01/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Una técnica primordial

01/01/1990

"Las avecillas vuelan por el jardín, los pececillos nadan en el estanque, las nubes flotan por el cielo y mi mente tiene un vacio sin fin."

El verso anterior, ¿es meditación de un maestro de Zen o un ermitaño taoísta? Podría ser de ambos, pero en realidad es un poema escrito y cantado por el artista Yu Peng (于彭), como parte de un drama mímico en la inauguración de su más re­ciente exhibición de pinturas en Taipei.

Más que una sencilla reflexión filosó­fica, el poema de Yu puede ser interpretado como una declaración personal de su apro­ximación al arte. Resistiéndose a ser llevado por los principios ortodoxos, él deja que su arte, al igual que su mente, vaya hacia donde le plazca.

No importa sea en la pintura, cerá­mica, escultura, o cualquier otra de sus diversas actividades artísticas, Yu Peng rehusa ser identificado con los aspectos convencionales de cualquier escuela o período cronológico en particular. En vez, él prefiere una técnica primordial de su propia creación, que él denomina "dejar que las cosas fluyan natural­mente", para expresar su experiencia ar­tística única.

Este enfoque ha conllevado que al­gunos artistas chinos tradicionales criti­quen sus obras de ser inmaduras y dé­biles en técnica básica. Pero otros artistas aprecian su frescura, así como su atre­vido reto a siglos de tradición artística.

Yu nació en 1955 en Waishuanghsi, en las afueras de Taipei. Nada en su tem­prana niñez auguró que le iría bien en un futuro artístico, aunque los arroyos claros y exhuberantes escenarios monta­ñosos en su aldea natal tuvieron que in­fluenciar indudablemente en su amor por la naturaleza. Su primer encuentro artístico serio ocurrió estando en primer ciclo de secundaria. "Teníamos un ma­estro de arte que nos enseñaba cómo tallar e imprimir con el tradicional arte chino de la imprenta en bloques de madera", se recuerda. "Fui cautivado por la técnica, el uso de los colores, y la amplia variedad de expresiones que era posible obtener con dichas forma de im­prenta". El posterior uso de los colores por Yu en sus pinturas es de hecho una reminiscencia de la imprenta china en bloques de madera, y en 1985, creó un taller para impresión en bloques de madera tallada, confirmando su influen­cia en su temprana experiencia.

Pero el capítulo más temprano e im­portante en la educación artística de Yu vino varios años después. "En el bachi­llerato, tuve una maestra de arte llamada Chen Yi-keng (陳亦耕), que realmente fue una inspiración para mí", nos dice. "Ella cambió toda mi vida. Temprano en las mañanas, antes de las clases o después de las clases, ella daba clases de pintura, y ella rehusaba cobrar por eso. Era un trabajo que lo hacía con amor".

Yu encontró una maestra que real­mente conocía, ya que Chen fue también una alumna de gran talento. Ella tuvo la distinción poco usual de ser admitida en el Departamento de Artes de la Universi­dad Nacional Normal de Taiwan, tras haber completado solamente un año del bachillerato. Siendo estudiante, ella tuvo la buena suerte de estudiar con bien conocidos pintores del país, como Huang Chun-pi (黃君璧) y Pu Hsin-yu (溥心畬), éste último primo del último emperador de China, Pu Yi (溥儀).

Pero la buena suerte de Yu fue más allá de los beneficios de tener una ma­estra de estudio con habilidad y entrena­miento de primera clase. En la tradición china honrada con el tiempo, él se con­virtió en discípulo de ella. Después de su primer año de bachillerato, Chen lo invitó para que se mudara a su hogar, es­tableciendo formalmente la relación maestro-discípulo que para un chino es casi equivalente a una relación de paren­tesco por sangre.

