30/04/2024

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Taiwán Hoy

Cerámica con chi

01/03/1995
Foto de Huang Chung-hsin El crítico Ku Hsien-liang encuentra que el trabajo de Wu es intensamente chino en carácter, "Revela el chi-chih de la cerámica tradicional en China".
Cuando Wu Rhang-nung se sienta en su torno de alfarero, él nunca está com­pletamente seguro qué clase de figura va a salir. El des­cribe el proceso como si fuera una experiencia mística, con la arcilla co­brando vida por sí sola: "Mientras el torno gira y gira, siento la pasta húmeda transformándose bajo mis dedos. En cierto momento, un sentido de la confusión se apodera de mí. Ya no sé si soy yo el que moldea la arcilla, o si la arcilla se moldea a sí misma. Mi mente queda completamente en blanco. Me sumerjo en un estado de olvido. De repente, siento que debo parar el torno, y una figura inesperada aparece frente a mi vista".

Aún cuando la figura es sacada del torno, esmaltada, y cuidadosamente colocada en el horno, su apariencia final es todavía un misterio. Cuando la puerta del horno se abre después de muchas horas, el color y la textura de la pieza final pueden ser totalmente diferentes a los que el artista intentaba o esperaba. Para Wu, los cambios impredecibles de este proceso son la parte más fascinante y que más llena de sa­tisfacción de este arte. Y es quizás este sentido de lo inesperado lo que ha sustentado su pasión por la cerámica durante medio siglo.

Como uno de los primeros artistas de la cerámica en Taiwan, y una figura seminal en los primeros desarrollos de este campo, Wu empezó en una época estéril, cuando la arcilla de buena calidad, los equipos, técnicas, e incluso los mentores eran casi inexistentes en la isla. El llegó a Taiwan en 1948 después de graduarse del departamento de cerámíca del Colegio Superior de Bellas Artes de Pekín, donde estudió técnicas de moldeado y vidriado, y desarrolló su apreciación por la cerámica china antigua. El vino aquí con una beca otorgada por el presidente de su colegio, el famoso pintor Hsu Pei-hung, quien asumió que Taiwan había heredado muchas técnicas de cerámica avanzadas del Japón durante los cincuenta años de colonización.

De hecho, la industria de la cerámica de la isla estaba muy por debajo de las expectativas de Hsu. Se encontraba todavía en una etapa muy básica, con poco más de pequeñas fábricas haciendo tarros y tazas crudamente terminados para el uso diario. Había poca oportunidad para hacer o vender vasijas de cerámica finamente elaboradas, porcelana delicada, o cualquier cosa de verdadero valor estético. Pero para ese entonces, los chinos comunistas habían tomado el control del continente chino y Wu no se atrevió a regresar a casa. En vez, él emprendió la labor de contribuir en lo que podía, a elevar la calidad de la cerámica en Taiwan.

Su primer empleo no fue lo que alguien con su preparación e intereses deseaba. En la Fábrica de Cerámica de Peitou, le fue dado el cargo de crear nuevas piezas de fundición y métodos de insta­lación para lo que se conoce en la industria como artículos sanitarios, o piezas de baños. "El primer inodoro moderno de Taiwan fue instalado exitosamente por mis manos", dice prosaicamente Wu.

En 1954, él estableció su propia empresa de cerámica y fabricó artículos de cerámica decorativa. Pero no podía ganar lo suficiente para continuar y tuvo que cerrarla apenas ocho meses después. Para ganarse la vida, comenzó a dar clases de arte en un colegio de secundaria básica en Yingko, al suroeste de Taipei. La ubicación resultó ser ideal, ya que habían unas cuantas fábricas de cerámica en el área donde Wu podía cocer los trabajos que continuó haciendo él mismo fuera de horas. En estas primeras piezas, él se concentró en usar imágenes pintadas que eran aplicadas sobre vasijas blancas con un vidriado cobalto. Un bello ejemplar de este período es una vasija simple decorada con figuras de bailarines y cazadores primitivos inspirados en las tribus indígenas de Taiwan.

En 1957, Wu obtuvo un empleo algo más cercano a sus intereses, enseñando la fabricación de cerámica en el departamento de educación de artes industriales en la Universidad Normal Nacional de Taiwan (NTNU, siglas en inglés) en Taipei. Otro acontecimiento importante para su carrera tuvo lugar cuatro años después, cuando pidió un permiso temporal para asistir a un programa de seis meses en un conoci­do instituto de cerámica en Seto, Japón. Después de su regreso, él instaló un torno y un horno eléctrico en su habitación en el dormitorio de profesores, y desde esa habitación inició realmente su carrera como artista de la cerámica.

Por primera vez, él comenzó a im­primir el sello con su propio nombre en sus obras, una indicación de que estaba logrando finalmente un nivel de calidad e individualidad que lo enorgullecía. Aunque siguió enseñando cerámica industrial en la NTNU hasta que se retiró en febrero del año pasado, también se convirtió en uno de los primeros ceramistas en Taiwan en establecer una clara distinción entre los artículos industriales producidos en fá­bricas y la cerámica como forma artística creativa. En 1968, él celebró la primera exposición individual de importancia en el Museo Nacional de Historia, un evento clave para el desarrollo del arte de la cerámica en Taiwan.

