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Volviendo a las raíces

01/04/2007
Volviendo a las raícesVolviendo a las raíces

Algunos jóvenes Tao todavía pescan de la manera tradicional. Foto insertada: Syaman Rapongan describe cómo atrapa peces con un arpón de mano.

No es fácil pescar un pez cirujano; ellos suelen vivir en las profundidades y les agradan las corrientes rápidas. Entonces, la redada de 15 peces de Syaman Rapongan, todos atrapados con arpón de mano a una profundidad de 15 metros, sería algo para presumir, excepto que los ancianos de la tribu Tao (conocida anteriormente fuera de Lanyu como Yami) no suelen vanagloriarse. Cuando ofrece el pescado ahumado, y luego asado, a los invitados sentados en el patio al frente de su casa en Lanyu (conocida también como Isla Orquídea), explica cómo usó madera de un árbol de longan de Fiji para ahumarlo. “A mi esposa y a mí nos encanta comer este pescado, porque su carne es muy buena. Pero su piel no, es demasiado gruesa para comerla”, dice.

Mientras el aborigen de 50 años de edad entretiene a sus invitados con pescado ahumado, vino y cigarrillos, él parece estar completamente a gusto en esta isla pequeña y remota, a 20 minutos de vuelo en el Pacífico desde la costa sureste de Taiwan, inmerso en la cultura tradicional de los pobladores Tao de la isla.

“Para los Tao, el pez cirujano es un alimento tradicional de los hombres; esto es muy extraño para la cultura Han”, explica Syaman Rapongan. Los Han son aquellos en Taiwan que descienden de los inmigrantes chinos, alrededor del 95 por ciento de la población nacional. “Siempre distribuimos los peces que atrapamos equitativamente entre los aldeanos. Esta práctica tampoco es costumbre de la cultura Han”, dice el Sr. Wang, uno de los invitados sentados. Syaman Rapongan se sonríe. “Para los Han, mi vida aquí es una especie de leyenda —algo más allá de su imaginación”, dice.

Doble vida

Al ver a un hombre tan inmerso en su propia cultura como Syaman Rapongan, es difícil de imaginar que lleva otra vida, como un escritor e intelectual del idioma mandarín, o que durante sus primeros años de vida estuvo tan alejado de la cultura Tao, o que su comodidad actual es el resultado no de décadas de vivir la vida tradicional, sino de una reinmersión consciente y motivada.

Hace dieciocho años, Syaman Rapongan vivía una vida muy diferente y hasta tenía un nombre chino diferente, Shih Nu-lai, que le fue dado por el funcionario del registro local. El pasó sus años escolares en Taitung y luego en Taipei. Aunque nació en Lanyu, él sabía poco sobre las tradiciones de una cultura muy ligada al mar, tales como submarinismo, pesca con arpón y fabricación de botes. Como otros adolescentes que dejaron Lanyu, él perdió las destrezas que son esenciales para los hombres Tao. “Un hombre Tao que no puede pescar es inútil”, dice su joven sobrina, repitiendo la opinión de los mayores: “Es una vergüenza para un hombre Tao tener que gastar dinero para comprar pescado”. Una opinión tan severa no puede detener el flujo de jóvenes de Lanyu y el efecto corrosivo de la cultura moderna sobre las prácticas tradicionales.

En Taipei, él alcanzó su sueño de la niñez de recibir educación universitaria. Pero la experiencia fue agotadora y terminó sintiéndose vacío. “Para lograr ese sueño tuve que pasar tres años en academias y 10 años de trabajos manuales, cargando pianos o cajones de bebidas por todo Taiwan, para poder comer”, recuerda. Los crecientes movimientos aborígenes en los años ochenta le hicieron despertar, y él comenzó a pensar seriamente sobre su identidad y la situación apremiante de su tribu. Comenzó a entender poco a poco que él necesitaba estar en contacto con su cultura materna, que para reconstruir su dignidad como un Tao, él tenía que restablecer sus raíces en su propia cultura. Finalmente, cuando Syaman Rapongan tenía 32 años, un comentario de su padre lo hizo regresar a casa. “No huele a océano allá”, dijo. ¿Por qué permaneces allí?"

Volviendo a las raíces

Las historias de Syaman Rapongan han sido publicadas como libros ilustrados.

Al regresar a casa para quedarse, Syaman Rapongan solicitó al gobierno local dejar de usar el nombre Shih Nu-lai, y que le permitiera usar la forma tradicional de su nombre “Syaman Rapongan”, que significa “el padre de Rapongan”, Rapongan significa el primogénito. Tras la recuperación de su nombre, se lanzó a una batalla más difícil —quitar el estigma de asimilación con los Han y cultivar las destrezas que se esperaba tuviera un hombre Tao tradicional. “Para mi padre, un hombre Tao debe ser capaz de construir casas y barcos, atrapar peces voladores, contar cuentos, cantar... él tenía que hacerse de experiencia”, él escribe. Sin embargo, aprender esas destrezas y ser capaz de realizarlas de forma adecuada fue difícil al comienzo.

