08/05/2024

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¿Arte en ...ah, ... asfalto?

01/11/1988
El escepticismo se puede sobrepasar con la experiencia, Inicialmente, la redactora Eugenia Yun pensaba que sus esfuerzos darían resultados bastantes extraños, cuando se le asignó un artículo sobre un pintor local que usa el asfalto como medio de expresión principal. Para su sorpresa y satisfacción, el artista Chiu Hsi-hsun no resultó ser un extremista excéntrico de vanguardia sino una persona jovial y modesta.

El atractivo visual de las obras de Chiu puede apreciarse de inmediato, si bien las fotografías no transmiten cabalmente su textura. Sin embargo, al explicar las ideas tras el uso sorprendente y ejectivo de la espátula, sus pinturas adquieren aún más resonancia en la mente y el espíritu.

Por fuera, lo único que salva de la insignificancia total al viejo y deslucido edificio de dos pisos, es un gigantesco flamboyán, con sus ramas tendidas sobre la pared de piedra circundante y sus hojas verde-amarrillosas ondeando un saluda en la brisa ligera.

Al atravesar una puerte de madera rojiza, el visitante se encuentra en un jardín mediano, parte al aire libre y parte cubierto con un techo provisional de tablones de madera desnuda y hierro acanalado. El jardín esta desaliñado, algo así como la cocina de un soltero empedernido. Al pie de la pared hay jarras de barro, platos y otros recipientes que­ brados y junto a la casa muchos otros están parciamente cubiertos de plantas que crecen abandonadas. Sin embargo, en las proximidades hay una mesa para el té completa con un juego de sillas de lona: el primer indicio de vida inteligente y, quizás, culta.

No hay duda de que la parte cubierta del jardín es un área de trabajo. Las herramientas del artista están esparcidas en las mesas, las cajas y el terreno circundante. Lentamente surge el propósito del arreglo, que el pintor rápidamente confirma: en los días soleados, pinta al aire libre, mientras que la lluvia lo obliga a mudarse sólo una pequeña distancia hacia la parte protegida del jardín.

El sol arde hoy entre la humedad y el smog de un día tardío de verano, así que el artista y su visita deciden sentarse en las cómodas sillas de lona. Al poco tiempo, la conversación informal y el aire fragante con el aroma del té y las ocasionales humaradas del cigarrillo del artista, han creado una atmósfera relajada y acogedora.

CHIU Hsi-hsun (秋錫勲) empieza a hablar sobre su "período pre-asfalto". Dice que todo comenzó por accidente. "Era una aburrida tarde de verano. Después de las clases fui a dar un paseo al Nuevo Parque de Taipei y de repente una pareja joven me llamó la atención. Estaban sentados separados en un asiento para dos, el hombre con el brazo estirado para asirle la mana a la mujer, como un medico chino tradicional midiendo el pulso. Casi pude sentir su rubor y sus corazones sobresaltados".

La visión lo incitó a reconstruir la escena, matizada con algo de humor. Chiu regresó a su casa, sacó papeles, pinturas y pinceles y rápidamente dibujó una caricatura. La envió a un periódico local y para su sorpresa, el humor fue contagioso. "La compraron. Yo compré como 10 copias del periódico y se los dí a familiares y amigos. Después, con el dinero que recibí por la caricatura, invité a varios amigos a comer".

La emoción que le causó la aceptación de su primera contribución fue igualada por el placer de que varios editores de revistas locales fueran a pedirle más caricaturas. De la noche a la mañana, el pasatiempo autodidacta que surgiera de garabatear en un cuaderno, se estaba convirtiendo en una profesión en potencia. Rápidamente Chiu decidió prestarle una atención absoluta a las caricaturas.

Reflexionando sobre su juvenil y bastante ingenuo entusiasmo de entonces, comente con una sonrisa que "feliz es el hombre que hace una profesión de su pasatiempos". Sin embargo, Chiu estaba igualmente determinado a no dormirse en los laureles. Con miras a mejorar su pintura, aprendió a pintar con ambas manos y a basarse en los fundamentos del arte.

"Al principio imitaba el trabajo de los caricaturistas. Después aprendí a hacer bosquejos y a pintar con acuarelas, óleos y tinta china. Estaba obsesionado". Mientras perfeccionaba su arte, vendia historietas a varios periódicos y revistas. Sus caricaturas se caracterizaban por la exageración y el humor, con trazos simples pero pronunciados que impartían un mayor significado. Su popularidad siguió aumentando y eventualmente una de sus historietas se convirtió en una película de dibujos animados.

