28/04/2024

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Historia del Pesar Eterno (I)

26/10/1975
Al promediar la era de Kal Yuan, en la dinastía Tang, China gozó de una paz y prosperidad no comunes en su historia. El Emperador Hsuantsung, que había reinado por muchos años, se encontraba agotado por la atención que debía prestar a los innumerables asuntos de estado, que le exigían estar vestido antes del amanecer y le hacían llegar siempre tarde a su cena. Ahora no ocurría nada serio para preocuparlo, por lo que puso al primer ministro a cargo de todo y se dedicó a gozar de la música, juegos y otras diversiones. Apetecía también la compañía de mujeres. Sus antiguas favoritas, la Emperatriz Yuanhsian y la Concubina Wu ya habían fallecido. Es verdad que había más de mil mujeres jóvenes en el palacio, pero ninguna llegaba a atraerlo. Por eso se sentía muy descontento. Era el mes de octubre. Cada año en ese mes, el Emperador Hsuantsung iba a pasar un breve período de vacaciones en el palacio Huaching. Todas las concubinas reales, las damas de compañía y las esposas de los nobles y de los altos funcionarios eran invitadas, por lo que dondequiera que el carruaje imperial iba, allí seguía una carabana de señoras resplandecientes con sus perlas, jades y otras joyas. Por encima de los otros favores y privilegios concedidos a las señoras por el Emperador, apreciaban el permiso de gozar de los baños termales del palacio. El Emperador gustaba también de esos baños. El humo y el vapor del agua, acariciandolo como una cálida brisa primaveral, aceleraban su corazón haciendole sentir como si estuviera teniendo un romance con una mujer semejante a las hadas. Mirando a su alrededor la pareció que no veía más que polvos y cosméticos. Disgustado, mandó a Kao Li-shih, un eunuco muy habilidoso, a buscar secretamente una jóven bella fuera de los atrios interiores. Kao Li-shih había oído comentarios sobre la belleza de la hija de un tal Yang Hsuan-yen, de Hunglung. La jóven se encontraba entonces en la casa del Príncipe Shou, pero mostrando a este el edicto imperial, Kao Li-shih obtuvo permiso para llevarla a Hsuantsung. La chica se llamaba Yang Yü-huan (Pulsera de Jade Yang) y tenía sólo quince años. Era de belleza excepcional y muy inteligente. Su cabella negro era nebuloso, su tez delicada como las flores, su figura elegante, y por sobre todo, tenía un carácter agradable y dulce. En cuanto la vió, el Emperador Hsuantsung pensó que no desmerecía de la Señora Li, la concubina del Emperador Wu de la dinastía Han, y se enamoró de ella. Le mandó que tomara un baño en su terma privada antes de cambiarse sus vestidos. Delicada y tímida, Pulsera de Jade parecía tan débil después del baño como si no tuviera fuerzas para sostener su vestido de seda y gaza. Era un placer contemplar sus ojos radiantes como estrellas brillantes, mirando aquí y allá. El Emperador estaba encantado, pensando que esa chica era digna de su amor. Mandó a una actriz que le enseñara a cantar el "Canto de las faldas de arcoiris y del vestido de plumas", y con gran asombro suyo, Pulsera de Jade lo aprendió muy rápidamente. En la primera noche, el Emperador regaló a Pulsera de Jade un broche para el pelo y un caja para joyas, ambos hechos de oro sólido. También mandó que Pulsera de Jade usara largos pendientes de oro y un ornamente del cabello hecho en forma de fénix con perlas colgando que tintineaban al caminar. Con esas joyas parecía más bella. El año siguiente, Pulsera de Jade Yang fue hecha "Kuei-fei" o Concubina Real, con el privilegio de usar y vestir cosas cuyo precio llegaba a la mitad del de las usadas por la reina. Eso elevó su posición, y ella se esmeró en su arreglo y en su comportamiento para ganarse por completo el corazón del Emperador. Dotada de ingenio a la par de su belleza, sabía cómo hablar y cómo actuar en la forma más agradable al Emperador. Su sonrisa refinada, la gracia de sus danzas y el atractivo de su voz cuando cantaba iban acrecentando día a día el amor del Emperador. (Continuará en el Nº próximo)

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