03/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Un mundo de títeres

01/01/1995
Lee Tien-lu lleva una vida sencilla. Se levanta generalmente a las ocho en punto y desayuna a la manera tradicional con un asopado de arroz y cerdo seco. Luego, se dirige a la sala, se sienta comodamente en el sofá, y prepara sus propias combinaciones de té. Con sus dedos envejecidos, abre un paquete de Davidoffs, el que fumará intermitentemente durante todo el día. Finalmente, se relaja y comienza a meditar por largas horas. Cuando le pedimos mirar atrás y traer a la memoria los recuerdos de ochenta y tres años, la respuesta de Lee es caracteristicamente optimista. "¡La vida es bella!", dice en un tono de voz claro y todavía juvenil. Esa vida bella es la que ha recorrido un mundo imaginario y fantástico, el mundo de los títeres. La mayor parte de su vida, Lee ha sido un dedicado y talentoso artista del tradicional arte chino de los títeres. Nació en una familia de titiriteros y creció entre títeres hasta que se convirtió en titiritero profesional a la edad de catorce años. A los veintidós, tenía su propio grupo, I Wan Jan, que eventualmente se transformó en uno de los más exitosos, de lo que en ese entonces era un negocio altamente competitivo. Asimismo, Lee enseñó a sus dos hijos el arte de los títeres, y ahora I Wan Jan es una fuerza principal en la transmisión de este arte folklórico tradicional. Lee es venerado como un maestro de esta disciplina. De igual manera se considera, en muchas formas, un símbolo folklórico de Taiwan de una época pasada, un adorado icono cultural. El ha sido tema de artículos de periódico y libros, y ha ganado muchos premios. Su rostro tranquilo y avejentado, su forma de ser pausada, prudente y ecuánime, son conocidos cariñosamente en toda la isla, especialmente desde que apareció el año pasado en una telenovela y en varias aclamadas películas del director local Hou Hsiao-hsien. Una de estas películas, "El Maestro de los Títeres", que ganó el Premio "Jurado" en el Festival de Cine de Cannes en 1993, inmortalízó la historia de la vida de Lee, que es tan cautivadora como cualquiera de los espectáculos de títeres que él ha realizado. Cuando Lee nació en Taipei en 1910, durante la ocupación japonesa, un adivino predijo que él viviría una larga y saludable vida. Pero su destino, dijo el adivino, sería "incompatible" con sus padres, trayéndoles posiblemente enfermedades o la muerte. Tratando de burlar el destino, Lee creció llamando a sus padres tía y tío, en vez de madre y padre. El padre de Lee, Hsu Chin-mu, era de una familia pobre y por esa razón se había casado con una mujer de una familia adinerada. Bajo este arreglo, sus hijos llevarían el apellido de su abuelo materno en lugar del suyo propio. Este fue un arreglo que el mismo Lee siguió cuando él se casó. A los siete años de edad, Lee comenzó a asistir a una pequeña escuela privada y comenzó a memorizar libros tradicionales tales como el Clásico de Tres Carácteres y el Ensayo de las Mil Palabras. Su educación, a pesar de ser limitada, seria de gran utilidad para su futuro. "Mi abuelo quería simplemente que yo aprendiera a leer y a escribir, sin embargo mi educación resultó ser indispensable para mi trabajo", dice Lee. "El titiritero profesional debe llevar a cabo conversaciones en una manera erudita y estilizada. La familiaridad con los clásicos me ayudó a improvisar los diálogos". Después de cinco años, se cambió de la escuela privada a una pública, donde permaneció otros dos años. A los nueve años, Lee perdió a su madre que sufría de una enfermedad crónica de los pulmones, y al año siguiente su padre se volvió a casar, desconectándose de la familia de su primera esposa y regresando a sus raíces pobres. Pero para ese tiempo, ya su padre había establecido su propio grupo de títeres, uno de los primeros de Taiwan. Hsu había estudiado con un alumno del maestro de títeres Chen Po, quien había hecho varias visitas a la isla desde la provincia de Fukien en China continental. Al ver que Lee no se la llevaba bien con su madrastra y preocupado de que se convirtiera en un bandolero, su padre comenzó a llevarlo a dondequiera que