03/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Utilizando la fuerza latente de la madera

01/01/1988
Un sueño cambió el destino de Wu Jung-szu (吳榮賜). En vez de convertirse en un herrero en una oscura aldea, él es ahora un sobresaliente escultor de madera en Taiwan. Wu creció en el poblado de Mingchien, situado en el centro de Taiwan, donde su familia apenas tenía para subsistir mediante la venta de frutas en su pequeño huerto privado. La vida era simple, sin mayores cambios y frecuentemente aburrida. Para llenar el vacío de largos días con poco en qué ocupar su mente o inquieto espíritu, Wu se enseño a sí cómo pintar las cosas en su alrededor, produciendo con su primitiva pero firme mano, aspectos parecidos de árboles y frutas. La pintura mejoró su vida espiritual, se acuerdo Wu, pero sus familiares no estaban impresionados por sus esfuerzos artísticos. Afectados por su existencia ligada a la pobreza, su padre y parientes lo alentaron muy poco. En vez, ellos frecuentemente le preguntaban: "¿Para qué sirve la pintura? Incluso si las frutas dibujadas parecieran reales, ellas no podían ser comidas". Wu rehusó ser desalentado, pero nunca consideró su pasa­ tiempo algo más que eso. Posteriormente, tras terminar su servicio militar, Wu se enfrentó a la inevitable interrogante del empleo. El podía optar por quedarse en casa y administrar el huerto aún poco rentable, siguiendo los pasos de las anteriores generaciones; o tratar de hacer algo diferente. Su padre no era tampoco optimista acerca del negocio familiar, y recomendó que él aprendiera el oficio de herrero, que es estable y rentable en la parte central de Taiwan. Wu se demoró en su decisión, con incertidumbre acerca de qué debía hacer. Entonces, una noche, él soñó que estaba esculpiendo una estatua en madera de Buda que le miraba con una cara bondadosa y amable a medida que él cincelaba la túnica que cubría su reverenciada figura. "Cuán extraño era el sueño", recuerda Wu. "No tenía contactos con la escultura en madera antes del sueño, ni tampoco había alguien en mi aldea que se dedicaba a esta profesión. Sin embargo, desde el momento que desperté en la madrugada, estuve convencido que debería dedicarme a esta actividad. " Con la ayuda de un amigo, Wu fue aceptado como aprendiz en la Tienda budista Chiuchen de Taipei, un lugar bien conocido por sus estatuas de alta calidad. Pan Teh, el maestro escultor de la tienda y eventualmente primer benefactor de Wu, le preguntó por su edad. "Veintitrés", respondió Wu. El maestro Pan meneó la cabeza y dijo: "El el campo de la escultura en madera, la mejor edad para empezar el aprendizaje es a los 15 años. A los 23, los huesos de tus manos ya están muy duros para adaptarse a la escultura en madera". Wu se recuerda de estar nervioso, pero determinado. Con suficiente entusiasmo para convencer al indeciso maestro artesano, él respondió "Confía en mí, haré lo mejor a mi alcance". El Maestro Pan meditó un rato y dijo: "Vamos a probar. Tú comienzas mañana". La confidencia inicial de Wu fue complementada con habilidad. A tan sólo tres meses ya estaba haciendo sorprendente progreso, impresionando regularmente a su maestro. Aparte de su don natural para esculpir, Wu era extraordinariamente diligente. Cuando los otros aprendices con más antigüedad abandonaban el taller en la noche para ir al cine o hacer compras, él permanecía allí totalmente absorbido en su trabajo. La industriosa personalidad y talento especial de Wu pronto comenzó a incorporarse en diestras aptitudes a medida que dominaba el proceso de esculpir estatuas de Buda. Existen generalmente seis pasos en la transformación de un bloque de madera cruda a una pieza digna de colocarse en un templo: cortado en bruto, limado, lijado, coloración, laminado en oro y finalmente, "dar vida a la cara de Buda", que significa pintarle las pupilas de los ojos. El primer paso es también el más crítico, y de cierta forma el más formidable. Dónde y cómo empezar determina la calidad del resultado final. El artesano tiene que hacer complejas decisiones