27/04/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Sastrería superior

01/02/2006
El joven sastre Chen Yung-jen ganó esta placa por Mejor Traje Femenino en Berlín el año pasado.

En una sección alineada con árboles de la Calle Zhongshan Norte en Taipei, una tarde en agosto, una caravana de automóviles de 12 jeeps que llevaba a Wu Ping-nan pasó animando a los espectadores hasta llegar a un banquete de 300 asientos preparado sobre el mismo pavimento. Muchos de los sastres a lo largo de la calle dejaron a un lado sus tijeras, agujas y planchas para celebrar el segundo lugar en Traje Masculino en la Competencia Internacional Aguja Dorada e Hilo Dorado, en el 31 Congreso Mundial de Sastres Maestros (WCMT, siglas en inglés) del año pasado en Berlín.

Un sastre de una tienda de ropa ubicada debajo de la vía elevada Boulevard Civil, a unas pocas cuadras tuvo una actuación aún más sobresaliente: Chen Yung-jen logró el primer premio en la categoría de Traje Femenino. A pesar de ser recién llegados al WCMT, pareciera que los sastres de Taiwan han ganado un lugar seguro.

En total, 46 participantes de 23 países se reunieron en Berlín. Cada uno tuvo que confeccionar un traje con tela que les había sido enviada con anterioridad al concurso, cociendo a mano frente a los jueces. Las prendas de vestir terminadas fueron llevadas por modelos, quienes demostraron cómo lucían los trajes en movimiento. Los participantes no sólo trabajaron en el mismo momento, sino que diseñaron trajes específicos en el instante para demostrar su dominio del dibujo.

Esta fue la última muestra de los sastres taiwaneses, quienes han comenzado a demostrar su talento en las competencias internacionales. En 2000, Taiwan celebró la conferencia bienal de la Federación de Sastres Maestros de Asia, la que resaltó significativamente la visibilidad de la nación en la red regional, y la puso en contacto con el WCMT, al que se unió en 2003.

El año pasado, además de los programas de moda, el WCMT introdujo por primera vez un concurso para los sastres entre 22 y 40 años de edad. Fue en esta categoría que Wu y Chen calificaron en las competencias masculina y femenina, respectivamente.

A pesar de los honores recibidos por los sastres taiwaneses, el negocio en la isla está enfrentando serios retos. “La escasez de talento entre la generación más joven es un problema universal, no solamente en Taiwan”, dice Ko Chin-fa. Como presidente de la Asociación de Sastres Maestros de Taiwan, y sub-director de la delegación de 25 miembros de Taiwan que fue a Berlín, él sabe exactamente que el WCMT celebró el concurso para estimular la nueva sangre en este oficio.

En el pasado, no era difícil encontrar jóvenes dispuestos a ser aprendices de sastre. Muchos se trasladaron a Taipei, así como Lee Wan-chin, desde Taichung, y Chen Ho-ping desde Keelung, cuando eran adolescentes para aprender este oficio. Los aprendices recién contratados reciben sus honorarios por prenda de vestir, mientras que los sastres cualificados reciben salarios. El Consejo de Asuntos Laborales administra un proceso de exámenes de tres niveles para el comercio, y aunque no hay definición de lo que constituye una maestría, es casi como un título conferido por la antigüedad en vez de destreza.

Los sastres maestros de Taiwan fueron un testamento de una profesión verdaderamente internacional, que se vio dividida en dos categorías: los taiwaneses nativos en el distrito de Dadaocheng, donde se aglomeraban las tiendas de telas y sastrerías, quienes aprendieron sus destrezas de los japoneses; y los continentales a lo largo de la Calle Zhongshan Norte procedentes de lugares como Shanghai, quienes aprendieron de los europeos. “En su mejor época en los años setenta, Dadaocheng estaba repleto de sastrerías”, recuerda Lee. El negocio dio un cambio después que los trajes producidos en masa aparecieron a mediados de los años setenta, que eran más baratos y, por lo tanto provocó tiempos difíciles para los hacedores de trajes a la medida.

En el Occidente, el ajuste superior de las piezas confeccionadas a la medida se volvieron símbolos de posición social, y los sastres encontraron naturalmente trabajo en la creación del ajuar de las clases medias y altas. Sin embargo, el traje en Taiwan, tiene una historia diferente. Así como los artículos o ideas importados en cualquier lugar, los trajes fueron inicialmente un lujo exclusivo de los adinerados. La vestimenta extranjera inapropiada para este clima, introducida en gran medida durante el período japonés (1895-1945), era usada para ocasiones muy formales. Como el movimiento hacia la ciudad comenzó a finales de los sesenta, el traje reemplazó la ropa tradicional y se convirtió en algo común para los trabajadores asalariados de la ciudad.

Los trajes hechos a la medida estos días oscilan entre NT$20.000 y $300.000 (US$600 y 9.000), dependiendo de la calidad de las telas, el estilo y el tiempo que se tarda la confección. Un traje promedio hecho por un sastre vale alrededor de NT$35.000 (US$1.000), mientras que uno listo de una tienda local cuesta alrededor de NT$5.000 (US$150). Con esa gran diferencia entre un traje hecho a la medida y otro listo para usar, los sastres siguen siendo para los acomodados.

La ropa hecha a mano es popular entre los clientes como Chen Shiun-hung, ejecutivo de una empresa. “Los trajes hechos a la medida quedan perfectos a la figura, y eso me da confianza”, dice. Quien fuera cliente asiduo de Giorgio Armani, visitó la tienda de Chen Ho-ping por primera vez hace dos años. “Un traje de Armani me cuesta NT$70.000 (US$2.120)”, dice, “pero con el mismo dinero puedo comprarme un traje que verdaderamente me queda bien y está elaborado con la tela de mi elección”.