Pero Chiu nunca estaba satisfecho. "Pensaba mucho y trataba de buscar mi camino artístico, un camino que hubiera sido desandado. Pero todo lo que se me ocurría ya alguien lo había hecho". Se encontraba en un atolladero artístico, afligido porque no podía escaparse de ser clasificado como un caricaturista más. Finalmente, la necesidad de ser diferente empezó a amenazar su producción artística diaria.

"Mientras no encontrara el camino, no podía concentrarme en la pintura. Necesitaba con urgencia un nuevo enfoque". Una mañana especialmente frustante, Chiu soltó los pinceles que recién había tomado y decidió encerrarse en su casa a cavilar. Pero en vez de encerrarse, salió a dar un paseo, conocida práctica para los momentos difíciles.

Tras deambular varios minutos, se encontró can un grupo de obreros que estaban pavimentando una sección de la carretera con asfalto. Una idea empezó a iluminar la mente de Chiu con la misma intensidad con que el sol brillaba sobre el asfalto recién puesto.

Se detuvo a examinar más de cerca el asfalto salpicado en el pavimento a sus pies. Gradualmente advirtió que el juego de la luz del sol en la superficie negra e intensa producía un ritmo métrico que correspondía al ritmo del movimiento de los obreros. Con alegría describe el dramático momento. "La escena me emocionó e inspiró. Se me empezó a ocurrir una idea alocada: ¿qué pasaría si pintara can asfalto?"

Le encantaba el nuevo pigmento con su lustre especial y su efecto tridimensional. Además su negrura y su textura lo diferenciaban de cualquier otro pigmento que conocía. Empezó a experimentar seriamente con el nuevo media. En el primer mes surgieron algunos problemas técnicos: al principio, el asfalto a no tenía la suficiente viscosidad o era demasiado quebradizo al enfriarse. Un amigo con un Ph.D. en química le ayudó a solucionar los problemas. Pronto aprendió también a diluir, decolorar y teñir el pigmento. Dice que "el único problema restante es que el asfalto se coagula con rapidez cuando empieza a enfriarse, pero no hay mucho que se pueda hacer".

Chiu demuestra lo que dice. Prende una hornilla de gas que está en el jardín y empieza a calentar un pedazo de asfalto só1ido en una lata de hierro de boca ancha. Pronto el aire está cargado con el conocido olor atosigante que se siente cuando en una calurosa tarde de verano, oleadas de calor se elevan de las calles de asfalto. Cuando el asfalto se transforma en un líquido negro, espeso y brillante, el pintor se agacha rápidamente, levanta la lata por su asa rígida y con cuidado salpica el asfalto en un lienzo previamente dispuesto a sus pies.

"Antes de dibujar, hago un bosquejo, así que por lo general termino mi pintura de una sola vez y pocas veces tengo que hacer correcciones. Si quiero cambiar algo, todo lo que tengo que hacer es esperar que el asfalto se seque y cortar la parte que no me gusta". Mientras habla, una figura refinada y sorprendentemente animada de Chung Kuei (una deidad que supuestamente protege al ser humano de los malos espíritus) surge bajo su espátula. Tiempo transcurrido: alrededor de 20 minutos.

El tono confiado de la voz de Chiu y los movimientos seguros de sus manos y ojos, contradicen los años de incertidumbre. Comenta que en 1980, siete años después de concentrar sus esfuerzos en la pintura con asfalto, montó su primera exhibición solista en Taipei. La mayoría de los críticos no estaban muy impresionados. Las palabras de un respetado artista local fueron especialmente exasperantes: "El usa de un pigmento difícil no transforma a un caricaturista en un pintor".

Chiu dice que la frustración fue enorme. "Y la frustración puede ser casi fatal. El dolor de la derrota era contínuo y me despojaba constantemente de mi confianza". Esta vez necesite más que un paseo para solucionar el problema. Un día, sin mucha premeditación, Chiu hizo sus maletas y salió de Taipei en el primer vuelo hacia Nueva York. La idea implicita era probar su arte en la meca liberal de las artes. Si tenía éxito, seguiría adelante; de lo contrario, renunciaría.

Rápidamente, la atmósfera exótica de Soho en Manhattan lo distrajo de su depresión. Pero aún más importante fue que Chiu se quedara con su viejo amigo Chu Ming, quien para ese entonces ya se estaba hacienda de una reputación internacional como escultor en madera. Se conocían desde jóvenes, cuando era vecinos en un pueblo del condado de Ilán.

