03/05/2024

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Tres poetas latinoamericanos traductores de poesía china

01/07/1998

Los autores escogidos para la comparación son: el poeta colombiano Guillermo Valencia, que publicó un libro titulado Catay con traducciones de poesía china; el poeta mexicano Octavio Paz, que ha traducido muchas poesías japonesas y chinas; y el tercero, el también colombiano Bernardo Acevedo, que vive y trabaja en Taiwan.

De los tres, ni Valencia ni Paz saben chino; sólo Acevedo domina el idioma como para poder hacer una traducción directa. El problema interesante que había pensado originalmente era analizar cómo se puede traducir una poesía china sin saber chino, y puesto que esto es lo que han hecho Valencia y Paz, comparar sus traducciones con las de Acevedo.

Manteniendo los tres autores mencionados, me gustaría exponer qué idea tienen de la poesía china y cómo explican su trabajo de traducción. Para que esto no sea demasiado seco y pesado intercalaré alguna poesía de las traducidas por los tres poetas. Y empezamos por el más antiguo.

Guillermo Valencia (1873-1943)

Famoso político y diplomático colombiano. Muy buen orador y uno de los mejores poetas colombianos. Escribió Ritos (1898) y Catay - Poemas Orientales (1928), Obras Poéticas Completas, Ed. Aguilar, Madrid, 1955. Valencia, en el prólogo de su obra Catay, nos dice: «Este librito no marca una reacción en mí. Ni es un programa. Preferiría se le tildase de ingenuo».

¿Por qué «ingenuo»? Porque Valencia sabe muy bien que no sabe una palabra de chino y su libro no puede ser serio. Actitud muy diferente de la que por desgracia suele darse en muchas publicaciones sobre China, en las que el editor o traductor no nos dice las fuentes que ha usado, aunque es fácil suponer que no ha trabajado directamente sobre el chino. Valencia, no sin cierto humor, deja bien claro este punto: «Tampoco es original, porque como el traductor payanés ignora apaciblemente la lengua china, se ha resignado a ofrecer una versión sencilla de otra que, en noble prosa francesa de edición lujosísima, hiciera Franz Toussaint para aficionados-curiosos».

Ya tenemos la fuente. Valencia traduce del francés. La ventaja de esto es que la poesía que resulta en castellano es de gran belleza y de alto valor poético, ya que la cercanía de los dos idiomas da al poeta más posibilidades que manejando dos lenguas de naturaleza totalmente dispar. Como ejemplo, veamos una poesía del famoso poeta chino Wang Wei, en la traducción castellana de Valencia:

Placer de una noche de verano (Wang Wei)

Se va quedando lejos
nuestra natal montaña
y la Luna nos guía.
Una pródiga escarcha
argenta nuestras túnicas
y vuelve más pesadas.
De pronto, nuestra vista
quiere medir distancias
que recorrimos juntos,
pero la bruma blanca
se tiende por el éter
y ahoga la campaña.
Mano en mano seguimos
a la rústica granja
donde viejos amigos
esperan la llegada.
Ahora nos hundimos
por una senda llana
sombría de bambúes
que abanican la marcha.
Estamos todos juntos.
¡Qué deleitosa gracia!
De perfumado vino
llenan mi frágil taza
y la canción modulo
del viento en la enramada.
Al escuchar mis notas
los ruiseñores cantan,
preludian los insectos
y croan, croan las ranas.

 

No cabe duda que estamos ante una traducción de gran valor estético y de gran fuerza poética. El único problema es si lo que Valencia nos da en castellano es fiel o no al original chino. Valencia sabe bien que éste es el problema central y por eso continúa en su prólogo: «Se trata, pues, de una traducción de segundo grado, en la que el texto francés suministró las líneas que intenté velar con los colores de mi paleta castellana».

Como he dicho al empezar, no voy a detenerme en el análisis de la fidelidad al texto chino, aunque para juzgar la poesía de Valencia no habría que mirar el original chino sino la traducción francesa. Valencia sólo pretende ser fiel al francés, y él sólo espera y confía que el traductor francés haya sido fiel al texto chino.

