04/05/2024

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Taiwán Hoy

Más que un instrumento de caligrafía

01/02/2007
Cada pincel tiene propiedades diferentes y los usuarios pueden sentir otras diferencias al usarlo.

Cuando el calígrafo lleva a cabo su arte, el pincel debe levantarse, presionarse o girarse, sus pelos juntos o separados para que la tinta ofrezca líneas de cualquier grosor o intensidad. La destreza artística es sumamente importante, pero una buena parte del resultado se debe a la contribución del útil de caligrafía en sí mismo.

La leyenda dice que los pinceles chinos para caligrafía fueron inventados aproximadamente hace 2.200 años por Meng Tien, un general destinado al noroeste de China para mantener a raya a las tribus hostiles. Pero los hallazgos arqueológicos han indicado que los pelos de animales se usaron mucho antes como instrumentos de caligrafía. Aunque sigue en duda cuándo empezó a usarse o se inventó el pincel, fue usado para escribir, desde los documentos oficiales hasta cartas privadas, antes de que los útiles de caligrafía occidentales, tales como lápices y plumas fuentes, fueran populares.

Los inmigrantes chinos trajeron los pinceles a Taiwan, y los suministradores les siguieron a medida que se dieron cuenta que había un mercado. Sam Yick Brush Pen fue establecida en Fuzhou, en la Provincia de Fujian en China, en 1912. En 1946, la compañía estableció una sucursal en Taiwan, llamada Lam Sam Yick. Lin Ren-guei, el propietario semi-retirado de la tercera generación de Lam Sam Yick, explica que cuando el negocio taiwanés fue abierto al principio, ellos vendían pinceles hechos en su fábrica de Fuzhou. Su padre y su abuelo —ambos fabricantes hábiles de pinceles— luego comenzaron a hacer pinceles en Taiwan, usando las materias primas de China.

Traspasando el conocimiento

El negocio iba bien, por lo que tenían que contratar a terceros para satisfacer la demanda. Lam Sam Lick cuenta ahora con seis artesanos bajo contrato. Lin Jin-fu, quien hace pinceles de caligrafía para Lam Sam Yick, y otras marcas por más de 20 años, dice que las destrezas de hacer pinceles de caligrafía solían ser un secreto de las familias que los fabricaban. “En China, eran familias tan grandes que había mucha gente para encargarse de la venta y la fabricación”, dice. Pero esos que llegaron a Taiwan, no tenían a veces familiares para cubrir todos los aspectos del negocio, y tenían que compartir sus secretos de fabricación con “gente de fuera”, lo que permitió a la gente local aprender muchos puntos importantes.

Lin Jin-fu vendió pinceles de caligrafía durante tres años, y pasaba 28 de los 30 días de un mes montado en su motocicleta, antes de tomar la decisión de aprender la artesanía. Sin embargo, esto no fue fácil. Aunque un pincel parece algo muy simple, un aprendiz necesita por lo menos tres años y medio para aprender lo esencial. Según Lin, hay solamente entre 50 y 60 fabricantes de pinceles en Taiwan. La mayoría de ellos han trabajado en esto durante décadas, la gente nueva es muy escasa. “La parte más difícil en la fabricación de pinceles es que, aunque hay pasos estándares, no hay un estándar para cada paso”, dice Lin. En consecuencia, “los pinceles de caligrafía hechos por diferentes fabricantes poseen características diferentes, y cada usuario siente de manera diferente el mismo pincel”.

La importancia de los materiales

La diferencia entre los pinceles comienza con la punta, que se hace generalmente con pelos de animal. Pueden usarse puntas de pincel con pelo de cualquier animal, pero la resistencia y dureza de los pinceles hechos con diferentes tipos de pelo son completamente diferentes. Pueden usarse bigotes de rata, las plumas más suaves de las aves y los pelos de venado, aunque no todos son apropiados para la caligrafía general o comercialmente prácticos. Los pelos de conejo, macho cabrío y comadreja son los más comunes porque se obtienen con mayor facilidad. De los tres, el pelo de macho cabrío es el más suave y el de conejo, el más duro.