hacían presentaciones. El niño comenzó como parte del coro de bastidores, vistiendo a los títeres, y ocasionalmente encargándose de algunos papeles menores. Lee aprendió lo que pudo, no obstante no tenía frecuentemente a alguien que lo guiara. "En realidad mi padre nunca me enseñó", dice él. "Yo aprendí observando y escuchando". A menudo me paraba entre el público y trataba de memorizar las historias y las líneas. O encontraba un lugar cerca de los músicos y observaba como tocaban los tambores y los gongos al momento de la presentación. También me colocaba detrás del titiritero principal y su asistente —conocidos como "primera mano" y "segunda mano"— y observaba cómo maniobraban sus marionetas. Lee también tenía acceso a los títeres cuando no estaban en uso. Ellos estaban allí, todos los personajes favoritos conocidos por todos los niños: damas vestidas y peinadas elaboradamente, eruditos con barbas, generales de caras pintadas con brillantes colores, soldados y demonios, el famoso Rey Mono y su compañero con cara de cerdo. "Yo tenía libertad de tocar los títeres", dice Lee orgullosamente, recordando cómo era continuamente envidiado por los niños de la audiencia. Lee recogió información sobre títeres de cualquier fuente disponible. "Mi padre era analfabeto; él no me podía explicar el significado de las líneas", dice él. "Yo tenía que comprar libros para poder aprender la historia y sus antecedentes". De esta manera, él aprendió por sí mismo los dramas históricos, leyendas, y mitos religiosos que son los pilares del arte tradicional de los títeres. Cuando tenía catorce años, Lee tenía la capacidad suficiente y fue contratado como primera mano por un grupo situado en Shihting, un área montañosa al sureste de Taipei. Según la costumbre, el dueño del grupo le daba al padre de Lee quince yenes japoneses anualmente, suficientes para comprar tres décimos de un tael de oro. También proveía al joven de habitación, comidas, y dinero de bolsillo. Con poca experiencia en el escenario, el debut de Lee no fue impresionante. Fue capaz de mover los títeres con suficiente destreza, sin embargo se le olvidaron la mayoría de las líneas. No obstante tuvo muchas oportunidades para mejorar. Era el apogeo de los títeres en Taiwan, y las presentaciones se realizaban regularmente. Una boda, el nacimiento de un bebé, el natalicio de un dios, una buena cosecha, casi cualquier ocasión era una excusa para que alguien contratará un grupo de títeres. Y en los años veinte del Taiwan rural, donde había poco acceso a las películas y la radio, las presentaciones de títeres eran una de las pocas formas de entretenimiento disponibles. El grupo de Lee viajaba asiduamente de aldea en aldea, cruzando montañas y valles a pie. El elaborado escenario tallado y adornado, los instrumentos musicales, y los baúles llenos de títeres y otros componentes del escenario eran llevados al hombro, generalmente por los trabajadores enviados por la persona que contrataba el grupo. Lee recuerda un viaje que duró nueve horas de camino. Partieron de Shihting a las 6:00 a.m. y llegaron al distrito de Ilan, al noreste de la isla, a las 3:00 p.m., justo a tiempo para montar el escenario para la presentación de la tarde. Pero para el adolescente Lee, los largos viajes eran como ir de picnic."No era malo en lo absoluto", dice él. "En aquellos días, me levantaba viendo montañas todas las mañanas. Viajábamos a lo largo de los senderos de la montaña. Y actuábamos para los aldeanos de las montañas. A mí me gustaba". La vida era simple, y Lee no tenía otra cosa que hacer sino sumergirse en el mundo de los títeres. Mientras andaba de una presentación a la otra, él practicaba. Debe haber parecido un loco, él dice: "Tomaba un títere en cada mano y ensayaba todo el camino. Y de regreso, hacía lo mismo. Yo practicaba los diálogos, tratando de capturar las diferentes características de las voces de cada personaje. Y trataba de aprender a mover los títeres de forma que parecieran más humanos". El esfuerzo valió la pena. Al año siguiente, Lee obtuvo un mejor trabajo con otro grupo en la misma área, esta vez ganando treinta yenes anualmente para su padre. Pero el dinero