Mucho por aprender

Aunque la pesca tradicional Tao pueda parecer primitiva para los forasteros, hay gran cantidad de información que aprender, y debe aprenderse a través de la experiencia. A fuerza de persistencia, Syaman Rapongan logró finalmente comprender la luna, las mareas, la zona entre las mareas, encargarse de los botes y las técnicas para pescar. Después de cazar un jurel dentón gigante en las profundidades marinas por primera vez, se sentó en la costa rocosa solo y gritó de alegría. Cuando dirigía una procesión de pescadores al mar, su padre sonrió de felicidad. “Cuando mis vecinos vieron mis barberos lisos colgados en la rejilla de secado uno encima del otro, primero se sorprendieron y luego me felicitaron. Para la gente de mi aldea, al fin había logrado deshacerse del estigma de la cultura Han”.

Cuando Syaman Rapongan era niño, su padre siempre desaparecía en la oscura noche y traía grandes pescados. Su padre lo despertaba para que comiera pescado crudo y ojos de pescado con sal. Antes del fallecimiento de sus padres, él se sentía orgulloso de poder cazar peces para ellos también.

Al regreso del pescador, los familiares se reúnen todos para compartir el pescado, así como los cuentos y anécdotas de la familia sobre el mar. En estas ocasiones, los mayores cantan para elogiar o prevenir a los jóvenes. “Para mí esto era como un bebé tomando leche materna. Poco a poco penetré en la cultura materna de esta manera”, escribe.

“Si no hubiese tenido la experiencia de cazar peces voladores en la noche oscura o dorados bajo el sol abrasador, no estuviera tan encantado con el océano. Sin eso, no atesoraría la isla y mi cultura tribal”, escribe. Ahora que sus destrezas para pescar han mejorado, él atrapa menos peces porque se ha vuelto más selectivo, y sólo busca los peces más grandes. Su tío le dijo: “El océano tiene sus propias recolecciones y vida. Atrapar los peces grandes es evidencia de humildad. El asunto es que el océano puede recordarte y saber que eres tú por tu olor”. Los antropólogos interpretan el énfasis de los Tao en la humildad como un mecanismo para evitar la explotación excesiva de su ambiente. “Pero”, dice Syaman Rapongan, “es más que esto. En realidad, la gente Tao siente reverencia hacia su ambiente, lo que es una forma de animismo”, dice él.

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De las seis aldeas Tao en Lanyu, Yeyin ha preservado el mayor número de casas subterráneas con techos negros, que se pueden observar en la parte derecha de la fotografía.

La cultura Tao gira casi enteramente alrededor de los peces y la pesca. La fabricación de embarcaciones es parte de esta cultura y se considera la habilidad más importante asociada con la posición social de un hombre, así como un instrumento esencial para la vida. Cuando aceptó la invitación de su padre de 74 años en ese entonces para fabricar un bote, Syaman Rapongan aprendió más sobre su tribu, en particular sobre el animismo Tao. “Mi padre rezaba a los árboles para que ‘se mantuvieran en buen espíritu’ y ‘cayeran en el lugar correcto’ como si los árboles fueran sus amigos íntimos. Las oraciones tenían el propósito de bendecir los espíritus de los árboles para que las embarcaciones hechas con ellos, pudieran navegar mejor”. Al comienzo, él cuestionaba la superstición de su padre. Con la experiencia acumulada en el mar, él mismo ha desarrollado esta perspectiva. Y su bote, como el de su padre, lo llevará al centro de la cultura Tao —el océano.

Ponerse en contacto con cada aspecto de la cultura tradicional Tao —el océano, submarinismo, pesca, cortar leña para la fabricación de botes, ceremonias de peces voladores o canciones — describe la naturaleza de la vida de Syaman Rapongan. “No practico estas formas primitivas de trabajo y producción por motivos económicos”. Su interés ha sido heredar la cultura de sus antepasados. Pero más allá de esto, él desea transmitir los detalles y texturas de esa cultura al mundo exterior. El materialmente poco sofisticado pescador Tao es también muy admirado como escritor en idioma chino. De hecho, él es tan hábil con un bolígrafo o procesador de palabras como con el arpón para pescar. Apenas un día antes de brindar a sus amigos y vecinos pescado ahumado en su patio, había dictado una conferencia en una universidad en Tainan, en el sur de Taiwan.

El grabador

“Mi ambición es contar historias de los Tao en Lanyu. Lo que estoy tratando de transmitir es la naturaleza del trabajo y la labor tradicional que no tiene nada que ver con el valor monetario”, escribe en su libro Locamente enamorado del mar despiadado. Otros títulos que ha publicado incluyen Los mitos de la Bahía Ba Dai, Recolección de las olas y Los rostros de los marineros. Su obra ofrece a los lectores un cuadro vívido de la manera como la vida Tao está ligada al mar y narra las experiencias a menudo sublimes que ha vivido en el mar. Para una isla, Taiwan ha producido muy poca literatura sobre el mar; la de Syaman Rapongan es casi única.

