04/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Calabazas de la buena fortuna

01/07/2003

Cuando Chang Chia-nung consideró hace diez años hacerse cargo del negocio familiar en el distrito de Chiayi en el sur de Taiwan, decidió que necesitaba darle a los productos valor agregado para poder mantener el negocio. En esa época, sus padres tenían una granja de frutas y cultivaban pequeñas extensiones de calabazas para su propio consumo. Tras una visita a una tienda por departamentos que exhibía artesanías hechas con calabazas, a Chang le inspiró ofrecer a los consumidores más que sustento. Comenzó a convertir calabazas disecadas en objetos coleccionables. “Así como muchos productos agrícolas, el valor económico de las calabazas era bastante bajo”, dice. “Pero si las convierto en obras de arte o artículos útiles, su valor aumenta”.

El procedió a convertir toda la granja en un cultivo de calabazas, sembrando un número de especies nuevas, así como mezclando sus propias variedades con la ayuda de institutos de investigación agrícola patrocinados por el Gobierno. Chang también empezó a coleccionar libros y participó en demostraciones de arte folklórico para aprender destrezas de talla. Poco a poco, logró perfeccionar el arte de tallar calabazas y aprendió mucho sobre pintura y caligrafía al mismo tiempo. También diseñó sus propias herramientas para esculpir sus creaciones en calabazas. Las calabazas de corteza más fuerte y dura son de textura lisa y adquieren un atractivo color café claro cuando se secan, explica el artesano. Las calabazas no son sólo hermosas en su estado natural, sino también muy duraderas, lo que las convierte en un medio ideal para crear piezas de arte.

Chang no sólo esculpe estéticamente piezas bellas, sino que también convierte las calabazas en artículos prácticos. Algunos ejemplos son lámparas, relojes, cajas, tazas, tazones, jarras, jarrones, así como instrumentos musicales, tales como tambores, flautas, banjos, y erhu (un instrumento de dos cuerdas tocado con un arco). El produce actualmente más de 100.000 productos terminados hechos de calabazas al año. Alrededor de la mitad son vendidos mediante intermediarios a tiendas de artesanías chinas en Europa, Japón y Estados Unidos, y el resto se vende localmente.

Cuando apenas estaba comenzando, el agricultor y artesano vendía sus obras terminadas en los mercados nocturnos, lugares turísticos y centros de artesanías, y los exhibía en eventos organizados por las asociaciones locales de agricultores. La reacción inicial del mercado frente a sus productos fue favorable, instando a Chang a explorar más su artesanía. “Las calabazas en forma de botella gozan de popularidad porque son consideradas auspiciosas. La palabra para ellas en mandarín, hulu, suena como fu lu, que significa buena fortuna y riqueza”, indica.

La plantación de calabazas tiene una larga historia en China, y su forma única ha sido usada en el diseño de herramientas y otros implementos durante muchos años, dice Chang. Algunos artefactos hechos con calabaza tienen siglos de antigüedad y todavía se encuentran en buenas condiciones. “Una vez que las calabazas son disecadas y tratadas apropiadamente, son tan duras como la madera y pueden preservarse durante largo tiempo”, explica Chang. Un número de estos artículos se halla en exhibición en el Museo Nacional del Palacio.

Chang ha pasado mucho tiempo y gastado mucha energía en el desarrollo de nuevas especies de calabazas, la mejora de los métodos de cultivo, y la exploración de sus funciones artísticas y prácticas. Hasta ahora, él ha cultivado con éxito aproximadamente 150 variedades, que incluyen alrededor de diez nuevas especies. Además de la poda vigorosa y el enredado vertical, él usa cuerda y placas para darle forma a las calabazas a medida que crecen, o talla las calabazas antes de ser cosechadas para crear patrones únicos. La disponibilidad de una amplia variedad de calabazas permite a Chang aprovechar sus diferentes formas, colores y tamaños cuando crea piezas talladas. El también emplea su imaginación para añadir más toques creativos a los métodos tradicionales, lo que resulta en efectos naturales y poco comunes.

Gracias a su trabajo agrícola, Chang fue seleccionado como uno de los diez agricultores jóvenes más sobresalientes en 1994. Desde hace poco, él se ha concentrado en la transformación de la industria agrícola tras el ingreso de Taiwan a la Organización Mundial del Comercio (OMC). En 2001, el plan de Chang de establecer una granja de calabazas educativa y recreativa fue apoyado por el Consejo de Agricultura, que ofreció subsidios para construir las instalaciones y ayudó con la campaña publicitaria. “Las villas agrícolas más tradicionales están en descenso”, señala Chang. “Se espera que la situación continúe deteriorándose una vez que Taiwan abra más su mercado para satisfacer sus compromisos con la OMC. Para revertir esta tendencia al declive, pienso que el sector debería inclinarse hacia el agroturismo”. La idea de promover el turismo con bases rurales está ganando apoyo y está siendo puesta en práctica por muchos simpatizantes alrededor de la isla.