Uno de los pinceles menos comunes es el “pincel de pelo de embrión” que se hace con el cabello del primer corte de cabello de un bebé. Generalmente, el nombre y la fecha de nacimiento del bebé se tallan en el puño del pincel. Para la mayoría de la gente, este tipo de pincel es un recuerdo y no un útil de caligrafía.

Para el ojo no entrenado, parece que no hay mucha diferencia entre los diversos tipos o calidades de pelo de animal, pero en realidad las diferencias son muchas. Una punta de pincel hecha con pelo de la mejor calidad no sólo tiene mayor tiempo de duración, sino que absorbe tinta más fácilmente y es más fácil de controlar. China siempre ha sido el principal abastecedor de pelo, y los fabricantes de pinceles, por lo tanto, viajan con frecuencia allí para buscar suministros. Los pelos de grados más altos son muy costosos. Cuando no se permitía el comercio internacional, un tael (37,5 gramos) de pelo de comadreja costaba NT$8.000 (US$242). Hoy día, los precios son muy inestables, pero raras veces pasa de los NT$20.000 (US$606) por kilogramo. En general, cuanto más largo el pelo, más caro, y la parte del animal de donde el pelo es tomado también determina los precios.

Hay 48 pasos para convertir los pelos en un pincel de caligrafía. Primero, hay que limpiar, clasificar y algunas veces estirar el pelo, para quitar la curva natural del pelo de ciertos animales. Después de varias alineaciones, el pelo se corta en la longitud deseada y se ata para formar una pequeña punta de pincel. Este es el “centro” del pincel, y será envuelto en pelo más largo para formar la punta completa. El tamaño y el material del centro determinan la elasticidad de la punta del pincel. “No hay un estándar sobre el grosor o longitud de ésta”, dice Lin Jin-fu. “Cada artesano utiliza su propia fórmula basada en su experiencia”.

Cuando la capa exterior ha sido terminada, se pega la punta al puño, que también viene en todo tipo de materiales, desde marfil hasta cuerno de búfalo, jade y plástico. Los puños hechos de diferentes materiales necesitan generalmente diferentes abastecedores. El bambú es el material más común para los puños y una opción económica para los pinceles. La especie que se usa con más frecuencia es el bambú o caña flecha. Después que el bambú se corta en secciones, se hierve en soda cáustica para curar la superficie. Al mismo tiempo, se blanquea o se tiñe para dar el color deseado. Como el bambú no crece completamente recto, se endereza más después de terminar las etapas de curarlo y secarlo. “Dos cosas lo deciden todo: los materiales y las destrezas de los artesanos”, dice Lin.

Dependiendo de los materiales, especialmente el puño, hay pinceles desde NT$30 (US$1) hasta de valor incalculable. Generalmente, un pincel con puño de bambú que cueste alrededor de NT$1.000 (US$30), satisface las necesidades de la mayoría de los usuarios. Avery Lin, el propietario de la cuarta generación de Lam Sam Yick, menciona las “cuatro virtudes” de un pincel —que él traduce como los principios que deben usarse en la selección de pinceles. El explica que en la caligrafía china cada carácter escrito comienza y termina con la punta del pincel en un punto, por esto, la capacidad del pincel para volver a su forma es importante. De allí que en un buen pincel, la punta debería volver a su forma fácilmente, los pelos deben tener todos la misma longitud, el cuerpo de la punta debe ser completo y redondeado, y la punta flexible pero fuerte. Y claro, hay que considerar también la destreza del usuario y el estilo de caligrafía.