La limitación del material y la poca aceptación pública de la cerámica como una forma de arte impidieron que Wu produjera prolíficamente, sin embargo él comenzó a desarrollar su propio estilo en gres, usando la cocción a altas temperaturas, lo que da a la arcilla una calidad densa y crea efectos de vidriado únicos. En este momento ya había abandonado las técnicas de tallar o pintar diseños pictóricos sobre las vasijas, y en su lugar adoptó el estilo más libre y abstracto de salpicar o vaciar esmalte sobre la superficie, una técnica que continúa perfeccionando hoy. Estos gruesos vidriados crean una vasija de cuerpo resistente y fuerte con una superficie de mucha textura caracterizada por del­gadas grietas, o minúsculas y densas burbujas que crean un brillo lloviznoso.

Aunque las obras de Wu tienen un aire contemporáneo, él todavía mantiene fuertes conexiones estilísticas con el pa­sado. El está influenciado particularmente por la cerámica de la Dinastía Sung (960­-1279), especialmente los artículos Chun, conocidos por su elegancia sin adornos, y la pureza de la línea y la forma. El tiene una clara aversión por los toques orna­mentales, tales como los encontrados en la cerámica de la Dinastía Ching (1644-1911). "Los colores chillones y las decoraciones elaboradas de la cerámica Ching casi borran cualquier rastro del toque del ceramista", dice Wu. "Las obras terminan sin vida e inmóviles" .

Wu considera que la forma básica de una vasija de cerámica puede expresar en sí misma un sentido del carácter, sin la ayuda de decoración. El toma dos piezas para comprobar su opinión: "Aunque ambas son vasijas y sus formas están básicamente compuestas de dos líneas simétricas, estas líneas simples tienen gran potencial para la variedad. Una tiene un aire sobrio, pero con un toque humorístico, mientras que la otra es delicada y elegante".

Aparte de los artículos Chun, Wu también admira la cerámica tricolor de la Dinastía Tang (618-907), que al igual que sus obras están caracterizadas por los vidriados que fluyen y gotean hacia abajo sobre la superficie. No obstante, él espera que sus piezas harán más que emular simplemente la apariencia externa de la cerámica Tang. El está tratando de absorber su espíritu y sentido de fluidez dinámica eternos. En una vasija azul de cuello alto salpicada con vidriado blanco, el color fluye libremente de arriba hacia abajo, evocando el mismo vívido pero natural estilo de la cerámica Tang. La fusión de diferentes esmaltes también producen un sutil efecto nebuloso. Sin embargo, a diferencia de los ceramistas Tang, que usaron amarillo cadmio, azul malaquita, e igualmente verdes brillantes y cálidos marrones, Wu prefiere combinar una estrecha variedad de colores y escoge con frecuencia tonos fríos tales como el azul cobalto, verde grisáceo, y negro azabache. Sus vidriados favoritos de óxido ferroso, sin embargo, algunas veces pasan por una transmutación en las altas temperaturas del horno, tornándose de azul o verde a violeta o carmesí.

Foto de Huang Chung-hsin

Algunos trabajos expresan una relación con los vidriados de ondas libres de la cerámica tricolor de la Dinastía Tang, aunque Wu reemplaza los brillantes colores de la cerámica Tang con una estrecha gama de tonos sutiles y más fríos.

Las obras de Wu también difieren de los estilos anteriores en su mayor énfasis en la textura de la superficie. Sus piezas favoritas son vasijas multicolores con vidriados que se agrietan y separan en gotas pequeñas y desconectadas. El efecto algunas veces parece perlas desencadenadas o estalactitas en relieve. Estas gotas formadas orgánicamente parecen contener una energía que está a punto de explotar o tomar una nueva forma, a pesar de apenas haberse congelado un momento antes de que tal cambio ocurriese. Aunque ya no puede cambiar de posición, el vidriado aún revive la ilusión de movimiento.

Wu explica que este efecto especial es producido por la contracción de los esmaltes durante la cocción, un proceso que él trata de intensificar. Por ejemplo, él añade óxidos de metal tales como carbonato de magnesio, que provoca que la superficie vidriada se expanda de diferentes formas. El también altera el grosor de los diferentes esmaltes para variar sus cualidades de fluir y gotear. Pero aún con cincuenta años de experiencia, Wu todavía no puede controlar precisamente la contracción y separación del vidriado. El proceso de cocción tiene una vida por sí mismo que incluso el ceramista más experto no puede manipular completamente. Wu enfatiza que una pieza de cerámica es tanto un objeto natural como un artefacto.

Aunque el horno puede, a veces, erradicar completamente las intenciones del artista, es aún el artista quien tiene la última palabra. Una vez, Wu abrió la puerta de su horno y descubrió que la base de una vasija vidriada en marrón había desa­rrollado una fea fisura. Sin embargo, a él le gustó la forma y el color de la vasija y no quiso tirarla. En vez, decidió improvisar cortando la base de la vasija para hacer un tambor. "Acababa de traer un trozo grande de piel de boa de Swazilandia", recuerda él. "Entonces envolví la vasija defectuosa con una parte de la piel y la amarré con un cordón. Las imperfecciones desaparecieron y la vasija fue transformada". Las manchas marrones de la piel de boa y el cordón entrelazado que atraviesa la figura redonda de la vasija en triángulos geométricos enri­quecieron la monocromada superficie vidriada.

