06/05/2024

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Oscuridad y luz

01/01/2003
Yu Kang-ping: “Las películas de Chang son poderosas y verdaderas a la hora de presentar elementos tales como relaciones amorosas, cariño familiar, amistad, violencia y aspiraciones”:

hang Tso-chi, el paladín ajado de la cinematografía taiwanesa, se ve un poco nervioso bajo la luz de las cámaras de TV en el 59º Festival Cinematográfico de Venecia realizado en septiembre de 2002. “Escribir un guión es maravilloso, y filmar una película también lo es”, dijo durante una conferencia de prensa. “Pero ponerse un traje y una corbata es miserable”.

La tercera película de este director de cuarenta y un años, Lo mejor de los tiempos (2002), fue la única película de idioma chino que participó en el renglón de Mejor Película en el Premio León Dorado, el premio más prestigioso del Festival Cinematográfico de Venecia. El reconocimiento crítico de las películas de Chang ha llevado al director a realizar un papel con el que no se siente muy cómodo —el de portavoz de la industria cinematográfica de Taiwan. El se siente mucho más seguro detrás de las cámaras, contando historias de gente común luchando en un escenario natural. “Nos gusta que la gente escuche nuestras historias, pero no nos gusta abrir nuestras bocas para contarlas”, explica Chang.

En un día cualquiera, Chang viste simplemente pantalón corto y camiseta, fuma cigarrillos o mastica betel. Su propia persona se asemeja un tanto a los personajes de sus películas, muy ordinaria pero con una personalidad especial y un poco de espíritu de gánster. “Me gusta escribir y filmar películas con las que estoy familiarizado”, explica. “Como yo mismo pertenezco a la clase baja-media, por ejemplo, no filmaré sobre un personaje que lleva un traje y una corbata”.

Por desgracia, él no puede concentrarse únicamente en filmar películas, en vista de la calmada situación de la industria cinematográfica. Para ganar atención hacia su trabajo y el de otros directores que luchan por abrirse camino, Chang coopera con los distribuidores y organizadores de festival en sus campañas publicitarias. Todo el proceso tanto de los festivales y las entrevistas publicitarias obliga a Chang, según él, a convertirse en alguien diferente.

Le guste o no, Chang ha aceptado gradualmente su nuevo papel. Sus dos primeras películas, Ah Chung (1995) y Oscuridad y luz (1998), atrajeron también la atención de los críticos de cine e inspiraron a un modesto grupo de admiradores del director independiente. Hecha con un presupuesto muy limitado de NT$8 millones (alrededor de US$290.000 al cambio de 1994), la primera película de Chang, Ah Chung, fue seleccionada para competir en más de quince festivales internacionales y ganó varios premios, incluyendo el Premio Especial Jurado en 1996 tanto en el Festival Cinematográfico de Asia y el Pacífico y el Festival Cinematográfico Internacional de Busan en Corea, además el premio por Mejor Director en el Festival de Cine Internacional Thessaloniki en Grecia, y Mejor Fotografía y Grand Prix Jurado en el Festival Cinematográfico de Zhuhai en China.

Oscuridad y luz

¿Queda algún lugar para las películas locales? Un anuncio en Taipei muestra las importaciones occidentales, que han eclipsado las películas dirigidas por los cineastas de Taiwan.

Su segunda película, Oscuridad y luz, también recibió una gran acogida, ganando premios en festivales cinematográficos en Tokio, Singapur y Canes. En Taiwan, la película fue seleccionada como Mejor Película y Mejor Estreno en el Festival de Cine de Taipei y ganó el Premio de Mejor Guión y el Premio Especial Jurado en el Festival Cinematográfico Caballo Dorado.

La atención del público internacional ha ayudado a Chang a recibir la muy necesitada inversión y a explorar los mercados extranjeros. Su nueva película, Lo mejor de los tiempos, por ejemplo, fue finalizada con fondos de la corporación de transmisión japonesa NHK, y atrajo la atención de distribuidores de películas españoles y franceses tras ser exhibida en el Festival Cinematográfico de Venecia. “Definitivamente, para las películas hechas en Taiwan no es suficiente depender únicamente del mercado local”, indica Chang. “Para sobrevivir, necesito esforzarme por lograr el apoyo de inversionistas extranjeros”.

e hecho, la industria cinematográfica ha llegado a una época difícil. Los ingresos de taquilla para las películas nacionales son tan escasos que ya no existe una época buena o una época floja. Como resultado, los directores están teniendo problemas en la búsqueda de inversión para los nuevos proyectos.