Es evidente que Chiu está muy agradecido por la ayuda que le ofreciera su amigo. "Chu ming me alentó a visitar las galerías y sus directores, y así lo hice. Uno de ellos se impresionó con mis improvisaciones y me propuso montar una exposición. Por supuesto, estaba muy halagado, pero mi entusiasmo se enfrió cuando supe cuánto tendría que esperar para que se hiciera realidad".

Chiu dejó pasar una buena oportunidad, pero en retrospectiva, no se arrepiente. "Cuando lIlegó el momento de montar la exposición, ya había sobrepasado la necesidad de aprobación del exterior. Básicamente, mis pinturas no son para los extranjeros. Se originan en mi ambiente, y deben ser compartidos con mi pueblo"

Chiu se desploma de nuevo en su silla, hace una pausa mientras echa una lenta humarada de cigarrillo sabre su cabeza y subitamente se inclina hacia adelante y dice con un tono más animado: "De cualquier manera, reconstruí mi confianza perdida. En consecuencia, el viaje resultó ser una verdadera vacación. En mis encuentros diarios mantuve una disposición bastante positiva -¡y eran buenos materiales para caricaturas! En poco tiempo convertí esas caricaturas en dos historietas, 'EI Sr. San Pa en Nueva York' y 'EI viaje de Peanut a los Estados Unidos'. 'El primero fue publicado en la edición estadounidense del China Times y el otro en Taiwan en el Independence Evening Post".

Si bien su nuevo material para caricaturas era innovador, creativo y muy popular entre los lectores, Chiu no estaba contento. Quería ser conocido por sus pinturas en asfalto y no por sus caricaturas. Dice: "por supuesto, quizás podría olvidarme de la fallida exhibición en Taipei, pero no de lo que quería lograr con ella. Si bien mi viaje a Nueva York no fue un peregrinaje, tampoco fue sólo una excursión para coleccionar material humorístico para caricaturas. Realmente quería saber más de lo que las personas pensaban sobre la pintura en asfalto".

Un crítico estadounidense en una galería le hizo un cumplido, cuando dijo que "la pintura en asfalto de Chiu es un avance en la pintura china, la cual siempre ha sido criticada por su falta de sentido temporal. Su predileccion por el negro demuestra su carácter nacional, porque lo negro es muy chino". Otros directores de galerías, artistas y amigos complementaron este comentario con sus propias palabras de aliento, lo cual hizo que Chiu empezara a desarrollar una base intelectual para su nuevo enfoque.

"Me ayudaron a formar un concepto sistemático para mi pintura. Es decir, una buena obra debe transmitir tres puntos: un sentido del tiempo, el caracter nacional y la creatividad".

Chiu explica que "cada época tiene sus propias caracteríssticas. Por ejemplo, los rascacielo , las plantas nucleares y la contaminación pertenecen al siglo XX; esos temas están en armonía con el momento actual, así que los incluyo en las pinturas. Pero si se insiste en dibujar figuras históricas o paisajes tradicionales, se puede aún usar tinta y pincel y agregar un toque de algo nuevo; quizás perspectiva o el uso de múltiples medios de expresión. Los pintores deben distinguir su epoca a través de algo que concuerde con ella".

Chiu subraya con entusiasmo su idea de que las grandes obras deben dar testimonio de la relación entre el hombre y su ambiente. "Es indudable que quiero concentrarme en el caracter nacional chino. No soy un traidor. Realmente aprecio las técnicas de la pintura tradicional china, como 'usar la tinta para poner color' y 'dejar espacios vacíos'. Sin embargo, nací y crecí aquí. Conozco bien el lugar y la gente, así que por naturaleza puedo ser muy chino".

Chiu se detiene un momento para elaborar una idea y luego continúa con el tercer punto de la creatividad. Hace un seña hacia el asfalto puro y negro y dice: "Usar asfalto es en sí una creación. Pero debo subrayar una vez más que mis pinturas en asfalto no pretenden reemplazar las pinturas chinas tradicionales. Sólo escogí pintar con un nuevo pigmento".

