06/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Elevando la conciencia cultural

01/01/2002
Trabajadores restauran un templo. La definición oficial de cultura en Taiwan se refería anteriormente a la cultura china tradicional, pero ahora abarca mucho más.

urante muchos años, mucha gente dio por descontado el milagro económico de Taiwan. La reciente caída de la economía, constatada por el alto índice récord de desempleo, la disminución de las exportaciones, y el descenso del desempeño económico, ha conducido a un pronóstico pesimista. La esperanza de una rápida recuperación se ha desvanecido tras una serie de tifones devastadores que causaron cientos de pérdidas de vida y millones de dólares en daños a propiedades y cosechas. Pero en medio de toda esta calamidad, hay quienes ven una oportunidad. “Debemos aprovechar este momento para cambiar la dirección del desarrollo nacional”, dice Paul Lin, presidente de la Fundación para la Cultura y las Artes Taiyuan. “Los tifones nos han dado la oportunidad de reevaluar nuestras prioridades. Los intereses económicos han dominado desde hace mucho tiempo nuestra atención, mientras que asuntos tales como el desarrollo cultural y el uso responsable de la tierra han quedado relegados”.

Lin sugiere que la gente preste más atención a los aportes culturales que una empresa podría brindar a la sociedad, en lugar de concentrarse sólo en los beneficios económicos. El mantiene que la Conferencia para el Asesoramiento del Desarrollo Económico, convocada por el presidente Chen Shui-bian en agosto del año pasado fue un ejemplo típico del mayor énfasis que el Gobierno coloca en el desarrollo económico que en el cultural. Pero él cree que uno no excluye el otro. “Ambos aspectos comparten la meta final de mejorar la calidad de vida”, dice Lin, quien también es médico.

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La administración de asuntos culturales comenzó a cambiar en los años ochenta cuando una definición más amplia de cultura fue adoptada.

“La calidad de vida de cada persona abarca requisitos y expectativas individuales”, dice Chen Chau-hsin, presidente de la Sociedad de Críticos de Arte de Taiwan (SACT, siglas en inglés), añadiendo que fue precisamente este individualismo, o color local, lo que el Gobierno de la República de China procuró suprimir cuando se reubicó en la isla en 1949. “El problema con la política cultural de Taiwan solía ser su propensión a imponer una serie de valores éticos al público”, indica Chen. “Durante los primeros años, el Gobierno tenía una visión muy limitada de la cultura, y ello resultó en un sistema cerrado”.

En 1966, el Gobierno emprendió un movimiento diseñado para revivir la cultura china, y como resultado se designó la ópera de Pekín como el arte dramático nacional, y la pintura tradicional en tinta china como el estilo nacional de artes visuales. En 1973, el Ministerio de Educación exigió que todas las escuelas primarias y secundarias fomentaran activamente el mandarín, el idioma nacional. Dos años después, se prohibieron las estaciones de televisión que no utilizaran el idioma mandarín.

Han Pao-teh, asesor del presidente Chen y ex presidente del Colegio Nacional de Artes de Tainan, fue uno de los primeros en solicitar la preservación de la herencia arquitectónica de la isla durante los años sesenta. El recuerda que sus ideas fueron recibidas con indiferencia e ignorancia. “Expliqué a un funcionario la importancia de proteger los preciosos edificios antiguos de Taiwan”, dice Han. “Aquél respondió con desprecio que no valía la pena el esfuerzo porque su casa en China continental era mucho más hermosa”.

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Las orquestas estadounidenses reciben fondos tanto del sector público como el privado, pero aquéllas en Taiwan reciben poca ayuda de ambos sectores.

Con anterioridad a la derogación de la ley marcial en 1987, las prácticas culturales oficiales consistían principalmente en censurar discursos, publicaciones, y otros medios de comunicación. Pero incluso antes de que ocurriera la liberalización total, un nuevo espíritu de cambio comenzó a cobrar impulso. Un plan nacional de desarrollo anunciado en 1977 incluyó el establecimiento de centros culturales en cada distrito ­la primera vez que los asuntos culturales eran tomados en tan alta consideración en una política nacional. Cuatro años más tarde, la formación del Consejo para los Asuntos Culturales (CCA, siglas en inglés) a nivel de Gabinete, responsable de la promoción de las bellas artes y artes tradicionales, confirmó aún más el intento del Gobierno de apoyar una definición más amplia de desarrollo cultural. El año siguiente, la Ley para la Preservación de la Herencia Cultural fue promulgada, marcando un importante avance hacia el reconocimiento oficial de la historia y tradiciones de Taiwan. En 1985, el Premio Herencia de las Artes Folklóricas fue creado, y desde 1989 el título de Maestro de Artes Folklóricas ha sido otorgado a artesanos vanguardistas dedicados a la talla de madera, los títeres, y la música tradicional.

