03/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Ingresos y gastos

01/11/2001
Los consumidores de entre diez y veinticuatro años gastan aproximadamente US$1.740 millones al año, sin incluir el dinero de los asalariados.

Las responsabilidades de los jóvenes de Taiwan son relativamente pocas. La mayoría se gradúa del sistema de nueve años de educación obligatoria a la edad de quince años, puede conducir legalmente a los dieciocho, y goza del derecho al sufragio a los veinte. Pero la influencia más poderosa de estos jóvenes es su capacidad de consumo. Según la Dirección General de Presupuesto, Contabilidad y Estadísticas (DGBAS, siglas en inglés), la población de entre diez y veinticuatro años representa aproximadamente un cuarto de los 23 millones de habitantes de la isla. Chang Der-chung, profesor en el Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad Nacional a Distancia (NOU, siglas en inglés), estima que este segmento de la sociedad sobrepasa los 5 millones de personas, y cada uno gasta un promedio moderado de NT$1.000 (US$29) mensuales en compras al detalle y recreación, o NT$60.000 millones (US$1.740 millones) al año. Esa cifra se eleva substancialmente si se toma en consideración el dinero adicional que ganan los jóvenes.

Atrapar el dinero de los jóvenes ha sido uno de los objetivos de los comerciantes y negociantes —y con mucha razón. Según una encuesta sobre consumo realizada por la NOU el año pasado, el 46 por ciento de los jóvenes encuestados entre las edades de diez y veinticuatro, utilizaban su dinero para comprar comida. El resto prefirió gastarlo en actividades recreativas y ropas. Los sitios favoritos incluyen Internet cafés, karaokes, y cines. “En términos de gasto, este grupo tiende a comprar los artículos de moda y sienten fascinación con la diversidad y la apariencia”, dice Chang Der-chung. “Los jóvenes compran cualquier cosa que les guste, aún cuando sea un artículo costoso de algún diseñador famoso”.

¿Están estos patrones de consumo determinados por la cultura consumidora de hoy o viceversa? Algo seguro es que el mercado está repleto de productos diseñados para tentar las mentes jóvenes, y más de unas cuantas estrategias de mercadeo han tenido éxito en lograrlo. “Los adolescentes tienden a consumir símbolos, en lugar de los verdaderos productos”, dice Kuo Cheng, profesora de publicidad en la Universidad Nacional Chengchi. Los consumidores jóvenes no son los únicos en esta sociedad que “gastan por el sólo hecho de gastar”, pero la locura por los símbolos es una particularidad de los adolescentes impulsivos. “Con mucha frecuencia, los adolescentes compran algo porque sus estrellas favoritas lo están promoviendo en los comerciales”, agrega.

Kuo indica que para muchos consumidores jóvenes, el hecho de comprar es más significativo que el artículo comprado. “Cuando los adolescentes van de compras en grupo, no necesariamente quieren comprar algo en especial”, dice. “Pero, van de compras para socializar con los amigos, lo que fomenta un sentido de solidaridad”. Mediante el consumo de artículos, los jóvenes hallan una conexión con el mundo y desarrollan su identidad —ya sea de manera individual o como un grupo.

Esta búsqueda de identidad es con frecuencia motivada por la cultura popular. “La industria de la música popular ha sido muy hábil creando un mundo de sueños donde los adolescentes compran felizmente satisfacción e identidad inmediatas”, dice Wang Hui-yu, consejera de secundaria superior. Ella indica que hay una contradicción entre el mensaje que transmite la música popular y cómo es recibida. Los ídolos populares cantan con frecuencia sobre sus problemas personales y las dificultades que enfrentan, e invitan a sus jóvenes admiradores a celebrar sus cualidades únicas. Pero en realidad, estas estrellas populares están reforzando la conformidad entre sus admiradores, dándoles lecciones sobre cómo vivir y cómo estar a la moda. “Ellos te dicen que sigas tus propios sentimientos”, dice Wang. “Pero en verdad, están imponiendo sus sentimientos en ti”.

Lin Yi-min, director de la Sección de Cultura Juvenil de la Fundación Career, es también cauteloso sobre la influencia del consumismo en los jóvenes impresionables. “Los consumidores que no son inteligentes sufren las consecuencias de dejarse llevar por las últimas tendencias”, dice. Muchos jóvenes están conscientemente llenando sus bolsillos con dinero efectivo; sin embargo, la urgencia de comprar artículos innecesarios puede ocurrir en el nivel subconsciente. Las experiencias de trabajar a jornada parcial son comunes entre los jóvenes, especialmente durante las vacaciones de invierno y verano. Según el DGBAS, el 12,6 por ciento de toda la fuerza laboral consiste de trabajadores a jornada parcial y completa, entre las edades de quince y veinticuatro. “Este segmento de la fuerza laboral se caracteriza por bajos salarios, mucho movimiento de personal, y un pobre ambiente de trabajo”, indica Lin. El señala que sus ganancias van a la par con la de los trabajadores extranjeros y muchos de ellos no reciben ningún seguro por parte de sus patrones.