Su reintegración a la sociedad Tao y el dominio de las destrezas tradicionales no fueron los únicos problemas que enfrentó. El regreso a Lanyu no fue fácil; según un funcionario local, de los jóvenes que se van, apenas uno de cien vuelve para establecerse aquí; excepto por la industria del turismo, Lanyu no tiene oportunidades de trabajo. Si los intelectuales aborígenes regresan, es casi siempre como maestros, funcionarios públicos o empleados de partidos políticos, adjuntos de la cultura china de Taiwan, casi completamente divorciados de la vida tradicional. Syaman Rapongan no tiene la intención de seguir este camino, pero evitarlo fue difícil. “Ese no es el tipo de vida que busco”, dice. Con frecuencia, ha sufrido para ganar dinero. Su esposa se quejaba a medida que sus hijos crecían y necesitaban dinero para las matrículas escolares. “¿Tú crees que se sentirán orgullosos de un padre sin un centavo?”, me preguntaba. “Mi esposa me llamaba un Tao moderno sin una ocupación moderna”, recuerda Syaman Rapongan. Por lo tanto, tenía que escribir, no sólo por una misión cultural de un solo hombre, sino también por necesidad financiera.

Respecto a la escritura, Syaman Rapongan sólo puede utilizar chino, porque el Tao no tiene idioma escrito. “Las frases que los ancianos utilizan son altamente metafóricas, lo que ha tenido mucho impacto en mi escritura. Por ejemplo, decir ‘el sol de un anciano es bajo’ significa que la persona está envejeciendo o muriendo; las estrellas son ‘los ojos del cielo’; ‘los hombres menospreciados por el viento’ se refiere a los hombres perezosos que descansan en los porches”, dice. “Estas frases no existen en chino, porque estas dos culturas diferentes son de dos mundos cognoscitivos diferentes”.

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Las mujeres Tao bailan la danza del cabello durante los festivales a fin de recibir a sus esposos que regresan de pescar.

En 1997, Locamente enamorado del mar despiadado recibió el Premio Los Diez Mejores Libros del Año del diario United Daily News. En 1999, Alas negras recibió el Premio de Literatura Wu Choliu, y se colocó en la lista de Diez Mejores Libros del Año del diario Central Daily News. Syaman Rapongan ve su labor como escritor no sólo para ofrecer anécdotas sobre los Tao, sino como una forma de promover su punto de vista alternativo sobre el mundo. Como un pequeño grupo de gente que vive rodeada del vasto océano, su cultura con el animismo y la atención a la humildad, enfatiza un respecto y armonía con la naturaleza muy diferente de la narrativa del estilo occidental de “conquistar” el océano. Para profundizar su comprensión, él hizo un postgrado en Antropología y un Doctorado en Literatura Taiwanesa.

En 2005, Syaman Rapongan hizo realizad otro sueño de su niñez. Una compañía japonesa le patrocinó una travesía de un mes con otros austronesios de Indonesia para navegar a lo largo de una antigua ruta de la migración austronesia. Esa experiencia le permitió entender y respetar aún más al espíritu náutico Tao. “El entrenamiento que recibí de mi padre me fue 100 por ciento útil”, dice. Sin embargo, el viaje en sí no fue con este propósito, ni fue el dinero que la compañía ofreció. Lo importante fue profundizar en la experiencia de vida que él ha estado siguiendo.

La noche avanza a medida que continúa la reunión en el patio de Syaman Rapongan. La gente Tao que está presente en la reunión sabe muy bien que todas las destrezas tradicionales a las que se ha dedicado a dominar Syaman Rapongan, no son necesarias para que los jóvenes Tao se ganen la vida en el mundo moderno. Ellos dudan también que otros le sigan los pasos. “Deberían haber más insensatos en Lanyu para diseminar nuestra cultura”, dice el Sr. Wang. “De hecho, la esencia de la cultura de una raza es establecida por insensatos”, dice también Syaman Rapongan, quien siempre se describe como un héroe trágico en una búsqueda inútil.

Después de pasar por muchos momentos decisivos en su vida, Syaman Rapongan tiene ahora otro sueño para el futuro: “Voy a escribir ensayos”. Una película basada en su vida será filmada pronto. No importa cuáles sean sus sueños, Lanyu y su tribu siempre serán la ventana a través de la cual él mira las profundidades de la vida. “Lanyu es donde encuentro paz”, dice. “Es como navegar un bote en una noche tranquila. Sólo puede oírse el sonido del bote deslizándose sobre las olas. En el proceso, se sondea la profundidad de la vida de un hombre”.

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