todavía era el salario de un hombre pobre. Cuatro años más tarde, Lee se cambió a otro grupo en la ciudad de Taipei. En el proceso, fue acogido por la familia del dueño del grupo y se casó con su única hija. Varios años más tarde, en 1932, el grupo se disolvió y Lee, de veintidós años, finalmente estableció su propio grupo de títeres. El consultó con un amigo erudito sobre el nombre y se decidieron por I Wan Jan, que significa títeres que se mueven magnificamente como actores humanos. Incluyéndolo a él, el grupo tenía seis miembros: un primera mano, un segunda mano, y cuatro músicos. El grupo actuó hasta el inicio de la Guerra Sino-japonesa (1937-1945), durante este período la mayoría de las presentaciones de títeres fueron prohibidas. En ese tiempo, Lee empleó su conocimiento de historias tradicionales, diálogos, y música para trabajar como director y actor de ópera taiwanesa, que todavía estaba permitida en presentaciones a puertas cerradas. También pasó una temporada en 1943, a petición de la oficina de propaganda del Departamento de Polícia de Taipei, haciendo presentaciones de títeres que promovían las políticas del gobierno japonés. Las presentaciones eran en japonés en vez de taiwanés, y en lugar de los tradicionales trajes chinos, los títeres vestían kimonos y uniformes militares. Eventualmente, incluso estos espectáculos de títeres fueron descontinuados a medida que la guerra se intensificaba, Lee terminó como supervisor de construcción, ayudando a cavar refugios en caso de ataques aéreos. En Taipei con la continua amenaza de bombardeo, él fue autorizado finalmente a llevar a su familia al centro de Taiwan. Al terminar la guerra, una epidemia de malaria se extendió por la isla. Lee perdió a su suegro, y luego a un hijo, y tanto él como su esposa se enfermaron también. Aún enfermo, regresó a Taipei casi arruinado. "Sólo tenía 50 centavos en mi bolsillo, suficientes para alquilar un carro para mi esposa y los niños pequeños", dice él. "Mi hijo mayor y yo tuvimos que caminar dos horas para llegar a casa. Nos paramos a descansar trece veces a lo largo del camino". Los tiempos fueron difíciles, pero el teatro de los títeres estaba floreciendo nuevamente. Se colocaban escenarios en cualquier lugar para celebrar el final del dominio japonés en Taiwan. Un antiguo aprendiz le ofreció a Lee un cargo, a pesar de su infección de malaria. Finalmente, se recuperó pocos meses después y continuó actuando por más de medio año en la Calle Pinchiang, al lado de lo que había sido la base aérea japonesa. "La gente estaba abrumada por la alegría de deshacerse de los japoneses", recuerda él. "Destruyeron los antiguos aviones (que los japoneses habían dejado abandonados) en la Calle Pinchiang y vendían el metal por dinero para contratar los grupos de títeres". Para ese entonces, las destrezas de Lee estaban completamente desarrolladas. Compró equipo y títeres de varios titiriteros retirados y reabrió I WanJan en 1947. Sus presentaciones atraían a grandes multitudes, y también la atención del Kuomintang, que solicitó a Lee realizar una serie de presentaciones alrededor de la isla para promover las políticas anticomunistas del nuevo gobierno. El grupo también solía actuar en las fiestas de fin de año organizadas por altos funcionarios de gobierno y sus familias. Lee recuerda una vez que Chiang Kai-shek se apareció entre bastidores. "Yo paré la actuación para saludar al presidente; pero él se marchó de inmediato", dice Lee. "Lo conocí después, y me dijo que se había ido porque no quería interrumpir mi actuación". I Wan Jan hacía ahora más de 365 presentaciones al año. Los teatros de títeres eran otra vez la principal actividad de recreo, y algunos días se programaban en la mañana, tarde y noche. El grupo de Lee pasaba generalmente la primera mitad del año actuando en teatros a puertas cerradas, haciendo presentaciones que eran estrictamente para diversión. Y la segunda mitad del año, cuando tienen lugar muchas fiestas religiosas, el grupo actuaba en escenarios al aire libre, con frecuencia instalados al frente de algún templo. El templo o algún vecino adinerado los contrataba para ayudar a celebrar el natalicio