La idea de Wu de convertir una vasija en un tambor resultó tener más que un encanto estético. El empleó la piel de boa restante para hacer otros ocho pequeños tambores de cerámica. El prestó algunos de estos a la Orquesta Municipal de Taipei de Música Clásica China junto con varias tazas de cerámica sin cubrir de varios tamaños. El resultado fue una presentación en mayo del año pasado de conciertos clásicos chinos tocados en instrumentos de cerámica, que producen un sonido claro y seco. "En realidad, durante la Dinastía Tang, las tazas de cerámica fueron po­pulares instrumentos musicales", dice Wu. "Los músicos Tang acostumbraban amarrar tambores de cerámica alrededor de sus cinturas para tocarlos". La inspiración original de Wu para hacer tambores de cerámica, sin embargo, no tuvo nada que ver con la Dinastía Tang. "Fue pura improvisación", dice él. "Sin la piel de boa y la vasija defectuosa, no lo habría hecho".

Otra forma de arte tradicional que Wu relaciona más conscientemente con su trabajo es la pintura en tinta china. El encuentra que las superficies onduladas y salpicadas de sus obras evocan con fre­cuencia la atmósfera de paisajes pintados, y él ha tratado de expandir esta relación a través de la cobertura de placas lisas de cerámica con vidriados y luego, colgándolos como pinturas. Su segunda exhibición individual, en 1973, incluyó casi una docena de dichas pinturas vidriadas con manchas azules y blancas. "Una pequeña gota de vidriado vista bajo la luz puede producir una variedad de colores y formas brillantes que la convierten en un mun­do propio", dice Wu. "Yo quería magnificar una pequeña parte de mis muestras de vidriado para resaltar su efecto".

Durante todos estos años desde que Wu comenzó diseñando piezas de baño, la cerámica ha hecho un tremendo progreso en Taiwan, con numerosos artistas trabajando en este campo hoy, y exposiciones a pequeña y gran escala celebradas regularmente. En la extensa Exhibición de Cerámica Inter­nacional de Taipei 1994, que mostró una visión en conjunto de la cerámica industrial y artística, así como la reproducción de cerámica en Taiwan, los trabajos de Wu estuvieron entre cientos de otros exhibidos. En la Sala de Exhibiciones de Taiwan, los espectadores pudieron ver todo desde las más tradicionales y austeras vasijas y teteras hasta esculturas abstractas sugerentes y obras de instalación incomprensibles.

En el diverso medio ambiente de hoy, Wu es a veces criticado por no atre­verse lo suficiente o por trabajar en un estilo fuera de moda. Por ejemplo, dice él, los ceramistas más jóvenes lo critican por estar todavía elaborando vasijas de "ciruelo", un estilo popular de vasija del Siglo XII con una gran barriga y pequeña abertura, usada con frecuencia para colocar flores y ramas del ciruelo. Pero Wu no deja de acercarse a los estilos pasados que él considera han alcanzado un sentido de permanencia. Y él cree que sus trabajos aún llevan su propio toque personal." No estoy meramente copiando, sino creando", dice él. A diferencia de los ceramistas antiguos, que buscaban lograr la perfección anónima, Wu persigue la calidad hecha a mano que expresa su propia personalidad."Por ejemplo", dice él, "Yo dejo deliberadamente mis propias marcas sobre la arcilla sin cocer, lo que hubiese sido absolutamente increíble para los antiguos".

El crítico de arte Ku Hsien-liang encuentra que la combinación de Wu de la inspiración tradicional con su propio toque ha creado un tipo de obra, al mismo tiempo que es contemporáneo, es sin duda chino. "Revela el chi-chih de la cerámica tradicional en China", dice él, usando el término filosófico que se traduce a grandes rasgos como "temperamento" o "carácter".

El mismo Wu explica que su término realmente tiene doble significado, la segunda palabra chih, significa las ca­racterísticas de concreto y tangible, y la primera, chi, se refiere a las cualidades intangibles. "En el campo de la cerámica, chih puede decirse que es la pasta de arcilla o el vidriado de una obra", dice Wu. "Chi es algo sin forma y abstracto, pero eterno. Puede describirse como la cualidad sobria, plácida y profunda que irradia la cerámica china".

Wu añade que las técnicas y los materiales de la cerámica están evolucio­nando continuamente. Por ejemplo, se están desarrollando nuevos métodos para moldear la arcilla o mezclar los esmaltes. "Entonces en lo que se refiere al chih, podemos exigir cambios e innovación", dice él. "Sin embargo, en cuanto al chi, debemos permanecer cerca de la esencia de la cerámica china. Así como una persona se arraiga y es influenciada por el ambiente en donde vive, una obra artística no puede separarse a sí del suelo donde ha sido concebida" .■

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