05/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Corazones y mentes jóvenes

01/11/2001
Los jóvenes de hoy son en general más adinerados que los de generaciones pasadas. Su entusiasmo por la cultura popular y toda la mercancía que le acompaña, les convierte en el sueño de los comerciantes.

l panorama en la sala de llegadas del Aeropuerto Internacional Chiang Kai-shek es de caos. “Por favor, ¡no te vayas!” gritan docenas de chicas adolescentes con lágrimas en el rostro. “¡Te amo!” Otras golpean la barrera de cristal que las separa de sus ídolos, la banda japonesa de chicos Kinki Kids. El drama es el sueño de cualquier productor de discos. Las admiradoras son jóvenes, modernas, y no les importa gastar US$35 para asistir a un concierto, sin mencionar el precio de los souvenirs, tales como afiches, discos compactos, muñecas, y calcomanías fosforescentes. “En un sólo día se vendieron todas las entradas para los tres conciertos de los Kinki Kids ”, dice el organizador del evento Isaac Chen. “La demanda fue tan grande que tuvimos que ofrecer otro concierto”.

Es difícil imaginar la misma escena en Taiwan hace quince o siquiera diez años. De hecho, los jóvenes de hoy viven en una sociedad muy diferente de la de generaciones pasadas. Ellos son por lo general más adinerados que lo que fueron sus padres cuando tenían su misma edad, y han estado más expuestos a las influencias y culturas extranjeras, así como también a Internet. Entonces, ¿cómo difieren sus valores, actitudes, estilos de vida, y opiniones de aquéllos de generaciones anteriores? Y ¿cómo perciben la vida, la muerte, el sexo, el matrimonio, las relaciones interpersonales y su futuro profesional?

“Los jóvenes de hoy viven en una sociedad relativamente adinerada, y pacífica, el resultado del arduo trabajo y esfuerzo de la gente de mi generación durante los años sesenta y setenta”, dice Cheng Shyr-yan, de 56 años, sicólogo y escritor. “Debido a que la sociedad se desarrolla tan rápido, la manera de comportarse y pensar de los jóvenes es muy diferente de la nuestra cuando teníamos esa edad”. El cree que su generación era un grupo más cohesivo —más independiente y más capaz de manejar la adversidad y aguantar las dificultades. Los jóvenes de hoy, en comparación, no poseen mucha experiencia práctica que les ayude a lograr sus metas, y no están preparados para responsabilizarse y sobrellevar las dificultades. Entonces, cuando en realidad tropiezan con problemas, los evitan en lugar de tratar de resolverlos.

Esto lo hacen de muchas maneras. Por ejemplo, muchos jóvenes se han dejado atraer por Internet. “Un gran problema con Internet es el anonimato. Porque mucha gente se esconde detrás de apodos”, indica Cheng. “La gente puede hacer muchas amistades en el ciberespacio, pero no están basadas en la interacción personal ni en la vida real”.

Shen Ching-ping, un estudiante de secundaria superior, es un caso típico. Su tiempo lo divide principalmente entre el estudio e Internet. “Básicamente, asisto a la escuela durante el día, vuelvo a casa y estudio, después comienzo a navegar por Internet”, dice. “No tengo mucho tiempo libre, por eso me pongo contento cuando mis padres me dejan solo. Cuando estoy navegando por Internet, puedo expresar cualquier cosa que pase por mi mente sin que nadie juzgue o traicione mis secretos o pensamientos. Muchos chicos en la escuela esconden sus verdaderos sentimientos y pretenden estar contentos aún cuando no lo están”.

Corazones y mentes jóvenes

Un observador cree que los son cada vez menos capaces de manejar las dificultades de la vida. Pero en su defensa, los problemas que enfrentan son cada vez más complejos.