Sin embargo, los primeros esfuerzos del CCA, fueron considerados un poco débiles. “El consejo organizó eventos al estilo carnaval para celebrar los Festivales de Medio Otoño y Botes Dragón que fueron bastante superficiales”, dice Chu Hui-liang, legislador del Partido Nuevo, un activo partidario de los asuntos culturales. “El énfasis del Gobierno en los asuntos políticos y económicos resultó en la marginalización de los asuntos culturales en términos de dictar políticas, reglamentación y presupuesto”. Entre mediados de 1999 y finales de 2000, los gobiernos central y local gastaron un total combinado de NT$45.000 millones (US$1.300 millones) en asuntos culturales, incluyendo la administración de bibliotecas, museos, orquestas, y salas de teatro. Durante el mismo período, el CCA operaba con un presupuesto de NT$5.000 millones (US$145 millones), ó 0,22 por ciento del total de gastos del Gobierno Central.

Tchen Yu-chiou, presidenta del CCA, reconoce que a la promoción de la cultura no se le da mucha prioridad en el presupuesto del Gobierno Central, pero aún así se ha logrado cierto avance. “En el pasado, la mayoría de los eventos importantes, tales como exhibiciones, conciertos, y conferencias se realizaban sólo en Taipei. Ahora, un mayor número de ese tipo de evento se presenta en otras partes de la isla. La gente está teniendo más acceso a los recursos culturales, y entretanto, el personal administrativo está obteniendo más experiencia en la organización de actividades culturales”.

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El título de Maestro de Artes Folklóricas fue establecido en 1989 para animar a los artistas dedicados a las artesanías tradicionales. Desde entonces, muchos tallistas de madera, titiriteros, y músicos han recibido este reconocimiento.

a reestructuración podría ayudar a resolver el problema de la marginalización, sostiene Chu Hui-liang. La legislación está en vías de conceder el nivel ministerial al CCA y consolidar su jurisdicción sobre asuntos culturales que actualmente son supervisados por diversos departamentos. Entre otras áreas, el nuevo ministerio supervisará la herencia arquitectónica, museos, bibliotecas, así como las salas de cine y publicaciones ­sectores bajo la administración del Ministerio del Interior, el Ministerio de Educación y la Oficina de Información del Gobierno, respectivamente. “Con mucha frecuencia, los asuntos culturales son asignados a departamentos con un simple interés secundario en ellos”, explica Chu. “La administración de un ministerio cohesivo puede ser más efectiva y profesional en la implementación de planes”. Ella agrega que esta propuesta no contradice los esfuerzos que se están realizando para reducir el Gobierno Central. “Esto es meramente una reestructuración de las operaciones presentes, no una expansión de algún tipo”.

Tchen Yu-chiou dice que el nuevo ministerio de cultura será creado a imitación del sistema de administración francés. “No estamos buscando crear un sistema totalitario que interfiera con los objetivos culturales y artísticos”, manifiesta. “En lugar de ello, nos estamos colocando como el distribuidor de presupuesto, información y talento alrededor de la isla para asegurar la implementación efectiva de nuestras políticas”. Para el consejo es una prioridad lograr un equilibrio entre los gobiernos central y local.

El legislador Chu Hui-liang apoya el método actual del consejo donde la autoridad central posee el poder efectivo para supervisar los asuntos culturales hasta que el público sea maduro y educado para determinar la dirección correcta de este desarrollo. Este sistema centralizado puede servir como el primer paso hacia un método más laissez-faire, tal como el de la Fundación Nacional para las Artes (NEA, siglas en inglés) en Estados Unidos, indica. La NEA, el distribuidor individual más grande de fondos en el sector artístico sin fines de lucro en ese país, fue creada por el Congreso, pero opera como una agencia independiente. Esta adjudica concesiones a organizaciones artísticas y artistas para proyectos específicos, y todas las donaciones que recibe son deducibles de impuestos.