¿Qué idea tiene Valencia de la poesía china? En el prólogo de Catay encontramos las siguientes palabras: «Como los grandes maestros de la estatuaria griega, que solamente crearon unos pocos tipos de belleza, reproducidos después por discípulos y sucesores, los poetas chinos, por su parte, han venido explotando, desde la más remota edad, unos mismos temas, valiéndose de corto número de selectos símbolos, accesibles a todos. (...) La delicadeza constituye el principal encanto de la poesía china y es en ella condición vital característica. ¡Qué rudos aparecen los occidentales ante aquellos melindrosos decires, subrayados por la más ingenua y sugestiva sonrisa! (...)Los chinos escriben como pintan en sus biombos, como bordan sus túnicas: con frescura, con intención, con humildad, con gracia».

Para Valencia, la poesía china se define por tres características: repetición en los temas, valiéndose de pocos y selectos símbolos, delicadeza de expresión, y frescura y naturalidad. En realidad, el tema casi predominante en la poesía china es la naturaleza, y los símbolos son los naturales, especialmente la Luna, las montañas, los ríos, las aves. Oigamos una poesía de Li Tai-po en la versión de Valencia para comprobar lo que decimos de los símbolos naturales y la sencillez:

Los tres (Li Tai-po)

Llevo mi frasco de buen vino
para beberlo entre las flores
me acompañan dos soñadores:
mi Sombra y Diana, en el camino.
Felizmente mi amiga Luna
beber no sabe, ni mi Sombra
sufre de sed. Rara fortuna
d’esta pareja que me asombra.
Si canto, la Luna me escucha
en silencio. Y cuando me alegra
la danza, como una culebra
va en pos de mí la Sombra ducha.
Tras el festín, los invitados
se dispersan -¡atroz momento!-
Nunca he sentido ese tormento
con mis amables convidados
pues al volver a mi morada
guía la Luna con su linterna
mientras la Sombra, resignada
sigue mi marcha sempiterna.

Octavio Paz (1914-1998)

Como es bien sabido, Octavio Paz siempre ha mostrado un especial interés por el pensamiento y la literatura oriental. Como diplomático en Oriente, entró en contacto con la poesía japonesa y china, y desde entonces ha continuado cultivando este campo. Uno de los libros de Paz se titula Versiones y Diversiones, y tiene como subtítulo Poemas de Fernando Pessoa, Cuatro Poetas Suecos, Algunos Orientes Extremos. Es un libro de poesías traducidas. En la parte oriental hay poesías de los poetas chinos Wang Wei. Li Tai-po, Tu Fu y Su Tung Po.

La pregunta, de nuevo, es: ¿cómo traduce Paz poesía china sin saber chino? En el prólogo nos da la respuesta: «En el caso de las traducciones de poesía china utilicé traducciones interlineales, transcripciones fonéticas y claro, las traducciones de Arthur Waley, Paul Demiéville, G. Margouliés, C. H. Kwoc, Vincent McHugh, Claude Roy, Kenneth Rexroth, Witter Bynner, Ciril Byrch, Robert Payne, David Hawkes, etc. Me fue particularmente útil The Art of Chinese Poetry, de J. Y. Liu. Debo decir lo mismo del libro que ha dedicado Burton Watson a Su Tung Po y, por lo que toca a Wang Wei, del ejemplo y los consejos de mi amigo el poeta y crítico Wai-lim Yip. El lector que quiera tener una idea del método empleado puede confrontar mis versiones con las transcripciones fonéticas, seguidas de traducciones lineales, hechas por Wai-lim Yip, y el libro de David Hawkes: A Little Primer of Tu Fu (Oxford, 1967)».

En una reciente entrevista, después de recibir el Premio Nobel, Paz repite lo mismo, aclarando más su método de traducir: «Algunos versos los he traducido del inglés al español. Sin embargo nunca he traducido directamente del chino al español. Unas poesías son traducciones de la idea, y en otras uso el método de traducir según el sonido. Mis amigos chinos, como Wai-lim Yip, me han ayudado mucho para la comprensión de las poesías y también en la misma traducción...».

Paz menciona aquí tres métodos distintos: traducción directa del inglés al español, traducciones interlineales y transcripciones fonéticas. El primer caso es el mismo que hemos visto en Valencia, aunque traducir del inglés puede presentar más problemas que del francés. Respecto a la fidelidad, los autores consultados por Paz son los mejores traductores de poesía china, aunque una comparación entre ellos daría resultados muy curiosos y contradictorios.

