05/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Un magnífico hogar para las artes de representación

01/05/1988
El Teatro Nacional y la Sala de Conciertos de la República de China fueron oficialmente inaugurados el 31 de octubre de 1987, en medio de gran fanfarria y grandes expectaciones.

China posee una de las más antiguas y ricas tradiciones en las artes de representación del mundo, pero sólo ahora en Taiwan es que se ha hecho un intento ultramoderno -e igualmente caro- de tener instalaciones que puedan apoyar mejor esa tradición y añadirle creaciones nuevas y creativas.

Localizado en el parque de Taipei dedicado a la memoria del Extinto Presidente Chiang Kai-shek, los dos magníficos edificios son el resultado de varios años de intensa planificación y un presupuesto de construcción de US$200 millones. Dentro de las fachadas al estilo imperial de la dinastía Ching de ambos edificios se encuentran instalaciones modernísimas para las producciones de operas chinas y occidentales, conciertos, recitales, ballets y otras actuaciones de danza.

La terminación del lujoso teatro y la sala de conciertos es también una señal clara de que tras tres décadas de crecimiento económico, el pueblo de Taiwan está haciendo grandes inversiones en la promoción de su cultura y posterior refinamiento de sus vidas.

Concebido originalmente como dos simples alas que están situadas en la sección frontal del complejo de parques del Edificio Conmemorativo Chiang Kai­ shek, el Teatro Nacional y la Sala de Conciertos alcanzaron su actual posición sólo después de muchos cambios drásticos en el transcurso de su construcción. Actualmente, los dos edificios y sus organizaciones administrativas se han convertido de hecho en el centro cultural de la nación, y se le conoce frecuentemente como el Centro Cultural Chiang Kai-shek.

En la mayoría de los casos, un centro cultural de gran escala como éste se convierte idealmente en una entidad con un fuero bastante específico y un juego de propósitos claros. Esto se hace para asegurar que los gastos en las facilidades logren satisfacer los fines que son considerados esenciales para el desarrollo cultural de la nacíón. Una declaración de su posición definida aún está siendo tramitido por el ramo legislativo del gobierno, y existen muchos elementos esenciales para una adecuada operación que permanecen sin decidirse. En pocas palabras, la estructura física está en su lugar antes que alguien conozca exactamente qué hacer con ella. Como un joyero sembrado de diamantes, los edificios están esperando por contenidos valiosos.

El edificio del Teatro Nacional se yergue seis pisos por encima del suelo, con una altura de 46 metros, y tiene dos niveles subterráneos más. Dentro se encuentran dos teatros, facilidades de apoyo y oficinas administrativas. El teatro principal tiene un escenario impresionantemente espacioso: 14,5 metros de ancho, 17,5 metros de profundidad y 9,25 metros de altura. Su arco de proscenio tiene un ancho de 17 metros y una altura máxima de 10 metros. El auditorio tiene 1.522 asientos. El teatro experimental más pequeño, usado principalmente para producciones ultramodernas, posee sólo 300 asientos.

La Sala de Conciertos también tiene ambos un escenario principal y uno más pequeño. El escenario principal consiste en 16 podios. El arreglo general en forma trapezoidal del escenario tiene un área aproximada de 230 metros cuadrados y el auditorio tiene 2.070 asientos. Diseñado y equipado específicamente para conciertos y recitales instrumentales y vocales, la misma tiene una excelente acústica.

Aunque los planificadores, arquitectos y contratistas han hecho dedicados esfuerzos para construir un centro cultural nacional de categoría internacional, los programas presentados hasta ahora han sido en el mejor de los casos desiguales e impredictibles. Las reacciones de la audiencia han sido diversas, desde altas expectativas y aclamaciones hasta indiferencia y amargura. Con la sabiduría que viene de observaciones posteriores, tales reacciones parecen ahora fácilmente predictibles. Debido a las grandes expectativas que el público ha puesto en el complejo cultural durante los años de su construcción, no es sorprendente que en los meses iniciales de operación ellos se hayan sentido desalentados.

En agudo contraste con ambas, la magnificencia externa e interna de su "soporte físico", que hizo elevar más las expectativas de todos, el centro cultural es extremadamente deficiente en su "soporte lógico". Paradójicamente, sin embargo, han sido justamente esas reacciones mixtas las que han augurado por un brillante futuro. La intensidad de la preocupación pública por un programa cultural de primera clase indica que la República de China está tratando de equiparar su asi llamado milagro económico con uno cultural.

Esas altas expectativas son en parte un producto de las raíces históricas. Nunca antes se habían visto en China edificios de teatros y salas de concierto siquiera vagamente comparables en escala o costo con esas estructuras más recientes. La diferencia surge no sólo de la tecnología moderna y riqueza económica, sino que también refleja la estructura política y aspiraciones nacional de hoy día.