Sin embargo, los sastres han recibido el impacto del predominio de la ropa lista y de la importación de marcas extranjeras. Ko piensa que la consecuencia de lo segundo no es tan grave debido a sus altos precios. El estancamiento actual se debe mucho a un cuadro más amplio, dice, ya que más ejecutivos de empresas, quienes constituyen la clientela principal de los sastres, se han trasladado a China.

Ko dice que había cientos de tiendas de sastres en su pueblo natal de Changhua, pero hoy sólo quedan 3.000 en todo Taiwan. Muchos de sus dueños están a punto de jubilarse, y les preocupa que el negocio desaparezca. “Quiero que mi hijo sea sastre, pero a él no le interesa para nada”, dice Ko. “Es una pena porque he construido realmente una clientela sólida”.

La tarea de revivir el oficio es ahora la responsabilidad de sastres jóvenes como Chen Yung-jen y Wu Ping-nan. Chen tomó un camino menos convencional en el oficio, al comenzar su carrera a una edad mayor. Graduado en Ingeniería Eléctrica en la universidad, él no hubiera pensado entrar en esta profesión de mano de obra intensiva, si no hubiese conocido a la hija de Lee. Las preocupaciones sobre la seguridad de su trabajo como celador, que exigía subir edificios de varios pisos para instalar cables, le llevó al ambiente menos riesgoso en la sastrería de su futuro suegro.

A los 26 años, Chen Yung-jen comenzó su experiencia de aprendiz, luchando con agujas e hilo. Como dice su suegro: para los principiantes, una aguja es tan pesada como una azada. Su tarea diaria consistía en coser interminablemente ojales para perfeccionar la técnica. Chen recuerda que solía soñar con frecuencia durante esas largas horas, sobre el paso siguiente: el coser mangas.

Su actitud positiva le ayudó, y poco a poco mejoró sus técnicas de dibujo y corte de patrón. Chen colocó mucho más valor en los apuntes que tomó durante su observación de los maestros en la tienda, que en los libros sobre la artesanía. La humildad, dice él, juega un papel importante en el proceso de aprendizaje. “No funciona sólo hablar con los maestros. Hay que aprender de la experiencia práctica”.

La entrada de Wu Ping-nan en el negocio nació de su deseo personal de verse bien. “Los trajes confeccionados a la medida que tenía, eran caros pero no muy buenos, por eso pensé en hacer los trajes yo mismo”, dice. Su primo y mentor, Chen Ho-ping, también le dio la oportunidad de ser aprendiz. Wu partió de su pueblo natal en Keelung hacia Taipei a los 17 años, para quedarse y trabajar con su primo, quien ya era sastre en ese entonces; después siguió y completó su período de aprendiz en cuatro otras tiendas en la ciudad. “No quería quedarme mucho tiempo en el mismo lugar”, dice. “Quería aprender más yendo de un lado al otro”. En 1993, un año después que Chen Ho-ping tomara la responsabilidad de la tienda en la Calle Zhongshan Norte de manos de su maestro shangainés, Wu volvió allí.

Sin embargo, en la primera época de su carrera hubo veces que pensó en abandonarla. No era fácil ser un aprendiz en esa época —los maestros eran demasiado estrictos y autoritarios.

“Le golpeaban la cabeza con una regla si dañaba la tela”, dice. Hoy día, esos errores no ocurren a menudo porque la tecnología ha mejorado. “Hoy, la electricidad se apaga automáticamente si una plancha se sobrecalienta”.

De hecho, es más fácil ser aprendiz hoy día, pero para Wu este oficio aún presenta retos —si quiere mantener su buena reputación. “Ya sea un aprendiz o maestro, hay que trabajar 12 horas diarias porque producimos trajes hechos a mano de calidad”, dice. Al mismo tiempo, enfatiza que tanto él como su primo aún están absorbiendo nuevos conocimientos porque el negocio es en realidad parte de la industria de la moda. “En la era de la información, el desarrollo comercial no debería solamente estar basado en el modelo de maestro-aprendiz”, dice Chen. “Deberíamos prestar más atención a lo que está pasando fuera de Taiwan”. El ha estado en el exterior en varias ocasiones para reunirse con sastres extranjeros y traer diseños nuevos, y computarizó su sistema de gestión.

Wu Ping-nan y Chen Yung-jen están madurando como sastres, y esto se debe en gran parte a sus mentores, quienes han desempeñado un importante papel al orientarlos dentro del negocio, y pavimentar su camino para el futuro. “Nos comunicamos entre sí con facilidad porque hay una diferencia de cuatro años de edad, y mi primo nunca vacila en enseñarme”, dice Wu. “Además, mi éxito es también su éxito”. Wu es principalmente responsable de cortar telas en la tienda de su primo, y ahora es la mano derecha de Chen Ho-ping, y se encarga del negocio cuando el jefe no está.

De forma similar, el futuro de Chen Yung-jen parece que será próspero debido al apoyo total de su mentor, y parcialmente al hecho de que está casado con la hija del dueño de la sastrería, que él y su cuñado más joven, Lee Chih-cheng, heredarán algún día.

La internacionalización también está resultando ser una ventaja para la industria. El WCMT anunció la decisión de celebrar su próximo concurso en Taipei en el año 2007. “Los sastres jóvenes quieren reconocimiento, y la mejor manera de obtenerlo es a través de la competencia”, dice Lee Chih-cheng. Es obvio que la actuación en el exterior de los galardonados Chen Yung-jeng y Wu Ping-nan ya está inspirando a los más jóvenes. Sin duda alguna, 2007 será la mejor oportunidad para que los sastres de Taiwan demuestren el corte de sus telas.

Popular

Más reciente