05/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Cambiando la imagen imperial

01/03/1996
Foto de Chang Su-ching El Jardín Chih Shan, al pie del museo, es un lugar tranquilo donde los amantes del arte pueden reflexionar sobre las gloriosas piezas que se encuentran dentro del museo. El jardín al estilo Ming es una hábil creación de lagos y senderos interconectados.
El Museo Nacional del Palacio, hogar de la colección de arte chino más grande del mundo, celebró su septuagésimo aniversario de fundación el año pasado con una serie de exhibiciones especiales. Si bien la muestra del Louvre atrajo gran parte de la atención, cada una de las otras diecinueve exposiciones de aniversario se distinguió por sí misma. Muchas obras de arte chinas de calidad superior fueron exhibidas al público por primera vez. Estas no sólo son dignas representantes de la maravillosa colección de arte chino que tiene el museo, sino que su belleza inalterada constituye también un tributo al cuidado que el museo les ha dado a través de los períodos más turbu­lentos de la historia de China.

Un ejemplo espectacular es la exhibición de setenta piezas maestras, pinturas y obras de caligrafía que provienen en su mayoría de las Dinastías Tang (618­-907), Yuan (1279-1368) y Ming (1368­-1644). En el pasado, temeroso de sus frágiles condiciones, el museo solamente exhibía unas cuantas de ellas a la vez. Pero en esta ocasión, todas han sido exhibidas conjuntamente. Por su alcance y dimensión, ésta y todas las otras exhibiciones especiales han demostrado con éxito la capacidad del museo para liberarse a sí del estigma de ser una colección de la casa imperial y convertirse en un verdadero museo nacional.

Las colecciones llegaron a Taiwan por una vía tortuosa, sobreviviendo muchos peligros en su camino.

Después de la fundación de la república en 1912, el último emperador de China continuó viviendo en la Ciudad Prohibida hasta 1924. Un año después, la Ciudad Prohibida se convirtió en el Museo Nacional del Palacio, que seguía guardando una cantidad desconocida de obras de arte que había dejado allí la familia imperial Ching. Cuando se inauguró el museo al público, la gente concurrió a echarle una mirada a los preciosos tesoros que los gobernantes chinos habían resguardado de la vista de los mortales ordinarios durante tanto tiempo.

En 1935, dos años antes que estallara la Guerra Sino-japonesa, el gobierno del Kuomintang decidió que la colección imperial necesitaba un repositorio más seguro. Los mejores tesoros fueron empacados en cajas de madera, y una noche fueron silenciosamente sacados del palacio, el primer paso de una aparentemente interminable jornada de un sitio a otro en un intento por escapar a los estragos de la guerra. Solamente con el cese de fuego en 1945 fue que las trece mil y tantas cajas fueron llevadas de vuelta a la Ciudad Prohibida.

Pero enseguida se desató una nueva guerra, esta vez entre los chinos comunistas y el gobierno del Kuomintang, de modo que otra vez se tuvo que empacar los tesoros nacionales y enviarlos fuera. Alrededor de 230.000 objetos de arte fueron llevados a bordo de tres barcos a Taiwan, desembarcando en el puerto de Keelung, en la costa norte de la isla. Era 1949, el año en que los comunistas ocuparon el territorio continental. Los tesoros nacionales fueron posteriormente trasladados a Wufeng, en el centro de Taiwan, donde fueron almace­nados en cuevas. En 1957, se construyó una pequeña sala de exhibición para mostrar algunas de las obras de arte. Ocho años más tarde, la colección fue trasladada a su actual hogar espacioso en Waishuang­hsi, en el norte de Taipei, y se instituyó formalmente el Museo Nacional del Palacio en noviembre de 1965.

Después de haber iniciado sus viajes, le tomó tres décadas completas a la colección imperial para terminar su desasosegada jornada de diez mil kilómetros. Echando una mirada retrospectiva a la historia del museo, el Director Chin Hsiao-yi dice: "Ningún otro museo en el mundo ha tenido una experiencia tan tumultuosa".

Durante los siguientes veinte años, el Museo Nacional del Palacio expandió su espacio y sus colecciones, clasificó las obras de arte y modernizó sus instalaciones de conservación. Gradualmente, se convirtió en el centro mundial para los estudios del arte chino y el punto turístico más visitado en Taiwan. Chin dice orgullosamente: "Casi todos los académicos conocidos que estudian el arte chino han estudiado o hecho investigaciones aquí durante algún tiempo".

