30/04/2024

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Ambiente para beber

01/07/1996
Foto de Chang Su-ching El SalónWu ChingKu de Taipei ofrece un ambiente informal y acogedor donde la gente se puede relajar.
Los salones de té en Taiwan son un gran negocio. Pasar unas pocas horas en un ambiente placentero mientras se disfruta de una taza de té, ya sea oolong o pu-erh, es tan fácil –y además está muy de moda– como encontrar una taza de un buen café con leche en cualquiera de los cientos de cafeterías que han surgido por toda la isla durante los últimos años.

Antes de los años setenta, sin em­bargo, la situación era diferente. Si alguien decía que iba a un salón de té, seguro que recibiría miradas de recelo y guiños maliciosos. Durante esa época, estos salones estaban clasificados por el gobierno como uno de los ocho negocios relacionados con la industria del sexo de Taiwan. Esta con­cepción errada surgió por la percepción equivocada de la relación entre los salones de té y muchos de los "cuartos de té" que quedaron del período de la ocupación japo­nesa (1895-1945), en donde las anfitrionas en realidad proporcionaban lo que se des­cribía eufemísticamente como "servicios personales especiales".

El estigma sexual dificultó el estable­cimiento de los nuevos salones de té. Fan Tseng-ping, Director de la Asociación Cul­tural de Té Chino de Taipei, ha observado el desarrollo de la afición por el té durante treinta años. El recuerda a una secretaria que trabajaba en uno de los pocos salones de té en Taipei durante los años setenta. "Su madre llamaba varias veces al día para asegurarse de que el lugar era respetable", ríe él. Para empeorar la situación, de vez en cuando la policía hacía redadas en estos establecimientos. Algunos propietarios in­geniosos resolvieron el problema solicitan­do licencias para dos negocios separados. "Una para vender té", dice Fan. "Y otra para el negocio de las bebidas".

Fan y muchos otros están ansiosos de revivir la "cultura del té", una frase que evoca la imagen de los antiguos literatos chinos sentados bajo un árbol al lado de un río, saboreando una taza de té, apre­ciando la naturaleza y discutiendo tópicos artísticos. Su postura ante el té era muy diferente de la de los japoneses. Aparte de la materia prima –los japoneses acostum­braban pulverizar el té en vez de usar la hoja como tal– la famosa "ceremonia del té" era muy formal y ritual, algo que los chinos no disfrutaban así. El ideal de Fan es recrear el tipo de salón de té en el que la gente no sólo puede apreciar el té, sino que también puede conversar sobre temas cultu­rales en un ambiente completamente relaja­do, y quizás, puedan luego incorporar un poco de esta experiencia a sus vidas diarias.

La meta de Fan está a punto de ha­cerse realidad –hoy día, muchos piensan que los salones de té son lugares modernos para pasar una tarde relajante– pero el camino para lograrlo ha sido largo y difi­cultoso.

El renacimiento del interés en la "cultura del té" chino fue el motivo detrás del establecimiento de muchos salones de té en los años setenta y a principios de los ochenta. Estos eran administrados profesio­nalmente y ofrecían solamente té chino ca­liente. El primer salón de té propiamente dicho, llamado precisamente, Salón de Té China, apareció en 1973, pero después de sólo dos años se vio forzado a cerrar. Un limitado número de clientes entraba: en particular, muy pocos jóvenes. "La juventud no estaba preparada para lo que la gene­ración mayor consideraba un pasatiempo", dice Fan. "Y les pareció que la lujosa deco­ración era demasiado opresiva. Ellos esta­ban tan ocupados tratando de perfeccionar el asunto de preparar el té que no se podían relajar y disfrutar la bebida".

Foto de Chang Su-ching

El SalónWu ChingKu de Taipei ofrece un ambiente informal y acogedor donde la gente se puede relajar.

A finales de los años setenta, sin embargo, tuvo lugar el gran renacimiento del interés en la cultura tradicional. Los estudiantes universitarios y los intelectuales se embarcaron en una ávida búsqueda de sus raíces. El antiguo arte chino de preparar té se volvió de repente no sólo respetable sino verdaderamente popular. ¿Y a dónde más ir en búsqueda de la tradición si no es a un salón de té?