Durante la dinastía Yuan (1271-1368), cuando el teatro y drama chinos alcanzaron su primer gran período de madurez y florecieron en todo el país, existían muchos teatros públicos. Pero los registros que aun se conservan muestran que eran en su mayoría estructuras temporales de madera, menos seguras que sus contrapartes en la Inglaterra isabelina.

Durante la subsiguiente dinastía Ming (1368-1644), las principales actividades de teatro eran ya sea entretenimientos privados para los ricos y poderosos, o asuntos públicos estrechamente ligados con las actividades religiosas. Los primeros tomaban lugar generalmente en los patios o salones de banquete, mientras que los últimos ocurrían en las proximidades de los templos. Ambos usaban escenarios improvisados.

El centro ha rehusado hasta ahora jugar el papel de mero propietario con los grupos locales. Este desea ser el co-productor, pero en realidad sólo provee con las instalaciones y un cierto porcentaje de los costos de producción. Si bien la administración retiene el derecho de seleccionar los programas, la calidad artística permanece en manos del otro co­-productor, sobre quien la administración no tiene mucho control una vez que se haya logrado el acuerdo inicial.

El problema no hubiera sido tan serio si Taiwan tuviese suficientes artistas sobresalientes para que el centro escogiera como lo hacen sus co­-productores. Pero la situación real es más bien poco prometedora. Los asuntos políticos, militares y económicos han sido por mucho tiempo la principal preo­ cupación del gobierno y pueblo, más no el desarrollo cultural. A la sombra de los chinos comunistas, quienes nunca han renunciado al uso de la fuerza para tomarse Taiwan, el presupuesto militar se ha llevado el grueso del presupuesto nacional. Incluso la protección del medio ambiente había sido despreciada hasta este último par de años. Como resultado, se ha hecho comparativamente poca inversión en las artes de representación, no solamente en términos de instalaciones, sino también en los campos educativos. Por ejemplo, la única institución a nivel universitario que ha sido públicamente financiada para las artes, el Instituto Nacional de Artes, no ha producido aun sus primeros graduados en las artes teatrales.

La negligencia llega a otras áreas. El único éxamen gubernamental, que es requerido antes de entrar al servicio público, incluso hoy día no tiene una categoría para la administración artística. Como resultado, los centros culturales regionales están ahora en su mayoría dirigidos por personas no especializadas. Debido a que frecuentemente carecen de mayores conocimientos de las artes, ellos no tienen entusiasmo ni iniciativa. Esos centros raramente cumplen bien con sus nombres. El ex-Premier Sun Yun-suan, cuya gama de logros ha sido ampliamente reconocidos y apreciados, admite que lo único que lamenta fue no haber dado suficiente atención a las artes y cultura.

Si bien todos esos hechos podrían ser producto del descuido o de opciones prioritarias necesarias, el resultado inevitable es que actualmente en Taiwan existe una severa falta de artistas para representaciones, escritores de guión, compositores, críticos de arte, técnicos de teatro y administradores cualificados. Es verdad que ya hay personas actuando en esas capacidades, pero lo que está en duda son sus conocimientos y competencia. Para llevar el pesimismo al extremo, se podría inclusive dudar si existen suficientes personas con conocimientos que puedan ser reunidos para formar una audiencia para llenar el nuevo centro cultural.

Una forma de resolver el problema es recurrir a la segunda forma de generar producciones, un método que ha seguido los principales teatros y salas de concierto del mundo. Esta consiste en establecer compañías treatrales y grupos musicales residentes. Directores con estatus establecido, ya sean nacionales o internacionales, pueden ser puestos a planificar e iniciar desde casi nada. Ellos reclutan artistas o aspirantes a artistas para ejecutar propósitos designados. Modelos de eminentes y rápidos éxitos pueden ser encontrados fácilmente; los precedentes más recientes son cercanos a Taiwan como serían los teatros en Corea del Sur y Hong Kong. En vista a esos éxitos, uno se pregunta frecuentemente, "si una tal o cual nación puede, ¿porqué no podemos nosotros?"

La respuesta fácil va impregnada de sarcasmo: "Tal y cual nación puede debido a que quiere; nosotros no podemos porque no queremos". Una respuesta más balanceada sería "No sabemos exactamente lo que queremos". En Taiwan ya existen muchos grupos de representación, cada uno de ellos extremadamente entusiastas y por lo tanto parcial hacia la particular forma de teatro o música que favorece. Entre los contendientes más adelantados se encuentran en la ópera china, conocida también como ópera nacional, y el drama hablado que apareció por primera vez a inicios del siglo presente como resultado de la influencia de Occidente, particularmente el realismo de Ibsen y Chekhov.