Hace aproximadamente diez años, el museo se embarcó en un ambicioso programa para transformarse de una colección de la corte imperial en un museo nacional para los chinos de todo el mundo. Chin, quien ocupa su actual cargo desde 1983, dice: "Cuando el museo fue establecido hace setenta años, nadie tomó en cuenta cómo sería administrado. Senci­llamente se quiso preservar la colección imperial, y esa es la razón del porqué siempre ha sido considerado un museo de la corte imperial. Incluso su actual nombre es una reminiscencia de aquel tiempo, aunque ya ha sobrepasado en gran medida el concepto original a través de la evolución constante". De hecho, el actual inventario del museo es de unos 640.000 objetos de arte, casi tres veces el número original de piezas que tenía.

Varios enfoques han ayudado a su proceso de transformación. Uno fue juntar una colección de artefactos que pueda mostrar la evolución cultural del pueblo chino a través de la historia, que se extiende a siete mil años desde el prehistórico período Neolítico hasta la era actual. Esa colección actual­mente incluye objetos excavados en Taiwan y China continental en la última década, que el museo ha logrado obtener a través de varios canales. Según Chin, muchos objetos no estaban incluidos en la colección imperial original debido a prejuicios por parte de la casa imperial de los Ching. Tomemos por ejemplo las armas antiguas: se les consideraban de mal agüero y nadie las coleccionaba. Las pinturas de artistas de la finada Dinastía Ming que rehusaron someterse a la conquistadora monarquía Ching también corrieron similar suerte. "Debido a eso, no se encontraba ninguna pintura de Pa-ta Shan-jen, un pintor de la Dinastía Ming sumamente famoso por su estilo minimalista, dentro de la Ciudad Prohibida", dice Chin. "Las obras de Pa-ta Shan-jen que vemos ahora aquí, no fueron compradas por el museo". Según Chin, algunas de esas pinturas fueron donadas y el resto ha sido prestada por coleccionistas privados.

Pero ese es solamente uno de los enfoques. El director y los conservadores del museo no se contentan con crear sólo un repositorio de la cultura china, también procuran dar un sentido histórico a las diversas exhibiciones. Como resultado, los artículos han sido ordenados en forma cronológica bajo diferentes clasificaciones. "Los visitantes pueden apreciar mejor la cultura china cuando se les dan algunas nociones del sentido del desarrollo histórico del arte chino", dice Chin. El señala que el museo alberga ahora la colección más completa de jade del mundo, con piezas que datan desde el Neolítico hasta la era actual. Un evento sobresaliente fue la Exhibición Especial de Jades Circulares, que estuvo en muestra desde enero hasta fines de diciembre del año pasado. Allí, los visitantes pudieron admirar más de ochenta artículos en diversos estilos, creados entre los años 5.000 a.C. y 200 d.C., y aprender cómo cada uno de ellos revela algo del estilo de vida, cosmología y pensamiento artístico del tiempo a que pertenece.

Para precisar la perspectiva histórica, el museo ha enfocado la comparación entre el desarrollo de la cultura china y la cultura de otros países. Este fue un precedente útil en la exhibición permanente del primer piso del edificio principal del museo, titulada "Relación entre la cultura china y las culturas del mundo". En una larga y serpentina sala de exhibición, se encuentran enormes fotos a color de artefactos chinos dispuestos en orden cronológico, colgadas juntas a las de otras culturas. El origen de la civilización se remonta al período Paleolítico. "Esta tabla cronológica de la civilización humana lo lleva a uno vuelta atrás al mundo como era hace siete mil años", dice Chin. "Después de verla, no sólo tendrá una buena idea acerca del desarrollo de la cultura china, sino que también podrá descubrir si ha estado delante o detrás de las otras culturas".

Como el santuario artístico más preeminente de la isla, el trabajo del Museo Nacional del Palacio no es solamente ayudar a preservar la cultura china; sino que también juega un papel vital en la promoción de esa cultura a todo el mundo, tanto chinos como extranjeros. De hecho, durante muchos años, se han ofrecido programas educativos para grupos de diferentes edades. Según Chou Kung-shin, conservador encargado de las exhibiciones del museo, aparte de las clases en donde se enseña a la gente cómo apreciar mejor las exhibiciones, hay otras que introducen la caligrafía, jade, cerámica, pintura, porcelana y otros objetos del arte chino. Se estimula a las personas de la tercera edad para que asistan a los grupos de estudio "Perdurables (Evergreen)" diseñados especialmente para ellos. Hay clases en inglés para extranjeros, y los adolescentes pueden asistir a clases de arte durante sus vacaciones de verano e invierno. "Esperamos estimular el interés de los jóvenes en el aprendizaje acerca de su propia cultura", dice Chou. 'Tal vez algún dia, cuando ellos sean mayores, se convertirán en guías y conferencistas volun­tarios".