A medida que la economía de la isla se ha desarrollado en los últimos años, los jóvenes que antes trabajaban en el sector manufacturero se han dirigido hacia el sector de los servicios. Según una encuesta realizada en 2000 por la Fundación Career, el 49,4 por ciento de los jóvenes estaban empleados en el sector de los servicios de alimentos, principalmente en los restaurantes de comida rápida y cafeterías; mientras que otro 33,3 por ciento ocupaba plazas en las tiendas de alimentos, tales como supermercados y convenience stores. Un quinto de los que respondieron trabajaban en el sector manufacturero. Una gran parte de los trabajos a jornada parcial disponibles para los jóvenes requieren un mínimo de destrezas, y el salario promedio por hora es de sólo NT$93 (US$2,70).

La misma encuesta reveló que el 55,8 por ciento trabajó para ganar suficiente dinero para comprar algo en específico; y el 41,7 por ciento lo hizo para costear sus gastos cotidianos. Algunos lo hicieron por otras razones diferentes. “Una de las razones principales del porqué algunos estudiantes trabajan es por su insatisfacción en la escuela”, dice Lin Yi-min. “En esa situación, los estudiantes no tienen otra alternativa que tratar de obtener experiencia de trabajo que les sea útil”.

Wang Hui-yu, que no posee esa opinión crítica del sistema educativo, anima a sus estudiantes a salir de la escuela y obtener experiencia real de trabajo. “En esta sociedad pluralista de hoy, la escuela aporta sólo una parte del ‘aprendizaje’ de los estudiantes”. Pero al maestro le preocupa cómo los estudiantes ganan y gastan su dinero. Han habido reportajes de estudiantes que copian discos compactos para venderlos a los compañeros de clase; jóvenes robando dinero de sus padres; y algunos que gastan todo su dinero en pasatiempos a costa de otras cosas, incluso la comida. “Los jóvenes tienen tantas tentaciones en esta época”, dice Wang. “Muchos de ellos no se dan cuenta de los peligros”. Ella cita como ejemplo el caso de una chica de secundaria básica que planea abrir un quiosko para vender areca con algunas compañeras de clase, vistiendo poca ropa para atraer a los clientes.

Wang menciona también la prevalencia de enjo kosai, un término japonés que se refiere a adolescentes (generalmente chicas jóvenes) que tienen sexo con adultos a cambio de dinero. En un caso reportado, una chica taiwanesa de veintiún años fue enjuiciada por ofrecer sus servicios en Internet. En una semana, había importunado a cuatro hombres por NT$3.500 (US$101) por hora.

El trabajo voluntario, que es una manera de canalizar la energía y pasión de los jóvenes, es relativamente poco común. Chang Der-chung, de la MOU, trabaja como consultor de la Comisión Nacional Juvenil en el área de promover el trabajo voluntario. El indica que en Estados Unidos más del 70 por ciento de la población de más de catorce años participa en algún tipo de trabajo voluntario; en cambio, en Taiwan la cifra es de sólo el 30 por ciento. “Una industria activa de trabajo voluntario en los servicios sociales es un indicativo de un país completamente desarrollado”, dice Chang. “Su promoción depende tanto del Gobierno como del sector privado”.

Se están realizando esfuerzos para animar el trabajo voluntario entre los jóvenes. Hay varias universidades que exigen que los estudiantes realicen este servicio; además, un mínimo de ocho horas de trabajo sin salario es obligatorio para los estudiantes de secundaria superior que solicitan cupo en universidades, un elemento nuevo entre los cambios al sistema de admisión universitaria. Sin embargo, ya han surgido problemas con estas nuevas exigencias. Un profesor de secundaria superior que ha certificado cientos de horas de trabajo voluntario para sus estudiantes, confesó que no evaluó bien si habían o no realizado el trabajo.

Chang Der-chung mantiene que la falta de recursos humanos para supervisar este programa puede resolverse mediante la cooperación con diversos profesionales en los círculos académicos, los grupos de bienestar social, y el Gobierno. Igualmente, se necesita un programa de formación para jóvenes y un sistema de clasificación que ayude a los estudiantes a hallar el trabajo que más les convenga. “Para un trabajador voluntario sin experiencia, un paso muy importante es recibir orientación de aquéllos con experiencia”, dice. “El Gobierno y los grupos voluntarios privados deberían considerar el establecimiento de un banco de recursos humanos en este campo”. El cree que si los jóvenes reciben más información y acceso en cuanto al trabajo voluntario, podrían beneficiar a la sociedad y obtener experiencia.

“Los jóvenes aprenden de los adultos”, dice Lin Yi-min, de la Fundación Career. “Si existe eso que llaman subcultura juvenil, la sociedad debe tratar de tolerarla y entenderla. No podemos culpar a los jóvenes por perseguir ciegamente las tendencias que los adultos crean”.

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