09/05/2024

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Homenaje a Juan Cobo

06/05/2012
Detalle del cuadro hecho por el Padre Ramón Santacana Feliu en conmemoración a la abnegada labor de Juan Cobo en Asia. (Fotos de Chen Mei-ling)

El paso de diversas culturas por Taiwan ha dejado su marca en la historia de la isla. La presencia española destaca por la rica documentación disponible. No obstante, estos estudios no han sido hasta ahora ampliamente diseminados y el común de las personas tanto en la isla como de habla hispana desconoce muchos de los interesantes detalles que denotan la breve presencia de España en la “Isla Hermosa”.

Es por ello que una actividad en honor al primer sinólogo y traductor del chino de habla hispana, el padre dominico Juan Cobo, como la realizada el pasado 13 de abril en el Fuerte Santo Domingo, ubicado en el sector de Tamsui (Danshui) de la ciudad de Nuevo Taipei, acarrea gran importancia, ya que ayuda a difundir información sobre los héroes desconocidos de la cultura hispana en Asia, y específicamente, en Taiwan.

Dicho evento fue organizado conjuntamente por el Gobierno de la Ciudad de Nuevo Taipei; las embajadas de Guatemala y Nicaragua en la República de China; la Cámara de Comercio de España; la Oficina de Enlace de México en Taiwan; la Universidad Providence de Taichung; y la Orden de los Predicadores.

El motivo que impulsó la realización de la actividad fue el 420º aniversario de la creación de las obras claves en el legado de Juan Cobo, siendo las primeras escritas en lengua china. La fecha de la publicación de su primera obra coincide con la de su desafortunada muerte, acaecida tras un naufragio en las costas de lo que entonces se conocía como Formosa, actualmente, Taiwan.

Los invitados especiales al evento dieron a la concurrencia una semblanza de la vida de Juan Cobo, la historia de sus obras y la importancia de su legado para Taiwan.

 

Cubierta de uno de los libros empleados en la evangelización para convertir a los residentes de Manila.

Juan Cobo nació en 1546 o 1547 en Consuegra, provincia de Toledo, España. Este poblado es conocido porque Miguel de Cervantes lo hizo célebre por su referencia a los molinos de viento. Quizá por ello la semblanza de Juan Cobo es algo “quijotesca”. Fue un hombre valiente que enfrentó peligros en sus viajes a Nueva España (México), Filipinas y los mares de China.

Durante su preparación para el sacerdocio, Juan Cobo adquirió una esmerada formación propia del Siglo de Oro español, con amplios conocimientos religiosos, literarios, científicos y humanistas. Siendo profesor en Salamanca, cuando tenía unos 38 o 39 años, le llegó la noticia de que se buscaban misioneros para ir a China.

Siendo profesor en el convento de Santo Tomás de Avila, recibió el encargo de trasladarse a México como antesala del primer viaje de misioneros españoles a China, que emprendió junto con otros 38 compañeros. No obstante, al arribar a México, se encontraron con la negativa del Emperador de China al ingreso de misioneros, cuarteándose así sus planes.

Algunos de sus compañeros se regresaron a España. Sin embargo, otros no se desanimaron ante los impedimentos que interponían las autoridades chinas para el ingreso de misioneros a su territorio. Fray Cobo permaneció un año más en la ciudad de México bajo el encargo del Emperador Felipe II de predicar justicia a favor de los indígenas y de amonestar al Virrey y a las autoridades. Estas acciones nos revelan su carácter férreo, de una persona incorruptible, según lo manifiesta el profesor José Ernesto Parra Cortés, de la Universidad Providence, especialista en la vida y obra de Juan Cobo.

La amonestación le valió su destierro de Nueva España, que probablemente, conjetura Parra Cortés, el mismo Juan Cobo lo buscó como una forma de llegar hasta Asia. Por eso, se embarcó en uno de los primeros viajes del Galeón de Manila.

 

La compositora mexicana Anastasia Guzmán interpretó algunas melodías para los asistentes al evento.

Fray Juan Cobo llegó a Filipinas en mayo de 1588. Fue nombrado por el obispo Salazar como examinador de sacerdotes confesores y predicadores, y más adelante, Vicario Provincial. Pero lo más importante para él fue que al mismo tiempo se le nombró ministro encargado de cuidar y evangelizar a los habitantes chinos del Parián, en los extramuros de Manila, donde se tenía a los chinos no convertidos, la mayoría de ellos mercaderes.