"Bajo la vista vigilante de mi ma­estra, yo permanecí fuera de problemas. Y ella también estaba en posición de mantenerse al tanto de mis avances en el arte y otros estudios académicos. Al hacer esto, no había realmente ninguna ganancia personal para ella, aunque la ayudaba a hacer algunos de los deberes del hogar y ocasionalmente cuidaba de sus niños menores. Era como ser parte de la familia, y de esta forma, mis estu­dios con ella eran muy naturales".

Durante los cuatro años en la casa de su maestra, Chen entrenó a Yu en las técnicas básicas: dibujo, delineado de na­turaleza muerta, pintura en acuarela tradicional, e incluso pintura occidental al óleo, un tema que no se enseñaba en el bachillerato. "Aparte de estudiar pintura en sí, aprendí cómo mi maestra enfocaba por sí misma el proceso creativo, y cómo ella ponía su trabajo en perspectiva con la vida diaria".

Un hecho de mayor significado fue que el talento artístico de Chen se exten­dió a varios medios. Cuando estaba en el bachillerato, ella ya escribía novelas, y en la universidad, ella fue también actriz. Aunque ella se recibió en artes, después de la graduación, ella enseño música inicialmente. "Ella vino primero a enseñar artes y trabajo manual en nuestra escuela", dice Yu. "Su versatili­dad influenció enormemente mi propia forma de pensar y me alentó a ampliar mis propias orientaciones artísticas".

A pesar de una aparente situación ideal para el aprendizaje, Yu no estaba del todo satisfecho. El rehusaba estudiar los métodos convencionales de las téc­nicas básicas, y estaba aburrido con tener que aprender las habilidades nece­sarias para dominar los estilos de pintura establecidos. A pesar de los deseos de su maestra y padres de que entrara en la universidad como estudiante de arte, Yu fracasó dos veces en el examen nacional de admisión universitaria.

"En realidad, estaba totalmente de­ sinteresado en entrar a una universi­dad", dice Yu. "No deseaba una educa­ción artística formal, debido a que estaba convencido que ésto sofocaría la creativi­dad artística natural. Pero no podía rehu­sar presentarme a los exámenes. ¿Porqué fracasé? Para ser sincero, mis habilidades académicas eran más bien pobres, ya que pasé todo mi tiempo pin­tando y leyendo libros de arte".

Aunque Yu insiste que él no desea rebelarse en contra de la insistencia de su maestra en el aprendizaje de técnicas artísticas básicas, él admite que sencilla­mente "no quería estar atollado" me­diante la copia de las obras de otros. "Pensé que era más importante dejar que mi propia creatividad fluyera natural­mente y pudiera desarrollar mi propio estilo", nos dice.

Yu vivió y estudió con su maestra por dos años más, después de graduarse del bachillerato, pasando posteriormente a cumplir su obligación de servicio mili­tar. Al mismo tiempo, su maestra emigró a los EE.UU.

En 1977, tras haber terminado su deber militar, Yu se matriculó en una clase de pintura china en acuarela, en el Centro Cultural de las Fuerzas Armadas Chinas. Li Chi-mao (李奇茂), el instruc­tor, era entonces director de la Academia Nacional de Artes de Taiwan. "El profe­sor Li nos demostraría varias fórmulas para pintar gente: diferentes ángulos, proporciones, y otros aspectos, dejando después que practicaramos. Cuando él caminaba alrededor del salón para exa­minar nuestro progreso, él meneaba la cabeza o hacía un comentario de cuando en cuando. Pero cuando él llegó a donde estaba yo y miró al trabajo que tenía en el pupitre, gritó: '¿Qué basura estás escri­biendo sobre el papel?' Yo creo que estaba más interesado en hacer mi propia cosa que practicar sus técnicas. Tuve una paliza verbal en cada clase, y esto probó ser un esfuerzo inútil. Poco tiempo después, dejé la clase".

Pero Yu no tenía trabajo, y no estaba interesado en realizar estudios acadé­micos posteriores. "En Taiwan, cuando un varón termina su servicio militar, el siguiente paso es conseguirse un tra­bajo", explica Yu. "Pero no inicié una carrera regular en ese tiempo. Enfoqué en mi pintura. Claro está, surgió el muy realista problema de la subsistencia, de modo que para fines de 1977, yo empecé a vender mi arte".