del dios o agradecerle algún favor concedido. Lee ofrecía más de cien presentaciones diferentes a sus dientes, incluyendo clásicas historias de títeres con más de cien años de antigüedad. Algunas populares alternativas estaban entre aquellas que había heredado de su padre, cuando éste tenía el grupo Chen Po. "El cuento de la torre del tesoro de la perla", por ejemplo, relata la historia de una jovencita rica que entrega a su prometido la torre de miniatura incrustada de perlas que pertenecía a su familia, aún cuando sus padres ya habían roto el compromiso porque el novio era demasiado pobre. Otro cuento popular, "La carta de contestación a los bárbaros", trata de un joven a principios de la dinastía Ching que logra evitar una invasión a través del envío de una carta falsa al enemigo. Muchos cuentos populares fueron representaciones de novelas clásicas tales como el Romance de los tres reinos, el Cuento de la serpiente blanca, y Viaje al oeste. Sin embargo, Lee obtuvo fama por su interpretación personal de una serie de dramas de caballería, que él adaptó de novelas de kung fu o de espadachines. Una de las series llamada El templo Shao-lin mantuvo su popularidad por casi cuatro años. Algunos espectadores ya estaban tan adictos a la serie que seguían a Lee dondequiera que actuaba. "Ellos no podían dejar de verla hasta que veían morir a los malvados", dice Lee. Lee hacía cualquier cosa para que sus títeres actuaran tan auténticamente como fuera posible. Con frecuencia, usaba un tipo de kung fu que se fundamentaba en movimientos de animales, como los de un pájaro o un mono. Para interpretar el movimiento conocido como el "puño de grulla", él visitó el zoológico para observar el ascenso y descenso de las grullas. Y para el "puño de mono", crió a sus propios monos para poder observarlos. Al final de la historia, el héroe siempre mataba al villano usando posturas de artes marciales que Lee creaba para el teatro. Estos ejercicios acrobáticos así como también el talento de Lee para mover los títeres contribuyeron inmensamente a su popularidad. "Su habilidad de maniobra es realmente buena", dice Chiang Wu-chang, que ha hecho extensas investigaciones de campo en el arte de los títeres en Taiwan. "Sus dedos son extremadamente rápidos y enérgicos. En este sentido, él se encuentra entre los mejores titiriteros". La habilidad de Lee para crear un sinfín de voces expresivas también lo hicieron popular. "Si estás representando a una anciana, tu voz debe sonar como si no tuvieras dientes", dice él. "Si estás representando a un joven, el tono debe ser más alto". La voz de cada personaje debe también tener una variedad de emociones. "Tienes que aprender a mostrar felicidad, tristeza, y furia", dice Lee. El insiste en que una buena representación vocal puede reforzar la actuación del titiritero, mientras que una pobre voz puede arruinar todo el espectáculo". El uso de referencias modernizadas y de argots mezclados con el chino clásico se convirtieron en un sello distintivo de Lee. "Su diálogo no tiene nada que ver con el tradicional", dice Chiang, "pero parece asirse fuertemente a los gustos modernos. El sabe cómo dirigir el diálogo de manera que sea atractivo para el público". Las presentaciones de I Wan Jan durante los años cincuenta y sesenta atrajeron a grandes audiencias, en algunas ocasiones cientos de personas. Cuando el grupo actuaba al aire libre, Lee tenía que colocar altavoces para que la gente de atrás pudiera escuchar. En las presentaciones a puertas cerradas, la gente se paraba en el fondo del teatro o en los pasillos. Aquellos que no podían entrar, escuchaban desde afuera. "Cuando hacíamos las presentaciones en el teatro, podía realmente sentir lo entusiasmada que estaba la audiencia", dice Lee. Después del espectáculo, recibía con frecuencia dijes de oro, banderas bordadas de recuerdo, y otros obsequios de sus admiradores. En 1962, la popularidad de Lee era tal que fue invitado a presentar un show de títeres en televisión, que acababa de llegar a Taiwan. Firmó un contrato por un año, y pronto se dio cuenta de que era difícil organizar el tiempo para el estudio de televisión, y para las