Los salones de té fueron finalmente legalizados en 1983, tras muchos años de campaña por parte de los propietarios de estos negocios y otras personas ansiosas por promover la legítima cultura del téchino. ¿Lo consideraron un triunfo estos campeones? "Nosotros deseábamos originalmente que los salones de té no solamente fueran legalizados sino que también fueran clasificados como negocios relativos a la cultura". La consecuencia práctica es que estos establecimientos continúan pagando más impuestos que lo que pagarían si fue­ran considerados negocios relacionados a la cultura.

A pesar de todo, estos salones pronto surgieron por todas partes, y poco después ya se habían convertido en lugares elegantes donde los jóvenes pasaban el tiempo. A finales de los años setenta y principios de los ochenta, los salones de té comenzaron a ir más allá del mero cultivo de la antigua tradición de beber té. También ofrecían un círculo social, especialmente para las perso­nas interesadas en el arte, la literatura, y la política, un ambiente en el que podían in­tercambiar nuevas ideas, muy parecido al de los salones europeos del Siglo XVIII.

Por extensión eran considerados cu­na de los nuevos pensamientos. "En ese tiempo la situación política era bastante tensa", recuerda Fan. "Taiwan estaba bajo el Decreto de Emergencia, pero la gente buscaba la manera de romper la camisa de fuerza política". Según la leyenda, muchas ideologías democráticas y hasta revolucio­narias que se presumían sediciosas en aquellos días, pero que desde entonces se han convertido en algo común, fueron con­cebidas mientras se disfrutaba de una taza de té en los legendarios salones de té de Taipei –Tzu Teng Lu (Wistaria), fue qui­zás uno de los más famosos.

Aunque la aparición de los salones de té a finales de los años setenta y principios de los ochenta tuvo más que ver con otros asuntos sociales que con la seria obtención de ganancias, a pesar de todo el negocio atrajo a un grupo de em­presarios. Además, el panorama económico de Taiwan no era nada prometedor en ese entonces, y muchos jóvenes, especialmente los que habían cursado estudios en huma­nidades, no podían encontrar trabajos ade­cuados. Abrir un salón de té era una buena oportunidad. "En aquellos días, si unos cuantos amigos podían asociarse y reunir la suma de NT$300.000 (US$11.000), era suficiente para establecer un salón pequeño pero acogedor", dice Fan.

Debido a que muchos de estos esta­blecimientos eran administrados por gente educada y consciente del presupuesto, su estilo fue muy diferente al de sus predece­sores, que tuvieron poco éxito como el "Salón de Té China". Con su decoración simple y económica, pero al mismo tiempo muy de moda, los nuevos salones de té lograron calladamente crear un ambiente especialmente para los intelectuales.

Unos cuantos fueron establecidos en viviendas alquiladas al estilo japonés que se encontraban en ruinas, con un pequeño pero lozano jardín en el frente. La decora­ción consistía de artefactos con motivos chinos, u objetos que reflejaban el estilo de vida rural de Taiwan, obras de caligrafía y tinta china, sombreros de bambú, y vasijas de barro. Muchos de estos lugares incluso presentaban música tradicional china en vivo. "Casi cualquier cosa vieja y con motivo chino que encontraras en casa servía para la decoración", ríe Fan. "Algunos hasta co­locaron una estatua de piedra del Dios de la Tierra en la entrada".

Luego la economía comenzó a pros­perar. El Dcreto de Emergencia fue abolido en 1987. Las personas orientadas a los negocios empezaron a entrar en la cada vez más popular industria de los servicios, y los salones de té experimentaron un cambio en el estilo arquitectónico. Era el momento propicio para que el primer salón de té de grandes dimensiones hiciera su aparición. ¿Dónde? En Taichung. ¿Su nombre? Keng Tu Yuan que significa lite­ralmente: Jardín de Cultivo y Lectura.

El fundador de Keng Tu Yuan, Chang Wen-chang, no estaba en el mismo molde que sus predecesores más idealistas. Pla­neaba una carrera a largo plazo, y al mismo tiempo quería estar en algo que tuviera dimensión cultural. El observó larga y fijamente los salones de té de Taiwan y concluyó que sufrían de un serio defecto, eran demasiado pequeños. "El pensaba que si la gente iba a disfrutar verdaderamente del té chino, necesitaba mucho espacio y una decoración que reflejara la antigua forma de vida de los chinos", dice el Gerente de Keng Tu Yuan, Richard Huang. Chang también recibió la influencia de los nu­merosos cafés que ofrecían tanto jardines al aire libre como invernaderos, un estilo que se volvió extremadamente popular en Taichung en esa época. "Pero que eran, a pesar de todo, occidentalizados", dice Huang. "Chang se dijo a sí mismo: ¿Por qué no colocar un jardín al estilo chino para complementar una bebida china?

