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Orden en desorden

01/10/2003

a primera impresión que muchos tienen al ver el objeto que logró el primer lugar en la categoría de arte del tejido en el Segundo Premio Nacional de Artesanías es que fue confeccionado por un novicio —y particularmente uno no muy organizado. Aunque extraordinariamente bella, la cesta tejida con bambú no muestra un patrón identificable. El tejido a primera vista parece tener un diseño no uniforme, sin coherencia. Pero, así como los artistas modernos esconden su propósito a través de las obras de caos chocante o simplicidad infantil, Yeh Pao-lien creó un subterfugio estético.

Obsérvela un poco más y échele otro vistazo. Esta vez, pareciera que hay cierto tipo de patrón, aunque todavía no tiene sentido, porque la pieza no es claramente uniforme en diseño. Pero allí está, el orden surge lentamente del desorden. Ambos, la primera impresión y la segunda observación tienen sentido, después de saber el título de la pieza: Orden en desorden. La trampa ha funcionado, el subterfugio revelado. La artista tenía un plan maestro desde el comienzo.

Los jueces de la competencia quedaron igualmente sorprendidos y encantados. “Un avance en las técnicas tradicionales del tejido, rico en capas y esmerado en forma, por lo que se presenta la calidad de orden en desorden”, dijeron.

Orden en desorden

Carteras tejidas. Los trabajos de Yeh tienden a ser prácticos y pueden usarse en la vida cotidiana.

Fue más allá del mayor sueño de la artista, el hecho de ganar algún día este premio tan prestigioso y convertirse en una artista reconocida en el ámbito nacional. El camino al reconocimiento para esta artesana de 48 años de edad fue uno bastante largo. Al igual que muchos niños y niñas en su pueblo natal de Putzu en el sureño Distrito de Chiayi en Taiwan, Yeh comenzó a trabajar después de terminar la escuela primaria para ayudar a su familia. Ella encontró un trabajo en una fábrica de bambú, donde aprendió a cortar y hacer tiras de bambú con cierto grosor y anchura. Las tiras de bambú eran luego enviadas a otros trabajadores que las tejían y convertían en cestas, abanicos y otros productos para la venta en los mercados domésticos y extranjeros. “El dinero no era mucho, pero significaba una diferencia para la familia”, recuerda Yeh. “Sin embargo, cortar bambú todo el día, no era muy divertido para una niña de trece años”. En esa época no se imaginó nunca que esas tiras de bambú le permitirían algún día enriquecer su imaginación y manos diestras para crear obras de arte.

Después de varios años en el mismo trabajo monótono, una profesora de arte de colegio secundario llevó a Yeh a Chushan en el Distrito de Nantou, donde la joven aprendiz demostró sus destrezas de hacer tiras de bambú a los estudiantes. Si parecía raro que los estudiantes estuviesen interesados en la antigua artesanía, debería indicarse que Chushan, que significa “montaña de bambú” era famosa por sus productos fabricados con bambú desde el período de la ocupación japonesa (1895-1945). De hecho, no había manera de escaparse del bambú en el área de Chushan. “Comíamos retoños de bambú, usábamos muebles hechos de bambú, y nuestros bebés dormían en cunas fabricadas con bambú”, dice Yang Han-chou, el esposo de Yeh, que nació y se crió en el pueblo de Luku próximo a Chushan. “El bambú crecía en toda el área, y era prácticamente lo único en el área”.

Orden en desorden

El primer contacto de Yeh con el bambú fue cortar y elaborar tiras de este material. Mucho tiempo después, Yeh llegó a darse cuenta de las posibilidades artísticas de esta artesanía.

espués de un año de hacer demostraciones en la escuela de Chushan, Yeh siguió cortando y haciendo tiras en una fábrica de Chushan hasta que a la edad de veintitrés se casó con Yang. Después de su casamiento, Yeh estaba demasiado ocupada con la vida familiar para seguir con esta artesanía. Todo su tiempo se consumía en las labores domésticas, los niños, y en el cuidado de su suegro enfermo. En 1997, cuando su suegro falleció y los hijos se fueron del hogar, Yeh pudo pensar en continuar con su artesanía. Participó durante tres años en una clase impartida por Huang Tu-shan, paisano de Chushan y Maestro de Artes Folklóricas, galardonado oficialmente por un comité establecido por el Ministerio de Educación por su arte del tejido del bambú. “Las antiguas destrezas volvieron inmediatamente, aún cuando no había hecho tiras de bambú en 20 años”, dice Yeh. “Supongo que es como nadar o montar bicicleta —algo que nunca se olvida una vez que se aprende”.