Nos interesa lo que Paz llama «traducciones interlineales». Este tipo de traducción lo ha usado Wai-lim Yip en su obra Chinese Poetry. La tesis de Wai-lim Yip es que los occidentales que han traducido del chino añaden mucho más de lo que está en la poesía original. La razón es que el idioma chino clásico carece de partículas de unión y de flexiones. En una poesía sólo hay caracteres aislados, y cada caracter expresa una idea. La unión sintáctica entre estos caracteres es muy débil y hasta inexistente, pero al traducir a idiomas con sintaxis muy complicadas y con palabras que necesitan partículas de unión, nace un texto mucho más complejo de lo que realmente era el original. Wai-lim Yip propone una traducción interlineal, en la que se reducen al mínimo las palabras en lengua extranjera. El lector tiene que recomponer imaginariamente o interlinealmente el texto. Veamos un sencillo ejemplo. Tomemos una poesía muy breve, del tipo de una rima de Bécquer. En chino consta de dos líneas, cada línea con cinco caracteres. Literalmente dice así:
Nubes, niebla, salir, mar, atardecer / ciruelo, sauce, atravesar (a través), río, primavera.

Una traducción posible sería:

Las nubes y la niebla avanzan hacia
el mar en el ocaso;
los ciruelos y los sauces del río florecen
en primavera.

La traducción interlineal sería:

Nubes y niebla,
mar afuera.
Ocaso.
Ciruelos y sauces,
a través del río.
Primavera.

El arte está en cómo unir las ideas. En chino no hay unión sintáctica ninguna y es el lector quien hace la unión en su mente. Por ejemplo, en vez de decir: «Las nubes y la niebla avanzan hacia el mar en el ocaso», podríamos haber traducido: «Las nubes y la niebla salen hacia el mar. Es el ocaso». La diferencia entre «en el ocaso» y «es el ocaso» es muy significativa, y la intuición poética que comunica no es exactamente la misma. El problema radica, en palabras del mismo Paz, en que «este tipo de poema es particularmente difícil porque extrema las características de la poesía china: universalidad, intemporalidad, impersonalidad, ausencia de sujeto».

La lengua china clásica nos da ideas sin determinar por la sintaxis, y por eso son universales, intemporales e impersonales. La traducción corre el peligro de desfigurar la intuición del autor si delimita en exceso esas indeterminaciones. El método de ir línea a línea, reduciendo al mínimo los añadidos que impone la lengua a la que se traduce, es el método usado por Paz. Guiándose de las versiones interlineales de autores como Wailim Yip, ha hecho su propia interpretación poética. En este caso, aunque se pasa por la mediación del inglés, se está mucho más cerca del espíritu del original, sin dejar de tener una mediación. Veamos un ejemplo de la traducción de Paz. Se trata de la Despedida de Wang Wei:

Despedida (Wang Wei)

Desmonto. Mientras bebemos vino:
¿Adónde irás? El mundo me ha engañado.
A mi colina del mediodía me vuelvo.
Ve, vete. No pregunto más.
Nubes blancas sin fin, nubes.

Paz también menciona otro método que es la transcripción fonética. Una vez que se ha hecho la interpretación a través de la traducción interlineal, se escucha la poesía original o se lee en su transcripción fonética, y se intenta reformar el primer texto acercándose lo más posible al ritmo y al sonido original. Esto sólo lo ha hecho Paz en algunas ocasiones cuando podía tener a un amigo chino que le leyera la poesía. No cabe duda que, sin saber chino, no es nada fácil acercarse al sonido y al ritmo, pero este interés de Paz en ser lo más fiel posible al texto original muestra una de las características de Paz: la seriedad y profesionalidad en su trabajo de hombre de letras.

Una traducción de una poesía de Tu Fu, titulada En la tormenta, ha logrado este acercamiento al sonido y ritmo original con rara cercanía. Dice así la poesía creada por Paz:

En la tormenta (Tu Fu)

Viejos fantasmas, nuevos.
Zozobra, llanto, nadie.
Envejecido, roto,
para mí solo canto.
Andrajos de neblina
cubren la noche, a trechos.
Contra la nieve, el viento.
Mi copa derramada
mi botella vacía.
Ceniza, el fuego. El hombre
ya no habla: susurra.
¿A quién decir mi canto?