Chang pensó inmediatamente en la forma tradicional usada por los chinos cuando diseñan un jardín: varios estanques y un camino que serpentea de aquí para allá hasta llevar a los visitantes de regreso al punto inicial. Los precios de la tierra eran más bajos antes, y Richard Huang recuerda cómo Chang y su socio pudieron arrendar una casona vieja en Taichung, que demolieron y reconstruyeron completa­mente para hacer su jardín ideal. Cada mesa fue colocada al lado de una ventana que daba a los estanques de peces. "Nuestro salón de té no es en realidad tan grande", señala Huang. "Pero se puede apreciar casi todo el jardín desde cualquier lugar en que esté sentado".

Desde entonces, Chang ha abierto seis "Keng Tu Yuan" más, dos en Taipei, uno en Kaohsiung, y tres en el mismo Taichung. Hoy, la cadena tiene más de cien empleados, todos entrenados lo mejor posible en el tema del té y en las técnicas de preparar el té, para que así puedan ayudar a los clientes. Cada año los em­pleados tiene que pasar un examen, y de este modo demuestran que sus destrezas están a nivel y mejorando.

Como muchos de los primeros sa­lones de té que tenían una misión similar, Keng Tu Yuan ha combinado el negocio con el rol de promotor de la cultura del té chino. Pero, cuando abrió la primera sucur­sal, cinco años después de la legalización de este tipo de negocio, el gran renacimiento cultural no había llegado todavía a Taichung. Mucha gente en esa ciudad más tranquila, y hasta conservadora, continuó mirando con desprecio los salones de té como si fueran una sospechosa casa de sexo. "Tuvimos que pensar en todo tipo de actividades de promoción", dice Huang, "como educar a la gente sobre los diferentes tipos de té de Taiwan, o la forma correcta de prepararlo. Queríamos que todos enten­dieran que ésto no era una casa de sexo, si­no un lugar agradable, cultural donde se podía ir a beber té".

La meta actual de Keng Tu Yuan es estimular a más personas para que vengan y disfruten de la cultura del té de la isla, y al mismo tiempo convertirla en una parte de sus vidas diarias. "El arte de disfrutar el té chino puede ser muy refinado", dice Huang. "Puede parecer una actuación artística. Realizamos un concurso de preparar té cada año con el fin de resaltar los aspectos estéticos". Pero nuevamente, la preparación del té puede ser un asunto casual. Incluso la gente que no conoce mucho sobre el té puede prepararlo sin dificultad, siempre y cuando tengan los artículos básicos: hojas de té, una tetera, agua caliente, y tazas de té. "En nuestro salón de té, los clientes tienen la libertad de preparar el té de la manera que gusten", dice Huang. "Pero si necesitan ayuda, lo único que tienen que hacer es pedirla a nuestros empleados".

A finales de los años ochenta ocurrió un gran cambio en la cultura de los salones de té en Taiwan. Los servicios y los productos se diversificaron al ritmo de los cambios en el gusto y estilo de vida de los clientes. Muchos de estos salones comenzaron a ofrecer comidas a precios razonables, al equivalente de cinco o seis dólares norteamericanos. El comer fuera de casa se volvió muy popular en Taiwan, y ésta fue una de las razones del gran éxito de los salones de té.

Como las restricciones del comercio a través del Estrecho de Taiwan fueron relajadas gradualmente, los clientes pudieron ordenar no sólo té de Taiwan, sino también una gran variedad de té importado de China continental. Poco a poco, otros tipos de té de lugares más lejanos, tales como el Earl Grey, el té de desayuno inglés, el té de hierbas y frutas, e incluso las bebidas frias a base de té ­ –mezclas de té con otros ingredientes–­ lograron colocarse en el menú de los esta­blecimientos más empresariales. Hoy, muy pocos salones de té se confinan a servir té chino caliente. Muchos se han transfor­mado en una especie de híbrido entre salón de té y restaurante. Uno de los que ha tenido mayor éxito es probablemente Chun Shui Tang (Casa del Agua Primaveral), en Taichung.