Producto de su contacto con ellos, su cultura y sus creencias, y el aprendizaje paulatino de su lengua, escribió en 1589 su Carta que el dominico P. Fr. Juan Cobo dirigió a sus hermanos de religión de la provincia de Guatemala y España. En dicha misiva manifiesta una intensa caridad hacia la comunidad china y disipa los temores ante la empresa evangelizadora y cultural en Asia. También hace una de las primeras descripciones de los mercaderes chinos que comenzaron a impulsar en Manila la llamada “Ruta Marítima de la Seda”, la cual fue posible gracias a la navegación constante efectuada por la Nao de China o Galeón de Manila durante 230 años, de 1565 a 1815, entre los puertos de Manila y Acapulco, desde donde proseguía su viaje hacia Perú y España. La ruta unió tres continentes: Europa, América y Asia.

A los seis meses de su estadía comenzó a escuchar confesiones en chino. Inmediatamente tras su llegada a Manila, Juan Cobo se dio a la tarea de aprender la lengua china, en este caso, el dialecto hoklo o fukienés del sur.

 

Religiosos, diplomáticos, académicos y altos funcionarios gubernamentales participaron en el homenaje a Juan Cobo.

Por ese tiempo, Juan Cobo comenzó la construcción del primer hospital. Anteriormente, el fraile recibía a los enfermos en su casa; acomodándolos inclusive en su propia cama.

Mientras tanto, Juan Cobo, quien había estado estudiando cuantos libros en chino había a su alcance, emprendió su reto más relevante. Con la ayuda de un ayudante converso, se dedicó a traducir un libro que consideró el más importante, ya que condensa valiosos elementos del pensamiento chino. Titulado Espejo rico del claro corazón, esta publicación tiene el mérito de ser la primera traducción de un libro chino a un idioma europeo, el español, en este caso.

El original Bem Sim Po Cam, escrito en el siglo XIV por Fan Li-ben, recopila una selección de 673 importantes aforismos tomados de los más grandes pensadores clásicos chinos. El fraile adjuntó un elaborado prólogo dirigido al Príncipe Felipe III, y a su padre, el Emperador Felipe II.

Por ese mismo tiempo, Juan Cobo comenzó su obra más importante, llamada Apología de la verdadera religión, o Piencheng-Chiaochen-Chu’anshih-Lu, escrita entre el fraile y su ayudante, completamente en chino. A pesar de quedar inconclusa, ya que solamente se terminó el primer tomo antes del inoportuno fallecimiento de Juan Cobo, la obra conserva el mérito de ser el primer libro dirigido a los chinos que presenta el pensamiento religioso europeo. Asimismo, es el primer libro impreso en Filipinas.

Otro de sus textos importantes fue La Doctrina cristiana en letra y lengua china, el primer catecismo escrito para los chinos, impreso en 1593.

A Juan Cobo se le atribuyen otras tres obras: el Vocabulario chino o Vocabularium Sinense; el Arte de la lengua china o Lingua sinica ad certam revocata methodum; (lamentablemente perdida hoy en día) y un Tratado de Astronomía.

En mayo de 1592, los españoles temían una invasión de Filipinas por parte del ejército japonés del Emperador T. Hideyoshi, quien les exigía vasallaje. Por lo tanto, el gobernador español Gómez Pérez Dasmariñas y Ribadeneira, nombró a Juan Cobo como embajador, considerándolo persona idónea, por su “prudencia y valor”.

Juan Cobo encabezó una comitiva a Japón, y tras permanecer cuatro meses negociando con el Emperador Hideyoshi, logró no solamente una tregua, sino también el ingreso de misioneros a Japón y la promesa de la firma de un acuerdo comercial. Concluida pues su misión, se embarcó de regreso a Filipinas.

Lamentablemente, en su camino de vuelta, el barco atravesó un tifón, que lo empujó hacia la parte norte de Formosa, cerca de Danshui. El barco se estrelló contra las rocas, despedazándose, y al buscar refugio en tierra firme, los nativos de la isla, recelosos, le dieron muerte a Juan Cobo y sus compañeros de viaje.

A pesar de que la labor evangelizadora y cultural de Juan Cobo quedó inconclusa, sus aportes fueron claves para el desarrollo posterior de los intercambios entre las culturas occidentales y orientales, y dejan huella del valioso aporte cultural de España en Asia.

El evento en el Fuerte Santo Domingo concluyó con la develación de un cuadro titulado Homenaje al Padre Juan Cobo, realizado por el padre Ramón Santacana Feliu. El cuadro incluye elementos como el Galeón de Manila, la semblanza de Juan Cobo en actitud de predicar, Juan Cobo con sus libros ante la luz de tres velas que representan la espiritualidad religiosa de la Santísima Trinidad.

Texto recopilado por Silvia Villalobos

 

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