El mismo Chang fue testigo de la época de apogeo de la industria cinematográfica doméstica, desde los años setenta hasta mediados de los ochenta, así como su descenso después que el Gobierno elevara el límite de películas importadas en 1986. Desde entonces, las películas domésticas han sufrido casi una derrota total en su competencia contra las películas de Hollywood con sus grandes presupuestos. “Durante la mejor época”, recuerda, “habían cientas de compañías cinematográficas locales. Y miles de películas de diferentes tipos se producían cada año, incluyendo románticas, cuentos tradicionales, y de kung fu. Pero ahora, sólo unos cuantos productores están tratando de sobrevivir, y el número de películas producidas localmente es de menos de 20 al año, aún con la ayuda de los subsidios gubernamentales. Mucha gente se pregunta si quedan esperanzas para esta industria”.

De hecho, parece que el declive de la industria cinematográfica de Taiwan durante los últimos años ha traído como consecuencia un grupo de directores empobrecidos. Muchos de ellos se han cambiado a la televisión o han dejado totalmente el campo. Pero Chang y otros se niegan a que el descenso de la industria acabe con sus carreras cinematográficas. “No es bueno simplemente conformarse con la situación de la industria cinematográfica”, dice. “Soy de los que pienso que tenemos que seguir adelante y hacerlo; y luego, más tarde, escuchar las críticas”.

Además, ser director de cine es todo lo que Chang quería ser. Tras graduarse del Departamento de Cine y Drama de la Universidad de la Cultura China en 1987, Chang se unió a un estudio cinematográfico donde trabajó en tocadores, llevando los accesorios, colocando las luces, y haciendo otros tipos de tareas. Pronto pasó a trabajar como director asistente para los famosos cineastas Yu Kang-ping y Hou Hsiao-hsien. Luego, Chang compartió su tiempo entre su trabajo como director asistente y la redacción de guiones y la dirección de películas cortas y documentales para el servicio público. En 1994, comenzó a filmar su primera película, Ah Chung.

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Chang estableció su propio estudio cinematográfico para ofrecer a los jóvenes la oportunidad de aprender sobre cine y ayudar a entrenar a la próxima generación de directores.

La película cuenta la historia de un grupo de chicos adolescentes que participan en ceremonias de templo taoísta relacionadas con actividades de gánsters. Sus vidas están llenas de luchas y conflictos con la familia, los amigos y la sociedad, y la trama se sitúa en un escenario que parece de la vida real. “Los adolescentes están llenos de energía y les gusta correr riesgos”, explica Chang. “Por ello, sus historias son más dramáticas. En otro sentido, me ayudaron a hacer las cosas que yo no me atreví o no pude hacer cuando era joven”. El drama y la intensidad de la edad adolescente son el centro de las tres películas de Chang. Su segunda película, Oscuridad y luz, captura el mundo de una chica que vive con sus padres ciegos, que se enamora de un extraño, y luego lo ve morir asesinado en una pelea de gánsters. Su última película, Lo mejor de los tiempos, es también una película de adolescentes que crecen en la pobreza y enfermedad, rodeados de gánsters y en medio de la discordia familiar.

“Las películas de Chang son cuentos agridulces de familias taiwanesas del nivel más bajo de la escala social, muy realistas y conmovedoras”, dice Chang Yann, profesor de jornada parcial y ex director del Departamento de Artes Teatrales en la Universidad de la Cultura China. “De cierta manera, son casi como documentales. Pero los personajes logran al final superar el sufrimiento. Ese tipo de optimismo y confianza en la fortaleza de la gente es inspirador”.