acerca de la forma de la estatua en base a la textura de la madera que tiene frente a él. Wu demostró una indescriptible habilidad para intuir la "corriente de los granos" que pueden, bajo las manos expertas del escultor, darle espíritu y vida al semblante final de Buda. Después de determinar la forma de la estatua tras un cuidadoso estudio del bloque sin esculpir, el artesano hace su primer compromiso mediante el cortado en bruto. Las herramientas cortan primero superficialmente, y después profundamente en la madera. Wu, a diferencia de sus compañeros aprendices, atacaba la madera en forma sorprendente. En vez de aproximarse a cada pieza desde el frente, él primero establece una figura conceptual clara en su mente del producto final, y entonces comienza a es­ culpir en la dirección más apropiada para la textura, aún si fue de abajo hacia arriba. Wu atribuye su especial habilidad a los seis años de experiencia durante su juventud cuando estuvo trabajando cortando enormes rocas en pedazos cuadrados para los rompeolas. Su entrenamiento en la observación de "los granos en las piedras le se, vía igualmente cuando tenía que evaluar las cualidades de la madera. Pronto vino el día en que Wu se tenía que enfrentar a una prueba crucial. El imitó una de las esculturas de Buda del Maestro Pan. El maestro artesano no pudo distinguir la diferencia entre su propia obra y aquella de su nuevo aprendiz Wu pasó la prueba a sólo seis meses, dos años y medio por delante del tiempo requerido por la mayoría de los aprendices. El podía ahora trabajar en comisiones para los templos en la isla. Muy pronto, sus estatuas de Buda podrían ser halladas en muchos templos famosos, incluyendo el Templo del Gran Buda en Taipei, el así llamado Templo de los amantes en Peitou, el Templo Tzuyu en Hsinying y el Templo Kaitien en Tainan. Eventualmente, Wu se convirtió no sólo en el ayudante indispensable del Maestro Pan, sino también en su yerno. Y con la ayuda de Pan, Wu abrió su propio negocio, denominado la Tienda budista Tsanshan. Pronto logró reputación entre los budistas y patrones de templos locales. Siempre que los clientes ordenan estatuas de Buda con diseños especialmente difíciles, las órdenes son remitidas a su tienda. "Esos casos con distintos requerimientos también me permiten más oportunidades para practicar", dice Wu. Siete años atrás, un segundo benefactor entró en la vida de Wu. Cierto día, el profesor Han Pao-teh (漢寶德), un conocido arquitecto local y crítico del arte, pasó por la Tienda budista Tsanshan donde Wu estaba concentrado en el trabajo. Han se recuerda de haber sido "pasmado y aturdido" por la fuerza de las toscamente labradas estatuas que esperaban ser terminadas en el taller. "La arquitectura goza de una indispensable relación con el arte tridimensional de la escultura, y por eso estoy especialmente interesado en el desarrollo de la escultura en Taiwan", dice Han. "Cuando ví por primera vez las obras de Wu -aunque todas eras estatuas de Buda­ sentí algo diferente, un toque de vitalidad y un sentido de creatividad." Han hizo más que admirar; él tomó acción positiva. "En esos momentos, la destreza de Wu ya era bien reconocida en el negocio de la escultura budista", indica Han. "Como resultado, él gozaba de un próspero negocio. Así que sólo le dije de mis sentimientos y le alenté a dedicarse a creaciones más artísticas. El proceso de transformación procedió lentamente. De vez en cuando, le traía libros de referencia y sugería direcciones creativas que podía tomar. Dos años atrás, debido a que ciertos coleccionistas de arte elogiaron sus obras, él comenzó a pensar más seriamente acerca de dedicar más tiempo al trabajo creativo". "Seguí apoyando su proceso de cambio, alentándole a encontrar inspiración en los materiales de la historia china, después le sugerí que tratara de infundir nuevas permutaciones en los temas tradicionales. Durante ese período, Wu me dijo que algunas veces per­ manecía despierto toda la noche para hacer planes de los detalles de las esculturas. Para mí, su