujer respondió: "Con mucho gusto. Está usted en su casa. Le prepararé algo de comer. No necesita preocuparse en pagarme."

Fue a la cocina y poco después volvió con algunas viandas para Pei Hang y su servidor. Después dió de comer a los caballos.

Pei Hang, después de beber su té, agradeció a la mujer por la agradable comida y levantándose de su asiento le preguntó: "Me permite inquirir quién es la jóven que me dió el vaso de jugo hace un momento? Es tan hermosa que no creo que haya su igual en el mundo. Para ser franco, estoy encantado con su belleza y querría casarme con ella. Si no lo considera impertinente, querría pedirle su mano. Agradecería mucho a usted que reciba mi petición y me diga qué obsequios de compromiso desearía recibir."

"Ya está comprometida", le contesto la vieja, "pero todavía no es tiempo de revelar el nombre de su novio. Baste decirle esto: Yo soy vieja y ella es mi única nieta. Naturalmente deseo obtener una persona de confianza para ser su esposo. Un espíritu que pasó por aquí ayer nos dió un paquete de medicina que, según dijo, puede hacer inmortal a quien la tome. Pero la medicina debe ser machacada con una maza de jade en un mortero de jade por espacio de cien días antes que se la pueda tomar. Por eso he prometido que quien desee casarse con mi nieta debe obtener esos dos objetos de jade como regalos de compromiso. Ni necesito dinero ni otra cosa."

"Muy bien", exclamó Pei Hang. "Haré todo lo posible por traerle la maza y el mortero de jade. Entretanto, le ruego que no la de en matrimonio a otro".

"No lo haré", respondió la abuela; "pero me debe traer esas cosas dentro de cien días."

(Continuará en el Nº próximo)

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