La clase de Huang enseñaba a los estudiantes desde los pasos más básicos —la selección y el procesamiento del material. Lo primero es elegir el tipo correcto de bambú como materia para el tejido. La textura aspera del Phyllostachys pubescens de cuatro a cinco años de edad, es ideal para hacer muebles; mientras que la textura más suave del Phyllostachys makinoi Hayata de tres años de edad facilita el tejido de cestas. Una vez seleccionado el tipo de bambú, es “cocinado” en agua de soda para eliminar los aceites de la planta, y después de eso, está listo para hacer las tiras del tamaño deseado. Yeh explica que hacer las tiras es el proceso que determina el resultado del producto final. Por ejemplo, es difícil doblar una tira para formar un círculo perfecto si el grosor y la anchura de la longitud total no son idénticas. La experiencia de Yeh en las fábricas de bambú la convirtió en una de las muy pocas “hacedoras de tiras” que podía hacerlas sin necesidad de usar un instrumento de medición.

Orden en desorden

Orden en desorden. La pieza premiada que los jueces describieron como “un avance en las destrezas tradicionales del tejido”.

Ella también aprendió algunas destrezas básicas de tejido y coloración en la clase de Huang. Sin embargo, hasta dónde llegan los estudiantes depende de su entusiasmo. Para Yeh, fue un mundo completamente nuevo que no había conocido, a pesar de su familiaridad con la materia prima. “Antes, lo hacía por dinero, pero ahora es por diversión, y eso es totalmente diferente”, dice. “El reloj en la fábrica parecía no moverse nunca; en cambio, ahora nunca hay suficiente tiempo”.

on las destrezas olvidadas y un sentimiento totalmente diferente hacia la artesanía, Yeh hizo un progreso rápido e impresionante. En 2000, ella ganó un premio por una pieza que había entrado en un concurso provincial, lo que impulsó más su entusiasmo por la artesanía. Yeh encontró que con sus hijos adultos y viviendo independientemente, tenía todo el tiempo disponible para tratar y crear nuevos estilos de tejido. Ella explica que el tejido del bambú es una artesanía que consume mucho tiempo, siempre hay la posibilidad de equivocarse, teniendo que deshacer su trabajo y comenzar de nuevo. La pieza Orden en desorden, por ejemplo, le llevó un año terminarla. Pero ya sea tejer una cesta grande para frutas o un posavasos simple, las obras de Yeh tienden a ser prácticas, y sirven para usarse en la vida cotidiana. “Debido a sus bajos precios, durabilidad, y simplicidad, los productos plásticos y de otros sintéticos producidos en masa han reemplazado desde hace mucho tiempo al bambú”, dice Yeh. “Pero si tomamos en consideración los asuntos ambientales, ¿cree Ud. en realidad que el plástico es más barato que el bambú?"







Orden en desorden

En el área de Chushan, donde Yeh conoció a su esposo, muchos artículos de uso cotidiano, incluyendo cunas para bebés, eran hechos de bambú tejido.

Para promover, o tal vez refrescar la memoria de la gente en cuanto a los usos prácticos de los productos de bambú, Yeh comenzó hace dos años a enseñar clases en su propia comunidad y en las vecinas. “No soy una persona muy abierta”, dice, “por eso, no creo que me atreva a hablar enfrente de una clase de estudiantes en un sistema formal de educación artística, pero enseñar una clase en la comunidad es como platicar con los vecinos. Muchos de ellos han usado muebles de bambú o dormido en cunas de bambú cuando niños. La clase les trae a la memoria muchos buenos recuerdos, y les encanta llevar a casa los objetos que han hecho con sus propias manos”. Hasta ahora, alrededor de 70 u 80 personas han participado en las clases de Yeh, y la mayoría de ellos tiene cestas de frutas o bolsas hechas con bambú en casa.

Yeh sabe que queda un largo camino por recorrer y que necesita más que unas cuantas clases en la comunidad para promover los productos de bambú, pero insiste aún en que es el mejor camino a seguir. “Tuve mi primer contacto con el bambú hace treinta años y no me gustaba para nada”, dice. “Después de no tener ningún tipo de relación con el bambú durante veinte años, regresé y me enamoré de este material. Me imagino que estoy unida al bambú de alguna manera”. Observando la larga historia de Yeh con el bambú, parece que el destino ha dispuesto algo de orden en el desorden.

Yeh Pao-lien
886-049-275-4216
110, Chungcheng 1st Rd.
Luku, Nantou County,
Taiwan, ROC

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