Chun Shui Tang comenzó en 1983 como una pequeña tienda, pero se ha convertido en un salón de té de dos pisos, muy famoso por su variedad de productos. Entre estos: té chino, por supuesto; bebidas frias y calientes, bocadillos, y también se sirven comidas completas. Un mayor número de clientes se siente atraído más por la comida que por el té. Especialmente, las familias con niños disfrutan allí del almuerzo o la cena, dándole a la madre un merecido descanso de la cocina. Pero lo que realmente impulsó la reputación de Chun Shui Tang fue su imaginativa va­riedad de bebidas calientes y frias, creadas a través de la combinación de diferentes tipos de té con diversos ingredientes como leche, huevos, miel, jugos de fruta, e incluso hasta licor, todo mezclado en una coctelera. También ofrecen el servicio de comprar para consumir afuera, en la barra ubicada en la entrada del primer piso.

Aunque sea un negocio lucrativo, al fundador de Chun Shui Tang, Liu Han­ -chieh, le preocupa que más gente se congrege en el primer piso que en el segundo, donde ha creado el ambiente de un salón de té clásico. Allí, se pueden observar los diseños y motivos chinos más conocidos, tales como ventanas de madera tallada, biombos, espejos de luna, y puertas en forma de arco. Las sillas y mesas, finas y antiguas, complementan la decoración. Las paredes están cubiertas con la colección de arte folklórico de Liu, obras de caligrafía, y una selección de fotografías que él mismo ha tomado cuando viaja. Hay numerosos arreglos florales que varían según la es­tación. "Nosotros preferimos colocar el salón de té tradicional en el segundo piso, y hacemos lo posible por no ofrecer comi­das", dice Liu. "Pero eso no es fácil".

Nadie sabe exactamente cuántos salones de té existen en Taiwan hoy día, porque muchos están registrados bajo diferentes clasificaciones comerciales. Fan Tseng-ping de la Asociación de la Cultura del Té Chino estima que hay cerca de diez mil dispersos alrededor de la isla si suma­mos las pequeñas ventas de bebidas frias a base de té, aunque se cuestiona su ubicación en esta categoría: En los últimos años ha habido una explosión de las llamadas Ventas de Té Burbuja, que no son más que bares donde se vende té, administrados por comerciantes a quienes no les importa la verdadera cultura del té.

Aún así, todavía hay muchísimos salones de té tradicionales, particularmente en grandes ciudades tales como Taipei, Taichung, y Kaohsiung. Además, los salo­nes de té en estas tres ciudades se caracte­rizan ahora por sus diferentes estilos y perspectivas.

Fan cree que estos establecimientos en Taipei han mantenido la reputación de sus predecesores de ser lugares para los intelectuales. "En cuanto a los salones de té en el centro y sur de Taiwan, éstos están administrados generalmente por comer­ciantes y además son enormes", dice él. "Si alguien ha gastado mucho dinero en la decoración. Ud. no percibe un sentimiento cultural tan fuerte".

Sin embargo, Liu Han-chieh del Salón Chun Shui Tang cree que los salones de té de Taipei tienden a ser demasiado peque­ños, y son muy propensos a la experimen­tación. "No parece que hayan pensado seriamente en la verdadera administración del lugar", dice él. "Es como si estuvieran listos para cerrar en cualquier momento, en caso de que el negocio fracase". Y Ri­chard Huang señala que algunos salones de té de Taipei se vuelven populares por la personalidad del propietario. "Los clientes van allí porque tiene curiosidad de conocer al dueño y les gustaría conversar con él", dice él. "Pero, ¿cómo puede prestarle igual atención a todos sus clientes?".

El ambiente puede ser importante, pero es posible que se decore exageradamente un salón de té. Por ejemplo, Liu siente que los salones de té de Kaohsiung son en general demasiado exuberantes, su diseño interior y arquitectónico son extre­madamente imponentes. El está de acuerdo con Fan Tseng-ping en que no tienen mu­cho contenido cultural. "Estoy seguro que a la mayoría de la gente le parecerá que los salones de té de Taichung son mucho más agradables para la vista y tienen un mejor ambiente".

En fin, ¿quiénes van a estos salones de té? Según Fan, la mayoría de los clientes de estos establecimientos son personas educadas, cultas, y de clase media. Fan señala que la gente rica no forma parte de la clientela de estos negocios, porque tienden a ser más delicados al escoger la calidad del té que desean beber y los salones no satisfacen sus expectativas. Richard Huang de Keng Tu Yuan también expresa su opinión sobre este tema. "Muchas per­sonas piensan que nuestros clientes son en su mayoría estudiantes universitarios", dice él. "Pero en realidad, la mayoría trabaja durante el día, y viene aquí después del trabajo".