Establecer relaciones duraderas y significativas con los compañeros es una dificultad que muchos jóvenes comparten aún sin el uso de la impersonal Internet. Otro estudiante de secundaria superior, Wang Chun-hung, admite que es difícil hacer amigos con sus compañeros de clase, en gran medida debido a la rivalidad académica. “Tengo muy pocos ‘verdaderos’ amigos porque mis intereses son bastante diferentes de los demás, y mis compañeros de clase son muy competitivos en cuanto a las calificaciones escolares”, dice. “Esto nos dificulta aprender unos de los otros y hacer amigos íntimos, y eso es demasiado malo”.

Mientras que algunos jóvenes pueden lamentar su falta de relaciones significativas, otros se contentan con adquirir cosas. Como en los países desarrollados del mundo, hay quienes se quejan de que la acumulación de bienes por parte de los jóvenes ha conducido a que no aprecien el valor de las cosas. “En el pasado, comprábamos un reloj y lo usábamos durante veinte o treinta años. Tenía el fin de dar la hora”, afirma John Hei, promotor del Dale Carnegie Training en Taiwan. “Pero ahora la gente joven compra varios relojes, y los usa durante uno o dos años. Para ellos, los relojes son un accesorio divertido que está de moda, y les permite expresar su identidad”.

Hei señala que este sentido de la naturaleza temporal de los objetos se aplica en otros aspectos de la vida, incluyendo el trabajo y el matrimonio. Muchos de los jóvenes de hoy cambian de un trabajo a otro, en vez de establecer una carrera de por vida, y mucha gente que se casa no cree que permanecerá junta por el resto de sus vidas. “Generalmente hablando, a los jóvenes les gusta expresar su individualismo; les gustan las cosas nuevas, y están constantemente buscando un cambio”, indica. “Si los padres y maestros eliminan esta opción, surgirán conflictos”.

Annie Chung, estudiante universitaria de 21 años, dice que la brecha generacional entre ella y sus padres es bastante evidente. Su madre tiende a comprar ropa más cara pero de mejor calidad; en cambio, ella prefiere artículos más baratos para así poder comprar más. “Otra cosa es que mi papá siempre me dice exactamente lo que tengo que hacer”, agrega. “Pero yo creo que no importa cómo se hace algo, siempre que se alcance la meta”. Su padre tiene también opiniones más tradicionales sobre el matrimonio; en cambio, Chung no cree que el matrimonio sea la única opción para la mujer. “Si una mujer se casa o no, pienso que lo más importante debería ser la independencia financiera. Esa será mi prioridad después de graduarme. No veo nada malo con el divorcio si ya no hay amor en el matrimonio. ¿Para qué quedarse juntos sólo por vergüenza o razones morales?”

Otro estudiante universitario, Tseng Chien-hao, revela una opinión similar. “No creo que haya que casarse. Depende de si puedes encontrar a alguien a quien amar y que también te ame”, explica. “Honestamente, no tengo mucha esperanza en el matrimonio. El matrimonio acarrea problemas, tales como el dinero, las responsabilidades, la crianza de los niños, y compartir las tareas domésticas. Estar soltero es mejor, así uno puede estar libre de preocupaciones”. Tseng piensa también que la cohabitación es moralmente aceptable, ya que permite que la pareja determine si es capaz de mantener una relación a largo plazo.

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La mayoría de los jóvenes sienten mayor presión que en los años anteriores. La presión de salir bien en la escuela es una de las quejas más comunes.

a prosperidad ha afectado no solamente la manera en que los jóvenes aprecian las cosas materiales o sus metas para el futuro, sino que ha influenciado también sus experiencias de viaje. Ahora están viajando a lugares más distantes y con mayor frecuencia que antes. El ingreso disponible por hogar en Taiwan era de NT$889.053 (US$25.770) en 1999, en comparación con NT$520.147 (US$15.077) en 1990, y NT$233.112 (US$6.757) en 1980. Los padres parecen dispuestos y son capaces de pagar virtualmente cualquier cantidad de dinero para que sus hijos estudien, viajen o mejoren su dominio de idiomas en el extranjero. Una pregunta que se suele escuchar en la isla es, “¿qué país planeas visitar en el verano?”