En 1982, un año después de su regreso de Nueva York, Chiu montó una segunda exposición titulada "El mundo de los mortales", un comentario personal y artístico sobre la vida. Los personajes en color de asfalto, simples, de­ formes y con expresiones simbólicas, sorprendieron a su audiencia. Sus obras fueron tan admiradas como controvertidas. Esta reacción mixta no fue sorpresiva. Dice: "El propósito principal era experimentar con el uso de trazos sencillos para expresar conceptos complejos".

Cualquiera que haya sido la intencion, su arte parecía tomar mucho del estilo de sus caricaturas. Chiu menciona, refiriéndose a los caractereses de esas pinturas, que trata de "no dibujar figuras de gran belleza, ya que podrían hacer salir el complejo de inferioridad de las personas comunes". Chiu se ríe de su propio comentario y agrega: "Tiene algo que ver con la psicología. La mayoría de los lectores disfruta más de las imagenes humildes que de las imagenes esplendidas que crean los caricaturistas de los VIP".

Pero el arte tiene más que un atractivo psicológico. Chiu se ha encaminado hacia el creciente fenómeno del interés público en los problemas sociales, como la urbanizacion, el exceso de población y la contaminación. Sus pinturas muestran una aguda sensibilidad, y también van directamente al punto. Esta nueva dirección lo reintegró rápidamente a los círculos de pintores de Taiwan.

En 1983 montó su tercera exhibición como solista. En la serie llamada "La Poesía Tang" trato de probar que con su nuevo pigmento y con un poco de modernismo en sus temas, podía insuflarle nueva vida a los retratos y paisajes tradicionales. Su enfoque era mezclar "la poesía y la pintura", una forma muy antigua en el arte chino, donde los pintores se inspiraban con un poema y pintaban sus impresiones, para luego insertar el poema en su obra y así reforzar la forma estética.

Pero Chiu volvió a escribir la poesía Tang para ajustarla a las situaciones con­ temporáneas. Chiu sonríe de una manera atractiva que su visitante ha empezado a disfrutar y comenta que pintó la serie sólo para impresionar a los pintores de la vieja escuela que se muestran reacios a cambiar. En un aparte, Chiu agrega una defensa secundaria para su nuevo enfoque: "De hecho, si vamos al meollo del asunto, la pintura en asfalto tampoco es nueva. Se parece mucho al arte folklórico chino de pintar con azúcar, donde el artista tiene que derretir el azúcar, vertirlo en un plato y darle forma antes de que se enfríe".

En 1984 monto una cuarta exposicion y esta vez la reaccion de la comunidad local fue aún más favorable. Su propósito era revelar el conflicto entre la cul­tura moderna y la cultura aún no corrompida, así que decidió pintar las viviendas de la tribu Yami, uno de los grupos aborígenes de Taiwan. Los Yamis viven en la isla de las Orquídeas, cerca de la costa suroriental de Taiwan. Chu vivió con ellos, habló con ellos y se enamoró de su inocencia impoluta.

Sin embargo, llevó también unos ojos experimentados y críticos, y no todo lo que vió era bueno. Como resultado, pintó con un espíritu muy turbado, preguntándose sobre el futuro de los is­ leños. Sus pinturas parecen decir: "¡Conviértala en un área de reserva!" Se inclina hacia delante en su silla y al igual que sus pinturas, empieza a criticar la "invasión" de aquellos que no son de la isla y que amenazan su inocencia y belleza.

El aumento en el número de turistas ha significado una mayor inversión en hoteles, restaurantes, tiendas de recuerdos y compañías de excursiones. Pero los residentes originales en realidad no disfrutan de los beneficios que trae la industria turística en apogeo, pues pertenecen a la clase trabajadora y no a la clase empresarial.

Aunque la industria turística esta todavía en pañales, ya ha surgido un poblema: la contaminación, un problema que es tanto el producto del turismo como de los Yamis, quienes no están acostumbrados a deshacerse de los desperdicios no biodegradables. Chiu recalca el problema de manera gráfica en una de sus pinturas que estropea una escena idílica con pedazos de basura pegados en la parte baja de la obra: basura genuina de la costa de la isla de las Orquídeas.

Su serie "Dharma" de 1985 probó la versatilidad del asfalto en un tema religioso. Exhibió un numero de efectos especiales que recién había descubierto, como usar varias capas de asfalto y enrularlo de maneras sumamente efectivas. Uno de los efectos más sorprendentes son los ojos de las figuras, que parecen seguir al espectador a donde vaya. El juego de la luz en los ojos de las figuras da la impresión de que se estuvieran moviendo. Además, Chiu ha logrado duplicar con el asfalto el efecto de varias capas de un cabello bien aceitado, una barba enroscada e incluso la textura de accesorios femeninos hechos con cuentas. Para entonces, la técnica de Chiu estaba tan refinada, que controlaba finas líneas de pigmento para producir un efecto más vivo en sus temas.