presentaciones en vivo. También era difícil actuar bien sin una respuesta inmediata. "Yo decidí que pertenecía al público del escenario", dice él. Lee también se negó a adoptar muchas de las técnicas modernas que comenzaron a usar otros grupos de títeres en los años setenta. El consideraba que la música grabada, los intermedios de música popular, los efectos de luces, y los personajes modernos, todos formaban parte de un fenómeno pasajero. El prefirió seguir con el arte tradicional de los títeres y continuó usando música en vivo. "Una banda puede ajustar su tiempo y volumen de acuerdo al titiritero y la audiencia" , dice Lee. Además, él dice, los músicos de bastidores también cantan partes de la historia en mandarín clásico, mientras que el diálogo del escenario es hablado en el dialecto local taiwanés. "Así la gente que no entiende el taiwanés, puede saber de qué se trata la historia". Pero el nuevo estilo, llamado teatro de títeres Chin-kuang, se hizo popular. Una de sus principales figuras fue Huang Chun-hsiung, que ganó mucha popularidad entre los televidentes. Para el año 1976, de más de cuatrocientos grupos de títeres registrados en la isla, todos excepto seis pertenecían a la nueva variedad Chin-kuang. Cada vez era más duro para los grupos anticuados encontrar público. I Wan Jan era parte de una tradición falleciente. Desilusionado, Lee planeó retirarse. Durante ese tiempo, él conoció al sinólogo francés Jacques Pimpaneau, varios de sus estudiantes de la Universidad de Paris-VIII estaban interesados en estudiar el arte chino de los títeres. Esto dio comienzo a un intercambio a largo plazo. El primer estudiante en llegar fue Jean-Luc Penso, que vino a Taiwan en 1974 para trabajar con Lee. Luego se unieron dos alumnas. Ellos comenzaron con ejercicios sencillos, tales como abrir las palmas de las manos tanto como fuese posible, y mucha observación de la ópera de Pekín, que usa cuentos, música, diálogos, y estilos de movimiento similares a aquellos de los títeres tradicionales. Ellos también acompañaban al grupo I Wan Jan a dondequiera que actuaba. Luego Lee les enseñó los movimientos básicos de los títeres, tales como caminar, sentarse en un taburete, beber de una copa de vino, escribir una carta, abrir un abanico. Sin embargo, él siempre insistió en que ellos pueden aprender más a través de la práctica y la experimentación en vez de simplemente imitar a su maestro. Siempre les dijo a sus estudiantes: "Copiar no los va a llevar a ningún lugar. Ustedes necesitan crear e improvisar. Si solamente memorizan los movimientos del maestro, su actuación no será natural. Un buen titiritero tiene un estilo único". Los estudiantes también practicaron técnicas vocales y aprendieron a tocar los tambores, gongos, la corneta sona, y otros instrumentos de cuerda que conforman la orquesta del teatro de títeres. Lee incluso les enseñó a tallar y pintar las cabezas de los títeres, así como a coser sus vestidos. Los estudiantes regresaron a Francia en 1978 y comenzaron su propio grupo, Theatre du Petit Miroir. Dirigido por Penso, también conocido como Ah Pen, el grupo presenta historias basadas en clásicos occidentales habladas en francés así como también historias chinas con los diálogos grabados por el propio Lee. Ellos han logrado considerable admiración en las giras por Europa, y Lee se siente orgulloso de su éxito. "Ah Pen y sus compañeros tienen un verdadero interés en aprender las destrezas del arte de los títeres", dice él. "El problema del lenguaje queda agazapado por su entusiasmo". En 1981, el grupo de Penso viajó al sur de China continental, Taiwan, Japón, y Corea. Lee los acompañó y atrajeron a varios estudiantes nuevos, incluyendo a un conocido maestro de títeres japonés y a un monje coreano, que más tarde comenzaron a presentar sus propios espectáculos de títeres. En 1982, una mujer norteamericana también estudió con Lee y creó un grupo para presentar shows a estudiantes de escuela primaria y secundaria. Desde el primer grupo francés, Lee ha tenido aproximadamente una docena de estudiantes extranjeros de Japón, Corea, los Estados Unidos, y Australia. También ha enseñado varios cursos sobre el arte