La respuesta del mercado hacia el último artista en aparecer en escena no era abrumadora. "Había algún interés, pero hace 12 años, la apreciación del arte en Taiwan se encontraba más bien en su etapa de subdesarrollo", dice él. "Cuando mis obras eran incluidas en las exhibiciones de galerías de arte en aquellos días, los que llegaban a ver mi arte eran en su mayoría colegas artistas y otros intelectuales. De hecho, muchas de las obras que vendí fueron a otros ar­tistas". Yu logro ganar lo suficiente para subsistir y tuvo tiempo para empezar ex­perimentando con otras formas artís­ticas, incluyendo el drama del teatro de sombras chino y la cerámica.

El siguiente paso mayor en el desa­rrollo artístico de Yu vino en 1981, cuando él hizo su primer viaje al exterior. Casi terminando el verano, él visitó Europa por unas semanas, permaneciendo más tiempo en Grecia, y perma­neció tres meses en China continental (un viaje que era técnicamente ilegal en aquel tiempo). "Los chinos tienen un dicho que para conocer, alguien debe leer 10.000 libros y viajar 10.000 millas", dice Yu. Su viaje, de hecho, amplió sus experiencias y le ayudó a poner su propia "orientación particular" a las cosas en perspectiva.

Estando en Grecia, Yu llevó a cabo una exhibición de sus bosquejos en car­boncillo en la Galería Internacional Dió­genes en Atenas. En China continental, él viajó a muchos sitios históricos y lu­gares escénicos, tales como los Montes Amarillos en la provincia de Anhwei, y el Lago Occidental en Hangchow. El tam­bién visitó los sitios donde se encuentran los antiguos y modernos hornos de cerá­mica, y conversó con artistas y pintores locales.

"Ese viaje fue un verdadero hito, gané mucho práctica y espiritualmente", dice Yu. "En Grecia, sentí realmente que estaba cara a cara con las raíces de la cultura occidental. Aunque mis expe­riencias allí estimularon mi pensamiento, no había mucha relación emocional con lo que vi. Pero cuando viajé a través de China continental, tuve una experiencia emocional de tal magnitud que díficil­mente puedo comenzar a describirla. Sentí muy claramente que mis raíces eran chinas, y que eso era lo que estaba expresando en mi arte".

Mis memorias de China continental han tenido un duradero impacto emocio­nal. "Durante cuatro años después de mi retorno, me sentía desvelado frecuente­mente. Me sentaba noches enteras dando vueltas a mi mente sobre lo que experimenté. Estaba tan impresionado por los paisajes que ví, que los tenía siempre frente a mis ojos, no importa si estaba despierto o soñando, tal como si fuera una película silenciosa que se repite por sí sola".

Yu estaba particularmente impresio­nado con la influencia del paisaje de China en la pintura tradicional, una reali­dad que anteriormente sólo podía imagi­nar. "Ahora los Montes Amarillos que destellaban frente a mis ojos eras los ver­daderos Montes Amarillos, no aquellos producto de mi imaginación", dice él. "Cuando veo las piezas maestras de la pintura paisajista china en el Museo Na­cional del Palacio en Taipei, de regreso, me siento muy a tono de lo que quieren expresar. Me dí cuenta que las escenas son reales, no solamente figuras dentro de la imaginación de alguien. Me tomó casi cuatro años para digerir lo que había sentido e incorporarlo a mi trabajo. Sólo entonces, dejé de desvelarme".