Cambios en el mercado

El método de hacer pinceles de caligrafía ha sido el mismo durante siglos, pero el mercado ha cambiado dramáticamente. Lin Ren-guei recuerda que cuando era niño, un pincel de caligrafía era una necesidad diaria, y todos, desde funcionarios gubernamentales de alto nivel hasta eruditos pobres venían a su tienda en búsqueda de buenos pinceles de caligrafía. Lin Jin-fu dice que, trabajando de lleno, hacía 3.000 pinceles al mes, y no satisfacía la demanda cuando empezó a fabricar pinceles. Pero en los últimos años, él ha podido tomar más tiempo libre, de buena gana o no.

En la primera época de Lin Jin-fu, los niños eran el pilar principal del mercado y los pinceles baratos se vendían por miles. Los alumnos de escuelas primarias hasta secundario superior, tenían todos que practicar caligrafía y escribir un diario con pincel de caligrafía, y había muchos concursos locales y nacionales de caligrafía. Los suministradores como Lam Sam Yick vendían sus productos a través de las librerías comunes, ya que no podían darse el lujo de tener sus propias tiendas en toda la isla. Pero ahora, la mayoría de los niños escriben de la manera antigua solamente algunas veces en un semestre, sólo algunas hojas para sus vacaciones de verano y, los concursos son muy raros. Las ventas han caído y para mantener el negocio algunos suministradores han comenzado a fabricar cuerdas de saltar y raquetas de tenis de mesa. Avery Lin piensa que la política gubernamental y la actitud de las escuelas individuales hacia la caligrafía son factores claves en la desaparición de la tradición y las ventas de pinceles. Las escuelas no colocan la caligrafía en su currículo si el Gobierno no las anima a hacerlo. Pero en algunas escuelas, bajo el estímulo de sus directores, los estudiantes pueden disfrutar aún de la caligrafía como una actividad extra curricular.

Aunque son muchos los estudiantes, ellos compran principalmente productos baratos. Los pinceles de caligrafía vienen de diferentes precios, pero todos son hechos a mano, entonces, aunque no hay una gran diferencia en los costos de materia prima, el costo de mano de obra ha sido crucial para el porcentaje del mercado. De hecho, los costos más altos de los artesanos locales han eliminado desde hace tiempo su competitividad en el mercado estudiantil, que está dominado por productos chinos. Las marcas locales, tales como Lam Sam Yick, han tenido que buscar a terceros en China para fabricar sus líneas más baratas.

La adaptación a los cambios

Como el mercado para pinceles baratos de China disminuyó, Avery Lin se dio cuenta de la creciente demanda de pinceles de alto precio, hechos por artesanos locales. Una razón para el crecimiento, él piensa, es que la gente tiene menos niños, y quiere que sus hijos tengan lo mejor. La otra razón es que más gente ve la caligrafía como una actividad recreativa, que requiere a veces tomar clases. Sin embargo, el crecimiento en esta área ha sido lento y pequeño.

Un 10 o 20 por ciento fijo de los pinceles de Lam Sam Yick es exportado a Hong Kong, Japón y Corea, pero el mercado local para pinceles tradicionales de caligrafía ha disminuido en 30 por ciento, desde finales de los años noventa. Para seguir en el negocio, Lam Sam Yick ha expandido su línea de productos. Ha desarrollado pinceles para acuarela y pintura al óleo, y brochas para limpiar las pantallas del monitor. “Los pinceles de caligrafía tradicionales siguen siendo el principal producto de Lam Sam Yick, pero la realidad es que el mercado no es bueno, y probablemente no va a mejorar, por eso necesitamos algún tipo de línea adicional”, dice Avery Lin. “Hacer pinceles es lo único que sabemos, y esto básicamente quiere decir que hacemos cualquier cosa con un mechón de pelo pegado a un puño”.

En un mundo donde los avances tecnológicos hacen lucir obsoletos a los métodos antiguos, parece que Lam Sam Yick tendrá más oportunidades si se dedica a hacer brochas para pantallas de monitores. Pero cuando un pincel se comporta como un bailarín experto en la mano de un calígrafo hábil, el pincel de caligrafía tradicional sigue siendo un artículo indispensable —no como un instrumento cotidiano para escribir, sino como uno esencial en el fino arte de la caligrafía china.

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