Existen, claro está, los que defienden la danza, acrobacia, así como la ópera taiwanesa. Dramas mundiales traducidos y música de toda clase, naturalmente, por consenso general tienen grandes seguidores. En resumen, mientras que hay relativamente una escasez de artistas, existen muchas formas artísticas para elegir. Resulta difícil dar prioridad a una o dos sin ofender a los celosos partidarios de las otras.

En la dinastía Ching (1644-1911), mientras continuaban las formas establecidas, las casas de té proporcionaban lugares de reunión adicionales para los actores profesionales. La única excepción sobresaliente en el desarrollo teatral de esta época estuvo en la mecánica de escenario. En el Palacio de verano de la corte imperial en Manchuria existía una plataforma de escenario móvil que podía -y pudo- subir y bajar elefantes durante el transcursos de las presentaciones. Pero, solamente los miembros de la familia imperial podía gozar de los espectáculos.

La era republicana, que empezó en 1912, estuvo muy preocupada con incesantes guerras como para dedicar ya sea dinero o más tiempo para pensar en enormes edificios de teatro. En los años recientes, los chinos comunistas han construido edificios de teatro y salas de conciertos -frecuentemente sobresalientes por su tamaño y diseño- y han demostrado magníficas técnicas de teatro. Pero aun en dichos casos existen considerables limitaciones ambos en forma y contenido. El teatro para los comunistas, como cualquier otro arte, es en teoría y práctica un instrumento del partido para la "educación" del pueblo, una orientación que conduce por sí misma a una interpretación más exacta como "adoctrinamiento". Si la experiencia rusa es un buen indicador, las artes teatrales tal como se las conocen en el mundo libre, tendrían un desarrollo más bien limitado en China continental.

Taiwan ofrece la mejor esperanza para el resurgir y renacimiento de las artes teatrales en China, y promete no solamente revivir una gloria que ha decaído, sino también crear algo nuevo y maravilloso. Ha sido debido a esta perspectiva optimista, basada firmemente en una larga e impresionante tradición, que el pueblo mira con grandes esperanzas a los nuevos Teatro Nacional y Sala de Conciertos. Pero las esperanzas son diferentes a las realidades; el nuevo centro cultural nacional tendrá que caminar un largo trecho antes de llenar las expectaciones del pueblo.

Tseng Yuh, un eminente historiador del arte, ha observado que los nuevos Teatro Nacional y Sala de Conciertos pueden ser comparados con el Schauspielhaus (la Gran Sala) diseñada por Karl Friedrich Schinkel (1781-1841) en Berlín. El señala que el Schauspielhaus fue construido unos treinta años atrás después de haberse iniciado la industrialización alemana, y ha tomado el mismo número de años después de la industrialización de Taiwan antes que el Teatro Nacional apareciera en Taipei.

Se puede añadir que fue durante el mismo período, los últimos años del siglo 18, cuando el drama alemán alcanzó su madurez con las obras de maestros tales como Goethe y Schiller. Se espera que Taiwan pueda ser agraciado con un éxito similar, con los nuevos edificios sirviendo de cuna y el poderío industrial su sustento.

Así como el milagro económico de Taiwan no es realmente milagroso, ya que tomó décadas de planificación juiciosa y trabajo arduo, tampoco se puede esperar que un milagro cultural ocurra de la noche a la mañana. Este punto fue recientemente enfatizado por Beverly Sills, director general de la Opera de la Ciudad de Nueva York, quien hizo varias presentaciones a fines del año pasado. Ella debió tener en mente algunas de las críticas adversas en que incurrido la administración del teatro, ya que ella le dijo a la prensa: "El gran arte no nace de la noche a la mañana. La administración del centro cultural no puede esperar administrar el centro adecuadamente desde el comienzo. Toma tiempo para que un teatro trabaje y opere bien".

Claro está que el problema es más complejo de lo que parece a primera vista. Si fuere meramente en lo administrativo, este podría ser resuelto rápidamente con poniendo en práctica simplemente el consejo de otro artista norteamericano. Hace algún tiempo atrás, durante las etapas de planificación del centro, David L. Kreeger, presidente de la Galería de Arte Corcoran, recomendó a un alto funcionario encargado del centro cultural que debía contratar un grupo de consejería administrativa estadounidense para aprovechar su experiencia de servicio. El complejo cultural ciertamente puede darse el lujo de "comprar" esto, y podría verse obligado a hacer eso si continúa la administración tan pobre, pero el asunto real del problema no es cómo administrar, sino qué administrar.

Existen generalmente dos formas de generar producciones en cualquier teatro. Una es contratar o invitar artistas y organizaciones artísticas para que actúen en el teatro. Hasta ahora el centro ya ha invitado varios grupos de presentación extranjera, algunos con un costo tan elevado que no han alcanzado para llenar su orden del día. La Opera de la ciudad de Nueva York es un ejemplo de esto.