Para ese tiempo, Yu también co­menzó a trabajar seriamente en las áreas de la escultura en piedra y la cerámica. Su deseo de trabajar en piedra tuvo raíces en Grecia. "Mirando las nume­rosas esculturas en piedra, primero en Grecia y después en China, sentí algo pri­mordial y natural en la piedra que me atrajo. Después de todo, la piedra fue el medio artístico más antiguo que tuvo la humanidad. Hay una fuerza en la piedra que no se encuentra en el arte bidimen­sional. En comparación, la pintura es frágil, como un pedazo de cuajo de soya. Uno necesita fuerza y vigor para tallar en la piedra. Esto estimula no solamente la mente, sino también el cuerpo en sí".

Su interés en la cerámica tuvo raíces más profundas. "Empecé en realidad a experimentar con cerámica diez años antes, pero no fue hasta que regresé de China continental que me submergí real­mente en ella", dice Yu. En aquel tiempo, construí un taller de cerámica, incluyendo un horno calentado con gas, una rueda de ceramista eléctrica, y es­tantes para secado. Comencé a experi­mentar con diferentes tipos de arcilla y esmaltes, estudiando ejemplos de tanto obras de cerámica china tradicional como occidental moderna.

Yu buscó alguna instrucción acerca de aspectos básicos con bien conocidos ceramistas, tales como moldeado a mano, torneado, combinación de es­maltes, y otras habilidades. Esas habilidades reforzaron la valiosa información y observaciones que obtuvo durante la visita a numerosos hornos en China con­tinental, tales como Chingtechen, en la provincia de Kiangsi, que ha sido uno de los más importantes centros de produc­ción de cerámica y porcelana en el terri­torio continental desde la dinastía Ming (1368-1644).

La producción del horno de Yu es muy variada. Además de las más conven­cionales piezas torneadas, tales como flo­reros y jofainas, él tiene una afición por moldear figurillas de arcilla de personas y animales hechas rápidamente. Sus te­teras moldeadas manualmente han resultado ser algunas de sus mejores obras. Yu ha sido durante mucho tiempo un afi­cionado a beber té chino, pero su inspira­ción inicial para tratar de hacer teteras con sus propias manos surgió cuando pudo observar directamente una colec­ción personal de finos ejemplares anti­guos que habían sido producidos en el históricamente aclamado sitio de Yihsing en la provincia de Kiangsu. Después de pedir prestado varias obras de referencia acerca de las teteras de Yihsing, él co­menzó a producir -en un raro ejemplo de imitación artística- teteras en el estilo chu lun chu (俱輪珠), que prevaleció hacia fines de la dinastía Ming.

A diferencia de los ceramistas que trabajan con una variedad de esmaltes multicolores, Yu pinta ya sea el exterior de la pieza, dejándola sin esmaltar; o aplica sus propios esmaltes celadon, que producen frecuentemente una hermo­sura elegante. Aunque los críticos se quejan frecuentemente acerca de la apa­rente falta de técnica refinada en su cerá­mica, Yu dice: "Mi cerámica, al igual que mi pintura, es libre y sin restric­ciones. Un enfoque demasiado concen­trado en el lado utilitarista tiende a sofo­car el arte. No es deseo mío producir un plato de simetría perfecta o una vasija re­donda. Intento más expresar, tanto en forma como color, el espíritu inherente en la tradicional cerámica china".

En los últimos ocho años, Yu ha lle­vado a cabo varias exhibiciones de cerá­mica y ha recibido varias órdenes para producir esculturas en piedra, in­cluyendo una del Gobierno municipal de Taipei para tres gigantescas estatuas para un parque local. Algunos artistas consi­deran que este surtido de actividades pueden interferir con la necesaria con­centración de atención para el éxito crea­tivo de un campo artístico en particular, pero Yu tiene un punto de vista completamente diferente. "Yo creo que un es­tancamiento de creatividad resultaría si sencillamente me siento todo el tiempo pintando en un estudio. Para mantener la savia circulando, uno necesita variar su rutina. Tomar una excursión a las montañas me sirve para ese propósito. Lo mismo ocurre cuando torneo cerá­mica o tallo en piedra. Cuando regreso a la pintura, la siento fresca".