Hay un viejo refrán chino que dice que el vino es lo último en la mente de un bebedor: esto quiere decir que está más interesado en sus compañeros, la música, e incluso en el paisaje. De igual manera, la mayoría de las personas que frecuentan los salones de té hoy día no está tan interesada en el té. "Van allí por el ambiente", dice Fan. "Van porque les gusta mirar a la gente, o para que los vean a ellos mismos. Muchos clien­tes no pueden probablemente recordar que té pidieron después de marcharse".

En Yang Hsien, una de las ocho sucursales de Chun Shui Tang, a muchos jóvenes les gusta sentarse afuera para tratar de capturar una atmósfera igual a que si estuvieran tomando una taza de expreso doble en uno de los cafés del Champs Elysées. "A primera vista, lo que estamos ofreciendo en Keng Tu Yuan es simple­mente un lugar donde la gente pueda beber té", dice Huang. "Pero quizás nuestros clientes vienen aquí realmente para tener contacto con otros seres humanos, y el té es solamente un catalizador". Liu Han­-chieh de Chun Shui Tang cree que no es posible depender únicamente de la cultura del té tradicional para atraer a los clientes. "Para disfrutar de un ambiente típico de un salón de té, algunas veces la gente está dispuesta a tolerar un té mediocre", co­menta él.

Por ejemplo, a Lin Chia-fen, de 36 años de edad, instructora de arreglos florales en Taichung le gusta invitar a sus amigos de otras ciudades a Yang Hsien. En realidad, el motivo no es para que disfruten el té o la cultura del té. En lugar de ello, explica, "Es el ambiente lo que me atrae al segundo piso, donde el té es servido de la manera tradicional. La decoración esti­lizada, neoclásica, me hace sentir muy relajada y culta. Puedo pasar toda una tarde aquí, conversando con mis amigos. Para ser honesta, yo no sé mucho sobre el té o la preparación del té, tampoco ninguno de mis amigos. Pero aún así, nos gusta venir aquí".

Desde principios de los años ochenta, la población bebedora de té de Taiwan ha ido incrementando. "Ahora, cada familia tiene por lo menos una tetera y varias tazas de té", dice Fan Tseng-ping, "Sin embargo, es posible que no tengan una cafetera". El irresistible aumento de los salones de té y el despertar de la sociedad a la cultura del té en general ha estimulado el interés en la colección de teteras antiguas por lo que este mercado en Taiwan se ha vuelto muy activo. Además, utensilios nuevos, tales como la taza que se usa para apreciar la fragancia del té, y el instrumento que se emplea para limpiar la tetera, han sido inventados como parte de este desarrollo en general. "No existían esos implementos en la antigua China", dice Fan. "Fueron creados luego por los amantes del té locales, para hacer más interesante la preparación del té, y también más conveniente".

Hoy día, la mayoría de la gente considera los salones de té como una parte distintiva de la cultura en Taiwan, y su influencia ha comenzado a extenderse a las comunidades chinas en el exterior. Se han abierto salones de té hasta en lugares como Indonesia, Hong Kong, Malasia, y Singapur, la mayoría son administrados por chinos de ultramar que cursaron es­tudios universitarios en Taiwan. Incluso Shanghai tiene un salón de té con el nombre Keng Tu Yuan. "Estamos pensando en registrar el nombre antes de que otra per­sona lo tome", dice Richard Huang. "Porque es posible que abramos sucursales en China continental".

La cultura del té ha comenzado inclu­so a sembrar sus raíces en Canadá, donde mucha gente está animando a Liu Han­-chieh a abrir una sucursal del Chun Shui Tang. El todavía no se ha decidido por esta idea. "Ya con ocho salones de té, estoy su­ficientemente ocupado", dice él. "Además, nos va bien en Taiwan".

Los días en los que los salones de té jugaban a las escondidas con la ley ya son historia. Nadie sería capaz de repetir las viejas calumnias. Por el contrario, cual­quiera que no haya visitado aún alguno de estos establecimientos en Taiwan sentiría vergüenza al admitirlo. Como una aficio­nada a los salones de té, Lin Chia-fen lo expresa así, "Si no le gusta el café, quizás decida no ir a una cafetería; pero simple­mente no se puede perder la oportunidad de visitar un salón de té. A lo mejor el té no sea tan bueno, pero Ud. no va allí por el té, sino por el ambiente. ■

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