Bernardo Acevedo (1916-...)

Acevedo es un jesuita colombiano que ha pasado la mayor parte de su larga vida en China. Conoce muy bien el chino y además es poeta. Hace diez años fue nombrado miembro de la Real Academia Colombiana de la Lengua Española. Acevedo ha publicado un libro con algunas de sus traducciones de poesía china. El libro se titula Florilegio de Canto y Poesía China, y fue editado en Taipei en el año 1985.

Oigamos cómo ve Acevedo el acercamiento del chino al español: «Tratándose de lenguas tan distanciadas como las romances nuestras y la china, el empeño de una verdadera traducción es muy difícil. La madre de toda lengua es el verbo. Y mientras más perfecto es éste, más perfecta es ella, como ocurre con el latín, el griego y sus romances. Ahora bien, el verbo en la lengua china es totalmente inmóvil, de tal manera que sólo anuncia la idea en infinitivo. Todas las determinaciones de su sentido vienen dadas por adverbios y otras partículas gramaticales.

Al querer uno traducir una poesía china, aunque conozca la lengua y por eso la pueda gustar en su interior, se encuentra impotente al quererle dar una expresión. Al traducir una cosa tan densa de sentido como la poesía china y al mismo tiempo con capacidad de penetrar en su mensaje, para poder serle fiel hay que extenderse, y aun adornando, sin tocar la delicada sustancia original».

Acevedo confirma lo que ya hemos dicho: la parquedad del chino en su expresión lingüística y, a la vez, la densidad que encierra. De ahí la dificultad de la traducción. La peculiaridad de Acevedo es que cree, contra la opinión de Wai-lim Yip, que el traductor puede y debe extenderse y adornar, aunque sin tocar la delicada sustancia original. Acevedo está seguro de este método porque, al saber chino, recibe directamente el significado y, aunque luego lo extiende y lo adorna, sabe que se mantiene fiel al original.

Las traducciones de Acevedo tienen además otra peculiaridad, y es que, siendo también él poeta, siempre intenta reconstruir el original chino en rimas y medidas familiares al castellano. Toda traducción de Acevedo siempre resulta otra poesía. Por ejemplo, la Alabanza al vino de Li Tai-po, en la traducción-recreación de Acevedo suena así:

Alabanza al vino (Li Tai-po)

No amara el cielo el generoso vino
el «astro-vino» en la serena noche
no diera al hombre el celestial derroche
de su fulgor lejano purpurino.
Ni roja fiesta en tibia primavera
llenara de alegría las campiñas
si el jugo embriagador no nos lo diera
el alma tierra con sus dulces viñas.
Si cielo y tierra el vino te ofreciera
¿Por qué temer tan santa borrachera?
Hubo famosos sabios borrachines;
con tres copas no más el cielo se abre
y es tuyo el universo y sus confines.
Es un rapto fugaz a lo ignorado
que al abstemio infeliz nunca le es dado.

No todos aceptan esta recreación. Pero no cabe duda que es otro método posible que hace más atractiva y cercana la poesía china. La conclusión de Acevedo es que: «Para que haya verdadera poesía tiene que haber pensamiento escogido y profundo, sin el cual sólo habrá verso rimbombante y aun a veces ni eso. Pero además, tiene que haber ritmo y música. Todo eso ayuda a castigar las ideas». Para terminar, oigamos la rítmica y musical traducción de Acevedo de una poesía de Tu Fu titulada Tristeza del pasado:

Tristeza del pasado (Tu Fu)

Gimen los monos en la oscura selva
bajo el azote cruel de la borrasca;
y sobre el agua azul y arena clara
torna a su nido el ave en la pradera.
En su zig-zag las hojas desprendidas
rinden sumisas sus precarias vidas. 
Yo digo adiós, tendido en la ribera,
al río que huye hacia la mar lejana.
De tres mil lis doliente peregrino
subo cansado la inminente cuesta.
Los años de penar sobre mi espalda
blanquean ya mi frente con su escarcha.
Polvo sutil de penas y de olvido
ya corona la copa de mi vino...

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