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Tchen Yu-chiou: “No procuramos establecer un sistema totalitario que interfiera con los objetivos culturales y artísticos. En lugar de ello, nos colocamos como distribuidores de presupuesto, información y talento”.

La Fundación Nacional de Artes y Cultura (NCAF, siglas en inglés), un organismo semioficial de Taiwan, establecido en 1996, realiza una función similar a la de la NEA, adjudicando subsidios a los grupos artísticos y culturales. Sin embargo, la fundación opera actualmente con un presupuesto muy limitado. Según la propuesta original, la fundación iba a recibir NT$10.000 millones (US$290 millones), con 60 por ciento de los fondos procedentes del Gobierno Central. Las donaciones del sector privado se utilizarían para complementar su capital, y ésta brindaría subsidios de los intereses devengados. Sin embargo, la NCAF ha recibido solamente NT$5.700 millones (US$165 millones), y ya ha distribuido NT$950 millones (US$27,5 millones) desde su establecimiento.

El ex presidente de la NCAF, Han Pao-teh, señala que la existencia de ambos, el CCA y la NCAF ­y sus responsabilidades concurrentes­ ha causado confusión en la política cultural de Taiwan. “Estos dos organismos representan dos medidas contradictorias”, dice. “El consejo ejerce el manejo activo de los asuntos culturales, mientras que la fundación funciona en base al principio de estímulo pasivo”. Ambas organizaciones ofrecen subsidios, con el CCA gastando hasta el 40 por ciento de su presupuesto anual en este aspecto. Han indica que según el Estatuto para Fomentar y Premiar las Empresas Culturales y Artísticas, todas estas funciones deberían ser realizadas por la NCAF. Sin embargo, aquéllos que buscan subsidios de la fundación tendrían que pasar por un proceso de solicitud más complicado y recibirían mucho menos dinero que si acudieran al CCA.

Debido a que Han prefiere que el Gobierno intervenga lo menos posible, espera que la fundación pueda actuar de forma parecida a la NEA, y que no sea una organización simbólica con recursos o jurisdicción mínimos. El también está en contra de la idea de crear un ministerio de cultura. “No entiendo porque no podemos adoptar el modelo francés en este asunto, mientras que hemos copiado todo lo demás de Estados Unidos”, dice.

Paul Lin se opone también al propuesto ministerio de cultura. El indica que el énfasis debe colocarse en la habilidad de la organización para coordinar con las agencias pertinentes y no en su estatus. Hasta ahora, el CCA celebra reuniones sobre asuntos culturales a los que se invita a participar a los jefes de los ministerios, pero generalmente ellos envían a funcionarios de menor rango como representantes, que son incapaces de tomar decisiones significativas. “El consejo juega un papel similar al del Consejo de Planificación y Desarrollo Económicos, pero no recibe el mismo nivel de respeto”, dice Lin. El sugiere que se cree un segundo cargo de vice primer ministro para que se encargue de los asuntos culturales. “Esto representaría un verdadero mejoramiento del estatus y ayudaría a dirigir a todos los departamentos relevantes hacia la misma meta”.

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El renacimiento de la ópera taiwanesa marcó un importante avance hacia la elevación del nivel de la cultura autóctona de la isla.

pesar de la controversia que gira alrededor de su función y propuesta reestructuración, el CCA ha tomado ciertas medidas importantes hacia la creación de un mejor ambiente cultural desde mediados de los noventa. En 1994, permitió a los gobiernos locales organizar el Festival Nacional de la Cultura y las Artes, procurando una interpretación más amplia de la cultura fuera de la opinión estándar elitista china. Alrededor de la misma época, el consejo emprendió proyectos de desarrollo a nivel comunitario que han ayudado a formar muchos grupos locales y talleres con fines históricos, culturales o artísticos. En una manifestación más reciente del cada vez mayor énfasis en el nivel local, muchos centros culturales han sido elevados al nivel de buró cultural dentro de sus gobiernos de distrito.