En una serie de 1986 sobre otro grupo isleño, "Los Pescadores", Chiu desarrollo aún más estos refinamientos artísticos. El Departamento de Educación del Gobierno Provincial de Taiwan auspició esta serie en una gira artística alrededor de la isla. Fue un éxito rotundo. Un reportero comento que "en sus pinturas, el sentimiento romántico parece coexistir con el musgo de las vetustas paredes de los pueblos y con la erosión de las casas de roca en la costa". Un crítico de arte hizo una reseña de la exposición y concluyó que Chiu "no sólo había pintado la belleza superficial del lugar, sino que había captado el espíritu interno del archipielago". Chiu comenta en un tono más contenido: "Sólo quería pintar de manera realista y exacta".

En 1987 Chiu produjo una serie de pinturas que exploran las costumbres y tradiciones de nueve tribus aborígenes. Su experiencia con la tribu Yami lo inspiró a ahondar más en las culturas aborígenes, tanto las que viven cerca del mar como las que viven en las regiones montañosas de Taiwan.

"Me duele que los aborígenes no sepan mantener sus tesoros culturales. A decir verdad, su cultura está muriendo porque ahora tienen contactos frecuentes con el mundo exterior. Canjean el legado de sus antepasados por el vino. Desafortunadamente, grandes cantidades de cuentas opacas, una de las arte­ sanías aborígenes más delicadas, han sido vendidas a coleccionistas locales y extranjeros".

Chiu ha investigado este asunto en gran detalle y alude a varios libros sobre el tema. "Estas cuentas son más que ornamentos. Hay patrones diferentes para diferentes niveles sociales y para diferentes ocasiones. Pero ahora nadie sabe el secreta de ese arte. La moda de coleccionar arte folklórico hizo que desaparecieran repentinamente grandes cantidades de cuentas opacas. Las imitaciones que se ven hoy en día son de una calidad evidentemente inferior. Me preocupa que dentro de un decenio nadie va a tener la oportunidad de conocer esta artesanía". Chiu agregó que siente la responsabilidad de ayudar a mantener un registro de los hechos antes que se pierdan para siempre.

Como resultado de su orientacion conservacionista, en los últimos años Chiu ha pasado mucho tiempo visitando las montañas. Sin embargo, no sólo busca inspiración y materiales para exposiciones futuras; ha llegado a amar las bellas y majestuosas montañas de Taiwan y añora un estilo de vida más rústico. Hace dos años compró una pequeña casa de piedra en Chiufen, un desolado pueblo de montaña en un extrema del condado de Taipei, cerca del mar.

Hace 50 años, el lugar conoció la prosperidad con la fiebre del oro, pues tenía muchas minas activas. Aquellos días están en el pasado y ahora, su atmósfera tranquila y desolada es un paraíso para los artistas. Varios de ellos pasan temporadas en casas abandonadas y en ruinas, compradas por menos de los que se ofrece en el mercado de Taipei. Se han convertido en talleres de veraneo y ya ha creado un espíritu artístico comunitario.

Después de la lenta pitada del último cigarrillo de un paquete arrugado en la mesa del té, Chiu lleva la conversación a un final agradable. Es evidente que le agrada hablar de su lugar de escape en la montaña. Habla de paseos por caminos pueblerinos escarpados y angostos, y de la alegría de respirar aire fresco de montaña. "Cinco días a la semana pinto en asfalto. Pero durante los fines de semana no quiero hacer nada. Voy allí sólo o con mi familia y disfruto de la naturaleza. Es hermoso: el azúl profundo del cielo que se conecta con el mar, la cadena de casas de piedra a través de las verdes montañas y la tranquilidad del lugar. Disfruto del aire de mar soplando por el techo o subo la montaña cercana para ver las luces del pueblo".

A medida que su visitante se dirige hacia la puerta de madera rojiza, una ojeada al jardín desordenado y a la casa gris produce ahora una reacción diferente. Este es un lugar de plácida creatividad. Chiu Hsi-hsun pone mis pensamientos en palabras y dice: "Estoy contento. A los 51 años, tengo una familia feliz y un estilo de vida agradable". Y, piensa la visita, una nueva expresión artística impresionante. □

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