A pesar de la fuerza que tienen las altas montañas de China en la memoria de Yu, algunos críticos dicen que su obra cubre la "experiencia de Taiwan". Por ejemplo, Jason Kuo (郭繼生), profesor de historia del arte en el Williams Co­llege de Massachusetts, dice: "Yu Peng pertenece a una generación de artistas que crecieron y fueron educados en Taiwan sin una extensiva influencia occi­dental. Yo puedo sentir los elementos del arte folklórico y la cultura de Taiwan en sus pinturas. Claro está, esto no impide que hayan otras influencias en su pintura, pero yo veo una predominancia de Taiwan en su obra".

Yu está de acuerdo con esta caracte­rización, hasta cierto punto. "Taiwan es el lugar donde nací y crecí", dice él. "El aire que respiro, el arroz que como, las alegrías y frustraciones que experimento, las escenas que observo a diario -todos provienen de Taiwan. Mi vínculo con la cultura local es innegable. Pero debo decir que cuando estoy pintando, no hay un esfuerzo consciente de comunicar cosa o mensaje particular alguno. En vez, es un flujo que viene naturalmente. Si un artista es honesto, lo que va en el papel es una expresión de sí mismo en muchas formas. De manera que, aquellos que ven una influencia de Taiwan en mis obras no están fuera del camino, pero no he tratado a propósito de expresar eso".

El enfoque de Yu hacia la composi­ción es uno de los aspectos más hetero­doxos de sus pinturas. El no depende de una perspectiva familiar o referencia de tiempo para juntar el plano de su pintura, de manera que el espectador se ve impul­sado a una especie de tensa excitación cuando mira sus paisajes. Tal vez la téc­nica de composición más rara que usa es la combinación en un cuadro de varias escenas que no tienen relación alguna en tiempo y espacio. "Diferentes eventos en mi vida, mi familia, y amigos, pueden todos encontrarse en una misma pin­tura", dice Yu. "De alguna forma es como una especie de diario".

El ejemplo más representativo de este tipo de pintura es una que ordenó en 1985 Ku Te-chang, hijo de Wellington Ku, embajador de China ante los EE.UU. en la época de Truman. El joven Ku deseaba tener el cuadro para exhi­birlo durante la celebración del cumple­años 100 de su padre.

Cuando se terminó de hacer la obra, el cuadro de Yu fue una composición al estilo collage de los eventos en la larga carrera pública de Wellington Ku, así como su familia y vida privada. La pin­tura incluso incluyó las tres veces que Ku fue acosado en el Central Park de Nueva York. Aparte de su uso de color y trabajo de pincel, Yu Peng se basó en el tamaño y colocación de los diferentes eventos en la pintura para indicar su sig­nificado en la vida de Ku. El resultado fue una pintura "biográfica" poco usual.

Los colores brillantes y trazos "no refinados" del pincel caracterizan el estilo artístico de Yu. "Desde un punto de vista clásico chino, su uso de los co­lores puede parecer algo ostentoso a pri­mera vista", dice el profesor Kuo, pero "cuando uno mira las pinturas de las Cuevas de Tunhuang, hechas hace más de mil años, uno puede ver que los anti­guos artistas chinos no temían ser muy coloridos. Los tonos más apagados llega­ron más tarde. De modo que en cierto as­pecto, las pinturas de Yu Peng son nuevas, pero también son viejas. En cuanto a su forma de usar el pincel, no es atractivo en el sentido ordinario de la pa­labra. Yo creo que él está tratando de lograr una extravagancia intencional que los chinos denominan como cho (拙). Esta extravagancia es la antítesis de la de­ mostración de la habilidad técnica, que se puede convertir en un ejercicio mecá­nico en vez de arte".