comportamiento indicaba muy claramente que él tenía fuertes impulsos creativos y gran entusiasmo por la escultura. Eventualmente, le alenté a celebrar una exhibición para mostrar sus obras recientes y recibir los comentarios y sugerencias para su auto-mejoramiento". El profesor Han estuvo realmente haciendo más que alentar a un simple artesano. Consistentemente con sus enseñanzas y escritos sobre arquitectura y otros tópicos relacionados, él está tratando de construir una visión rejuvenecida de la importancia de la escultura en la existencia diaria, en un intento por promover cualidades más estéticas de la vida. Han es sensitivo a la pobreza estética del Taiwan contemporáneo, y a través de las formas de su propia obra está tratando de crear nuevos puntos de vista locales acerca de la importancia del arte en la sociedad. Han explica que en la China tradicional, la escultura raramente era tomada como un arte "intelectual". En vez, la escultura era considerada como un oficio que era esencialmente consumidor de tiempo, labor intensivo y "sucio". Han dice: "Las dinastías Sui y Tang (581-907) constituyeron la edad del florecimiento de la escultura. Durante este período, que también fue el período en que el budismo alcanzó su más grande popularidad oficial y pública, las elites comisionaban entusiastamente y recolectaban obras de escultura." "Tras el inicio de la dinastía Yuan (1277-1367)", continúa diciendo Han, "el arte de la escultura declinó junto con la popularidad del budismo, y gradualmente se acercó al extremo de la oscuridad total. Quedó separada del mundo de los intelectuales. Desde entonces, los escultores se han dedicado ante todo a tallar recordatorios o decoraciones de los edificios. Esto no implicaba originalidad o creatividad. Como resultado, en actualidad la escultura tiene que ser aprendida en nuestro país del Occidente, que es completamente diferente de la tradición china. Consecuentemente, la escultura en madera en Taiwan está limitada a tres categorías: Estatuas de Buda, recuerdos y decoraciones de templo, todas las cuales están comercialmente orientadas." El año pasado, Wu celebró una exhibición de héroes históricos chinos hechos en madera, y ganó la aclamación general del público. Desde entonces, él ha tratado de hacer mayores adelantos en su trabajo creativo. En octubre del año pasado, Wu celebró una segunda exhibición, esta ocasión en la Sala de Exhibiciones de China Libre en Hong Kong. Las esculturas allí mostradas también representaron personajes históricos chinos y demostraron una vitalidad creativa aún mayor. La exhibición fue denominada los Siete Caballeros y Cinco Hombres virtuosos (七俠五義), siguiendo el título de una famosa novela histórica de la dinastía Sung (960-1279). Las diestras manos de Wu expresaron el espíritu caballeresco y los sentimientos altruitas de esos legendarios héroes chinos, traduciendo las palabras de la novela moralista y heuristica en formas memorables en la madera. Los siete caballeros están cada uno personificados por un protagonista en la novela: Chan Chao (展昭) representa la elegancia y gracia que identifica caballerosidad sureña; Ouyang Chun (歐陽春) la cabellerosidad compuesta y confiable del norte; Ai Hu (艾虎) , la inteligente e ingeniosa caballerosidad juvenil; Chih Hua (智化) la elegante e inventiva caballerosidad intuitiva; Shen Chung-yuan (沈仲元), la clarividente caballerosidad reclusiva; y finalmente el incólume apoyo mutuo de Ting Chao-lan (丁兆蘭) y Ting Chao-hui (丁兆蕙), la caballerosidad gemela. Los cinco hombres virtuosos son personajes al estilo Robín Hood en la historia china, y han sido apodados "ratones" debido a su rapidez y, algunas veces, aspecto taimado. Todos ellos tienen nombres pintorescos derivados de fiestas significantes que ocurren durante el curso de la novela. Lu Fang (盧方) es el Ratón trepador, Hsu Ching (徐慶) es el Ratón penetrador de montañas, Han Chang (韓彰) es el Ratón perforador de la tierra, Chiang Ping (蔣平) es el Ratón nadador y Pai Yu-tang (白玉堂) es el Ratón apuesto. Wu formó con destreza esos personajes para