Chao Hsin-yi es director de contabilidad de Best Education Studies, una empresa que organiza giras de estudio en el extranjero y ofrece información y asesoría a los que desean ingresar en escuelas extranjeras. Cada año, su agencia organiza alrededor de veinte giras de estudio a países europeos, incluyendo Inglaterra, Francia, y Suiza, para aproximadamente 600 jóvenes. Las giras oscilan entre los NT$100.000 y $120.000 (US$2.900 y $3.478) incluyendo boletos de avión, matrícula escolar y alojamiento. “Hoy día, con el mayor ingreso per cápita y menos hijos, los padres prestan más atención a la educación y son más generosos en sus gastos”, dice Chao. “Una gira de estudio en el extranjero puede ayudar a los estudiantes a perfeccionar su inglés y expandir sus horizontes”.

Mucha gente está de acuerdo. Chen Chih-hsiung, estudiante de secundaria básica, dice que su madre le inscribió el año pasado en una gira de estudio de un mes de duración para ir a Estados Unidos. Al principio, no estaba de acuerdo porque no conocía a nadie que fuera en la gira, pero luego accedió al viaje. “Resultó una experiencia maravillosa”, recuerda. “Pude ver muchas cosas fabulosas: museos, centros culturales, centros comerciales, y parques de diversión. Pero la verdad, mi inglés no mejoró mucho. No hablé realmente con la gente, ni hice muchas preguntas”.

Chen Yu-wen, estudiante universitario, ha viajado también al exterior. “Mucha gente sueña con viajar a Europa, y yo no era una excepción. Tuve la suerte de poder ir cuando sólo tenía veinte años”, dice. “Cuando fui a Inglaterra en 1998, tuve la oportunidad de pulir mi inglés y aprender sobre las costumbres y la cultura locales. También entablé amistad con gente de diferentes países del mundo. Fue una gran experiencia y un viaje inolvidable”.

La complacencia de los padres en términos de viajes costosos es una cosa, el desenfreno en la comida es otra. Así como en Estados Unidos, la obesidad se está convirtiendo en un problema serio entre los jóvenes de Taiwan. Las dietas altas en calorías y en grasas y un estilo de vida sedentario han contribuido al aumento de la obesidad y de las enfermedades crónicas asociadas, como por ejemplo, la diabetes.

Para evaluar las tendencias de crecimiento entre los niños en edad escolar de Taiwan, Chu Nain-feng, profesor asociado del Departamento de Medicina Comunitaria del Hospital General del Servicio Triple, realizó una encuesta entre los estudiantes de secundaria básica de Taipei, de doce a dieciséis años, entre 1980 y 1994. Descubrió que durante los últimos quince años, el peso corporal se elevó dramáticamente en comparación con la altura. La obesidad también aumentó significativamente, en especial entre los varones. El índice de obesidad entre este grupo fue de 12,4 por ciento en 1980, y 16,4 por ciento en 1994. El año pasado, Chu completó una encuesta similar, desprendiéndose que el índice de obesidad de los varones aumentó al 17 por ciento.

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Las dietas altas en calorías y en grasas, y un estilo de vida sedentario han contribuido al aumento de la obesidad entre los estudiantes jóvenes de Taiwan.

“Los varones obesos tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, incluyendo diabetes mellitus, enfermedades coronarias, desórdenes ortopédicos, y enfermedades respiratorias”, advierte. “En general, este estudio indica que la obesidad y los efectos negativos del sobrepeso no son problemas exclusivos de los países occidentales, sino que en Taiwan también existen”. Los principales culpables son la dieta, la inactividad física y el cigarrillo. “La mayor influencia occidental en la alimentación de los jóvenes ha causado que éstos consuman más calorías que antes”, señala. “Pero no existe el correspondiente interés en el ejercicio. Esta tendencia aún continúa. Si no hacemos algo para detenerla, estos chicos seguramente desarrollarán enfermedades crónicas en los próximos veinte años. Eso pondrá una carga considerable en el sistema de cuidados médicos”.