Además de operar la granja de calabazas, Chang también ha construido una sala de exhibición para exponer sus obras. El también ofrece paquetes de giras de medio día que incluyen una visita a su granja y al área de exhibición, un taller de artesanía, y muestras de platillos preparados con calabaza. Durante la gira, Chang ofrece explicaciones detalladas sobre las diferentes variedades de calabaza, cómo crecen y cultivan, y los procedimientos de la fabricación de artesanías con calabazas. Toma aproximadamente seis meses para que las calabazas maduren hasta el punto donde deben ser usadas para la creación artística, después de lo cual Chang usa varias técnicas, tales como el teñido, corte, pintura, talla, ensartar, y pirografía para crear sus obras.

El número de visitantes que acude a la granja de calabazas de Chang ha aumentado paulatinamente debido en parte a su cooperación con las escuelas locales y agencias de viaje, así como a las campañas publicitarias patrocinadas por el Gobierno. “Supe de este lugar a través de una revista de turismo”, dice el visitante Lin Hsien-hao. “Me gustaría traer a mis niños aquí para que tengan contacto con la naturaleza. Es mejor a ver televisión o jugar computadora. Asimismo, pueden ver cómo crecen las calabazas, su apariencia, y cómo pueden usarse. Sería una buena experiencia para ellos”.

Hsiao Ching-chun, un maestro de colegio secundario superior que trae a sus estudiantes a visitar la granja, también reconoce el valor educativo y recreativo de la granja. “Este tipo de paseo es conducente para el aprendizaje y recreación de los estudiantes. Cuando visitan una granja, pueden entender mejor la ecología y apreciar la dura labor de los agricultores”, dice. “Igualmente, estos jovencitos se sienten felices de poder correr en espacios abiertos y hacer sus propias artesanías”.

Chang espera que estas semillas de interés y apreciación crezcan. “Me gustaría usar el patrimonio de nuestro pueblo como recurso turístico para darle a los visitantes un entendimiento más profundo sobre los estilos de vida locales”, dice. “Los estudiantes pueden entrar en contacto directo con la ecología, en lugar de aprender solamente sobre ésta mediante las fotografías en un libro de texto”. La creación de una granja turística puede a su vez ayudar a mejorar la villa Tunghsin, su pueblo natal. Otro proyecto que puede contribuir a esta meta es el “campamento de artesanías de calabaza para la buena suerte” que realiza en un estudio ubicado en su residencia. Aquí, los miembros de la comunidad son invitados a participar en la decoración de calabazas en forma de botella.

El tallista de calabazas muestra también sus obras en exhibiciones de artesanías y enseña lecciones al mismo tiempo. El ofrece instrucciones sobre la artesanía de calabazas en las escuelas locales, institutos comunitarios y otras organizaciones. Chang es también activo en las campañas de la comunidad para animar a otros agricultores a dirigirse hacia el agroturismo a través de la apertura de sus granjas a los miembros del público, y permitiéndoles cosechar frutas o verduras y llevarlas a casa. Los agricultores pueden así ahorrarles a los consumidores el costo de los intermediarios y de transporte. Chang cree también que los grupos de agricultores deberían cooperar para formar asociaciones de granjas recreativas para brindar a los visitantes una variedad de frutas y verduras y atrae a los viajeros a sus pueblos.

Chang toma este espíritu cooperativo con todo su corazón y ahora ha confiado a otros cinco dueños de granjas la labor de cultivar calabazas para poder concentrarse en sus propias creaciones artísticas, y el cultivo de tipos especiales de calabazas. En los próximos meses, Chang tiene planeado construir un invernadero para cultivar melones durante todo el año, para mantener el interés de los visitantes en la estación baja y mejorar el producto para sus propias aplicaciones artísticas.

Un gran beneficio de su trabajo ha sido la oportunidad de conocer gente de diferentes tipos y círculos sociales. El ha disfrutado los viajes alrededor de la isla y el mundo para participar en exhibiciones o demostraciones de artesanías, y conocer gente al mismo tiempo. Estas experiencias no sólo han ampliado sus horizontes, sino que han cementado su determinación para dedicarse a este campo. “Nunca pensé que podría conocer a tantos amigos. Y estoy agradecido por ello”, dice. “Siento como que si se me ha confiado una gran responsabilidad cuando más gente viene y me conoce como un artesano de calabazas”.

Por ser un agricultor innovador y un artista autodidacta, Chang ha experimentado muchas dificultades y desilusiones en el camino, pero él no se arrepiente. “Puedo estar caminando por un pequeño camino en el campo”, dice. “Pero paso a paso, llegaré a un camino más fácil que me llevará a lugares mucho mejores. Por ahora, sólo necesito continuar hacia adelante”.


Granja Educativa de Calabazas Chang Chia-nung
886-5-272-0289
No.10 Yehtzuliao, Tunhshin Village, Minhsiung Township, Chiayi County, Taiwan

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