El continúa explicando que las piezas de Chang contienen elementos sólidos de entretenimiento y drama, sumados a su expresión de preocupación por los grupos desamparados. El público se divierte, aún cuando se desarrolla una historia seria. “Lo que me impresiona es su vitalidad, dinamismo y modernismo”, dice. “Creo que éstos son elementos importantes que un cineasta debe mostrar al público, particularmente a los jóvenes aficionados al cine, que no tienen paciencia para lo tranquilo, lento y didáctico”.

l director de largometrajes y documentales Yu Kang-ping ha observado el desarrollo de la carrera de Chang. En opinión de Yu, la última obra de Chang ha logrado un estilo maduro y sofisticado. El la considera una narración maestra de una fábula urbana. “Las películas de Chang son poderosas y verdaderas al presentar elementos de relaciones amorosas, cariño familiar, amistad, violencia y aspiraciones”, comenta. “Muestran cómo la gente crece personalmente en medio de desgracias, enfermedades y ambientes difíciles para vivir. Aunque sus situaciones son con frecuencia aburridas, el público puede percibir la fortaleza de los personajes a través de la música”.

Una manera en que Chang logra un sentimiento real en sus películas es usando personas ordinarias como actores. “Me gustan los actores que no son profesionales, porque mi trabajo es como pescar, un proceso de espera y algunas veces trae sorpresas”, explica el director. “Trabajar con ellos puede producir resultados muy buenos y mucho dolor en igual medida. De igual manera, hay calidad e historia en esas personas”.

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Al director le gusta trabajar con actores no profesionales que tienen antecedentes similares a los de los personajes que encarnan.

Chang busca gente que tiene antecedentes y experiencias de trabajo similares a las de los personajes. En su película Ah Chung, por ejemplo, el niño pequeño que juega con su hermano menor Ah Chi, un niño retardado mental, es tal cual en la realidad. Mientras que la madre que se gana la vida actuando en revistas teatrales es en la vida real miembro de un grupo local de revista teatral. Chang descubrió en la calle a los personajes ciegos que aparecen en Oscuridad y luz, y para el papel del padre en Lo mejor de los tiempos, contrató a verdaderos continentales veteranos en los parques frecuentados por personas de la tercera edad.

Con el fin de preparar a los actores aficionados para sus papeles, Chang pide a todos los actores del reparto que pasen tiempo juntos para que pueden adquirir un sentido de intimidad. Generalmente, alquilo una casa y hago que todos se muden allí”, explica. “Viven, cocinan, comen y hasta duermen bajo el mismo techo, para aprender a conocerse rápidamente. Eso ayuda a que la filmación salga bien y sus actuaciones sean más naturales”.

Durante la filmación de sus películas, Chang busca intercambios repentinos entre los mismos actores y depende de luces portátiles para darle a los actores máxima libertad de movimiento. Algunas veces cuando los actores piensan que están hablando entre ellos, Chang está grabando a escondidas sus palabras y acciones para usarlos en sus películas. Los resultados son representaciones sorprendentemente reales de gente común atravesando una situación que gana ímpetu contra un telón de fondo constituido por la vida cotidiana.

Entre tanto, Chang continúa siendo el desganado portavoz de la industria cinematográfica de Taiwan. Para cultivar nueva sangre, Chang abrió su propio estudio cinematográfico hace cuatro años y ofrece pasantías y ánimo a estudiantes y recién graduados. “Me siento obligado a darles a los jóvenes oportunidades para aprender, así como nos las dieron nuestros predecesores en el pasado”, dice. “Necesitamos traspasar la antorcha. Y creo que la formación educativa y la práctica son una buena manera de mejorar la estructura fundamental de la industria”.

Agobiados por las importaciones de grandes presupuestos, el mercado cinematográfico de Taiwan es un lugar difícil para que tenga éxito un director. Los cineastas están logrando cierto apoyo del Gobierno procedente de subsidios, y esperan que el reconocimiento en los festivales cinematográficos internacionales vaya acompañado del apoyo financiero de patrocinadores. Chang sigue siendo optimista, sin preocuparse mucho por el futuro. “No me siento desilusionado o frustrado por el ambiente actual”, dice. “Sólo quiero seguir hasta que ya no pueda hacerlo más, seguir haciendo lo que estoy haciendo bien”. Es la misma perseverancia que caracteriza a los personajes de sus películas. Con un poco de suerte, quizás Chang Tso-chi también triunfe a pesar de las dificultades.

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