Pero Kuo añade una nota de criti­cismo: "Creo que algunas pinturas, de hecho, están faltas de calidad en técnica de pincel. La técnica de pincel es la cali­dad más importante y duradera de una pintura: los colores se van perdiendo y los temas pintados se tornan irrelevantes para los que observan la pintura poste­riormente, pero la técnica del pincel per­manece siendo el criterio final de una buena pintura. Un problema que existe en el Taiwan de hoy es que muchos de los artistas jóvenes se ven forzados a vender sus obras, de modo que ellos tienen que producir enormes cantidades de obras. Claro está, Yu Peng aún es joven y su estilo puede muy bien cam­biar, pero yo creo que él debe ser más cuidadoso y deliberado en el desenvolvi­miento de sus destrezas con el pincel".

A pesar del criticismo acerca de su insuficiente atención a las habilidades y técnicas artísticas básicas, la suerte de Yu en el mercado artístico tomo un deci­dido viraje hacia algo mejor el año pasado, cuando él firmó un confrato con Chang Sung-jen de la Galería Hanart, para que actuase como su agente. Sólo unos meses antes, él celebró una exhibi­ción en una galería independiente de Taipei, en la que vendió solamente cinco pinturas. Una de ella fue adquirida por un colega pintor, y el dueño de la galería compró los otros después que su hija menor los manchó con sus dedos.

Las cosas han cambiado considera­blemente desde entonces. Para fines del año pasado, él vendió cada una de las pinturas que tenía en exhibición en una galería de Nueva York, cerca de 50 en total. Este éxito fue seguido por exhibi­ciones muy remuneradas en Taiwan y Hong Kong. "En los años ochenta, es obvio que uno necesita tener un buen agente para poder vender sus pinturas", dice Yu.

Una exhibición realizada este verano en Taipei incluyó algunas de las esculturas en piedra y bronce de Yu, así como sus cuadros. En la inauguración, él también montó un drama mímico deno­minado "Alegría en la visita de un amigo", con un amigo actor de Corea. "Esto me dió la oportunidad de repre­sentar la parte de mi estilo de vida que obviamente no puedo lograr en mis pin­turas", nos dice. Pero el éxito de Yu en las ventas de la galería de arte hace surgir la pregunta de sí buscará adaptar su arte a las demandas del mercado.

Yu es tanto realista como optimista acerca de la situación. "Una vez que haya acordado trabajar con un agente, no puedes rehusar vender tu arte, pero no tienes que detener tu progreso", mani­fiesta él. "No intento iniciar la pintura para satisfacer patrones creados. El arte y la sociedad se influencian mutuamente entre sí, pero creo que es más deseable que los artistas crean nuevos horizontes en vez de continuar trabajando en un es­trecho cuadro de lo que la gente espera de uno. De cualquier forma, el éxito del mercado no es el verdadero criterio de la calidad del arte. Esto debe reservarse para los críticos del arte y los historiadores" .

¿Iría el interés por sus obras en el ex­terior a inducirlo a pensar en dejar a Taiwan? "Yo crecí en un tiempo en que la gente pensaba que había mayor poten­cial y oportunidad para la expresión artís­tica en el exterior", dice Yu. "Me he dado cuenta que es a Taiwan donde pertenezco, debido a que muchas de mis ex­presiones e inspiraciones están enrai­zadas aquí. El medio ambiente tiene una gran influencia sobre el arte, y para ex­presar realmente su cultura, uno debe mantener ese lazo ambiental con el sitio donde uno ha nacido y crecido. No puedo imaginarme a mí sacando de la fuente de mi propia cultura, mientras vivo en el exterior".

En una sociedad que ha enfatizado por mucho tiempo en los patrones tradi­cionales, Yu se atreve a ser diferente. El continua expresando sus profundamente enraizados sentimientos por su cultura en las formas como mejor le sienta. Y él está esencialmente despreocupado acerca del lugar de su arte en el futuro. "Me enfrentaré a los problemas de mañana cuando llegue el día de mañana", indica él. "Hoy, yo solamente deseo preocuparme de mí mismo con la creación del arte en cualquiera situación en que me encuentre" -ciertamente un ejemplo de Zen casero de Taiwan. □

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