El museo ha hecho una labor parti­cularmente buena con su programa para niños, donde se introduce el arte chino a los estudiantes a través de juegos con pinceles, pigmentos, arcilla y papeles. Esas clases son muy populares. Según Chin Hsiao-yi, "Más de ochocientos niños compiten por treinta puestos en cada clase. Para ser más justos, hacemos sorteos entre ellos para decidir los grupos".

Pero no solamente se atiende en forma especial a los niños y ciudadanos de la tercera edad. El museo es una institución con sede en Taipei. ¿Cómo familiarizar a los ciudadanos de otras partes de Taiwan con la fabulosa colección del museo y enseñarles más acerca de la cultura china? Los conservadores del museo suspiraron y decidieron que ya no era suficiente esperar que la gente acudiera a ellos; era tiempo de ir por la gente.

Había un antecedente: El Museo Nacional del Palacio había enviado réplicas seleccionadas de sus obras de arte a dife­rentes centros culturales locales para exhibición todos los años desde 1976. Pero, en octubre del año pasado, el museo dio un paso más al organizar una exhibición especial de jade, porcelana y objetos de arte esmaltados, así como los instrumentos utilizados en el arte de la caligrafía ­ –pincel, piedra de tinta, barra de tinta y papel– en el Museo de Bellas Artes de Kaohsiung. Fue la primera vez desde que fue inaugurado en Taipei en 1965, que el museo realizaba una muestra de una colección de piezas originales, y no de reproducciones, en otra ciudad de Taiwan. La exhibición atrajo a más de doscientos mil visitantes del sur de Taiwan y tuvo que prolongarse de los dos meses originales a tres.

En la última década, el museo ha estado intensificando sus esfuerzos para liberarse de la imagen altiva e indepen­diente que ha tenido desde sus inicios. Separándose fuerte y atrevidamente de la tradición, el museo comenzó a realizar exhibiciones en cooperación con organiza­ciones privadas. Para conmemorar su sep­tuagésimo aniversario, el museo cimentó sus lazos con el sector privado el año pasado a través de una exhibición de ciento cincuenta artículos de jade provenientes de varias colecciones de Taiwan. "Grandes lotes de artefactos chinos de muy buena calidad han aparecido en el mercado internacional de antigüedades en los últimos años, y el poder adquisitivo de Taiwan se ha vuelto legendario en el mun­do de las antigüedades. Si bien los coleccionistas privados tienen el dinero para comprar los artefactos, el museo tiene la capacidad de mostrarlos en la forma más ventajosa", dice Chin.

Según Chin, los cinco coleccionistas involucrados estuvieron tan complacidos de haber sido invitados para mostrar sus colecciones en el museo que acordaron hacerlo gratis. "Incluso se ofrecieron para entregar y retirar las obras de arte por sí mismos", dice. Los artículos de jade fueron exhibidos en orden cronológico, empezan­do con el Neolítico inferior y continuando hasta la Dinastía Han (206 a.C.-221 d.C.). La mayoría de los artefactos era estrictamente única de su género. El diseño, estilo artesanal y los materiales utilizados en esos artículos eran considerados raros incluso durante el tiempo de su creación. La exhibición fue inaugurada en octubre y duró hasta fin del año.

La participación de individuos y organizaciones privadas no fue el único aspecto importante de esas importantes exhibiciones. El museo logró deshacerse finalmente de su traba auto-impuesta de que solamente puede exhibir arte chino. En 1987, organizó una estupenda exposición de más de doscientas muestras de estatuas budistas prestadas por un coleccionista chino residente en Japón. La misma fue una de las exhibiciones mejor montadas en la reciente historia del Museo Nacional del Palacio. En 1993, el China Times ayudó a patrocinar una muestra de pinturas de Claude Monet, fundador del impresionismo, y el Grupo United Daily News asumió una función similar para una exhibición posterior de obras del Museo del Louvre. La Dimension Endowment of Art, una fundación artística sin fines de lucro con sede en Taipei, ayudó a organizar ambas muestras, lo cual constituye una evidencia más de la participación de grupos foráneos al museo en un esfuerzo cooperativo.