revelar sus trazos dominantes. Wu describe: "Tomemos a la caballerosidad gemela por ejemplo. Cuando concibía la postura de esos hermanos gemelos, traté de manifestar completamente su fuerte acuerdo tácito de apoyarse mutuamente. El resultado es que esos hermanos gemelos, sosteniendo sus espadas, están en alerta apoyados espalda con espalda. Con su estrecho sistema de seguridad, ni siquiera una pequeña mosca puede escaparse de sus vistas. Y en el caso de Chiang Ping, quien es diestro nadando, seleccioné especialmente un pedazo de madera que asemejaba olas rugientes. Después tallé un sonriente Chiang Ping nadando entre las agitadas aguas." Wu también ha tallado una escultura de Wu Sung (武松) de la dinastía Sung, famoso por haber matado un tigre con sus dos manos. Aunque la historia siempre ha sido representada por Wu Sung luchando con un tigre, el escultor se liberó de la imagen estereotipada tradicionalmente. En vez, él formó a Wu Sung y un tigre mirando uno a otro inmediatamente antes de la batalla. Wu explica su idea: "En una batalla, el momento más aprensivo ocurre en la etapa de confrontación. Es como ver una ejecución. Si un convicto ha sido sentenciado a muerte, la tensión se relaja después que haya sido ejecutado. Pero el momento justo antes de la ejecución es el tiempo de mayor tensión." Los personajes históricos chinos que han emergido de las diestras manos de Wu tienen un fuerte sabor folclórico. Cuando uno mira sus estatuas de Chi Kung (濟公), un legendario monje loco, Pao Cheng (包拯), un juez del siglo once que revirtió veredictos injustos en varios casos famosos, o su Buda de cuatro caras, que muestra los sentimientos de felicidad, ira, tristeza y gozo; uno encuentra un sentimiento directo que no ha sido alterado por excesivos adornos. La personalidad de cada figura es clara y pura. Hay razones del porqué. La familiaridad de Wu con las figuras históricas no provienen del estudio de los libros de texto, sino del legado de las bulliciosas y exhuberante óperas callejeras de Taiwan, y de haber escuchado las historias narradas por sus abuelos en las tranquilas noches de verano. Su falta de entrenamiento académico formal hace que sus obras sean más atrevidas y menos restringidas. Wu dice que él también ha sacado inspiración de las óperas de Pekín, en las que un oficial militar siempre sostiene su espada o lanza en una pose exagerada con largas barbas y vestidos que flotan al aire. En la estatua que hace Wu de Kuan Yu (關羽), el dios de la guerra, él adapta esta imagen de movimiento congelado al tallar el contorno borroso causado por el movimiento de su espada. Entre las diversas especies de madera posiblemente útiles para la escultura, Wu prefiere usar el alcanfor. "El alcanfor es de fácil tallado. Cuando uno lo quiere darle forma redonda, no se quiebra en pedazos cuadrados o irregulares. Sin embargo, existen traicioneras hendiduras y deformaciones dentro de la estructura de la madera, invisibles desde el exterior, que frecuentemente pueden traer el fracaso exactamente cuando uno está por completar la obra. Afortunadamente, con 17 años de experiencia en el tallado de la madera, yo puedo figurarme donde están las partes defectuosas de la madera al observar su contextura superficial", explica Wu. El también prefiere el color y grano originales de la madera y evita añadir colores a sus estatuas. Tal vez es esta disciplina final que coloca a Wu aparte de tantos otros escultores. El conoce cuando debe detenerse al adornar sus figuras, y cuando debe de­ poner sus herramientas. La fuerza de cada figura de madera sin pintar queda aumentada por la textura que fluye de la madera; aplicar brocha y pigmentos le resta valor en vez de aumentarle. Mientras se observa la cara de un Buda en meditación o la pose de un poderoso guerrero tallado en madera de alcanfor, uno queda bastante inclinado a creer que el arte de la escultura tan valo­ rada en las dinastías Sui y Tang ha sido por lo menos en parte revivido por el escultor Wu Jung-szu. □

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