Chen Chau-hsin, del SACT, dio la bienvenida a este desarrollo. El no tiene preferencia por ningún sistema administrativo en particular en el nivel central, pero desea promover la fuerza local. “Esta es la era de culturas pluralísticas”, dice. “Cada área tiene sus propias características locales e identidad cultural específica”. Chen apoya un sistema en el que las autoridades centrales dicten la política general y destinen recursos, mientras que los organismos locales más poderosos tengan la libertad de poner en práctica esas políticas. De la misma manera, debería permitirse que organizaciones tales como museos, salas de concierto, teatros y bibliotecas operen por cuenta propia y determinen sus prioridades administrativas, en lugar de sujetarlas al ministerio de cultura, dice.

Un defecto de esta idea, admite Chen, es la falta de recursos humanos con experiencia para llevarla a cabo. El sistema educativo actual no está preparando adecuadamente a sus estudiantes en este campo. “Se necesitan que los sectores público y privado ofrezcan programas de entrenamiento adicionales”, indica. Otro problema existe en la contratación y promoción del personal del sector público. Mucha gente cualificada con el interés o destrezas apropiadas en las artes o cultura es inelegible para empleo porque no posee nivel universitario o no pasó los exámenes de cualificación exigidos por el Gobierno. Hasta aquéllos que se dedican a trabajar en este campo, no se les recompensa de la manera justa. Chu Hui-liang, quien trabajó en el Museo Nacional del Palacio como investigadora, indica que el museo carece de especialistas en restauración de antigüedades. “Un experto con las mejores destrezas y que hace grandes aportes, después de trabajar por décadas, podría terminar retirándose a un cargo de bajo nivel y con bajo salario”, dice. “¿Cómo puede este sistema atraer a la gente joven?” La legisladora está ahora tratando de conseguir estándares de contratación más flexibles para los cargos gubernamentales de las instituciones culturales”.

Otro objetivo para revisar es la Ley de Preservación de la Herencia Cultural. El CCA designó el 2001 como el año de la preservación de la herencia cultural de Taiwan. Como parte de la campaña, el consejo llevó a cabo una investigación minuciosa de los edificios y monumentos históricos alrededor de la isla, y estableció un banco de datos completo como recurso para la investigación académica. Pero el verdadero trabajo de proteger sitios históricos sigue siendo un problema. Con cierta frecuencia, un edificio con significado histórico es demolido antes de que sea oficialmente reconocido. “No se puede culpar a la gente por destruir un pedazo de historia”, dice Han Pao-teh. “Si el Gobierno no actúa para designar los edificios, entonces ¿qué pueden hacer los propietarios?”

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Los proyectos locales tales como este taller de cerámica se hallan en medio de un debate sobre qué funciones debería desempeñar un ministerio de cultura.

Los activistas están instando cambios en las leyes pertinentes para proteger los derechos de los propietarios de edificios y motivarlos a proteger reliquias importantes. Otra reglamentación a la espera de revisión es el Estatuto para el Estímulo y Reconocimiento de las Empresas Artísticas y Culturales, si una corporación dona directamente dinero a grupos culturales o artísticos, la máxima desgravación fiscal que puede recibir es el 20 por ciento. Los legisladores están considerando permitir la alternativa de un 100 por ciento de desgravación fiscal para las donaciones indirectas canalizadas a través de organizaciones como la NCAF.

Animar al sector privado a donar fondos es esencial, pero quizás sería aún mejor convertir la actividad cultural en un negocio. “La teoría y práctica de los objetivos culturales tienen que ver con un proceso de producción”, dice Chen Chau-hsin, del SACT. “La cultura y el arte ya no son propiedad exclusiva de la élite. En lugar de ello, son parte de un ambiente social general”. Una manera de que las metas artísticas y culturales sean autosuficientes sería combinarlas con el conocimiento empresarial.

En Taiwan, el mayor énfasis en el desarrollo cultural y artístico en las comunidades locales ­tales como el arte del vidrio en Hsinchu, la cerámica en Yinko, y la talla de madera en Sanyi­ han sido un avance positivo en esa dirección. “En cuanto a nuestras industrias tradicionales, no tienen que trasladarse al oeste o sur”, concluye Chen, refiriéndose a la inversión en China continental o el Sudeste Asiático. “En su lugar, pueden mejorarse con la ayuda del desarrollo cultural y artístico”.

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