Ha habido otras innovaciones imaginativas en diversas áreas. Hace unos nueve años, los administradores del museo se dieron cuenta que debían hacer algo para reflejar el desarrollo cultural de la sociedad de Taiwan. Desde entonces, el museo ha abierto periódicamente sus puertas a exhibiciones de obras de los artistas contemporáneos de Taiwan, que aplican el tema compuesto: Creando a partir de la Tradición. Para celebrar su septuagésimo aniversario, la exhibición de arte moderno del año pasado contó con treinta y dos obras de varias categorías, tales como grabado, escultura, cerámica, piezas de laca y obras de vidrio. Según el Jefe de la Sección de Exhibiciones, Chou Kung-shin, a pesar que esas obras no constituyen una representación completa del escenario artístico contemporáneo de Taiwan, la exposición ilustra la forma en que algunos artistas modernos se han inspirados en la cultura tradicional.

Pero el museo no se siente todavía del todo listo para dar el paso siguiente y proceder a adquirir arte chino moderno. Las piezas mostradas en esas exhibiciones contemporáneas han sido todas prestadas por los propios artistas. El Director Chin Hsiao-yi explica: "El arte es muy subjetivo. Cada persona tiene una idea diferente sobre el mismo. Para evitar discusiones innecesarias, el museo ha decidido no adquirir ninguna obra de artistas contemporáneos antes de que haya hecho méritos artísticos". Un comentario inte­resante, de una fuente altamente calificada; aunque vale notar que los encargados del Museo de Bellas Artes de Taipei no sienten tales escrúpulos.

¿Y qué vendrá después? En marzo del presente año, el museo enviará algunas de sus obras de arte a los EE.UU. La gira de trece meses, que incluirá alrededor de unas quinientas de las mejores piezas del museo, se presentará en algunos de los más pres­tigiosos museos de ese país: El Museo Metropolitano de Arte en Nueva York, el Instituto de Artes de Chicago, el Museo de Arte Asiático de San Francisco, y la Galería Nacional de Arte en Washington, D.C. Según Chin, el Museo Nacional del Palacio inició los contactos con los museos estadou­nidenses en junio de 1991. "Sólo tras innumerables discusiones por medio de llamadas telefónicas, cartas y reuniones, se firmó finalmente un acuerdo entre el Museo Nacional del Palacio y el Museo Metro­politano de Arte en diciembre de 1994", dijo. El título provisional de la exhibición es: Esplendor de los Tesoros Imperiales Chinos del Museo Nacional del Palacio, Taipei. Complacido, Chin recalca que "finalmente estamos encaminándonos hacia nuestra meta de convertirnos en un museo internacional".

El costo de la exhibición ambulante se estima en US$6,2 millones. La mitad será aportada por los cuatro museos, y el resto vendrá de la partida anual que el gobierno destina al Museo Nacional del Palacio. "Le costará al gobierno mucho dinero, pero también tendrá mucho significado en el intercambio cultural entre ambos países", dice Chin.

Sus comentarios hacen alusión indirectamente a un tema sensible. Durante muchos años, se consideraba algo im­posible el enviar al exterior las obras de arte originales del museo, especialmente debido a que las autoridades de China continental las reclaman y esto trajo como consecuencia que las antigüedades enve­jecieran en algún depósito mientras los abogados discutían. Sin embargo, hábiles y pacientes negociaciones removieron esta amenaza y el mundo podrá apreciar incluso más tesoros itinerantes del museo.

Desde que el museo se trasladó a Taiwan, su primer envío de obras de arte al exterior fue en 1961, cuando 250 piezas, incluyendo pinturas, obras de caligrafía y objetos de jade, fueron enviadas a una gira por cinco museos de EE.UU. En 1991, muestras de las colecciones de pintura, caligrafía, objetos tallados de laca, piezas esmaltadas y porcelanas estuvieron en exhibición durante tres meses en la Galería Nacional de Arte en Washington, D.C., en ocasión de la celebración del quinto cen­tenario del descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón. Ahora, con el éxito de la reciente exhibición del Louvre, Chin se concentra en lo que será la coro­nación de gloria de su campaña para promover la cultura china en el mundo: una exhibición en el Museo del Louvre. "Como tantas cosas en Taiwan se están internacionalizando", dice riéndose, "¿por qué no sigue dicha tendencia el Museo Nacional del Palacio? ■

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