Wu Chun-chieh, de trece años, admite que él no ha tomado con seriedad los potenciales problemas de salud. “Me gusta practicar deportes por diversión. No lo hago por mi salud. Soy todavía joven, no debería estarme preocupando por mi salud a esta edad”, dice. “Pero estoy planeando perder algo de peso porque mis compañeros de clase se han estado burlando de mi gordura. Es un problema. No tengo mucho tiempo para hacer ejercicios porque tengo que estudiar”.

Las autoridades educativas no ignoran este problema. El Ministerio de Educación (MOE, siglas en inglés) junto con el Departamento de Salud (DOH, siglas en inglés) han emprendido programas de salud física, y un plan quinquenal para mejorar los almuerzos escolares. Otra disposición es un examen médico para los estudiantes, que animará a los estudiantes jóvenes a comer una dieta balanceada, practicar ejercicios, controlar su peso, y les enseñará a calcular su peso ideal.

emos aprendido que los jóvenes de hoy disponen de más dinero, son más conocedores de la tecnología, y han viajado más que sus padres a su edad, pero la pregunta es la misma, ¿son felices? Para saber lo que le preocupa a un típico adolescente, y el coeficiente emocional (EQ) de éste, Dale Carnegie Training, una organización que se especializa en reforzar las destrezas comunicativas, llevó a cabo, en julio del año pasado, una encuesta a 1.450 adolescentes de entre trece y dieciocho años de Taiwan.

Según los resultados de la encuesta, alrededor del 66 por ciento de los que respondieron dijeron que eran infelices. Las chicas tendían más que los chicos a sentirse así, lo que fue atribuido a la falta de confianza en sí mismas y la preocupación por lo que piensan los demás. La infelicidad de los adolescentes se debía a varias razones importantes. Alrededor del 58 por ciento de los encuestados culpaban la pesada carga de las tareas escolares, mientras que el 40 por ciento dijo que les faltaba habilidad para sobreponerse a las preocupaciones y presiones. Más del 80 por ciento sentía que le faltaba confianza en sí mismo y buenas destrezas comunicativas.

Chen Chih-yu, estudiante de secundaria superior, es un buen ejemplo. “Con bastante frecuencia, me siento infeliz y tengo mucha presión”, admite. “Estudio mucho, pero aún no puedo sacar buenas notas. A lo mejor es porque mi IQ no es muy alto”. Chen es un estudiante típico que después de clases va a la academia suplementaria de la vecindad durante cuatro noches a la semana. Sus padres quieren que sea uno de los tres mejores de la clase, pero sólo ha llegado a ser el décimo. “Sólo deseo que mis padres dejen de tener esas grandes expectativas. Siempre me están regañando porque no salgo mejor. Esto únicamente me da más presión”, continúa. “Quisiera hacer más actividades divertidas, tales como ir con mis amigos al cine o jugar baloncesto”.

“Espero que no esté dándole tanta presión a mi hijo”, dice la madre de Chen con un suspiro. “Siento pena por él, pero no puedo ser tan suave. Los chicos son pasivos respecto al aprendizaje. Si él no estudia lo suficiente, entonces no podrá ir a una buena escuela o tener un buen trabajo después de la graduación. Así es como funcionan las cosas aquí en Taiwan”.

Tu Hsi-ming ha trabajado en el centro de asesoría de jóvenes, Maestro Chang, durante diez años. Durante ese tiempo, Tu ha notado que hoy día la mayoría de los jóvenes experimentan mucha más presión que en años anteriores. La presión de salir bien en los exámenes es común. Las dificultades familiares, en particular en cuanto a la comunicación entre padres e hijos, son también comunes. “Debido a la mayor influencia de otras culturas, así como el cambiante ambiente económico, familiar y social, los adolescentes de hoy perciben las cosas de manera diferente a sus padres”, indica. “Ya no creen automáticamente lo que los mayores dicen y no hacen lo que se les dice. Eso causa tensión”.