La peor política es permanecer en esta Torre de Babel, con timidez para tomar el primer paso hacia adelante. La mejor acción es hacer uso de la rica herencia nacional y lo que haya disponible internacionalmente. Varias compañías y orquestas podrían ser creadas una tras otra, con el aumento del presupuesto que se puede esperar del crecimiento general de la economía. Después de todo, tener libertad de elección es un lujo, no una maldición. Y las formas artísticas pueden ser muy bien sintetizadas, y se las pueden alentar al cruce de ellas. Como resultado puede crearse algo realmente único, que podría también renovar las ya significantes contribuciones que China ha hecho a los recursos artísticos de la humanidad.

Antes que amanezca tal día, sin embargo, se han hacer muchas duras selecciones, y algunas de ellas son inclusive más fundamentales que las ya mencionadas. Una de ellas es la organización del centro cultural; la otra es su financiación. Los dos asuntos están íntimamente ligados. El presupuesto del centro para este año fiscal es aproximadamente de US$10 millones, dos tercios de ellos destinados al mantenimiento y personal. Esto deja apenas un poco más de US$3 millones para los programas de todo el año. Se ha estado procurando donaciones privadas, pero no ha habido mucha respuesta hasta ahora. Debido a que el ingreso de las taquillas va al gobierno en vez de estar a disposición del centro, el único ingreso del complejo cultural viene de las asignaciones que da el gobierno. En actualidad, esto sólo llega alrededor del 10 por ciento del presupuesto anual del Centro Lincoln en Nueva York. Parece que en un futuro cercano, las asignaciones del gobierno permanecerán siendo la principal fuente, y probablemente la única, de ingresos del centro.

El gobierno ciertamente tiene el derecho de supervisar las operaciones del centro, y continuará haciéndolo al menos que el ramo ejecutivo, con el consentimiento del ramo legislativo, transforme el centro en una entidad autónoma. En actualidad, el centro está bajo el Ministerio de Educación y está bajo responsabilidad directa del Departamento de Educación Social de dicho ministerio. De esta manera, las políticas importantes, tanto artísticas como no artísticas, requieren de la aprobación de administradores regulares que podrían o no tener la experiencia para emitir juicios acertados. En este aspecto, el centro cultural nacional es igual a los centros culturales regionales. La cuestión está en si se convertiría en tan hueco como ellos. Otro inconveniente obvio es que el centro no puede firmar contratos con artistas dos años antes de la fecha de actuación, debido a que el presupuesto del gobierno se hace siempre en una base anual.

Especialistas y artistas no son los únicos que están al tanto de esos y otros hechos, pero ellos tienden a ser más explícitos en la crítica al sistema existente. Ellos señalan entre otras cosas, que la escala de salarios del gobierno simplemente es muy baja como para atraer personas bien cualificadas para trabajar en el centro. A pesar del creciente número de quejas acerca de la eficiencia del sistema actual, por diversas consideraciones así como por inercia, el montaje actual posiblemente continuará, o por lo menos se le dará una oportunidad mayor a ser probada.

No solamente la organización, sino también casi todo lo que tiene que ver con el Teatro Nacional y la Sala de conciertos está funcionando en una base de prueba y error. Al mismo tiempo, los funcionarios del gobierno que tienen que ver con esto están enfrentándose a una multitud de decisiones importantes, de las cuales algunas de las más importantes son la incorporación del centro, el establecimiento de compañías residentes, y el aumento de los fondos. Como es un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, esas decisiones deben eventualmente inducir a una mejor programación. De otra manera, aumentará la crítica adversa y los funcionarios involucrados podrían perder prestigio e inclusive perderían sus puestos.

Beverly Sills elogió al gobierno durante su visita a Taipei por los enormes gastos que se hicieron en las instalaciones del complejo cultural. Ella también retó al gobierno para hecer similares selecciones audaces y visionarias acerca de lo que debe ocurrir adentro. Ella no está sóla en sus preocupaciones. Así como los edificios son hitos de la democracia y prosperidad cuando son vistos en una perspectiva histórica, ellos también sirven como garantía a un futuro cultural más brillante al ser lugar de sobresalientes programas culturales. Esos programas podrían entonces ser dispersados y expandidos a los centros culturales regionales y ayudar a crear un reconocimiento cultural. El destino es cierto a pesar de que el curso tal vez sea serpenteante.- (El Dr. John Y.H. Hu es profesor en el Departamento de Lenguas y Literatura Extranjeras, Universidad Nacional de Taiwan. El obtuvo su Ph.D. en teatro de la Universidad de Indiana y ha enseriado en varias universidades de EE.UU. antes de retomar a Taiwan.)

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