chino de los títeres en Francia, como invitado del Ministro de Cultura de ese país. El trabajo de Lee con estudiantes extranjeros ha creado un público más grande para I WanJan. A partir de 1984, el grupo ha actuado en Europa, Corea, Hong Kong, Japón, y en los Estados Unidos. Ganó el Premio al Artista Más Distinguido de la Asociación de Títeres de Nueva York en 1985. Y en 1988, fue invitado al Festival Internacional de Títeres en Francia y también ganó el Premio al Logro Artístico Destacado. La creciente reputación internacional ocasionó un resurgimiento de la apreciación en Taiwan. En 1985, el gobierno incluyó a Lee entre el primer grupo de maestros de artes folklóricas en recibir el recientemente creado Premio a la Herencia Artística. El Ministerio de Educación también seleccionó a varios estudiantes de chino clásico para ayudar a Lee a transcribir y preservar los guiones de sus presentaciones de títeres. Asímismo, el gobierno comenzó a grabar en video las actuaciones como herramientas de enseñanza. En 1989, el Ministerio de Educación invitó a Lee a tomar parte de un proyecto para transmitir el arte tradicional de los títeres. Un estudiante universitario y dos de bachillerato fueron escogidos inicialmente como aprendices oficiales de Lee. Algunos otros fueron seleccionados más tarde para completar un grupo de títeres. Actualmente, diez jóvenes estudiantes trabajan con Lee y sus hijos, practicando tres noches a la semana. Cada uno recibe un apoyo del gobierno de US$450 mensuales. De igual manera, el sector privado también se ha involucrado. Ese mismo año, un grupo de profesores de la Universidad Nacional de Taiwan estableció la Fundación Hsi-Tien-She, que ayuda a promover a artistas folklóricos tales como Lee. El maestro de escuela Kuo Tuan-chen, miembro de la fundación en ese entonces, les pidió a Lee y a sus hijos que enseñaran el arte de los títeres a sus estudiantes en la Escuela Primaria Chukuang. Un año después, ellos crearon el primer grupo infantil de títeres de Taiwan, Wei Wan Jan, y pronto presentaron espectáculos no solamente en Taiwan, sino también en Japón y en los Estados Unidos. También acompañaron a Lee a Francia en 1988. Otro grupo de estudiantes en la Escuela Primaria Pingteng fue entrenado por los hijos de Lee y crearon el grupo de títeres Cheau Wan Jan en 1988. Lee es invitado ocasionalmente a conversar con estos jóvenes devotos de los títeres y queda impresionado por sus habilidades. "Estos niños pueden concentrarse en el aprendizaje", dice él. "Los niños son juguetones. Prestan atención mientras están jugando. Así que prestan atención mientras están jugando con títeres. Creo que tienen potencial". El éxito de los grupos de las escuelas primarias ha inspirado a muchos estudiantes universitarios y maestros a buscar instrucción de Lee y sus hijos. Pero Lee considera que muchos no tienen la suficiente dedicación. "Ya no siento entusiasmo al enseñar", dice él. "Me imagino que su pasión no durará mucho". De igual modo, Lee tiene una mezcla de sentimientos en cuanto a los aprendices patrocinados por el gobierno. Después de trabajar con ellos durante varios años, él considera que todavía no alcanzan sus estándares. "Ellos necesitan aún la ayuda de un primera mano profesional para presentar una actuación completa", se queja. Pienso que ellos tienen demasiados compromisos externos y responsabilidades académicas". "No pueden concentrarse en aprender el arte de los títeres", dice él. "Ellos aprenden bien rápido, pero no pueden modificar una historia, o crear nuevos movimientos o darle un estilo a su actuación". Todavía, Lee no ha desistido: "Si ellos continúan intentándolo, y trabajan más duro, lo lograrán". Altas expectativas y desilusiones ocasionales no han impedido que Lee trate de promover el arte tradicional de los títeres. Kuo dice: "Lee siempre ha estado a la delantera de los demás. El fue el primero en tener aprendices extranjeros. Fue el primero en enseñar el arte de los títeres a los escolares. Su contribución más grande es su buena voluntad y su esfuerzo de transmitir sus destrezas a las generaciones más jóvenes". ■

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