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Los jóvenes sólo quieren divertirse. Entre las clases regulares y las academias suplementarias, no todos los jóvenes tienen la oportunidad de dedicarse a otras actividades que les interesen.

Cuestionar y poner a prueba la autoridad de los padres es una parte de ser adolescente, pero en Taiwan, comúnmente, los jóvenes no llegan al comportamiento criminal. Según el MOE, el número de crímenes violentos cometidos por estudiantes de primaria hasta los universitarios alcanzó 1.149 en 1997, y disminuyó a 1.116 en 1998 y a 961 en 1999. A pesar de que el número de crímenes violentos cometidos por jóvenes no ha aumentado de manera significativa con el paso de los años, continúa siendo motivo de preocupación, junto con el abuso de drogas y el suicidio.

También es importante notar, indica Tu, el aumento de los problemas sicológicos tales como la melancolía y la manía. Según datos del DOH, el índice de suicidio entre los jóvenes entre quince y veinticuatro años fue de 4 por 100.000 en 2000, menos de 4,36 por 100.000 en 1997. Los correspondientes índices en Estados Unidos, Japón, Alemania e Inglaterra en 1997, fueron de 11,4; 8,6; 8,2; y 6,8, respectivamente.

Dada la presión que enfrentan los jóvenes modernos, el MOE ha declarado el 2001 como el Año de la Educación de la Vida, y propuso un plan cuatrienal para promover la educación de la vida entre los estudiantes de secundaria superior, y ayudarlos a superar las presiones e inspirarlos a valorar sus vidas. Asimismo, el Ministerio ha invitado a académicos y otros expertos para compilar folletos, diseñar actividades de aprendizaje, formar instructores, y redactar los proyectos temáticos y enseñar estrategias. También planifica organizar seminarios, conferencias, y exposiciones, producir filmes comerciales, y elaborar páginas web para mayor promoción.

“La educación de la vida no es sólo otro tema, sino la dirección de la educación. Los maestros deben aprender que no son sólo diseminadores de conocimientos, sino también mentores”, explica Wu Jung-chen, director de sección del Comité de Disciplina Escolar y Educación Moral del MOE. “Como educador, he estado pensando en cómo podríamos mejorar nuestros métodos de enseñanza. Pero parece que cuanto más nos esforzamos, más parecieran perder los chicos. ¿Por qué ocurre ésto?” El cree que la razón principal es que la educación tradicional se basa en la memorización maquinal, y los padres sólo desean que sus hijos estudien y nada más. Además, la cada vez más alienadora tecnología ha aislado a los jóvenes de la sociedad.

Los chicos se han vuelto esclavos del sistema escolar, y su única interacción es con los libros de texto y las computadoras, y no con su familia, amigos o actividades recreativas”, señala Wu. “Igualmente, se piensa equivocadamente que ‘si no sale bien en la escuela, su vida no tiene valor’. Esto debe llegar a un fin. Los padres, maestros y estudiantes mismos deben todos aprender a desarrollar perspectivas más significativas de lo que es valioso en la vida”.

Los tiempos han cambiado, así como también las perspectivas de la gente. En lugar de culpar a los jóvenes por su pensamiento y comportamiento diferentes, quizás deberíamos ponernos en su lugar y tratar de comprender sus sentimientos y puntos de vista, y también darles la oportunidad de elegir y encarar las consecuencias. “Sólo tienes una vida. Por ello, deberías hacer lo que deseas hacer, lo que te interesa”, opina el quinceañero Chen Chih-yu. “Sólo espero que pueda tomar decisiones en mi vida. Después de todo, ya no soy un niño pequeño”.

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